Las «Adelitas», el secreto mejor guardado de la Revolución Mexicana
Estas mujeres desempeñaron un papel muy importante durante las guerrillas. Lucharon, abastecieron de armas y alimentaron a los ejércitos, hicieron de espías, de enfermeras y de amantes en tiempos de guerra. Valientes y temerarias contribuyeron en gran medida a obtener la victoria en la lucha por los derechos de los trabajadores y la igualdad de género
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Las Adelas, también conocidas como soldaderas, desarrollaron un papel muy importante en la lucha por los derechos de los campesinos durante la Revolución Mexicana (1910-1917). Madres, hijas, esposas y amantes abandonaron su rol limitado a la esfera doméstica. No se quedaron de brazos cruzados ni esperaron el regreso de sus hombres, sino que levantaron sus hogares para llevarlos hasta sus soldados. Cuidaron de los heridos, hicieron de espías, abastecieron de alimento a los campamentos, procuraron el honor de las jóvenes y alzaron valientemente tanto sus armas de fuego como intelectuales contra la injusticia social que oprimía a los jornaleros igualmente también exigieron sus derechos como mujeres y ciudadanas de la república.
Las Adelitas alzaron valientemente sus armas de fuego e intelectuales contra la injusticia social
Ésta no fue la primera vez que las mexicanas agarraron una escopeta con determinación, durante la Guerra de Emancipación del Imperio de España en 1810, sus antepasadas también desempeñaron un papel importante durante dicha contienda. De esta manera, las soldaderas honraron durante la Revolución a sus ancestros de manera militar y sedientas de justicia.
Debido a la necesidad de hacer frente a la muerte y a la miseria que traían consigo las batallas, se rompió esa burbuja de cristal que aislaba a las mujeres de la vida pública. De esta manera comenzarían a participar en asuntos de interés general, de los que en su momento fueron excluidas al ser consideradas incapaces o ser calificadas de «marimachas» o de dudosa moralidad.
La obligación moral de partir hacia la guerra y la industrialización se aliaron a favor de estas revolucionarias, lo cual años más tarde serviría como la gran carta de presentación que les abriría el camino hacia el sufragio femenino.
A lo largo del siglo pasado, las Adelitas permanecieron olvidadas, a la sombra de una historia escrita y contada por los hombres. Sin embargo, camino a la gloria, fueron acompañados, amados, respetados, curados, alimentados, fortalecidos y defendidos por esas mujeres a las que no se les ha rendido el mismo honor por ser parte del triunfo democrático.«Sin ellas no hay Revolución Mexicana: ellas la mantuvieron viva y fecunda como la tierra», afirma sobre la importancia de las Adelitas durante los levantamientos, Elena Poniatowska una de las escritoras, periodistas y activistas más respetadas a nivel internacional, en su ensayo «Las soldaderas» (Ediciones Era).
La soldadera tiene una profunda carga erótica que la hizo convertirse en una leyenda viva y que hoy resucita en la tierra árida y en la memoria histórica gracias al trabajo de investigadores, escritores y periodistas. Sin embargo, la participación de ellas ha sido plasmada en la cultura popular y en la divulgación histórica casi más como un elemento de adorno sexual y a veces pintoresco, pero siempre subordinado al guerrillero. De esta manera no se había destacado la verdadera fortaleza que las convirtió en esas mujeres contemporáneas y guerreras que lucharon por sus intereses, sino que únicamente aparecieron reflejadas como uno de los muchos melodramas paralelos a la Revolución.
La Revolución Mexicana
La dictadura centralista de Porfirio Díaz (1876-1911) concentraba toda la riqueza en la capital. Las zonas rurales todavía vivían bajo un sistema medieval, en el cual los campesinos eran víctimas del hambre y el abuso de poder de los terratenientes más crueles.
Francisco I. Madero invirtió en las necesidades básicas para afrontar el nuevo siglo con dignidad
Los jornaleros ya se habían alzado varias veces en movimientos insurgentes contra el porfiriato. Sin embargo, en ninguna se obtuvo la victoria pero sí las fatídicas consecuencias de violencia y represión por parte del Gobierno.
