28 marzo, 2024

Las mentiras de la Resistencia francesa contra los nazis: «La mayoría fue indiferente o colaboracionista»

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Hitler, en París – ABC

Ni la conquista de Polonia, ni la toma por las bravas de una buena parte de la URSS gracias a la « Operación Barbarroja». A día de hoy, se dice que la única victoria militar que consiguió que el frío Adolf Hitler se arrancase a bailar de alegría fue la capitulación oficial de Francia el 22 de junio de 1940. A partir de entonces, el mismo país que se había creído inexpugnable gracias a la existencia de más de 400 kilómetros de defensas en el este (la línea Maginot) tuvo que ver como su región se dividía en dos. La primera, al norte, ocupada por las tropas germanas. La segunda, al sur, bajo un gobierno que colaboraba con el «Führer» bajo el régimen de laciudad de Vichy (donde se asentó la capital).

En esa Francia tomada por la mentalidad nazi, el mito nos dice que cientos de miles de personas se armaron en la clandestinidad para enfrentarse al invasor. Esas gentes formaban la llamada Resistencia (o «Résistence»). Un grupo de dedicado a perpetrar todo tipo de ataques contra los germanos similares a los que -un siglo antes- habían llevado a cabo los españoles en la Península contra el infame Napoleón Bonaparte.

Sin embargo, la idea de que la cantidad de personas que acudió a la llamada del general De Gaulle (que dirigía en el exilio la defensa del país) fue masiva no es más que una leyenda generaliza. Así lo afirma, al menos, el historiador y escritor Mario Escobar en declaraciones a ABC: «La mayoría de la población fue indiferente o colaboracionista con el régimen de Vichy».

Con todo, Escobar también señala que, el que la movilización no fuera tan general como se cree, no implica que no existiera. De hecho, el experto determina que -tras la toma del país- muchas personas se enfrentaron a los nazis, aunque no empuñando un arma. «Algunos se dedicaron a quitar los carteles de propaganda alemanes y cambiarlos. Otros, quemaron el pan para molestarles y que comieran mal. Hubo muchas formas de hacerles más incómoda la estancia», añade.

Y es precisamente este tipo de resistencia la que este escritor desvela en una de sus novelas históricas más laureada: «Los niños de la estrella amarilla» («Harper Collins», 2017). Un libro en el que, a través de los ojos de dos niños que buscan a sus padres, se narra cómo la población de un pequeño pueblo ubicado al sur de Francia (Le Chambon-sur-Lignon) desafió a las tropas de Hitler protegiendo a miles de judíos durante toda la guerra (y ayudándoles, de paso, a huir del país).

La resistencia de ese pequeño pueblo montañoso (100% real a nivel histórico) demostró al mundo, en palabras del escritor, que era posible hacer frente a una situación injusta sin ubicarse peligrosamente ante los fusiles enemigos. En Le Chambon-sur-Lignon, por ejemplo, la ayuda se generalizó gracias al trabajo de un pastor protestante llamadoAndré Trocmé. Un hombre que, sabiendo las maldades que se cocían en Alemania a partir de 1939, se dedicó a dar charlas a sus ciudadanos para explicarles el valor de la vida y lo que implicaba el quedarse quieto ante la injusticia.

Con todo, y en palabras de Escobar, esta defensa de los refugiados (especialmente niños) no fue tan generalizada en el país como nos quieren hacer creer, a pesar de que tampoco fue escasa. «Es cierto que en Francia solo se deportó a un 50% de los judíos, cuando en otros países el número ascendió casi hasta el 100%, pero también es verdad que el régimen de Vichy tomó medidas antisemitas de buen grado contra la población y despachó decenas de trenes aAuschwitz llenos de niños».

Este libro, además, llega apenas unas jornadas después de que Marine Le Pen (líder de la candidatura ultraderechista Frente Nacional) haya afirmado que Francia no es responsable de las barbaridades que se perpetraron en aquellos años. Por el contrario, ha afirmado que los únicos culpables fueron los líderes que se hallaban en el poder por entonces.

