28 marzo, 2024

La violación como arma de guerra en Europa durante la II Guerra Mundial – Ser Histórico

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La violencia sexual en el contexto de una guerra no es un fenómeno contemporáneo. Los antiguos griegos consideraban la violación de guerra de la mujer como una conducta socialmente aceptable y, des…

La violencia sexual en el contexto de una guerra no es un fenómeno contemporáneo. Los antiguos griegos consideraban la violación de guerra de la mujer como una conducta socialmente aceptable y, desde las guerras médicas (siglo V a.C) hasta los conflictos bélicos del siglo XX y XXI, el abuso sexual, especialmente -aunque no exclusivamente-, de las mujeres ha estado presente en muchas conflagraciones. Se ha producido, en mayor o menor grado, en todas las épocas y en todos los continentes. Ahora bien, si el fenómeno no es, pues, de reciente aparición, sí que lo es su visibilización. La escala masiva de la violencia sexual durante el conflicto de Bosnia -entre 20.000 y 30.000 mujeres violadas- y en el genocidio de Ruanda, donde la cifra alcanzó proporciones dantescas (entre 250.000 y 500.000 mujeres fueron víctimas de abusos sexuales)1, hizo que el asunto adquiriese mayor notoriedad en el ámbito internacional.

En los últimos años, asimismo, han salido a la calle diversos libros, estudios y películas que arrojan más luz sobre el alcance del fenómeno durante la Segunda Guerra Mundial. Algunas víctimas que habían permanecido en silencio durante décadas, han decidido contar su traumática experiencia aunque en ciertos casos, ya hubieran intentado hacerlo (incluso en los años cincuenta), sin recibir apoyo alguno de una sociedad que consideraba vergonzante el tema.

¿Quiénes fueron los violadores? Se trataba de soldados de los ejércitos de los países que participaron en la guerra, tanto de las potencias del Eje como de los aliados occidentales.¿Quiénes fueron las víctimas? En su gran mayoría mujeres (aunque también un número no despreciable de hombres y niños) de los estados ocupados, pero, por paradójico que pueda parecer, igualmente de los estados supuestamente “liberados” por una potencia amiga e incluso de países que luchaban en el mismo bando.

En Alemania, vencida y ocupada en 1945 por tropas rusas, americanas, británicas y francesas, militares pertenecientes a todas estas nacionalidades fueron responsables de decenas de miles de violaciones en sus respectivas zonas de influencia. No hay unanimidad en las cifras ya que oscilan entre las 860.000 y casi dos millones. La historiadora Miriam Gebhardt(Friburgo, Alemania, 1962) en su libro Als die Soldaten kamen (Cuando llegaron los soldados)(DVA,2015), se inclina por la primera de las estimaciones y, según ella, alrededor de un tercio, es decir 270.000, son atribuibles a soldados occidentales, de los cuales 190.000 eran estadounidenses; 50.000, franceses y 30.000, británicos. Los soviéticos, por su parte, serían responsables, siempre según Gebhardt, de 500.000 violaciones.

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En cualquier caso, el modus operandi de los violadores, fuesen de la nacionalidad que fuesen, no variaba sustancialmente, afirma Gebhardt

Me ha llamado especialmente la atención el ver que el desarrollo estructural de las violaciones de los soldados occidentales sigue el mismo esquema que las del Ejército Rojo. Casi siempre a las violaciones preceden los saqueos, soldados que entran en las casas, se apoderan de las cosas de valor, roban bicis y motos, quitan los relojes a los civiles y luego, las más de las veces en grupo, se lanzan sobre las mujeres. En el desarrollo de los hechos y en la brutalidad de las violaciones, a mi modo de ver, apenas se diferencian los soldados del Ejército Rojo y los aliados.2

La historiadora Silke Satjukow (Weimar, Alemania, 1965), por su parte, aún reconociendo la imposibilidad de establecer, ni de lejos, una cifra exacta, afirma que entre un 10% y un 90% de las mujeres de Berlín sufrieron violencia sexual al final de la guerra por parte de los rusos. Muchas fueron víctimas de violaciones colectivas y/o repetidas y, después, deportadas a la URSS. 10.000 murieron como consecuencia de las violencias y no pocas se suicidaron arrastrando con ellas a sus hijos. En algunos casos fueron los padres de familia los que decidieron la muerte de toda la familia para escapar al deshonor.3

La película Anonima. Eine Frau in Berlin (Anónima. Una mujer en Berlín)dirigida por Max Färbeböck, que se estrenó en el 2008, aborda el drama que sufrieron las mujeres de la capital alemana cuando fue ocupada por las tropas del Ejército Rojo en 1945. Se trata de la adaptación de un libro autobiográfico, anónimamente publicado en inglés en 1954, de Marta Hillers (Krefeld, Alemania 1911- Basilea, Suiza, 2001) que fue reiteradamente violada por soldados soviéticos. Es particularmente revelador un fragmento del libro de Hillers en el que pone en relación, como hará muchos años después Norman Naimack, el alcohol con las agresiones sexuales.

