Las mentiras tras Nerón: el depravado emperador romano que castró a su amante homosexual
Thank you for reading this post, don't forget to subscribe!Un nuevo documental, basado en varias investigaciones históricas, afirma que las maldades de este personaje podrían no ser más que meras exageraciones repetidas a lo largo de la historia. Una suerte de «fake-news» del siglo II d. C. Por ello, nos adentramos de lleno en la leyenda negra que se ha generado en torno a este curioso personaje
«No hablaré de su comercio obsceno con hombres libres, ni de sus adulterios con mujeres casadas. […] Hizo castrar a un joven llamado Sporo y hasta intentó cambiarlo en mujer; lo adornó un día con velo nupcial, le señaló una dote, y haciéndoselo llevar con toda la pompa del matrimonio y numeroso cortejo, le tomó como esposa; con esta ocasión se dijo él satíricamente que hubiese sido gran fortuna para el género humano que su padre Domicio se hubiese casado con una mujer como aquélla». Esta es solo una de las múltiples críticas que el historiador del siglo II Cayo Suetonio lanzó contra el emperador Nerón Claudio César Augusto Germánico en su libro «Vida de los doce Césares». Pero no fue la más inocente, pues también le tildó de obseso sexual, asesino y parricida (entre otras tantas cosas).
Suetonio no fue el único. El historiador y político Cornelio Tácito(también del siglo II d. C.) dejó escrito que este emperador fue el culpable del gran incendio que asoló Roma en el verano del año 64; «el más grave y atroz de cuantos se produjeron por la violencia del fuego». Según la leyenda, porque buscaba reducir parte de la capital a cenizas con el objetivo de ganar algo de espacio para edificar un gran palacio. Hasta ahora, esa es la versión que más se había extendido sobre Nerón gracias, en parte, al cine. La de un desquiciado quepersiguió a los cristianos y al que poco le faltaba para ser un diablo sobre la Tierra.
No obstante, un nuevo documental de la televisión pública PBS que se estrenó el pasado 20 de febrero (y que se encuentra disponible en la página web de la cadena) se ha zambullido de lleno en los textos y las fuentes clásicas para tratar de desvelar si la historia oficial de este emperador es real o se corresponde con una absurda leyenda negrasimilar a la que persigue a España desde hace casi seis siglos. La conclusión a la que han llegado sus creadores (apoyados siempre por investigadores y expertos en la historia clásica) es que las atrocidades de Nerón podrían ser exageraciones («fake-news» o «noticias falsas») orquestadas por autores que buscaban demonizar su figura. ¿Realidad o ficción? La incógnita queda abierta.
La versión clásica
Los autores clásicos afirman que Nerón vino al mundo en el año 37 d. C. «Nació Nerón en Anzio, nueve meses después de la muerte de Tiberio, el 18 de las calendas de enero al salir el sol», explica Suetonio en el mencionado texto. Ya desde el comienzo de su biografía, el autor deja claro su odio hacia el futuro emperador romano. En sus palabras, hubo múltiples «señales terroríficas que presidieron el instante de su nacimiento». Algunas tan curiosas como que su padre, en mitad de una borrachera, afirmó que «de Agripina y de mí sólo puede nacer un monstruo». El historiador llega incluso a señalar en sus escritos que «una serpiente salía del lecho» del pequeño y le protegía». Apenas dos ejemplos de los muchos mensajes en su contra que existen en la obra.
La infancia de Nerón no fue mejor. Su padre falleció cuando él no era más que un niño y su madre fue desterrada poco después. A los 13 años, ya con su progenitora de regreso, fue adoptado por el emperador Claudio. A partir de este momento comienza a exacerbarse la leyenda negra que existe sobre nuestro protagonista. El mito cuenta que, en el 54, Agripina pudo envenenar al mandamás y sobornar a la guardia Pretoriana para que su pequeño ascendiese hasta la poltrona. De ser así, fue un movimiento maestro. «Nerón salió en busca de los guardias apenas se difundió la noticia […] Fue saludado emperador en las gradas del palacio, y marchó en litera al campamento; congrego apresuradamente a los soldados, llevándole éstos al Senado, de donde no salió hasta la tarde; no rehusó ninguno de los excesivos honores que se le prodigaron», añade Suetonio.
