Los FUSILAMIENTOS en 1937 de MIEMBROS de la CNT, en Santa Cruz de Tenerife, por agentes franquistas | RecueRda RepúBlica, documento memoria
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La resistencia en Canarias al golpe del 18 de julio de 1936 fue ocasional, y fácilmente aplastada. Sin embargo la saña de los rebeldes produjo en Tenerife y su provincia entre 1.500 y 1.600 muertos, tanto desaparecidos como ejecutados en los simulacros de juicios militares, y en las islas orientales alrededor de 600. Las clases poseedoras, de mentalidad caciquil y autoritaria, en connivencia con los militares rebeldes, llevaron a cabo un genocidio, una guerra de exterminio, una matanza, unos asesinatos masivos realizados de forma consciente, bajo una dirección política, y con el claro objetivo de destruir las organizaciones populares. La represión fue más dura en las islas de más fuerte implantación y actividad de las organizaciones obreras, como Tenerife, La Palma, Gran Canaria y La Gomera.
El historiador Sergio Millares Cantero considera que la represión en el Archipiélago se explica sobre todo por el miedo de las clases dominantes a perder su hegemonía económica y política. No había motivos objetivos para ese temor. Aunque la II República trajo consigo una eclosión de organizaciones obreras y populares, con la consolidación de los sindicatos CNT y UGT, las clases dominantes nunca vieron peligrar su poder. Las huelgas de la época fueron puramente reivindicativas de mejoras laborales y salariales, no hubo levantamientos revolucionarios que pusieran en cuestión los fundamentos mismos del sistema.
En Canarias hay que distinguir dos etapas de la represión: la primera en los años 1936 y 1937, Canarias se convirtió en retaguardia del frente, de ahí la especial crudeza de la represión, que buscaba descabezar cualquier intento de resistencia organizada e implantar el terror social y político entre la población. La segunda etapa tuvo lugar en 1940, el primer año de la posguerra, prevaleciendo la venganza social y política. Se trataba de “castigar” a quienes habían participado en la guerra en las filas del ejército de la República.
En estas dos etapas se contabilizan hasta ahora 61 fusilados “oficiales”. Veinte fueron asesinados en los seis últimos meses de 1936, 31 en 1937, 2 en 1938 y 11 en 1940. El mayor número corresponde a la Causa de “los 19”, el grupo más numeroso durante la guerra civil en Canarias. Eran jóvenes, entre los 23 y los 41 años, y dirigentes de diversos sindicatos de la CNT, acusados de “adhesión a la rebelión” pues según el acta de acusación, el mismo 18 de Julio se habían puesto de acuerdo para hacer frente al golpe. Su delito, ser leales al Gobierno legítimamente constituido de la II República española. Los sindicalistas fueron sometidos a torturas, sevicias, humillaciones y malos tratos a manos de personajes tan siniestros como el capitán Otero y el capitán juez instructor Aurelio Matos Calderón. Sus nombres se unen a los de los numerosos obreros y políticos de izquierda, militares, guardias civiles y de asalto, funcionarios y maestros asesinados o desaparecidos en la orgía de sangre que fueron los primeros años del “Movimiento Liberador” en Canarias.
El fiscal del juicio, el teniente Rafael Díaz-Llanos y Lecuona empezó su informe con estas palabras: “El Führer Canciller Adolf Hitler con su actitud decidida hizo un gran bien a la humanidad, poniendo una barrera a la revolución salvaje que se avecinaba y amenazaba a Europa. El Ejército español se ha alzado para defender esencias nacionales a punto de ser aniquiladas, decididas a destruir la nación. No hay que dejar un anarco-sindicalista en pie”. El nuevo poder fascista no perdonaba el atrevimiento cenetista de querer mejorar las condiciones de vida de la clase trabajadora isleña mediante duras luchas reivindicativas.
Los fusilamientos se realizaron en la batería del Barranco del Hierro de Santa Cruz de Tenerife. El 9 de enero de 1937 fue fusilado el cenetista Martín Serasols Treserras. Los 19 cenetistas fusilados el 23 de enero fueron: José Alonso Pérez, Marcos Báez Afonso, Tomás Cabrera Vera, Modesto Carballo Sosa, José y Pedro Carreño Hernández, Domingo Dieppa García, Miguel González Gutiérrez, Teresol Guerra Ortega, Jorge Hernández Mora, Francisco Infante Díaz, José Martín Herrero, Feliciano Pérez Jorge, Ginés Ramírez Basindo, Francisco Reyes Martín, Tomás Rodríguez Benítez, Casimiro Romero Renazco, Vicente Talavera Pachá y Miguel Varea Serrano. El 6 de marzo se fusiló a otros 5 miembros de CNT, entre ellos el presidente regional de la Confederación, Rodrigo Coello Martín.
En Canarias hubo muchos desaparecidos que no tienen acta de defunción, se desconoce qué les ocurrió. Se calcula en 2000 isleños la cifra de estos misteriosamente desaparecidos ¿Quienes “infringieron” la Ley? No fueron los que defendían a la República, sino los que la atacaron despiadadamente con las armas cometiendo un gravísimo delito contra el Régimen legalmente instituido, traicionando al Gobierno que juraron defender. España entró en una etapa de oscurantismo, de perversidad, de infamia al acabar con los proyectos, ilusiones, sueños, que defendían los que apoyaban al Gobierno de la II República.
Aquellos siniestros y terribles años siguen en la penumbra histórica. A la burguesía canaria, que hoy gobierna las instituciones públicas, no le interesa que se conozcan los pormenores de aquella matanza, eso llevaría a reconocer la ilegitimidad de su poder y de los beneficios de toda índole que acaparó. Son los herederos de aquella masacre organizada, ordenada y realizada por sus parientes, amigos y socios. Para seguir perpetuándose tuvieron que hacer un muy sutil cambio de imagen para continuar instalados en los principales centros de poder, sin levantar excesivas sospechas, intentando pasar desapercibidos, y marcando una “creíble” distancia, con los “elementos” más radicales, más abiertamente nostálgicos del Antiguo Régimen. Ellos no van a hacer nada por recuperar la memoria de esta época. Ese trabajo nos toca hacerlo a nosotros.