28 marzo, 2024

Las bombas de Olías, ¿atentado, venganza o despecho?

El 9 de marzo de 1915 los vecinos de Olías del Rey despertaron al escuchar cuatro fuertes detonaciones

Thank you for reading this post, don't forget to subscribe!

En la madrugada del 9 de marzo de 1915 los vecinos de Olías del Rey despertaron precipitados al escuchar cuatro fuertes detonaciones. «Alarmadísimos –se decía en una de las crónicas de la época-, echáronse presurosamente a la calle, preguntándose unos a otros la causa de la explosión y el lugar donde se habían producido. Las gentes creyeron al principio que se trataba de un bólido, y entre las más sencillas y medrosas mujeres, que salieron a la calle llorando con sus chicos, se afirmaba la sospecha de que era lo ocurrido algo terrible de ultratumba».

Pasado el primer susto, pronto se supo el origen de tan inusual suceso. En una vivienda de la calle Toledillo, a las afueras del pueblo, habían estallado cuatro bombas: dos en el tejado y otras dos en las puertas. Una quinta fue localizada sin detonar junto a una ventana. En la casa, parte de cuya techumbre se derrumbó, vivía Marcelino Muñoz López con a sus tres hijas, entre ellas María, de dieciocho años, quien gozaba de justa fama de muy agraciada. Los cascotes caídos le causaron algunas heridas en la cabeza.

Las especulaciones sobre los motivos de tal atentado corrieron, nunca mejor dicho, como la pólvora. Se hablaba de una agresión a modo de venganza, de un intento por robar los ahorros de Marcelino, quien ejercía de ordinario entre Olías y Toledo, o de alguna pendencia entre pretendientes de su hija. A averiguar el misterio se dedicó en las horas siguientes el juez municipal, intentando desgranar la verdad entre los rumores de todo tipo que se decían.

En sus primeras declaraciones, los afectados dieron el nombre de Ricardo López López, minero de oficio, quien hacia pocos meses que residía en Olías en casa de su hermana, casada con un lugareño. Natural de Lugo, había trabajado en Francia, hasta que el iniciarse la Guerra Mundial se vio obligado a regresar a España. Las sospechas se fundamentaban en que era el único vecino que, por su profesión, pudiera tener explosivos dándose la circunstancia, además, de que se hermana estaba enemistada con Marcelino. Detenido por la guardia civil, fue trasladado a la cárcel provincial de Toledo en el mayor secreto, para evitar que los olieros emprendiesen contra él alguna represalia.

LEER  Seres de otros mundos crearon al ser humano según el Libro de los antiguos mayas 

Interrogado en la prisión toledana por el juez de instrucción, negó cualquier implicación en los hechos. Su hermana, Ramona, fue detenida cuatro días después, siendo también encarcelada en el antiguo convento de los Gilitos. No tardaría en unírseles un tercer sospechoso, Román Muñoz, hijo del dueño de la casa donde ocurrió el suceso, quien aunque en principio también negó todo, terminó confesando su implicación en el atentado.

Durante unas semanas, estas detenciones y los pormenores de suceso fueron relatadas con profusión en las páginas de «Diario Toledano» y «El Eco Toledano», cuyas redacciones se lanzaron a una frenética carrera por entrevistar a los detenidos en la prisión y ofrecer amplios detalles sobre cuales habrían sido los motivos de aquellas misteriosas explosiones. En uno de aquellos reportajes, tras visitar la casa donde se registraron los hechos, se atribuía la levedad de las heridas sufridas por María a que junto a la cabecera de su cama tenía clavada una estampa del Sagrado Corazón, que sufrió numerosos daños excepto en el lugar donde estaba impreso el corazón de la imagen, circunstancia considerada como milagrosa. El cronista no pudo obviar la belleza de la joven, «dueña de unos ojos grandes, negros y rasgados, cubiertos de largas pestañas y orlados por moradas ojeras» y cuyo cuello parecía modelado por «el cincel del artista».

Se conoció que Marcelino llevaba un tiempo separado de su esposa, Ambrosia, viviendo con él sus tres hijas, mientras que otros tres varones estaban en casa de la madre. Las diferencias matrimoniales surgieron por culpa de Ramona, la hermana del minero, quien, según se decía, había entablado una gran amistad con Ambrosia, teniendo abandonado su hogar y a sus hijos «por estar siempre en casa de la otra», se señalaba en uno de los diarios. Estas «relaciones tan amistosas» generaban numerosas murmuraciones en el pueblo, pues parecía «que únicamente vivían para sí». Ante semejante situación, no tardó en llegar la separación matrimonial, yéndose cada uno a vivir por separado. Ni que decir tiene que este distanciamiento se convirtió en la comidilla de Olías.