El señor Pauli había oído decir que se había dado la instrucción a las tropas alemanas combatientes de no destruir nunca las provisiones de alcohol, sino de dejárselas al enemigo perseguidor, porque la experiencia mostraba que el alcohol les hacía demorarse y mermaba además su fuerza combativa. Bah, eso son burradas de hombres, disparates maquinados por hombres para hombres. Tendrían que pararse dos minutos a reflexionar que el aguardiente excita los sentidos y potencia enormemente los instintos. Estoy convencida de que sin tanto alcohol como el que encontraron esos muchachos por todas partes, no habría habido ni la mitad de las violaciones que se produjeron. Estos hombres no son unos casanovas. Tienen que creerse ellos mismos capaces de cometer todo tipo de acciones atrevidas. Pero antes deben acabar con sus inhibiciones. Ellos mismos lo saben, o lo barruntan. De lo contrario no irían tan desesperados por encontrar alcohol.4

En la misma línea Norman Naimark (Nueva York, 1944), especialista en estudios de Europa del Este en la universidad de Standford, afirma que el alcohol era uno de los escasos medios para evadirse de la brutalidad del frente y que, además, en la URSS, existía una moral victoriana. No se hablaba de sexualidad y no había ni preservativos ni burdeles. Esta moral represiva, juntamente con la bebida, explicaría, según Naimark, la bestialidad de muchos soldados cuando caían sobre las mujeres germanas.5

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En documentos judiciales constan pruebas de suicidios de niñas de trece años tras ser víctimas de violaciones en grupo, ya sea colgándose de la viga de la casa, o bien ingiriendo altas dosis de esencia de vinagre, los recursos más utilizados. La historiadora alemana recoge un testimonio sobre el particular, el de Otto H. que ilustra dramáticamente los hechos.

Mi sobrina de trece años fue violada en la habitación de la lado por catorce soldados rusos. A mi mujer la arrastraron hasta el granero y allí la violaron también. Al abrir el granero, encontramos su cuerpo destrozado.6

En los territorios alemanes bajo ocupación occidental, los franceses fueron, según Naimark, los que se comportaron de manera más parecida a los rusos, sobre todo en el estado de Baden-Würtenberg.

En este land meridional, americanos y franceses perpetraron numerosas agresiones sexuales.

Miriam Gebhardt pone de relieve la dificultad de calcular el número de violaciones ya que ni la administración alemana inexistente ni las tropas de ocupación llevaron a cabo un registro de las mismas. De hecho, la mayor parte de las pruebas documentales las ha encontrado esta historiadora alemana en los informes que realizó la Iglesia. Así, el arzobispo de Munich y Frisinga, ante lo que estaba aconteciendo, pidió a los sacerdotes que llevaran un registro puntual sobre las actividades de los ejércitos extranjeros en la región. A estos registros, que se conservan en Munich, pertenecen las anotaciones de Michael Merxmüller, párroco del pueblo de Ramsau, que el 20 de julio de 1945 escribió: “Ocho niñas y mujeres violadas, algunas de ellas en presencia de sus padres”.

Entre las agredidas las había de todas las edades. La víctima más joven registrada en estos documentos era una niña de siete años la cual contrajo una grave enfermedad venérea a consecuencia de la agresión sexual. La de más avanzada edad, una mujer de 69.7

A menudo, las tropas americanas pedían a las autoridades locales personal femenino, grupos de mujeres de 15 en 15, supuestamente para atender en las tareas de secretariado o cocina. Era un tipo de trabajo forzoso que, asegura Gebhardt, en muchas ocasiones encubría violaciones indiscriminadas.8

Además proliferaban las escapadas nocturnas en busca de mujeres indefensas como lo evidencia el testimonio de Maxiliane, hija de uno de los violadores:

Una noche llamaron a la puerta. Eran siete soldados americanos armados. Exigieron que les preparasen comida y después violaron a mi abuela y a mi madre. Mi primo lo vio todo, pero nunca habló de ello. Mi madre y mi abuela, tampoco. Comencé a sospechar cuando, ya universitaria, quise hacer un viaje de estudios a EE.UU… A mi madre, aquello la desestabilizó por completo y, después de varios meses y mucha tensión, mi primo me contó lo que había detrás de todo aquello9.

