3 diciembre, 2024

Los 10 secretos de los letales francotiradores nazis para aniquilar a sus enemigos en la Segunda Guerra Mundial

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En sus memorias, Bruno Sutkus ofrece una serie de consejos para obtener la victoria en un duelo contra otro tirador de élite

El verano de Ucrania poco tiene que ver con el mediterráneo; es mucho más fresco, con máximas de 23 grados. Aunque, para un joven nacido en Lituania como Bruno Sutkus, las bajas temperaturas del amanecer no eran un problema; más bien suponían un lejano recuerdo del hogar. El recién estrenado francotirador a las órdenes del Reich no sabía que el 8 de mayo iba a ser una jornada especial: aquella en la que abatiría a su primera presa desde la óptica de una mira telescópica. Tal y como recogió en sus memorias, elaboradas tras la Segunda Guerra Mundial, cuando el sol despuntó en la región de Slobodka-Lesma, en plena batalla de Crimea, comenzó la cacería.

Con poco más de veinte años, se recostó en una trinchera y oteó las líneas enemigas en busca de un objetivo. Se topó con él poco después. «Trescientos metros más adelante vi el escondite de un francotirador. Vi las huellas de sus botas sobre la hierba que había ocupado». Cazador contra cazador. ¿Quién de los dos se convertiría en la presa? Sutkus tenía la ventaja de saber que combatía contra un tirador experto, pero el ruso no estaba allí, así que continuó rastreando el terreno. «Alrededor del mediodía noté un destello y algo en movimiento. Detecté una red de camuflaje que hizo un ligero movimiento. La zanja de comunicación estaba mal camuflada y se podía distinguir».

Bruno Sutkus
Bruno Sutkus

Apuntó, pero no era el francotirador ruso, sino dos oficiales escondidos en un puesto de artillería. Otro buen objetivo. «Disparé a uno. El otro quedó en shock y mantuvo la posición, le disparé también». Pero aquello le salió caro, pues desveló su posición al tirador soviético. Sutkus tuvo suerte, y también se percató de dónde estaba. Por cómo narró el resultado, en apenas una línea, suponemos que todo se resolvió en cuestión de segundos, y con mucha fortuna. «Hizo un ligero giro para dispararme, pero le devolví el tiro en el mismo instante en que su bala me pasó rozando la cabeza». Tres cartuchos; tres bajas.

Así comenzó la extensísima lista de muertes que se le atribuyen a este lituano encuadrado en el 196º Regimiento de Granaderos de la 68ª División de Infantería. Nada menos que 209 bajas, tan solo una veintena menos que el archiconocido Vasili Záitsev. Aunque a favor de este último habría que contar un largometraje protagonizado por Jude Law; que siempre ayuda a la hora de darse a conocer… Sutkus no ha dispuesto de esta propaganda. Quizá, porque tampoco fue el francotirador más letal del Tercer Reich, pues ese curioso (y para algunos, triste) honor se lo disputan el controvertido Heinz Thorvald y Matthäus Hetzenauer (con más de 400 y unas 350, respectivamente y según la fuente a la que se acuda).

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Lo que sí hizo Bruno Sutkus fue narrar sus desventuras en la Segunda Guerra Mundial y los secretos que le convirtieron en uno de los mejores francotiradores del ejército germano en una biografía tan descriptiva como teutona. Y es que, si los libros elaborados por el propio Záitsev Lyudmila Pavlichenko destacan por ser viscerales y analizar la contienda desde un punto de vista más sentimental, el lituano prefirió dejar sobre blanco, de una forma más bien aséptica (hasta donde cabe) la descripción de cómo había acabado con cada uno de sus objetivos.

Los mandamientos del francotirador

La biografía de Sutkus comienza el 14 de mayo de 1924, cuando vino al mundo bajo bandera prusiana gracias a la picaresca. «Mis padres lituanos no registraron mi nacimiento en Lituania, lo hicieron en Scholossberg, en la parte oriental de Alemania», explica en sus memorias. A pesar de ello, el que su progenitor no fuese germano convirtió la nacionalización en un sueño por el que tendría que luchar. «En 1940, el Reich me concedió un documento de identidad de extranjero y, en 1941, se aprobó mi solicitud de nacionalidad como apátrida». Tras pasar por las Juventudes Hitlerianas y las SA, donde le regalaron un fusil al percatarse de su buena puntería, fue llamado al ejército en 1943 y entrenado como francotirador para aprovechar sus capacidades.

Francotiradores alemanes
Francotiradores alemanes

A partir de mayo de 1944 comenzó su aventura como tirador de élite en la Segunda Guerra Mundial cuando fue trasladado a Ucrania, donde se vivió una de las batallas más cruentas de la contienda. Allí, Sutkus aprendió los mandamientos del buen francotirador alemán:

1-«Ten siempre la mira bien calibrada».

Su primera máxima era que, antes de entrar en combate, había que revisar una y otra vez la mira telescópica y asegurarse de que estuviese bien calibrada. «Solía poner a cien metros de distancia un papel marcado con un punto rojo más pequeño que mi pulgar. Después corroboraba que podía conseguir una tanda de cinco disparos en él».

2-«Cada detalle es importante».

Según Sutkus, el buen francotirador debía ser capaz de medir la distancia con precisión y conocer tanto la velocidad como la dirección del viento para que no fallar. «Cada detalle es importante, confía en tus habilidades».