Aquel fue el comienzo, según los textos clásicos, de una ingente cantidad de asesinatos y maldades perpetradas por Nerón. La primera fue el presunto asesinato de su hermano, Británico, en el año 55. «Celoso de Británico, que tenía mejor voz que él, y temiendo, por otra parte, que por el recuerdo de su padre se atrajese algún día el favor popular, resolvió deshacerse de él por medio del veneno», explica Suetonio. El autor añade también que, tras un intento fallido, logró acabar con él diluyendo un brebaje ponzoñoso en su agua. «El joven, apenas probó el veneno, cayó revolcándose, diciendo Nerón que se trataba de un ataque de epilepsia, enfermedad que padecía; a la mañana siguiente le hizo sepultar con prisas y sin ninguna ceremonia», completa.
Asesinatos y crueldad
Los textos clásicos le atribuyen también el asesinato de su madre. Un crimen que organizó poco después de que esta se enterara de que Británico había sido víctima del veneno. La parte en la que Suetonio explica la muerte de Agripina bien podría corresponderse con una novela por su extravagancia. En sus palabras, el emperador llegó a idear complejos mecanismos para acabar con ella sin que levantar sospechas. Entre ellos, un «cámara de agua» que pensaba ubicar sobre su cama para que se ahogara.
Al final, prefirió acusarla de intentar asesinarle y ordenó a la guardia acabar con ella. «El suplicio […] no terminó ya para él jamás; a menudo confesó que le perseguía por todas partes la imagen de su madre y que las Furias agitaban delante de él látigos vengadores y antorchas encendidas», añade el autor.
Sin embargo, por lo que de verdad es recordado Nerón fue por el gran incendio de Roma del año 64. El calendario se había detenido en julio cuando la capital fue presas de unas llamas que, durante seis días, devastaron la urbe. El emperador cargó contra los cristianos, a los que acusó de prender fuego al lugar. Sin embargo, la versión que más se ha extendido es la que afirma que el soberano provocó aquel desastre para edificar sobre las ruinas su gran palacio, la Domus Aurea. «Nerón estuvo contemplando el incendio desde lo alto de la torre de Mecenas, encantado, según dijo, de la hermosura de la llama, y vestido en traje de teatro cantó al mismo tiempo la toma de Troya», desvela el escritor.
Explicación aparte merecen tropelías como el asesinato de su esposa, su presunta obsesión por arrojarse «sobre los órganos sexuales» de hombres y mujeres «desde cierta altura» (es imposible saber por qué) o, como no podía ser de otra forma, su famosa persecución contra los cristianos. Una «clase de hombres» que, siempre en palabras de Suetonio, fueron «entregados al suplicio» porque el emperador consideraba que estaban llenos de «supersticiones nuevas y peligrosas».
El historiador hispano Orosio (así como su maestro, Agustín) también le definieron como «el primer perseguidor del naciente cristianismo» y el responsable de la condena a muerte de los apóstoles Pedro y Pablo. En este sentido, el obispo de Constantinopla llegó a colgarle el adjetivo de «anticristo».
Esta locura llegó a ser corroborada por otro emperador romano como era Juliano. Este, en su tratado «El banquete de los Césares», definió a Nerón como un «decadente histrión». Algo que resalta José María Blázquez Martínez en su dossier « Nerón, el mecenas asesino»: «El último gran historiador de la decaencia de Roma, Ammiano Marcelino, amigo del citado Juliano, se refiere a Nerón también en términos peyorativos, en Eutropio hace hincapié en el trágico final de su vida».
Castrador
También merecen una mención extra las líneas que Suetonio dedica a un episodio igual de curioso que de turbulento. En la mencionada obra, el autor clásico afirma que, cuando ya era emperador, Nerón «hizo castrar a un joven llamado Sporo» (su amante) y hasta «intentó cambiarlo en mujer». Sea leyenda negra o sea realidad, lo cierto es que las líneas que hablan de este suceso se cuentan por decenas. El autor, por ejemplo, afirma que el mandamás «adornó un día con velo nupcial» al chico tras arrancarle el pene y, «haciéndoselo llevar con toda la pompa del matrimonio y numeroso cortejo, le tomó como esposa».
