28 marzo, 2024

Los 17 de Elosu: Asesinato en masa durante la Guerra Civil

 

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La mayor masacre de civiles de la historia reciente alavesa tuvo lugar en octubre de 1936

Todavía duele mucho en personas vivas este terrible episodio negro de nuestra historia, desconocido por muchos porque ocurrió en el lado contrario al que todo el mundo se imagina. El historiador Santiago de Pablo señaló un día que el suceso está desaparecido de la memoria colectiva. Está claro que si hubiesen sido las tropas franquistas las ejecutoras de este crimen de lesa humanidad,ocuparía un lugar central en el altar de los grandes agravios pendientes, pero los 17 vecinos de Elosu con sus nombres y apellidos, con sus historias y un desconocido que no pudo ser identificado, fusilados sin compasión el 21 de octubre de 1936, fueron muertos sin pedigri, sin ideología clara con la que luego darle en la cara al contrario. El hecho de que ocurrió en el transcurso de la Guerra Civil y en un momento en el que Elosu, una aldea cercana a Legutiano (Villarreal entonces), era tierra de nadie, hoy era roja y mañana era azul, no le resta para nada el dramatismo ni la vergüenza que todo ser humano debe sentir ante tal salvajada lo hiciera quien lo hiciera, lo cometieran los franquistas o los gudaris o los republicanos.
Fue un hecho singular, extraño por sus características del que ni siquiera hizo mucha propaganda el régimen franquista además de utilizar el latiguillo de acusar a las ‘hordas rojas’. Pero no puso tanta vehemencia como cuando justificó luego sus propios asesinatos en masa, sus fusilamientos a la luz de la luna y a conciencia, por sucesos como los ocurridos en los barcos prisión y en las cárceles cuando milicianos, al parecer, fuera de control político del Gobierno vasco, fusilaron a cientos de personas vinculadas a la derecha.
El suceso
El 21 de octubre de 1936, tres meses después del comienzo de la Guerra Civil, y hace este mes 77 años, todo se derrumbó en Elosu, un pueblo de 100 habitantes ubicado en un promontorio espectacular a las faldas del macizo del Gorbea. Aunque combates y bombardeos destruyeron semanas depués su iglesia y muchas de sus casas, lo ocurrido ese día marcó para siempre la historia de un pueblo que se convirtió en «un valle de lágrimas», según la acertada definición de uno de los que vivieron el drama.
Y es que ese amanecer, 17 de sus vecinos, de entre 70 y 17 años, la mayoría agricultores y votantes (un dato conocido por testimonios directos) tanto del Partido Carlista como del PNV y de los propios partidos republicanos, después de ser detenidos, saqueados y torturados, fueron fusilados sin piedad por milicianos republicanos a las órdenes de un portugués llamado Texeira.
Entrevisté hace años a un vecino, que entonces tenía 14 años y trabajaba en la alfarería de Larrinoa de Ollerías, localidad situada a kilómetro y medio de Elosu al borde de la carretera a Barázar. El hombre relataba con mucha emoción lo que vivió aquel día. El horno estaba cargado la tarde del 20. «Félix Basabe se asomó a la carretera y vio bajar ganado y carros del pueblo. Algo reconoció como suyo porque se echó la bolsa al hombro, se remangó el mandil y dijo: ‘voy al pueblo, algo pasa’. A los pocos metros, tropezó con Marcelino Urquiola, otro vecino de Elosu apodado ‘El Buey’ que mandaba a un grupo de milicianos. Basabe le pidió una explicación y Urquiola le respondió: «Tú también, con nosotros». Y se lo llevaron hacia el caserío de Castañares, junto a la carretera de Barazar, todavía en pie. Allí los tuvieron encerrados hasta el amanecer. A unos 200 ó 300 metros de la carretera de Cigoitia los fusilaron, y los enterraron en fosas de cuatro en cuatro. «Yo estuve cuando les dieron sepultura en el cementerio de Elosu un par de años después», recordaba el vecino.
¿Por qué?