1-¿Qué papel real tuvo la resistencia en Francia?

Aunque la resistencia francesa existió, fue escasa. Principalmente contribuyó al final de la guerra. Logró que los alemanes se vieran obligados a destinar más soldados de los que hubieran deseado a Francia y que no pudieran enviarlos al frente ruso. Pero la verdad es que la mayoría de la población francesa fue indiferente o colaboracionista.

Lo que más sorprende es que el régimen de Vichy no estaba solamente sometido al poder nazi, sino que estaba tan identificado ideológicamente con él, que hizo unas leyes similares a las de Núremberg para los judíos franceses y extranjeros. Les impusieron restricciones como no poder llevar a cabo algunos trabajos. La mayoría de ellos eran las profesiones liberales como profesor o abogado. Pero tampoco podían ser funcionarios o combatir en el ejército. No llegaron al punto de prohibir los matrimonios mixtos, como sí sucedió en la Alemania nazi, pero sí hubo una exclusión casi total en la sociedad.

2-¿Hasta qué punto colaboró con Alemania el régimen de Vichy?

El gobierno de Vichy no cargó solo contra los judíos, sino contra todos aquellos que provenían del Mediterráneo y que consideraban hostiles a su ideología. Muchos de ellos, republicanos españoles que se habían refugiado allí tras la Guerra Civil o trabajadores italianos. Si carecían de trabajo, eran enviados a los campos de concentración creados por los franceses.

En la zona de Vichy crearon un montón de campos en los que recluían a todos aquellos que consideraban, según su criterio, “antisociales”. En ellos las condiciones eran bastante duras. Solo mejoraron un poco gracias a la ayuda de la Cruz Roja y de otras organizaciones similares. Pero estaban hacinados y con unas condiciones higiénicas terribles. No fue solo temor. El régimen de Vichy tuvo una gran identificación con la ideología nazi.

3-Entonces… ¿Qué tipo de resistencia es la que realmente se sucedió en Francia?

Todas. Hay muchos tipos de resistencia. La de Francia fue una que intentó boicotear a los alemanes.

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Con esta novela, quería demostrar que también es posible resistirse de forma pacífica. El propio André Trocmé (el espíritu de lo que sucedió en Le Chambon-sur-Lignon) era un pacifista tan extremo que, en aquel pueblo, no actuó la resistencia hasta casi el final de la guerra. No hubo ningún tipo de atentado hacia los alemanes o hacia los colaboracionistas porque allí creían que resistencia pacífica era la más efectiva.

Muchos franceses resistían, por ejemplo, cambiando los carteles de los caminos para que se perdieran los alemanes. Otros les quemaban el pan para que comiesen mal o les robaban la ropa. No actuaban violentamente, pero buscaban hacerle más molesta su estancia en Francia. Una estancia que, al principio, se puede definir como unas vacaciones.

Hubo, en definitiva, una resistencia interior y otra exterior (protagonizada por De Gaulle). Ambas intentaban que Francia participara en su propia liberación y luchara contra el nazismo. Pero fue lo mismo que pasó en Holanda o Bélgica.

4-¿Cómo es posible que se generara un régimen como el de Vichy y que fuera apoyado por una parte de la población?

Había un estado de opinión favorable a los extremismos fascistas porque todavía no se conocía todo lo que conocemos ahora. Por entonces no se sabía lo que iba a producir el fascismo y el nazismo. Muchos pensadores lo vieron como una alternativa a las democracias que estaban empezando a ser decadentes en Europa. Eso provocó que muchos países cayeran bajo el influjo de los totalitarismos.

5-Pero en «Los niños de la estrella amarilla», usted explica cómo desde el régimen de Vichy se deportó a miles de judíos…

Sí. En la sociedad francesa hubo una ruptura. El problema es que, a veces, parece que Francia era solo la población cosmopolita de París. Y no. También había una gran cantidad de campesinos conservadores que no había asimilado bien los valores de la República, que consideraba que había un desorden, y que empezó a utilizar los argumentos antisemitas que llegaban desde otras zonas.