Cuando parecía haberse perdido la esperanza el pueblo comenzó a susurrar un nombre: Francisco I. Madero. Este señor mostró preocupación y buscó un remedio a la realidad social que estaban viviendo sus paisanos. El burgués invirtió en la cobertura de las necesidades básicas para afrontar el nuevo siglo con dignidad: educación, sanidad y alimento.
Porfirio y su gabinete político sintieron su gloria con los días contados, frente a la creciente popularidad de Madero. Siendo así, decidieron encarcelarlo y enviarlo lo más lejos posible del pueblo enfadado. No obstante, Madero no se rendía y desde el exilio elaboró la bases de la Revolución Mexicana. Se puso en contacto con Venustiano Carranza, quien haría llegar a los demás líderes de la contienda el llamado. El 20 de noviembre de 1910hombres y mujeres alzaron sus armas en todos los rincones de la república.
«La tierra es de quien la trabaja»Emiliano Zapata
Lo que comenzó como una lucha por los intereses del proletariado, al final se convirtió en una sucesión de guerrillas lideradas por hombres que se convertirían en grandes leyendas, pero la verdad es que la tierra era solo una excusa para los cabezas ciegos de ambición que se mataban entre sí para ocupar la silla presidencial. Pues la Revolución no tendría fin hasta caer el último líder de las diferentes perohermanadas agrupaciones ideológicas.
Los soldados y las soldaderas derrocarían al Gobierno, para poner fin al porfiriato. Sin embargo, aún después del coste de 1 millón de vidas, el pueblo seguía sumido en la miseria y en el hambre. «La tierra es de quien la trabaja» exclamó Emiliano Zapata contra Madero, quien al lado de otros líderes como Pancho Villa buscaron la manera de que el burgués abandonara el cargo.
Las guerrillas comenzaron nuevamente y el presidente se vio obligado a aplacar las revueltas. Para ese fin envía a Victoriano Huerta, su brazo derecho, junto con el Ejército Federal. La victoria fue aplastante, aún así, Huerta se transformó con el poder y traicionó a Madero, aliándose con cada uno de los líderes rebeldes. Se aprovechó de la debilidad del Gobierno para efectuar un golpe militar, en el cual le obliga a renunciar para mandar matarlo en 1913.
El legado de Francisco I. Madero siguió su curso a través de su esposa Carmen Serdán y Venustiano Carranza. Entre ambos dirigieron y apoyaron a todas las mujeres revolucionarias dentro y fuera del Ejército Constitucionalista en su doble lucha: por los derechos de la clase obrera, y los del colectivo femenino.
La dictadura militar de Huerta estaba siendo cuestionada por todos los cabezas del movimiento armado, por lo que volvieron a unirse bajo las órdenes de Carranza y el apoyo del Gobierno y Ejército de Estados Unidos. El régimen huertista finalmente cae en 1915. Durante los dos años consecutivos hubo una sucesión de mandatarios de estancia insignificante y fugaz.
El legado de Francisco I. Madero continuó de la mano de su viuda Carmen Serdán y Venustiano Carranza
«En octubre de 1915, a raíz de su triunfo, Venustiano Carranza había iniciado un largo, anacrónico, pausado y no muy útil viaje triunfal por casi todos los rincones de la República» opina Enrique Krauze en el libro«Biografía del poder: caudillos de la Revolución Mexicana (1910-1940)»Carranza es apoyado por los norteamericanos e instala su Gobierno fuera de la capital. Como revancha, Pancho Villa desata una masacre contra los yanquis en la Batalla de Colombus, en Nuevo México. Zapata también se había convertido en otro dolor de cabeza del mandatario. Harto del líder sureño, Carranza convoca a Álvaro Obregón para que se encargue del asunto.
Obregón manda matar, por órdenes de Venustiano, al cabeza del sur. Con esto finaliza el movimiento zapatista 1919. Sin embargo, un año después en 1920, Carranza fue obligado a renunciar. Este abandonó el cargo sin berrinche y huyó lo antes posible a Veracruz, donde fue brutalmente asesinado mientras dormía una siesta.
A partir de ese momento hasta 1924, Obregón tomaría las riendas del poder. Posteriormente le sucedería Plutarco Elías Calles, conocido también como el Jefe Máximo de la Revolución.
