28 marzo, 2024

Las verdades que Unamuno le dijo a la cara a Franco: «Es inadmisible… Se cometen crímenes, venganzas, ejecuciones sumarias»

Momento en el que el escritor sale del acto acompañado de Carmen Polo de Franco -entrando en el coche- y Millán Astray. FOTO RESTAURADA Y COLOREADA POR RAFAEL NAVARRETE / ORIGINAL: MINISTERIO DEL INTERIOR / SECCIÓN TÉCNICA
Momento en el que el escritor sale del acto acompañado de Carmen Polo de Franco -entrando en el coche- y Millán Astray. FOTO RESTAURADA Y COLOREADA POR RAFAEL NAVARRETE / ORIGINAL: MINISTERIO DEL INTERIOR / SECCIÓN TÉCNICA

Un libro, nacido de la investigación del bibliotecario de la Universidad de Salamanca, explica cómo nació la leyenda del enfrentamiento entre el escritor y Millán Astray que Amenábar da por buena en su película. Revela también una entrevista inédita donde Unamuno le recrimina a Franco: «No se trata de conquistar; hay una diferencia entre conquistar y convertir

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Miguel de Unamuno se reunió con el general Franco el día 4 de octubre de 1936 en el Palacio Episcopal de Salamanca. Allí tenía su sede el Cuartel General del Ejército Nacional que había sido cedido por Plà y Deniel, obispo de la ciudad, para tal fin a las tropas sublevadas. Apenas cuatro días antes, el 30 de septiembre, el Boletín Oficial de la Junta de Defensa de España había publicado el nombramiento de Francisco Franco como Generalísimo de los Ejércitos y Jefe del Gobierno del Estado.

Miguel de Unamuno fue a ver a Franco en su calidad de rector de la Universidad de Salamanca, cargo en el que había sido repuesto por los nacionales tras ser destituido el 22 de agosto de 1936 por el Gobierno del Frente Popular presidido por José Giral. De la existencia de esta entrevista ya se tenía noticia, pero lo que conocemos ahora, gracias a la investigación realizada por Severiano Delgado (bibliotecario de la universidad salmantina) son las palabras exactas que Unamuno le dijo a Franco, cara a cara, denunciándole los excesos y crímenes que se estaban cometiendo en las zonas controladas por el ejército del que él era responsable.

«La entrevista fue publicada en enero de 1937 en el número 52 de la revista: Esprit: revue International y hasta ahora era absolutamente desconocida» nos comenta Severiano Delgado. «Fue realizada el 5 de noviembre del 36 por un periodista que trabajaba para el grupo de prensa católica belga Ven l’Avenir, seguramente Maurice Tock, y acabó publicada sin firma en la revista Esprit porque Unamuno era un referente en el pensamiento cristiano y humanista de aquella época en Europa», nos aclara el autor del libro.

El texto son las notas del periodista, casi un borrador, tomadas directamente en el transcurso de su conversación con Unamuno. Por su lectura podemos conocer las palabras que éste le dijo a Franco en persona, durante su visita al Cuartel General el día 4 de octubre. Allí le denunció los excesos y crímenes que se estaban cometiendo en la zona sublevada y la necesidad de que Franco, como nuevo «generalísimo de los ejércitos», pusiera orden porque «una cosa es conquistar y otra convertir» (idea luego repetida en el acto del paraninfo del día 12). También insistió en su reflexión de que en España se estaba librando una guerra internacional.

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«He lanzado un grito de alarma -dice Miguel de Unamuno-. He sido también el primero en proclamar que era necesario salvar la libertad de España.

He sido destituido de mis funciones por el gobierno de Madrid. El general Franco me restituyó en mi cargo de rector de la Universidad.

Pero ha pasado el tiempo. He visto otros excesos, esta vez en la extrema derecha, he visto otro peligro: los he denunciado al propio Franco.

Se cometen crímenes, venganzas, ejecuciones sumarias, no aquí en Salamanca, sino en Valladolid, por ejemplo, y en los pueblos apartados donde reina la fuerza y la arbitrariedad.

Esto es inadmisible. He sugerido a Franco que debía hacer reinar el orden en todas partes. No se trata de conquistar; hay una diferencia entre conquistar y convertir.

….

Estos excesos y estos peligros, se los he señalado a Franco. Yo no dudo en hablar. Hace ocho días he sido destituido de mis funciones de rector (se refiere a la fecha de publicación del decreto de cese como rector, 28 de octubre, por parte del claustro universitario), sin una palabra de explicación. Sin duda hablo demasiado. Pero seguiré hablando pase lo que pase. Se trata de la salvación y de la libertad de España».

De derecha a izquierda, Millán-Astray -parche en el ojo-, el cardenal Plá, Unamuno y Carmen Polo en pleno acto en el paraninfo de la Universidad de Salamanca.

El libro de Severiano Delgado lleva como subtítulo «El acto del 12 de octubre de 1936 en el paraninfo de la Universidad de Salamanca» y ahonda en cómo se construyó el mito propagandístico respecto al enfrentamiento que tuvo lugar ese día entre Miguel de Unamuno y el general Millán Astray, fundador de la Legión Española. A partir de sus anteriores investigaciones, Severiano Delgado traza con minuciosidad detectivesca el camino seguido desde que tuvo lugar el incidente hasta que Luis Portillo (padre de Michael Portillo, ex político británico y actual presentador de un programa en televisión sobre viajes en tren) publicara su texto literario en la revista inglesa «Horizon» en 1941.