Titulares de algunos diarios toledanos dando cuenta de llamativos pormenores del suceso
Titulares de algunos diarios toledanos dando cuenta de llamativos pormenores del suceso

El punto culminante de atención lo consiguió «El Eco Toledano», dirigido por Emilio Bueno y Galán, quien sorprendió a sus lectores relatando un misterioso sueño tenido por la hermana del minero que precipitó la resolución del caso. Antes de dar cuenta del mismo se decía que en su Galicia natal Ramona tenía fama de bruja, «aunque no era vieja», por ser aficionada a los sortilegios «con los que la gente viva engaña a los seres sencillos e ignorantes». He aquí la ensoñación aludida:

LEER  ¿Misterio o engaño? El Disco de Festo, la desconocida piedra de Rosetta minoica

«Era una noche oscura como boca de lobo. El azul del cielo estaba totalmente cubierto por negras nubes. Poco a poco, éstas fueron transformándose en terribles monstruos, que se iban tragando con sus formidables bocas los numerosos mundos que pululan en el vacío. De pronto se iluminó el cielo y es que estos monstruos se volvieron fuego, que se corría por toda la bóveda celeste, iluminando la tierra con luz que parecía salir del mismo averno. Al mismo tiempo cruzaban el espacio exhalaciones nunca vistas que se perdían en el infinito dejando en la atmósfera un olor a azufre. Todo se serenó y el cielo volvió a quedar cubierto por esas nubes negras que al principio tapaban su hermoso azul. Desgárranse estas al poco tiempo y descubren una estrella que solo tenía dos puntas (¡!) La estrella era blanca, muy blanca. En una de sus puntas había una horca en la que con caracteres de fuego se leía: “aquí morirá el autor de las bombas”. En la otra punta distinguíanse un hacha y una guadaña atadas con una cinta, también de fuego (¡!) Del hacha caían gruesas gotas de sangre que al llegar sobre la tierra se convertían en repugnantes reptiles».

Emilio Bueno y Galán, director de «El Eco Toledano», periódico que publicó el revelador sueño de la gallega que incitó la confesión de unos de los implicados (Foto, Toledo Olvidado)
Emilio Bueno y Galán, director de «El Eco Toledano», periódico que publicó el revelador sueño de la gallega que incitó la confesión de unos de los implicados (Foto, Toledo Olvidado)

Trascrito el sueño, «Cachimbo», seudónimo de Adolfo Durán, autor de la exclusiva periodística, advertía a los lectores de que el mismo había sido relatado tal y como se lo contaron en Olías, si bien comprendía que con algo de exageración. Esa misma condición debían tener las noticias de que al despertar de tal visión la gallega amaneció pálida, con los ojos hundidos y dando miedo a cuantos la veían. El contenido de la ensoñación llegó hasta Román, «mortificándole el aguijón de su conciencia horriblemente», y pensando que aquella horca se levantaría para él confesó su participación en la colocación de las bombas.

Con su declaración, la instrucción judicial cuadró las piezas del puzzle. Se dedujo que la inductora de todo fue Ramona, la gallega, toda vez que Marcelino le había insultado varias veces acusándola ser la culpable de las disensiones surgidas en su matrimonio y consiguiente separación. Pidió a su hermano que diese un susto al ofendido y éste buscó la ayuda de Román para que le dijese donde podía colocar los cartuchos de dinamita lo más próximo a los dormitorios ocupados por Marcelino y su hija, valiéndose de su experiencia en el manejo de explosivos para que las consecuencias no fueran mortales. El hijo se avino a ayudarles pensando que tal acción podría propiciar la reconciliación de sus padres.

LEER  Segunda República | Historia de España
Vista de Olías del Rey en los años ochenta del pasado siglo (Foto, Colección YA-Toeldo. AMT)
Vista de Olías del Rey en los años ochenta del pasado siglo (Foto, Colección YA-Toeldo. AMT)

La estancia en prisión de los tres procesados no se prolongó mucho. Tres meses después se celebró en la Audiencia Provincial el juicio, siendo numerosos los vecinos de Olías que llenaron su sala de vistas. El representante del Ministerio Fiscal, Ramón Gallardo, consideraba los hechos constitutivos de un delito contra la ley de explosivos, castigado con pena de cadena perpetua a muerte. También se les pedía el pago de 86 pesetas por los daños causados en la vivienda de Marcelino. La defensa de los encausados fue ejercida por los conocidos abogados Gregorio Ledesma y Pedro Martín de Hijas, quienes cuestionaban que a sus patrocinados debiera aplicárseles el mismo rasero legal que a los autores de atentados tan sonados como el cometido contra el rey Alfonso XIII el día de su matrimonio en la calle Mayor de Madrid o el del Teatro del Liceo en Barcelona. En sus declaraciones, los tres acusados negaron los hechos, solicitando sus defensas la absolución.

Entrega de la nueva bandera de España a la Academia por la reina Victoria, acto coincidente con la puesta en libertad de los juzgados por las bombas de Olías (Foto, Colección Luis Alba, AMT)
Entrega de la nueva bandera de España a la Academia por la reina Victoria, acto coincidente con la puesta en libertad de los juzgados por las bombas de Olías (Foto, Colección Luis Alba, AMT)

Los argumentos de ambos, encausados y letrados, debieron ser bastante convincentes, pues el jurado popular los declaró no culpables. Conocido el veredicto, el fiscal solicitó revisión de la causa por un nuevo jurado, pero el Tribunal no accedió. Tras una hora de deliberaciones, el presidente de la sala, Fernando Bernáldez, comunicó la absolución de Ricardo, Román y Ramona, ordenando su inmediata puesta en libertad. Con esa decisión, el interés periodístico por los protagonistas del caso de las bombas de Olías decayó de manera tan súbita como surgió, no volviéndose a saber nada más de Marcelino, Ambrosia, Ramona, su hermano el minero o la bella María. Y al día siguiente los diarios toledanos se ocupaban con profusión de la visita de los reyes, don Alfonso y doña Victoria, para entregar una nueva bandera a la Academia General y sus despachos a los oficiales recién graduados.

Origen: Las bombas de Olías, ¿atentado, venganza o despecho?

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies

Este sitio web utiliza cookies. Al continuar utilizando este sitio, acepta nuestro uso de cookies.