Alemania no fue, sin embargo, el único país cuyas mujeres sufrieron agresiones sexuales. También se produjeron en gran número en varios estados europeos. Según los cálculos de diversos historiadores, hubo entre 50.000 y 70.000 violaciones en Austria; de 50.000 a 200.000 en Hungría y millares en Rumanía, Checoslovaquia, Yugoslavia y Polonia.10

El caso de Francia es bien ilustrativo de que los abusos sexuales no eran solo cometidos por los militares de una potencia enemiga. La historiadora estadounidense Mary Louise Roberts, autora de What Sodiers Do. Sex and the American GI in World War II France (Universidad de Chicago, 2013), ha documentado numerosos casos de abusos sexuales en Reims, Cherbourg, Brest, Caen y Le Havre entre otras localidades, aquellas, precisamente, en las que los GI estaban concentrados.11

En una entrevista publicada por Le Monde en julio del 2013, la autora se refiere a la correspondencia entre Pierre Voisin, el alcalde de la ciudad y el coronel americano en la que aquel le explicaba que recibía continuamente quejas de los ciudadanos sobre la cuestión. Los GI mantenían relaciones en todas partes, en los parques, en los cementerios o en edificios abandonados.

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Voisin proponía que el ejército americano abriera un burdel reglamentado en el norte del Havre, el cual sería inspeccionado por las autoridades sanitarias. Una petición similar se había hecho también en Cherbourg donde, después de una serie de violaciones, la policía había pedido a los americanos que adoptasen un sistema de prostitución reglamentado. En ambos casos ,las autoridades militares estadounidenses se opusieron.12

El número total de violaciones en Francia entre junio de 1944 y junio de 1945 se estima en más de 3.600.13

152 soldados americanos fueron juzgados por violencias sexuales entre junio y octubre de 1944. De los 152 acusados, 139 eran negros cuando los combatientes de color solo representaban un 10% de las tropas en el continente europeo. En Alemania, la proporción de negros procesados por los mismos delitos era mucho menor, de un 26%. Entre 1944 y 1945, 29 soldados fueron ejecutados por violación, de los cuales 25 eran negros.14

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Roberts subraya que en Stars and Stripes, el periódico del ejército estadounidense, Francia era representada como una especie de prostíbulo. Los militares “vendieron” la guerra como una ocasión de hacerse abrazar por francesas, o más que eso… No era algo exclusivo de Francia ya que, según la autora, todos los teatros de guerra estaban erotizados.15

Italia registró, asimismo, entre 1943 y 1945 violaciones en todos los frentes de guerra, tanto por parte de los ocupantes nazis aliados de la República Social Italiana de Mussolini, como de los liberadores americanos El libro deDianella Galliani, Elda Guerra, Laura Mariani y Fiorenza Tarozzi, Donne, guerra e politica (Clueb, 2001) señala la particular virulencia de los abusos sexuales en los Apeninos de Liguria y el Piamonte. En esa zona, en seis meses se registraron 262 casos obra de los “mongoles”(los desertores del Asia soviética enrolados en el ejército alemán)16. Aunque nada podía igualar, según las autoras, al horror de las marocchinate. Con este término se definían todos los episodios de masiva violencia sexual y física que sufrieron millares de individuos de ambos sexos (aunque sobre todo mujeres) y de todas las edades . Tales actos eran perpetrados por los llamados goumiers (soldados marroquíes que servían en unidades auxiliares del ejército francés en África entre 1908 y 1956) encuadrados en el Corps expéditionnaire français en Italie (CEF).17

En el año 1960, Vittorio De Sicca inmortalizó estos abusos en una película que le valió el Oscar a Sofia Loren. Se trata de La ciociara, basado en la novela homónima de Alberto Moravia.

Las violaciones protagonizadas por los goumiers comenzaron ya en julio de 1943 con el desembarco de las tropas aliadas en Sicilia. Los 832 magrebíes que acompañaban a los americanos en Licata cometieron actos de saqueo y abusaron sexualmente de mujeres y niños en los alrededores del pueblo de Capizzi, cerca de Troina, al norte la isla, pero sería con el avance hacia el norte desde el sur de la península itálica y, sobre todo, con el hundimiento de la línea Gustav en mayo de 1944 cuando llegarían a su apogeo. Con la retirada de los nazifascistas, varios pueblos de la Ciociaria (territorio del Lacio al SE de Roma) fueron ocupados por el CEF. En Ausonia, decenas de mujeres fueron violadas antes de ser asesinadas y lo mismo les ocurrió a los hombres que intentaron defenderlas. Según los testimonios recogidos por la Associazione Nazionale Vittime Civili di Guerra, dos niños de seis y nueve años sufrieron agresiones sexuales. En el pueblo de San Andrea, los marroquíes violaron a 30 mujeres y 2 hombres. En Vallemaio, dos monjas tuvieron que satisfacer a un pelotón de 200goumiers. 300 de estos abusaron, a su vez, de una mujer de sesenta años. En la localidad de Esperia, fueron 700 las mujeres violadas sobre una población total de 2.500 personas. Incluso el párroco, Alberto Terrilli, en su tentativa de defender a dos chicas, fue atado a un árbol y sodomizado durante una noche entera. Moriría dos años después como consecuencia de las heridas internas sufridas.18

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Los oficiales franceses, ante la magnitud del problema, habían pedido al general De Gaulle durante su primera visita al frente italiano que se reforzara el contingente de prostitutas para las tropas magrebíes. Hacían falta, sostenían, 300 marroquíes y 150 argelinas, pero solo llegaron 171 marroquíes.