Esta parte de la sociedad entendió que había que apoyar esa “revolución conservadora” (así la llamaban) en la que se prometía defender los valores tradicionales de la Francia eterna que estaba más allá de lo nuevo. El problema fue que, al final, eso era fascismo.

6-¿Hitler sabía que existía esa mentalidad en Francia?

Sí. De hecho, la división entre la Francia libre y la ocupada siempre fue provisional. La mentalidad de Hitler no era invadir y conquistar Francia, sino más bien dejar que hubiera un estado afín a sus ideas y que, posteriormente, este se uniera a él. En su favor estuvo que el régimen francés de Vichy no solo colaboró, sino que creó leyes como las nazis para oprimir a los judíos.

7-En «Los niños de la estrella amarilla» habla de campos de concentración franceses a los que el régimen de Vichy enviaba a los judíos.

Efectivamente. Esos campos de concentración no los creó el régimen de Vichy, sino la Tercera República cuando había querido controlar a los republicanos españoles que llegaban hasta el sur de Francia huyendo del franquismo. Los campos fueron al principio muy provisionales. Se hicieron en las playas en condiciones infrahumanas. Pero poco a poco se extendieron por el sur de Francia.

Pero entonces la guerra se precipitó y lo cambió todo. A algunos hombres les sacaron para que colaborasen en el ejército (fue el caso de los republicanos, que se alistaron en la Legión Extranjera). Otros fueron encargados de hacer las trincheras galas. Quedó todo en una especie de limbo político.

El régimen de Vichy lo que hizo fue perfeccionar esos campos cuando llegó al poder. El nuevo gobierno metió en estos campos a refugiados que llegaban de Alemania y de otras partes de Europa, fueran judíos o no, por su ideología o por su religión. También encarceló en ellos a los “indeseables”, como ellos les llamaban. Poco a poco, la masificación y los pocos recursos que se destinaban a estos campos (no había mantas o comida) hizo que organizaciones como la Cruz Roja y los cuáqueros pidieran a personas como André Trocmé que se llevasen a los niños de allí a un lugar seguro.

8-¿Hubo redadas contra judíos en Francia?

Varias. En Francia hubo una gran redada en el 41 en la que entre 7.000 y 8.000 judíos fueron enviados a varios campos de exterminioalemanes. Pero la más destacada se sucedió en el 42. Fue entonces cuando la gendarmería francesa capturó a niños, ancianos y mujeres. El problema es que los alemanes les pidieron que solo les enviasen a los adultos. El régimen de Vichy no supo entonces qué hacer con los niños. Así que se quedaron. Pero como las autoridades de París insistieron a los germanos en que no se querían quedar con los pequeños, al final fueron enviados una gran cantidad de niños hacia Auschwitz.

Muchos de estos niños llevaban desde mediados de los años 30 en Francia y tenían nacionalidad gala. El régimen de Vichy creó una ley para poder quitarles la nacionalidad tanto a ellos como a sus padres. Lo hicieron para poder expulsarlos más fácilmente.

Fue un movimiento frío y calculado. No fue un intento de complacer a los nazis. Al final, fueron más allá de lo que les pidieron los nazis. Estaban convencidos de que había que sacar a todos los judíos de Francia.

9-¿Colaboró el régimen de Vichy con los germanos en las deportaciones de judíos?

El régimen de Vichy fue totalmente colaboracionista en esto. Una cosa que muy pocos libros recuerdan es que este gobierno envió a miles de trabajadores forzosos a Alemania, algo que hicieron también muchos países.

Mucha gente fue enviada como esclavos, desde italianos hasta españoles. Era mano de obra esclava que ayudó a mantener el régimen nazi mientras los alemanes estaban luchando en el frente. Hay historias dramáticas en este ámbito que todavía están por tocar. Es un campo inagotable.

10-¿Fue entonces inexistente la resistencia francesa?

No. Francia fue uno de los pueblos que más gente refugió junto a Holanda. Por no hablar del caso danés. Es verdad que en Francia se ayudó y se refugió mucho a los judíos. El exterminio de los judíos franceses no llegó al 50%, mientras que en las repúblicas bálticas fue prácticamente el 100%. Pero le problema es que el pueblo de Francia fue muy pasivo ante la ocupación.