«Lo adornó un día con velo nupcial, le señaló una dote, y; con esta ocasión se dijo él satíricamente que hubiese sido gran fortuna para el género humano que su padre Domicio se hubiese casado con una mujer como aquélla. Vistió a este Sporo con el traje de las emperatrices se hizo llevar con él en litera a las reuniones y mercados de Grecia y durante las fiestas sigilarias de Roma, besándole continuamente. […] Una vez satisfechos todos sus deseos, se entregaba a su liberto Doríforo, a quien servía de mujer, del mismo modo que Sporo le servía a su vez a él, imitando en estos casos la voz y los gemidos de una doncella que sufre violencia», añadía Suetonio.
El sufrimiento de Roma terminó cuando este presunto desquiciado falleció. «Murió a los treinta y dos años de edad, en el mismo día en que en otro tiempo había hecho perecer a Octavia. El regocijo público fue tal, que la mayoría de los hombres del pueblo corrían por toda Roma cubiertos con el gorro de los libertos», explicaba el mismo Suetonio.
Nuevas evidencias
Hasta ahora esta era la versión más extendida (aunque no la única). Sin embargo, un nuevo documental para la PBS llamado «Secretos de los muertos: los archivos de Nerón», no parece estar de acuerdo. En el largometraje, emitido el pasado 20 de febrero, varios expertos ahondan en la posibilidad de que, en realidad, la historia de Nerón se ha forjado en base a exageraciones repetidas una y otra vez durante siglos. Un ejemplo son las palabras de la historiadora Rebecca Benefiel, quien señala que, cuando fue nombrado emperador, estaba más interesado en el arte y en la música, que en gobernar. Algo que se suele olvidar.
En el documental también se analizan de forma pormenorizada los escritos antiguos con el objetivo de hallar en ellos posibles incongruencias. Y las hay… Tal y como se narra en el largometraje, Tácito afirma (por ejemplo) que Nerón usó un veneno incoloro e inodoro que disolvió en el agua de su hermano. En palabras del escritor, el joven falleció en segundos. No obstante, los expertos entrevistados por los directores desvelan que ninguna sustancia con las características que se describen en las crónicas puede acabar con la vida de una persona de forma casi instantánea. Aquellas que podrían haberlo hecho habrían tenido un olor y un color fáciles de detectar.
También se pone en cuestión el pasaje más famoso de la vida de Nerón: aquel que le culpa de incendiar Roma para construir sobre las ruinas su gran palacio y que señala que se puso a cantar mientras las llamas se extendían por la capital. Esta historia fue extendida por Tácito. Sin embargo, Eric Varner, profesor de historia del arte en la Universidad de Emory (Atlanta) es partidario de que, en realidad, no fue culpa suya. Lo cierto es que esta teoría no es nueva, sino que ya lleva años rondando por la comunidad histórica. Blazquez Martínez la recoge, por ejemplo, en su documentado dossier: «El emperador se hallaba fuera de la ciudad en el momento de la destrucción. A pesar de ello, los autores de su época no dudaron en acusarle de ser el instigador del fuego».
El mismo autor confirma que, tras el incendio, Nerón se preocupó por la reconstrucción de Roma. El propio Tácito (uno de los autores que más cargaron las tintas contra él) admitió esto en sus textos: «Lo que quedaba de la ciudad fue reedificada […]. Se midió perfectamente el trazado de los barrios, donde se hicieron calles anchas, se limitó la altura de los edificios, se abrieron patios y parques, a los que se añadieron pórticos para proteger la parte anterior de las manzanas de las casas. Nerón prometió consignar a sus legítimos propietarios aquellos pórticos. […] Puso guardias para vigilar que el agua, desviada por abuso de los particulares, corriera más abundante y en más lugares en beneficio de todos e hizo que cada cual tuviese en lugares públicos medios para extinguir incendios».
Tampoco faltan en el trabajo expertos que se cuestionan si la locura de Nerón era real o no. Suetonio, por ejemplo, afirma que el emperador estaba tan obsesionado con la música que, en una ocasión, obligó a 5.000 jóvenes a escucharle cantar durante horas y les impidió salir del teatro hasta que terminara. «Y así se dice que algunas mujeres dieron a luz niños allí; mientras que muchas que estaban cansadas de escuchar y aplaudir saltaron la en secreto la pared, ya que las puertas de entrada estaban cerradas, o fingían la muerte para que se las llevaran para el entierro», dejó escrito el historiador de la época. Las voces consultadas tildan esto de una mera exageración que generalizó la leyenda negra de este personaje.
Origen: Las mentiras tras Nerón: el depravado emperador romano que castró a su amante homosexual