21 noviembre, 2024

Los linchamientos públicos de negros: el vergonzoso espectáculo «para niños» que popularizó EE.UU.

Más de 4.400 afroamericanos fueron linchados entre 1877 y 1950 como un espectáculo público, según los datos recabados recientemente por la Iniciativa para una Justicia Igualitaria

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Aunque a Estados Unidos le resulte difícil recordar esta parte de su historia, lo cierto es que la escena fue tan común desde mediados del siglo XIX y hasta bien entrado el XX, que incluso los periódicos citaban a los interesados para que fuesen con sus familias a presenciar el inhumano espectáculo como si de una función de teatro se tratara. El 23 de abril de 1899, por ejemplo, más de dos mil personas se dieron cita en Newman, muchas llegadas desde Atlanta en un tren especial, para asistir a la ejecución pública e ilegal de Sam Hose, un negro de Georgia.

Como en muchas otras ocasiones, aquel linchamiento se convirtió en un espectáculo popular para la población blanca. No importaba que la culpabilidad de la víctima no hubiera sido demostrada ante ningún tribunal. Hose fue desnudado, encadenado a un árbol y, antes de rociarle con queroseno y quemarle vivo, le cortaron las orejas, los dedos y los genitales. Después de muerto le extrajeron el hígado y el corazón, que fueron cortados en pedazos y repartidos entre los presentes. Ninguno de los asistentes que tomó parte en el ajusticiamiento llevaba máscaras ni se escondía, porque sabían que no habría represalias. Tampoco se prohibía la presencia de niños, que acudían incluso con sus padres a ver las torturas y los asesinados como si de una romería se tratara. Todo ello, mientras comían huevos rellenos y tomaban relajadamente la limonada que ofrecían los vendedores ambulantes en torno al espectáculo.

Los linchamientos racistas fueron una práctica tolerada de la cultura estadounidense desde que, en 1836, una multitud irrumpió en la cárcel de San Luis (Misuri) para sacar de su celda a un hombre mestizo llamado Francis McIntosh. Después lo arrastraron a las afueras de la ciudad, lo encadenaron a un árbol y lo quemaron vivo por supuestamente obstruir una investigación policial. Aunque en las semanas posteriores varios abolicionistas condenaron el suceso, incluido algún periódico como el «St. Louis Observer» y el mismísimo Abraham Lincoln, lo cierto es que esta práctica se intensificó en el futuro con total impunidad.

Mary Turner y 4.400 negros más

Según los datos recabados recientemente por la Iniciativa para una Justicia Igualitaria (EJI, por sus siglas en inglés), más de 4.400 afroestadounidenses fueron linchados en en el país entre 1877 y 1950. Una cifra a la que esta organización no gubernamental con sede en Alabama ha llegado en su estudio « Linchamientos en Estados Unidos: confrontando el terror racial», en el que presentaron 800 casos de muertes de este tipo que no habían sido registradas hasta ahora. La gran mayoría de las víctimas eran hombres y mujeres negros, aunque también se linchó a mexicanos, indios americanos, judíos –famoso es el caso de Leo Frank en 1913– y hasta algún hombre blanco progresista que representaba una amenaza para la supremacía blanca y cristiana. Lo más sorprendente es que la gran mayoría de los linchamientos se produjo ya bien entrado siglo XX, llegando incluso hasta 1968.

El cuerpo de William Brown quemado el 18 de septiembre de 1919 en Omaha (Nebraska)
El cuerpo de William Brown quemado el 18 de septiembre de 1919 en Omaha (Nebraska)– ABC

En la primavera de 1918, por ejemplo, una multitud de varios cientos de hombres, mujeres y niños blancos del condado de Brooks (Georgia) secuestró a una mujer afroamericana de 20 años llamada Mary Turner, embarazada de ocho meses. Sus captores le pusieron una soga alrededor de los tobillos y la colgaron boca abajo de la rama de un árbol. A continuación la empaparon de gasolina y le prendieron fuego. Y mientras se quemaba viva, varios miembros de la turba le rajaron el abdomen, tiraron el feto al suelo y lo pisotearon, para después acribillar a balazos el cuerpo de Mary.

Según el relato hecho por Associated Press, Turner tuvo ese final por hacer una serie de «declaraciones poco inteligentes» sobre el linchamiento que el día anterior le había costado la vida a su marido y a otros tres afroamericanos. Estos habían sido acusados de su supuesta participación en el asesinato de Hampton Smith, un acaudalado dueño de una plantación que se había hecho famoso por maltratar brutalmente a sus trabajadores negros. Turner, su marido y los otros tres inocentes apaleados hasta la muerte no fueron las únicas víctimas. En total, 13 negros fueron linchados como represalia por el homicidio de Smith, pero ninguno de ellos, con la excepción de un vagabundo de 19 años llamado Sidney Johnson, habían participado en el crimen.