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11-¿Por qué esa pasividad?

Creo que la población estaba en colapso mental. Nunca imaginaron que iban a perder la guerra tan pronto. No asimilaron una derrota como aquella. Y ante la fuerza del nazismo, la república no pudo resistir ni militar ni políticamente. El nazismo la mostró como algo caduco, algo viejo que había que derruir. Y ante ideas nuevas, poco hay que hacer.

Vivimos en una sociedad en la que parece que lo nuevo es lo mejor, pero nada más lejos de la realidad. En este caso, por ejemplo, lo nuevo era mucho peor. El nacionalsocialismo y el fascismo eran comunismo pintado de nacionalismo.

12-¿Cómo es posible que una buena parte de la población fuera colaboracionista o se mantuviera en silencio ante este movimiento antisemita?

El antisemitismo siempre ha sido un estigma en Europa. Y en Francia también, aunque nos choque más. El judío siempre se había visto como alguien extranjero aunque hubiese vivido en el país desde hacía decenios. El problema era que solían vivir en comunidades cerradas, mantenían sus costumbres, su idioma… Ya no era una cuestión religiosa, era un problema de integración. Por eso, en Europa siempre ha habido mucha separación.

También ha pasado aquí. España sigue siendo antisemita a pesar de que, hace 500 años, expulsó a la mayoría de la comunidad judía. Durante el régimen de Franco, por ejemplo, no se permitió a los judíos sefarditas exiliados asentarse en la región, aunque sí se les dio permiso para que atravesaran la península de camino hacia Argentina.

13-Por el contrario, algunos pueblos como Le Chambon-sur-Lignon sí se enfrentaron a los nazis.

SÍ. En el pueblo estaban muy concienciados. Desde el 39, André había dado multitud de charlas a los vecinos aprovechando que estaba muy enterado de lo que pasaba en Alemania por lo que había sucedido a la iglesia confesante (la que se había negado a aceptar las condiciones del régimen nazi y se habían separado de la iglesia oficial luterana). Toda esta información hizo que el pueblo se concienciara. Cuando llegó el régimen de Vichy, el pueblo y todos los de alrededor sabían lo que iba a pasar. La información les dio poder sobre las circunstancias.

14-¿Cómo ayudaban en este pueblo a los refugiados judíos?

La primera idea era que los refugiados huyeran a Suiza o a Marsella (donde había miles de perseguidos que esperaban un barco para escapar de Europa). Pero al final, algunos de los grupos que se habían llevado a refugiados hasta Marsella fueron los mismos que enviaron a multitud de niños a Le Chambon sur Lignon.

Lo hicieron porque sabían que tenían una estructura creada para ayudarles. Esta había sido establecida antes de comenzar la guerra por los feligreses del pueblo, los cuales acogieron durante esa época a los hijos de los obreros de Lyon para que pudieran tener un verano más saludable en un entorno más sano y pudiesen salir del ambiente de marginación.

También tenían una pequeña infraestructura hotelera muy útil para acoger gente (el pueblo era un lugar de veraneo para turistas). Finalmente, André había creado una escuela pacifista con la idea de que los hijos hugonotes o protestantes pudieran acceder a la universidad. Toda esta infraestructura hizo posible que se refugiaran allí tal cantidad de niños.

15-¿La ayuda de los habitantes fue general?

Sí, aunque los ciudadanos tuvieron sus roces con la población. No tanto con los niños, sino con los refugiados que llegaron antes de manera privada para ocultarse allí. Estos, que buscaban huir de las grandes ciudades, acapararon mucha comida. Eso hizo que subiera el precio de los alimentos en la región y que hubiera ciertas suspicacias hacia los judíos que hacían esas cosas. Pero naturalmente, al final lo que logró sobrevivir fue ese espíritu solidario.