Los historiadores, en base a documentos y testimonios, están de acuerdo en que no fue un episodio ligado especialmente a la represión republicana contra significativos militantes de la derecha, carlistas o golpistas. Ni uno solo de los vecinos era un significado derechista. Y por el contrario, había votantes nacionalistas, que luchaban codo con codo con las milicias republicanas. Ni siquiera en aquel contexto de tierra de nadie que era Elosu, en medio del frente de guerra entre los sublevados y las tropas de la República, se ha llegado a entender del todo aquel crimen. Los familiaes de las víctimas apuntan a aquel miliciano vecino de Elosu como instigador de los crímenes, «por envidia y por venganza», dicen. Algo que desmiente tajantemente la familia del propio Marcelino Urquiola que lo considera como un hecho enmarcadao en la guerra, de la represión contra ‘los vecinos de derecha’ y en el que su padre no tuvo nada que ver.
Arranca una oreja
En el libro «Frente de Álava», de Josu Aguirregabiria y Guillermo Tabernilla, estos dos investigadores que han hecho un seguimiento muy riguroso de los primeros días de la Guerra Civil en Álava, indican que Marcelino Urquiola había sido juzgado antes de 1936 tras arrancar la oreja -otros dicen la lengua- de un vecino en una trifulca y le consideran «el verdadero inductor de esta venganza, a todas luces personal. Lo que no queda claro es el modo en que se las arregló para convencer al portugués Texeira para asesinar a 17 inocentes».
Entre sus víctimas, estaban los 5 miembros de una familia que habitaba la casa adosada a la suya en Elosu. «La siguiente vivienda era de Eugenio Mendizabal, republicano, y su hijo fue gudari», recuerda otro vecino en una entrevista reciente. Se cuenta que cuando «El Buey» volvió al pueblo en 1937 y se escondió en casa de su hermana fue denunciado por su propia familia a la Guardia Civil y varios vecinos estuvieron a punto de lincharlo. «»Ya hemos cogido al tiburón»», gritaba uno de ellos.
Ejecutado a garrote vil
Las autoridades franquistas atribuyeron los crímenes a Marcelino Urquiola. Tras pasar por la cárcel de Vitoria, donde todavía enseñó una lista con otros nombres de Elosu a los que quería matar, fue llevado a San Sebastián y ejecutado a garrote vil el 30 de octubre de 1939. Cuentan que confesó al cura su crimen. En cuanto al portugués Texeira, tuvo que ser detenido por milicias nacionalistas para evitar que los gudaris del batallón Araba, familiares de los asesinados, lo encontraran para lincharlo.
Los nombres de los fusilados son los siguientes: Timoteo González de Mendivil, 53 años; Valentina Urquiola, 47; Félix González de Mendivil Urquiola, 21; Leocadio Urquiola González de Mendívil, 37; Celedonio Urquiola González de Mendivil, 34; Victoriano Urquiola González de Mendívil, 47; Antonio García de Cortazar, 53; Juana Armentia; Antonio García de Cortazar, 17; Félix Basabe, 69; Andrés Basabe, 35; Teresa Viteri, 60; Dolores Domínguez Puértolas, 70; Román Sáenz de Buruaga, 64; Lucía Ruiz de Erenchun, 64; Eugenio de Mendizábal, 51; Juan Ruiz de Erenchun Garmendia, 40.
Según otro testimonio recogido en el mismo libro de Aguirregabiria y Tabernilla, en la exhumación de los cuerpos después de la guerra aparecieron 18 . El testigo afirma que se trataba de un miliciano que se negó a participar en el crimen.
La familia de Marcelino Urquiola niega todas las acusaciones y señala que su padre fue un represaliado asesinado por el régimen de Franco.
Aún es difícil hablar de todo esto en Elosu y hay vecinos que se niegan a hacerlo. Desde entonces, hay un silencio espeso, sólo roto en la intimidad de los hogares. Son los miedos de la guerra, el terror a volver a una época en la que quien gobierna es la crueldad. Una placa en el cementerio bajo un roble centenario ecuerda a los 17 de Elosu. Del cadáver 18 no se sabe nada.
Elosu fue inmediatamente conquistada por tropas nacionales y volvió a manos republicanas durante la ofensiva de Villarreal de noviembre de 1936.
Francisco Góngora

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