28 marzo, 2024

Los genes que promueven la obesidad no son fruto de la selección natural

Los genes asociados a la obesidad no fueron seleccionados favorablemente en el pasado por ayudar a superar las hambrunas a nuestros ancestros

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De acuerdo con la ‘teoría del gen ahorrador’, los genes que promueven la acumulación de grasas en nuestros organismos fueron seleccionados para quedarse y ayudar a que nuestros ancestros pudieran superar los momentos, supuestamente numerosos, de penuria alimentaria. Una hipótesis basada en la evolución natural que explicaría por qué portamos unos genes que, ya en la actualidad y cuando menos en el mundo occidental, nos condenan al desarrollo de la obesidad y de todas sus enfermedades asociadas –entre otras, las cardiovasculares, la diabetes y el cáncer–. Tal es así que para muchos científicos esta teoría resulta controvertida, cuando no directamente absurda. Y puede que sea así, dado que un nuevo estudio dirigido por investigadores de la Universidad de Aberdeen (Reino Unido) parece demostrar que la mayoría, sino todos, de los genes asociados a la obesidad no presentan las propiedades o caracteres ‘típicos’ para haber supuesto una ventaja adaptativa.

Como explica John Speakman, director de esta investigación publicada en la revista «Cell Metabolism», «probablemente nuestro trabajo suponga con mucha diferencia la mayor evidencia contra la teoría del gen ahorrador. El proceso evolutivo es mucho más complejo que la mera difusión de unos caracteres favorables por parte de la selección natural, y el gen ahorrador es como el paradigma de esta antigua forma de pensar sobre los aspectos evolutivos de la medicina».

Superar las hambrunas

Pero, ¿qué dice exactamente sobre la obesidad la ‘teoría del gen ahorrador’? Pues según esta hipótesis propuesta en 1962 por el genetista estadounidense James Van Gundia Neel para explicar por qué algunas personas son más susceptibles a padecer diabetes tipo 2, las variantes genéticas que una vez fueron favorables al promover la acumulación de grasas podrían ser ahora la causa de la expansión de la obesidad. Es decir, las variantes genéticas que –tan solo supuestamente– ayudaron a sobrevivir a nuestros ancestros se han vuelto en nuestra contra. Un efecto colateral de la eliminación de las hambrunas en los países desarrollados.

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Sin embargo, la teoría tiene demasiadas lagunas. Por ejemplo, si estos genes resultaban tan vitales para nuestros ancestros y, por ende, han llegado hasta nuestros días, ¿por qué tras millones de evolución hay personas que no los han heredado? A ello se suma que las hambrunas son un fenómeno relativamente reciente –supuestamente desconocido hasta la invención de la agricultura–, por lo que no ha habido tiempo suficiente para que la evolución, que requiere más que unos pocos millares de años, haya hecho su efecto y seleccionado favorablemente estos genes.

De hecho, se podría incluso proponer una nueva teoría según la cual la obesidad es un carácter secundario de otro que realmente podría haber resultado vital para la supervivencia, caso de la capacidad para permanecer caliente.

Y en este contexto, ¿qué dice el nuevo estudio? Pues según los resultados de los autores, obtenidos tras analizar los datos del proyecto HapMap –un registro para catalogar las regiones genéticas concordantes y discordantes entre los individuos–, únicamente nueve del total de los 115 genes que se sabe se encuentran asociados a la obesidad parecen haber sido favorablemente seleccionados. De hecho, solo en cinco de estos nueve genes hay evidencias concluyentes de una selección favorable a la obesidad.

Ni ahora ni en el futuro

En definitiva, parece que la ‘teoría del gen ahorrador’ no es del todo correcta y que no sirve para justificar que la obesidad –ni por ende, la diabetes mellitus tipo 2 para la que fue postulada– sea el resultado de unos genes otrora vitales y hoy en día engorrosos. Y también parece ser que la validez de la teoría será cuestionada aún por mucho tiempo.

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Como concluye John Speakman, «los defensores de la ‘teoría del gen ahorrador’ predijeron que la llegada de las tecnologías genómicas y la capacidad de encontrar evidencias de selección positiva probarían que la hipótesis era correcta. Sin embargo, nuestro estudio no ha encontrado estas evidencias concluyentes».

Origen: Los genes que promueven la obesidad no son fruto de la selección natural

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