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Fotografías

Era la « Ley de Lynch» llevada a su máxima expresión, con puentes, postes y árboles convertidos en improvisados patíbulos de víctimas culpables e inocentes que eran juzgados por la masa enfurecida. Una ley que no se encontraba en ninguna constitución, basada en un violento granjero de Virginia que, a finales del XVIII, atrapó a un ladrón dentro de las alambradas de su plantación, lo encarceló en su granero, lo juzgó personalmente y con sus propias manos lo ahorcó en un árbol de su casa. Era la peor versión del ojo por ojo y diente por diente, pero basada en la raza y con total impunidad, puesto que las investigaciones posteriores acababan siempre igual: nos ha sido imposible identificar a los responsables entre la multitud asistente.

Miles de personas presencian un linchamiento en Waco, en 1916
Miles de personas presencian un linchamiento en Waco, en 1916– AP

No parecían ser suficientes pruebas el buen número de fotografías que se hacían públicas con los asistentes sonriendo a cámara ante el cadáver. Dos años antes, de hecho, otro linchamiento tristemente famoso ocurrido en Waco (Texas), el de un negro de 17 años llamado Jesse Washington, fue documentado a petición del mismo alcalde, que le pidió al fotógrafo Fred Gildersleeve que fuera a cubrirlo como si de un evento deportivo se tratara.

La víctima había sido acusado de asesinar, el 8 de mayo de 1916, a la mujer blanca para la que trabajaba. Había aparecido muerta con varios golpes en la cabeza y Washington, que fue encontrado cubierto de sangre cerca de lugar de lo hechos, confesó bajo coacción. El jurado tardó tres minutos en llegar a un veredicto: pena de muerte. Y aunque las autoridades le prometieron protegerlo del linchamiento público, al acusado no le dio tiempo ni a salir del tribunal. Las 1.500 personas que habían acudido al juicio tardaron un minuto en sacarlo a la calle, golpearlo, apuñalarlo, arrastrarlo por la ciudad, colgarlo y quemarlo vivo ante la mirada de cientos de espectadores blancos. Recogiéndolo todo con su cámara estaba Gildersleeve.

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«Esta es la barbacoa de anoche»

Ese mismo año, la revista mensual de la Asociación Nacional por el Avance de las Personas de Color, «The Crisis», editada por el famoso sociólogo e historiador WEB Du Bois, publicó las mismas fotografías de Gildersleeve para criticar esta práctica salvaje y racista, pero no tuvieron el impacto deseado. Solo consiguieron que fueron prohibidas las imágenes de los afroamericanos colgados, quemados y apaleados que circulaban como postales por todo el país. Y ya. Los linchamientos estaban lo suficientemente aceptados en el sur de Estados Unidos como para que nadie se planteara ningún cambio. «Esta es la barbacoa que hicimos anoche. Mi retrato está a la izquierda, con una cruz encima. Tu hijo, Joe», podía leerse en una de ellas, que fueron expuestas en una pequeña galería de Nueva York en el 2000, bajo el título de «Witness. Fotografías de linchamientos de la colección de James Allen», poniendo al país por primera vez frente a « su jauría humana», tal y como titulaba ABC.

Linchamiento a principios del siglo XX
Linchamiento a principios del siglo XX– James Allen

Los linchamientos continuaron sin que las autoridades hicieran nada por evitarlos. Era la época en la que novelas racistas como «The Clansman» (1905), de Thomas Dixon, donde se contaban intentos de violación de mujeres blancas a manos de salvajes hombres negros, que después eran linchados por sus crímenes por unos justicieros blancos, se convertían en fenómenos editoriales en todo el país. En los cuatro meses siguientes a su publicación, ya superaba el millón de ejemplares vendidos. Años en los que la película de «El nacimiento de una nación», también racista, se convertía en el primer taquillazo de la historia de Hollywood, estableciendo un récord de recaudación que tardaría décadas en ser superado.

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El apogeo de estos linchamientos se produjo entre 1890 y 1930. Según los datos de EJI, las muertes de afroestadounidenses fueron cada vez más numerosas. Entre 1882 y 1889, la proporción de víctimas era de cuatro negros por cada blanco; entre 1890 y 1900, de seis a uno, mientras que en las tres primera décadas del siglo XX, aumentó a 17 negros por cada blanco.

«Linchamiento de dos negros»

En este periódico no era difícil encontrarse noticias al respecto. «Motín por un linchamiento», titulábamos en noviembre de 1910. «En Lafayette, estados de Misisipi, fueron linchados dos negros a quien detuvo la Policía porque iban disparando por la calle. Enfurecida por el linchamiento, la población negra atacó a los blancos y se produjo una verdadera batalla, en la que hubo 13 muertos», contaba ABC tres años después. En 1922, otro artículo detallaba: «Ayer el populacho invadió la prisión de Texas, apoderándose de un negro que estaba acusado de dar muerte a un blanco. La muchedumbre maltrató al negro hasta echarle una soga al cuello y arrastraron al supuesto homicida por la calles hasta que murió estrangulado». En 1930, otro titular: «Linchamiento de dos negros en Indiana».

El EIJ recoge casos mucho más macabros y surrealistas como el acaecido en 1940, donde un afroamericano estadounidense, Jesse Thornton, fue linchado en Luverne (Alabama) por referirse a un policía por su nombre sin emplear antes el título de «señor».

Origen: Los linchamientos públicos de negros: el vergonzoso espectáculo «para niños» que popularizó EE.UU.

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