Cuando André estuvo oculto durante un tiempo porque temía que le pudiesen arrestar por dirigir esa ayuda, la propia población siguió haciendo lo mismo hasta el final de la guerra. Fue una forma de demostrar que aquel movimiento no era cosa de un solo hombre, sino de decenas de personas corrientes. Nadie del pueblo traicionó aquella confianza. Había un sentido de comunidad y de apoyo mutuo. El que luchaba no era solo André Trocme, eran todos ellos. Como una comunidad.

16-¿Cómo es posible que ni los alemanes, ni los agentes de la Francia de Vichy acabasen con esa red de resistencia?

Los nazis no estaban establecidos en el pueblo, venían desde fuera. Cuando desde Le Chambon-sur-Lignon se percataban de que llegaban,avisaban a todos los refugiados para que se escondiesen en las montañas.

Además, estratégicamente Le Chambon-sur-Lignon era un sitio aislado y al que era muy difícil acceder en invierno. Esas condiciones le aislaron en cierto sentido. No había siquiera un cuartel de la gendarmería allí porque era una zona muy pacífica. Era un paraíso, y un infierno climatológicamente hablando. Por ello, los nazis no sentían la necesidad de instalar tropas allí. Prefirieron llevárselas a un pueblo próximo.

No hubo tropas fijas porque no lo veían importante militarmente. Aunque hubo intento de llevarse a los judíos, a los republicanos españoles y a los artistas que estaban allí refugiados, se hizo la vista gorda por todo esto. El régimen de Vichy no quiso entrar, y los nazis estaban en otras preocupaciones.

17-¿Cuáles?

Habían empezado a perder la guerra, y no querían tomarse molestias en una zona sin importancia estratégica. También fue determinante el que no hubiera resistencia violenta hasta casi el final de la guerra. Por eso cayó un poco en el olvido.

18-¿No hubo, entonces, redadas?

Sí, fueron aumentando en intensidad. Las últimas redadas fueron hechas en el verano del 42. Los nazis, que ya habían sufrido un desembarco en Sicilia, pensaron que era posible ser invadidos desde Marsella. Por eso, ocuparon toda el territorio y llevaron a cabo una gran represión en él. No olvidemos, por ejemplo, que en esa zona estaba afincado el llamado “Carnicero de Lyon”. A partir de entonces, el peligro fue en aumento.

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En el pueblo, esta tensión se notó con un crecimiento de las redadas. En el verano del 43, Daniel (primo de André) fue capturado y llevado a un campo de concentración acusado de ser judío, a pesar de que no lo era. Varios chicos de la escuela que él dirigía también fueron detenidos y llevados a campos de concentración.

19-¿Cuál era la pena por ayudar a refugiarse y huir a los judíos en el régimen de Vichy?

Normalmente suponía ser ajusticiado, ser encarcelado, o ser deportado a Alemania como colaboracionista y miembro de la resistencia (ya fuera pacífica o no). Esta última podía implicar acabar en un campo de exterminio. Ofrecer cualquier tipo de resistencia era arriesgarse muchísimo. Y no solo tu, también tu familia. Era el temor de muchos de los colaboracionistas, las consecuencias que pudiera tener para sus familiares y amigos el que ellos se unieran a la resistencia.

20-¿Por qué eligió la historia de este pueblo para su novela?

Quería escribir una novela que demostrara cómo vivieron los niños la guerra, y lo uní con la historia del pueblo, que refugió a decenas de pequeños. A partir de ese punto, decidí narrar en ese marco la resistencia pacífica que ofrecieron André y su esposa Magda, dos personajes tan fuertes que se comen el libro cuando salen por su actitud. Todo lo que hicieron fue heroico.

A pesar de ello, el centro son los niños y la búsqueda de su familia. En este sentido, me interesaba mucho mostrar como se comporta un hermano mayor en una situación límite como esa, a pesar de ser pequeño.

Finalmente, esta historia me permitía demostrar lo variopinto de la resistencia. Aunque esta no fue todo lo generalizada que debería, se llevaba a cabo de múltiples formas. En Francia era posible que un minero comunista y un conservador religioso tuvieran una misma visión del mundo: la creencia en las libertades y su convicción de que debían estar en contra de que una persona estuviera perseguida por su religión. Eso me impactó, y quería que esa variedad quedase implícita en la novela.