La Revolución Mexicana finaliza al ser asesinado el último líder: Álvaro Obregón
Aunque Obregón tras finalizar su mandato se había retirado al campo para dedicarse a ser feliz y hacer tareas lucrativas, al final del periodo de su sucesor, Plutarco Elías Calles, decidió postularse nuevamente tras 4 años de ausencia. Esto al Jefe Máximo no le convenía. Calles estaría manejando los hilos del poder durante las siguientes tres presidencias.
El conflicto armado no se considera terminado hasta caer el último líder, por esta razón Calles manda matar a Obregón.
El periodo de guerrillas se da por terminada al caer el último líder. Obregón recibe seis disparos en el pecho en la «La Bombilla» un restaurante muy famoso en la Ciudad de México.
La lucha de poder tenía que terminar pero con el tiro de gracia al corazón de la Revolución: los caudillos.
El papel de las soldaderas en la Revolución
Hasta finales del siglo XX, la imagen de las Adelitas en el conflicto armado se ha mantenido en una nebulosa, en un plano lejano, a causa del exceso de protagonismo del hombre en las hazañas épicas contadas desde una especie de culto a la imagen del líder masculino, como ocurrió con Madero, Carranza, Villa y Zapata.
La invisibilidad de las soldaderas se debió a una premisa machista y «malinchista»; aquel mexicano que prefiere lo que proviene del extranjero a lo producido dentro del país. «Ser mujer y mexicana implica una doble marginalidad, sino también la desaparición» así lo sostiene Margo Glantz, una escritora y ensayista Premio Nacional mexicana en «La Malinche, sus padres y sus hijos», (Editorial Taurus).
«La Revolución fue un asunto de hombres, y las mujeres son el fondo decorativo de los largos enfrentamientos que dan como resultado una nación de hombres con una reserva adjunta de mujeres», señala Carlos Monsivais, un famoso escritor e historiador mexicano en «Prólogo. De cuando los símbolos no dejaban ver el género», del libro «Género, poder y política en el México posrevolucionario», (Editorial Fondo de Cultura Económica).
Las adelitas se involucraron en el periodismo, la fundación de clubs femeninos, el activismo político, la literatura etc
Las Adelas surgieron desde la gestación de la Revolución Mexicana, e incluso incitaron al levantamiento antes de que Francisco I. Madero hicese un llamado nacional para tomar las armas el 20 de noviembre de 1910. Su intervención se dio en diferentes campos que estaban socialmente designados a los hombres: desde la producción agrícola, el uso de armas de fuego y al diseño de estrategias militares. Sin embargo, también desempeñaron la importante tarea matriarcal, como el cuidado de los niños de los campamentos, la provisión de alimento, etc.
Entre los papeles que desempeñaron durante la contienda, estas mujeres se involucraron en el periodismo, la fundación de clubs femeninos, el activismo político, la literatura etc. Gracias a estos registros hoy los historiadores pueden recrear la participación de la mujer de manera fiel.
Cuando llegaban los guerrilleros desesperados por las bajas durante la contienda, arrastraban con ellos a pueblos enteros con niños y mujeres, las cuales se vieron obligadas a entrar en combate. Otras, sin embargo, agarraban las armas para estar más cerca de sus maridos e hijos. Casi siempre provenían de los estratos más bajos, aquellos que buscaban sobrevivir como fuera. Independientemente de cual fuese el motivo que las arrastró hasta ahí, su presencia fue heroica y util, gracias a ellas los soldados estaban seguros.
La acción de estas valientes mujeres, determinaron a la mujer comorompedora de los esquemas sociales del patriarcado. Esto supuso una liberación femenina que tendió puentes hacia la democracia. Un movimiento, que no fue ajeno, sino que fue crucial para ella, y durante muchas décadas parecía un submundo aislado. Además tras el periodo revolucionario, iniciaría por fin el sufragio femenino.
Estas valientes mujeres rompieron los esquemas sociales y llevaron a sus compatriotas a la liberación femenina
No obstante, en ningún momento se vieron como víctimas de la contienda, sino como parte de ella, en la que actuaron de la resolutivamente dentro de sus posibilidades y conocimientos; pues muchas eran analfabetas. A pesar de esa actitud de guerreras, muchas tuvieron que buscar otro tipo deestrategias para sobrevivir dentro de su bando y poder proteger su honor.
Algunas se comportaban como «machos» con el fin de resultar desagradables al sexo opuesto y no ser víctimas de las muchas violaciones que sucedían con bastante regularidad en los campamentos.
