29 marzo, 2024

La verdadera causa del ‘hechizo’ de Carlos II, el rey que padecía de todo

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Un estudio publicado en la revista ‘European Neurology’ concluye que el último monarca de los Austrias, que murió sin hijos, sufría hidrocefalia.

Cuando le abrieron en canal, el cuerpo de Carlos II se asemejaba al de un fantasma. «No tenía el cadáver ni una gota de sangre; el corazón apareció del tamaño de un grano de pimienta; los pulmones, corroídos; los intestinos, putrefactos y gangrenados; un solo testículo, negro como el carbón, y la cabeza llena de agua», decía la autopsia. El monarca español, el último de los Austrias, más conocido como El Hechizado por su aspecto enfermizo y mente frágil, murió el primero de noviembre de 1700 sin descendencia, y eso que lo había intentado todo: desde exorcismos a brebajes extrañísimos.

El heredero al trono había nacido 38 años antes del matrimonio entre Felipe IV y Mariana de Austria, y la prensa de la época describió al neonato como «un niño robusto, de facciones hermosísimas, cabeza proporcionada, grandes ojos, aspecto saludable y algo abultado de carnes». Un relato que choca totalmente con el informe enviado poco después a Luis XIV de Francia por su embajador: «El príncipe parece bastante débil, muestra signos visibles de degeneración, tiene flemones en las mejillas, la cabeza llena de costras y el cuello le supura».

Comenzaba así la odisea vital del futuro rey, un hombre físicamente impedido, mentalmente retrasado e impotente, incapaz de engendrar un solo hijo con ninguna de sus dos esposas, primero María Luisa de Oreláns y luego Mariana de Neoburgo. Por si eso no fuese suficiente, Carlos sufrió desde su infancia multitud de enfermedades: no articuló palabra hasta los 4 años ni caminó hasta los 8-10; y entre los 6-10 padeció sarampión, varicela, rubéola y viruela. Todo aquello condujo a pensar que había sido víctima de un acto de brujería, y de ahí el sobrenombre.

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Numerosas han sido las teorías sobre la patología congénita del rey español para explicar su fragilidad mental y física: un trastorno cromosómico XXY o síndrome de Klinefelter, lo que justificaría su infertilidad; un síndrome X frágil u otro masculino XX como resultado de un entrecruzamiento entre los cromosomas X e Y de su padre. Otros autores señalan la posibilidad de una deficiencia de hormona hipofisaria y acidosis tubular renal. Un auténtico cuadro, vamos.

Sin embargo, un reciente y escueto estudio publicado por investigadores rumanos e italianos en la revista European Neurology ha arrojado una nueva hipótesis para tratar de comprender la mala salud de Carlos II, máximo ejemplo de esa mandíbula afilada de los Austrias: padecía hidrocefalia; y ello lo justifican detallando los síntomas que le abordaron a lo largo de su infancia: microcefalia —su cabeza era desproporcionada, muy pequeña en relación con su cuerpo— y crecimiento y desarrollo mental tardíos, así como frecuentes episodios de vómitos y crisis epilépticas.

«La autopsia advirtió que los ventrículos cerebrales estaban llenos de líquido cefalorraquídeo, como sucede en la hidrocefalia», escriben los autores del estudio. «No tenemos elementos nítidos para hipotetizar una cierta etiología [causa] de la hidrocefalia de Carlos II; sin embargo, creemos que la infección herpética que sufrió después de su nacimiento no debe ser ignorada, ya que este tipo de infecciones pueden causar hidrocefalia».

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Origen: La verdadera causa del ‘hechizo’ de Carlos II, el rey que padecía de todo

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