La magistratura francesa movió ficha y hasta 1945 fueron iniciados 160 procedimientos judiciales que afectaron a 360 individuos y hubo incluso condenas a muerte y a trabajos forzados.

En cuanto al número total de violaciones en todo el país transalpino, las fuentes italianas dan cifras muy diversas. Vannia Chiurlotto en un artículo titulado “Donne come noi. Marocchinate 1944-Bosniache, 1993”, publicado en 1993 en la revista feminista DWF (donnawomanfemme),habla de 60.000 mujeres víctimas de violencia sexual.19

Otro país que también fue escenario de violaciones fue la Gran Bretaña. De los crímenes de violencia sexual en el Reino Unido y también en Francia y Alemania cometidos por militares estadounidenses se ha ocupado el criminólogo J.Robert Lilly de la Northern Kentucky University Highland Heighs.20

Antes del desembarco en Normandía, casi un millón y medio de soldados USA estaban estacionados en suelo británico. Según los datos recogidos por el especialista y teniendo en cuenta que no todos los episodios fueron denunciados, parece ser que en el Reino Unido se verificaron poco menos de 2.500 violaciones.21

Muy a menudo las víctimas eran amenazadas con armas y constreñidas por medio de la violencia. Es lo que le ocurrió la tarde del 14 de mayo de 1944 a “la señorita N.”, empleada del hogar, la cual. llevando un cubo de leche, estaba pedaleando con su bicicleta cuando el soldado de primera clase, G.C, un negro de 24 años, del 354 regimiento, la obligó a pararse. Ante las protestas de la chica, el militar se sacó un cuchillo y se lo puso en el cuello. La empujó detrás de un pajar y, como ella seguía oponiendo resistencia, el militar sacó su pistola y amenazó con matarla si continuaba gritando.22

El 3 de diciembre de 1944 fue violada una mujer que esperaba un hijo. Se trata de “la señora B” , casada, que se encontraba en el noveno mes de embarazo. Había salido para ir al cine y fue bloqueada por “dos soldados de color” del 1698 batallón. A pesar de que ella les había dicho que tenía marido y que pronto daría a luz, la tiraron al suelo y la arrastraron lejos de la calle donde fue violada por los dos hombres que la amenazaron con matarla si denunciaba los hechos. Los militares acabaron siendo juzgados, se les consideró culpables y fueron ahorcados.

La mayoría de los soldados procesados en Inglaterra y Gales estaban en los servicios logísticos y eran los encargados de reabastecer y de repartir bienes y servicios. El personal que trabajaba en ellos estaba constituido en su gran mayoría por militares negros de reemplazo. El 64% de los imputados eran militares de color. Entre los condenados a muerte, los negros representaban el 91% del total siendo los blancos solamente un 9%.23

María Vilellas Ariño, en un artículo titulado “La violencia sexual como arma de guerra”, publicado en el 2010 en Quaderns de Construcció de Pau señalaba los dos objetivos que se perseguían mediante el uso de la violencia sexual como arma de guerra:

1º El sometimiento de la víctima mediante el terror que provocan los abusos sexuales

2º La violencia sexual tiene una dimensión colectiva muy importante, puesto que, mediamte su utilización se pretende humillar a toda la comunidad enemiga y no solo a la mujeres que es víctima de esta. El cuerpo de la mujer, que es considerado propiedad masculina y propiedad de la sociedad (Mackenzie, 2010: 202) es el medio para transmitir el mensaje de humillación y poder al enemigo.24

Hemos visto, sin embargo, que las violaciones también las padecieron las mujeres francesas o inglesas por parte de los soldados libertadores en el primer caso o aliados en el segundo. En cualquier caso, siempre se intenta demostrar quién detenta el poder, quién es el más fuerte. La diferencia principal entre lo que ocurrió en estos países aliados con los abusos masivos cometidos en Alemania es que las autoridades militares se sintieron impelidas a actuar y a demostrar que no consentían tales acciones.

Origen: La violación como arma de guerra en Europa durante la II Guerra Mundial – Ser Histórico

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