Los caballeros templarios y el Pergamino de Chinon
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El 13 de octubre de 1307 comenzaron las detenciones, por orden real, de todos los caballeros templarios en Francia. Comenzaron los interrogatorios, los torturaron, y finalmente, acabaron reconociendo que aquellas acusaciones por las que habían sido detenidos, herejía y sodomía entre otras, eran ciertas. Clemente V, Papa de aquella época, ordenó también la detención de los templarios que estaban en todo Occidente y en Chipre, y casi 600 caballeros más fueron llevados a París para ser juzgados. Corría ya el año 1309, y en esos dos años, algunos de aquellos primeros templarios detenidos, se retractaron de las declaraciones iniciales convirtiéndose así en relapsos. 54 de ellos fueron ejecutados en la hoguera en mayo de 1310.
En el Concilio de Vienne, en el año 1312, Clemente V dictó la bula Vox in excelso por la que suprimió la Orden del Temple quedando sólo pendiente de sentencia los casos de sus cuatro más importantes dirigentes: Jacques de Molay, Geoffrey de Charney, Hughes de Pairaud y Geoffrey de Gonneville.
Tras declararse inocentes, los dos primeros fueron llevados frente a la catedral de Notre Dame de París, y ante todo el pueblo, fueron quemados. Jacques de Molay, Maestre del Temple murió en la hoguera el 18 de marzo de 1314 no sin antes lanzar una maldición contra los dos culpables de su detención, el Papa Clemente V y el Rey Felipe IVinstándolos a presentarse ante el Altísimo en menos de un año. Ambos, el Papa y el Rey murieron en pocos meses.
Pero éste no es sino un breve resumen de los hechos que ocurrieron entre 1307 y 1314. ¿Qué fue lo que llevó a la desaparición de la Orden Templaria? ¿Hubo una conspiración contra ellos? A la vista de un documento, y aunque ya se sabía, que ha sacado el Vaticano a la luz en octubre del año pasado, está claro que sí. Esos documentos que han permanecido durante 700 años ocultos en los Archivos Secretos del Vaticano muestran lo ocurrido en los juicios que se realizaron contra los templarios en el castillo de Chinon.: es el tomo titulado “Procesus contra Templarios” y ya se le conoce como “Pergamino de Chinon” en el que el Papa Clemente V concedió la absolución a los caballeros templarios reconociendo que no había motivos para su enjuiciamiento.
Remontándonos a aquellos años, varias fueron las causas que llevaron a que una orden tan rica y poderosa como la del Temple desapareciera.
Inicialmente la Orden nació con el fin de preservar la religión católica y sus posesiones en el Mundo. Lo mismo ocurría con mucha otras ordenes militares, como los caballeros Hospitalarios, cuyo fin último era recuperar para la Cristiandad territorios sagrados de manos de los árabes. Sin embargo, cuando en en el transcurso de la batalla de Juan de Acre, en el año 1291, perdieron las últimas de las posesiones en Tierra Santa, su razón de ser desapareció y con todo su poder y riquezas se convirtieron en un peligro para el orden gubernamental del momento. Así se lo temió Felipe IV el Hermoso, quien veía inmiscuirse en muchos temas a los Caballeros Templarios, quienes a su vez sólo tenían que rendir cuentas al Papa, permaneciendo intocables para el propio Rey.
Por otro lado, tampoco sus hazañas eran bien recibidas entre el pueblo, pues suponían un costo extra que habían de soportar ellos mismos, dado que las ordenes militares estaban exentas del pago de impuestos.
Felipe IV, el principal impulsor de la lucha contra los templarios, además, odiaba a su Gran Maestre, Jacques de Molay, quien había accedido al puesto a costa del gran amigo del Rey, Hugo de Peraud.
Pero fue el dinero el gran motivo que impulsó a Felipe IV el Hermoso a comenzar la campaña persecutoria contra los Templarios. Las continuas luchas del reino contra Inglaterra y Flandes estaban vaciando las arcas, y Felipe IV andaba muy necesitado de dinero. Varias veces había tenido que acudir a los inmensos tesoros templarios, solicitándoles un préstamo. Las deudas con ellos aumentaban, y por tanto, eliminarlos suponía automáticamente que todas las deudas del Estado con los Templarios desaparecieran, y además, cabía la posibilidad de quedarse con todas las posesiones de los caballeros de la Orden.
Clemente V, al que ahora exculpa la Iglesia de aquella persecución en el pergamino de Chinon, no fue sino una simple marioneta en manos del Rey, más por miedo a ser asesinado o arrinconado como lo había sido su antecesor Bonifacio VIII, que por falta de poder, ya que era prerrogativa del Papado la dirección de todas las ordenes militares.
Perseguidos, cruelmente torturados y finalmente quemados en la hoguera, aquellos Caballeros Templarios de los que tantas leyendas e historias se han escrito desaparecieron en aquel año de 1314… o quizás no…