Para explicar el contexto de todo lo anterior, la estructura del libro se sostiene sobre las 15 entrevistas concedidas por Unamuno a diferentes periodistas, entre el 6 de agosto y el 26 de diciembre de 1936. La de la revista Sprit es la que aparece en décimo lugar. A través de su lectura (se publican íntegras en su idioma original y traducidas al español) el lector tiene acceso a la realidad respecto a la transformación que se produce en el pensamiento de Unamuno, que pasa de apoyar expresamente al bando franquista a denunciar sus excesos, así como al desarrollo de la vida y los acontecimientos que tuvieron lugar en la Salamanca del 36.

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«Hemos reducido la Guerra Civil en Salamanca, y la actuación de Unamuno, exclusivamente al incidente del paraninfo. Y pasan muchas cosas más, porque Unamuno no vivía en una torre de marfil. Él estuvo inmerso en multitud de acontecimientos políticos que tuvieron lugar en la ciudad. Unamuno, en un primer momento, apoya la sublevación de Franco porque considera que era necesario poner orden ante la anarquía creada por el Frente Popular. Y siguió confiando, casi hasta su muerte el 31 de diciembre de ese año, en que Franco era el único que podía poner fin a los desmanes de su propio bando. De ahí el interés de la entrevista hasta ahora desconocida» nos explica Delgado. «En Salamanca se asesinaron a centenares de personas, el alcalde republicano, catedráticos de universidad, el pastor protestante… eso también hay que contarlo para conocer el contexto en el cual se producen los hechos» añade el autor.

El libro muestra al lector una amplia recopilación de documentos así como el cuadro realista en el que vivió Unamuno durante la guerra civil. Por ejemplo se reproducen los ocho relatos existentes sobre el acto del 12 de octubre y el cruce de palabras entre Unamuno y Millán Astray. Un par de ellos -los de José Pérez-López y Felipe Ximénez de Sandoval- eran hasta ahora bastante desconocidos. Severiano Delgado fue el investigador que descubrió la creación del mito literario y propagandístico respecto a lo que realmente ocurrió en el paraninfo de la universidad.

Basándose en nuevos documentos, Delgado refuerza su tesis de que fue Luis Portillo, joven profesor de Salamanca que participó en la guerra en el bando republicano y posteriormente se exilió a Londres, quien creo el mito del brutal enfrentamiento dialéctico entre Unamuno y Millán Astray. Según su investigación la realidad de lo ocurrido nada tiene que ver con lo que ha llegado al imaginario popular: «Luis Portillo construyó su relato literario sin haber estado ahí. Unamuno no contestó a Millán Astray. Anunció, al principio del acto, que lo presidía en representación de Franco (su mujer estaba sentada a su lado). Unamuno tomó la palabra para contestar un discurso previo del catedrático de Literatura Francisco Maldonado que había identificado a Cataluña y el País Vasco con la «antiespaña». Eso era algo que Unamuno no podía soportar.

Para él hablar de lo «antiespañol» o la «antiespaña» era algo inadmisible que había combatido toda su vida. Él tenía un concepto universal de lo español enlazado con el idioma. Y utilizó el ejemplo de lo ocurrido con José Rizal (fusilado injustamente por los españoles y posterior héroe de la independencia de Filipinas). Fue la referencia a José Rizal lo que hizo saltar a Millán Astray que lanzó el grito «Mueran los intelectuales traidores» porque él había combatido en la guerra de Filipinas contra los autoproclamados seguidores de Rizal». Según lo recordado por Millán Astray él, después de pedir hablar, advirtió con unas breves palabras a los jóvenes soldados para que no fuesen embaucados «por intelectuales que hacían juegos malabares con las palabras».

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Para Delgado, el discurso que Luis Portillo puso en la boca de Unamuno como respuesta a una supuesta intervención anterior de Millán Astray, es una invención literaria de arriba abajo. «Ni viva la muerte, ni gritos de rigor, ni venceréis pero no convenceréis, ni retratos de Franco… Nada de eso ocurrió. Unamuno tomó la palabra y de una manera muy didáctica intentó explicar el porqué vencer no era convencer y conquistar no podía ser convertir. Hace unos días se lo había explicado también a Franco. Denunció con claridad los excesos de la guerra a la que calificó como «incivil» y específicamente las barbaridades que se estaban cometiendo en la zona nacional y, especialmente, la actitud de las mujeres que acudían a los fusilamientos entre rezos y rosarios».

La fabricación de la leyenda que ha llegado hasta nuestros días, incluso reproducida en el cine a través de la película de Amenabar Mientras dure la guerra, queda perfectamente documentada con la reproducción por parte de Severiano Delgado de un sinfín de documentación. Entre ellos la primera página de dos documentos desconocidos: la nota de prensa de la Oficina de Propaganda del Gobierno de la República (probablemente redactada por Luis Portillo), y una copia mecanografiada de «Unamuno`s Last Lecture» (el artículo que Luis Portillo publicó en la revista Horizon en 1941 y que fue la fuente en la que bebió Hugh Thomas en su primera investigación sobre la Guerra Civil en 1961) sin firma ni fecha encontrada en la Universidad de Puerto Rico.

‘Arqueología de un Mito’ (Ed. Silex), de Severiano Delgado Cruz, ya a la venta.

Como prueba gráfica de que el incidente, al menos para sus protagonistas (Unamuno y Millán Astray), no pasó de ser más que un cruce de palabras duras entre ellos, está la reproducción de la fotografía que sirve de portada a la edición de este libro. Fue descubierta hace un año en la Biblioteca Nacional y formaba parte de la crónica del acto que el periódico «El adelanto de Salamanca» publicó el día siguiente, 13 de octubre de 1936. En ella se puede comprobar como a la salida del acto en la universidad, una vez que Carmen Polo de Franco ya se ha subido al coche oficial, Millán Astray y Miguel de Unamuno se despiden amablemente en presencia del obispo Plà y Deniel. La tensión parece no existir entre ellos, pero sí en todo lo que les rodea.

Origen: ELMUNDO

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