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En este sentido, era partidario de estudiar los metros que había entre trincheras antes de llevar a cabo un ataque. De esta forma, sabía cómo debía realizar cada disparo para acabar con el contrario y evitaba llevar a cabo cálculos tediosos en mitad del combate. «El rango debe estimarse de la forma más exacta posible para evitar que la bala no vuele demasiado alto o demasiado bajo».

El lituano se refiere una y otra vez a esta máxima a lo largo de sus memorias. «Tuve 52 duelos contra francotiradores y sobreviví a muchos de ellos solo porque el oponente calculó mal y su disparo se quedó demasiado corto o demasiado bajo».

«Tuve 52 duelos contra francotiradores y sobreviví a muchos de ellos solo porque el oponente calculó mal y su disparo se quedó demasiado corto o demasiado bajo»

3-No seas altivo.

La tercera clave del buen francotirador germano era no creerse superior a su enemigo; un error que podía llevarle a la muerte. «Nunca debe pensar que lo sabe todo». Confiarse podía ser sinónimo de acabar con una bala en la sien durante un duelo. «Uno siempre debía pensar que el francotirador enemigo era igual».,

4-«Inspecciona de arriba abajo».

Una de las máximas más importante para Sutkus era revisar una y otra vez el terreno en busca de enemigos ocultos. «La búsqueda de objetivos implicaba inspeccionar el terreno de arriba abajo, de izquierda a derecha y por detrás de la posición. Solía preguntarme: ¿estoy mirando una característica natural del terreno, o es el camuflaje del enemigo?, ¿deberían esas hojas estar colocadas así sobre la hierba?». El alemán consideraba a los soviéticos unos maestros en el arte de esconderse. «Sus francotiradores eran, en su mayoría, de los bosques de Siberia y habían crecido rodeados de naturaleza».

Imagen que ilustra las memorias de Sutkus
Imagen que ilustra las memorias de Sutkus

5-Asegura el disparo.

Sutkus era partidario de que había que entrenar para que cada disparo diese en el blanco. En este sentido, creía que un francotirador solo debe apretar el gatillo cuando está seguro de que se objetivo va a caer. «No tiene sentido disparar por el bien de disparar, debes dar al enemigo, o te dará él». En sus palabras, hasta 400 metros era la distancia óptima para aniquilar al contrario; aunque un tirador versado podía ser efectivo hasta los 800 metros.

Para ello, y según el lituano, el gran aliado del francotirador era la mira telescópica. «Hace mucho más grande al objetivo, de cuatro a seis veces. Aquellos que estaban ubicados a 400 metros parecían estar a 100». Los enemigos, sin embargo, era la ansiedad y la falta de paciencia. «Cuando apuntas puedes sentir el latido de tu corazón. La presión sobre el gatillo debe ser muy ligera para perturbar el camino de la bala».

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«No tiene sentido disparar por el bien de disparar, debes dar al enemigo, o te dará él»

6-«Ponte en las botas de tu enemigo».

Lo que hacía el lituano al llegar a una posición más avanzada era pensar dónde se ubicaría de ser soviético. «En una ocasión, una compañía de nuestro batallón había perdido a varios hombres a causa de francotiradores enemigos. Me llamaron para investigar el problema. En primer lugar examiné el terreno con precisión y pensé el lugar en el que me habría ubicado si estuviera en las botas de mi enemigo».

Sutkus seleccionaba los posibles escondrijos contrarios atendiendo a que permitieran disparar desde un ángulo de 40º grados al objetivo, ofrecieran cobertura y permitieran camuflarse de forma adecuada.

7-Nunca uses munición trazadora.

A través de una pequeña carga pirotécnica o de humo, la munición trazadora hacía la bala visible para el ojo humano. Algo que, aunque tenía sus ventajas (conocer su desviación y facilitar los cálculos posteriores), era, según Sutkus, un verdadero peligro. «Era una locura utilizar munición trazadora, ya que avisaba al enemigo y permitía que la dirección de los disparos fuera identificada mucho más rápido».

Francotirador alemán
Francotirador alemán

8-Elige bien el lugar en el que te escondes.

Sutkus estaba convencido de que los buenos francotiradores debían evitar esconderse en grandes árboles o tras piedras voluminosas. «El enemigo puede reconocerlos fácilmente y suele centrar en ellos su búsqueda». Por descontado, invitaba a los nuevos tiradores a no mostrar ni un ápice de su uniforme a los soviéticos, ya que, así, conseguían que se plantearan hasta el final si a lo que estaban apuntando era un contrario o no. Eso podía darles unos segundos determinantes y salvarles la vida.

9-Conoce tu arma.

El penúltimo mandamiento de Sutkus consistía en conocer a la perfección el arma; desde sus bondades hasta sus carencias. «La mía era el fusil ZF-K98K, con la mira telescópica Zeiss Ajack 4x. La munición también era importante. La mejor fue una que capturamos en Yugoslavia y la que se fabricaba en Alemania antes de la guerra». A su vez, aconsejaba limpiar y engrasar siempre el fusil. «Tu vida depende de ello».

10-No te olvides del sol.

El astro rey podía convertirse en un aliado perfecto o en un enemigo según lo versado que estuviera el soldado. «El francotirador siempre debe ser consciente de la posición del sol y tener cuidado de que nunca se refleje en sus gafas de campo o en la mira. De ser así, desvelará su posición».

Origen: Los 10 secretos de los letales francotiradores nazis para aniquilar a sus enemigos en la Segunda Guerra Mundial

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