La resistencia no fue un grupo, estuvo formada por personas con la convicción y la dignidad de no doblegarse ante el miedo y el fanatismo nazi.

21-¿Ha investigado los hechos y viajado a la zona?

Sí. He recogido datos y declaraciones durante meses. Todavía hay testimonios vivos. Cuando visité el pueblo hablé con niños que habían sido ocultado allí y que todavía seguían vivos. Pude entrar en las casas donde se habían refugiado, los escondites… Muchos de estos niños permanecieron en esta zona una vez acabada la guerra porque no tenían a dónde ir. Sus padres habían muerto, no tenían familia…

22-Parece que la Segunda Guerra Mundial se ha vuelto un tema recuerrente en sus novelas.

Sí. La Segunda Guerra Mundial me parece un momento clave para entendernos a nosotros mismos. Por eso la insistencia, buscar esas historias humanas que dan también un rayo de esperanza ante tanto horror. Mi anterior libro, “Canción de cuna de Auschwitz” demostró que, a pesar del horror, era posible montar una guardería en medio del infierno. Con “Los niños de la estrella amarilla” pasa algo parecido. Es posible ver a través de él como un pueblo entero se unió para salvar a miles de niños judíos.

Estas novelas me aportan una visión del ser humano y una perspectiva de la historia que me benefician a mi y espero que a los lectores también. Demuestran que, dentro del horror, es posible hacer el bien. El ejemplo es Le Chambon-sur-Lignon. Los habitantes de este pueblo no es que no tuvieran miedo, es que decidieron superarlo para hacer el bien. Dicen que lo perverso no es que la gente mala haga el mal, sino que la gente buena no diga nada. Y eso es lo que suele pasar en estos conflictos. La gran mayoría se suele quedar callada ante la injusticia. Ese es el gran peligro.

23-La pregunta de rigor… ¿Qué le aporta la ficción que no le aporta el ensayo?

Siempre digo lo mismo sobre los ensayos. No es que no me gusten (acabo de terminar uno sobre la reforma protestante), pero creo que con la novela se consigue que el lector empatice más con los personajes. Se siente identificado con ellos… lo vive más como una realidad cercana que como un ensayo frío con datos.

En segundo lugar, con las novelas se puede apuntar más al corazón. Al menos las mías. Eso me gusta. Creo que lo que cambia nuestra conducta no son solo las ideas, sino que estas nos lleguen directamente a los sentimientos.

Cuando empatizamos nos damos cuenta del sentimiento del otro y no solo comprendemos por qué ha hecho algo, sino que nos ponemos en su lugar. Eso la novela lo hace de una manera admirable. El poder de la novela para cambiar la mentalidad es brutal. Al mismo tiempo, de una manera natural hace que las personas adoptemos ideas concretas. Hoy en día la mentalidad social ha cambiado gracias a películas, novelas o series. Todo esto ha hecho más por la modificación de las ideas que miles de investigaciones y ensayos sobre el tema. La opinión pública, al final, actúa también por sentimiento, y no solo por la razón.

24-¿Cómo tomó contacto con esta historia?

Todas las historias han venido a mi. Se podría decir que me buscan. Y mi próximo libro con «Harper Collins» igual. “Nos prometieron la gloria” surgió en un viaje a Guadalajara (México). Allí conocí a un periodista que me contó la historia de su familia. No quiero desvelar el argumento, pero esas palabras me sirvieron para dar forma al libro. Solo diré que trata sobre la seducción de la sociedad ante el nazismo. Con ella pretendo mostrar que, en multitud de ocasiones, se puede estar a los dos lados de la verja (como víctima o como verdugo) sin habérselo planteado. Ese es el gran debate, cómo el fascismo pudo seducir a todos esos ciudadanos e intelectuales.

Origen: Las mentiras de la Resistencia francesa contra los nazis: «La mayoría fue indiferente o colaboracionista»

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