Las señoras involucradas en la causa contra Madero iniciaron una segunda etapa de la Revolución en la que cada una se inclinó hacia las ideologías de los distintos líderes que, supuestamente, abogaban por el mismo fin. No obstante, Carranza supo como ganarse la fidelidad femenina en el campo de batalla, siendo sus tropas las que más mujeres entregaron su vida por la causa.
Damas como Hermila Galindo se encargaron de difundir el verdero valor de las adelitas. Esta señora, una mujer con un fuerte caracter independiente, se incorporó a las filas del constitucionalismo de Carranza, quien procuró un lugar importante en el prioritario desarrollo social de la mujer, a diferencia de Villa y Zapata. Galindo realizó varios viajes diplomáticos al extranjero, como, secretaria de Carranza, para promulgar entre las de su género la importancia de demostrar la autosuficiencia femenina, alentándolas a reclamar sus derechos. A quienes peleaban por la justicia social igual que ella y las demás soldaderas, les animó con «La mujer como colaboradora en la vida pública» a que se alistaran a las diferentes guerrillas contra Victoriano Huerta, haciendo hincapié en que cada uno de los hombres que luchaban por la causa debían permitir que cada una de ellas pudiera desarrollarse dentro del marco de una reconstrucción nacional, pues tenían las mismas aptitudes que ellos.
La mujer de Francisco I. Madero, Carmen Serdán, fue otra importante activista, incluso después de que su marido fuese asesinado. Ella nunca abandonó la causa, sino que se involucró todavía más. Reunió valor y organizó una Junta Revolucionaria para combatir a Victoriano Huerta; luchó junto a Carranza y suministró artillería a los soldados.De casa de esta señora «salían enormes paquetes de pescado, cajas de zapatos, canastas de verdura que ocultaban granadas de fabricación casera, pólvora», asegura la historiadora mexicana Carmen Ramos Escandón en su libro «Carmen Serdán, mujer de su tiempo».
Entre otras destacadas Adelitas, estaba también la valiente Ángela Jiménez, una experta en explosivos que siempre se jugaba la vida al manipular aquellos artilugios.
«Salían enormes paquetes de pescado, cajas de zapatos, canastas de verdura que ocultaban granadas de fabricación casera, pólvora»Carmen Ramos Escandón
En el caso de Amelia Robles realmente se sentía una «pistolera», y cuando estalló la guerra lo hizo con total naturalidad y comodidad. Desde siempre había sentido predilección por los caballos y las armas. Usó su condición sexual para librar apasionadamente batallas que la harían destacar entre los hombres de Zapata.Amelio, como así se presentaba obtuvo el rango de coronel.
Petra Herrera es otra de las personas que cooperó con Villa organizando y liderando sus ejércitos. Posteriormente su relación con el líder se tensó y se separó formando un ejército de más de mil mujeres. La líder era famosa por hacer saltar por los aires puentes. Una de sus glorias más importantes fue durante la segunda batalla de Torreón, al norte de México en 1914, en la cual apagó las luces de la ciudad para que todos pudieran entrar. Gracias a ella obtuvieron la victoria, sin embargo Villa nunca le reconoció el mérito
Las «Adelitas» en la cultura popular
Se han compuesto canciones sobre las Adelitas, que hacían menos frías las noches largas y grises de los soldados
Este episodio sirvió para romper los esquemas de la ideología machista de la época, en la cual los hombres creían en la incapacidad de las mujeres fuera de la escena doméstica. Estas guerreras han trascendido de una manera incompleta dentro del contexto artístico, pasando a convertirse en un mito anónimo. No obstante la importancia de estas mujeres es innegable, y su legado es inmenso a pesar de que ha sido manipulado y apenas conservado. En la didáctica del pueblo, los hombres, con un terrible anhelo sexual, escribieron y cantaron sobre las leyendas de estas señoras que hacían menos frías las noches largas y grises de los combatientes.
El término Adelitas se le acuñó a las fervientes patriotas a causa de las baladas que narraban hechos épicos, los corridos. La canción hace referencia a una mujer que lucha por sus derechos. No obstante, se le sigue categorizando desgraciadamente como un objeto de posesión sexual.
Origen: Las «Adelitas», el secreto mejor guardado de la Revolución Mexicana