28 marzo, 2024

Los nazis rosas: la historia del tercer sexo creado por Hitler

La homosexualidad aparece como una constante en la comunidad nazi y era mucho más común de lo que parece. Entre los que Hitler mandó a asesinar están

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En la Alemania de Weimar fueron perseguidos, golpeados y penados por el gobierno. Era ilegal tener una preferencia sexual diferente. Sin embargo, hubo grupos de activistas que lucharon por los derechos de los homosexuales incansablemente. Los líderes se convirtieron en una inspiración mundial, influyeron en que otros países encontraran sus propios líderes y movimientos a favor de la diversidad sexual. Después de un periodo donde aventajaron en sus derechos civiles, la verdadera persecución comenzó cuando el régimen nazi llegó al poder.

Entonces, ningún activista podía protestar para defender sus derechos. La razón que el gobierno de Hitler daba era eugenésica: siendo la preservación de la raza aria uno de los objetivos del partido nazi, se creía que un hombre homosexual interrumpía el orden natural del ciclo de la vida. Lógicamente, los hombre gays y que pertenecían al partido nazi no revelaban que eran homosexuales para evitar ser tratados exactamente igual que los ciudadanos convencionales. La caza y persecución de los homosexuales se incrementó, dejando organizaciones secretas disueltas que internaron a algunos gays con el fin de que fueran curados de la “enfermedad más peligrosa”. Para el nazismo, un hombre gay era un ser débil y afeminado que no podía, ni siquiera, pisar el suelo alemán.

No obstante, dentro del partido nazi había un grupo “secreto” autodenominado “Los Camisas Pardas”. Ellos eran liderados por un oficial gay y rápidamente se hicieron populares incluso en las calles. El número de adeptos era bastante grande por lo que el Fürher impulsó una limpieza que se llamó “La Noche de los cuchillos largos”. Hitler era intolerante, está de más decirlo; no obstante, no se inmutaba al decir que le habían inspirado hombres como Alejandro Magno que, se dice, tuvo amoríos con Hefestión, ambos fuertes guerreros, al igual que sus guardias quienes seguían una línea de hombres grandes, varoniles y de cuerpos estéticamente bien formados. Además mantenían una actitud ególatra pues se consideraban de raza superior y, según su concepción, descendientes directos de los griegos.

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Hitler tenía cierto odio por la comunidad homosexual debido a que según Lotahr Machtan, uno de los historiadores más reconocidos del mundo, el Führer había mantenido un amorío a los 20 años con su amigo y compañero de cuarto en Viena, August Kubizek.

El tercer sexo

 

La teoría del tercer sexo data de 1860, cuando el abogado y ensayista alemán Karl-Heinrich Ulrichs lanzó al mundo la idea de la existencia de un tercer sexo, que consistía en el pensamiento que indicaba que un homosexual no era más que una mujer “atrapada” en el cuerpo de un hombre y el caso contrario en las lesbianas. Ulrichs se convirtió posteriormente en el primer gay en asumirlo públicamente luego de pedir al congreso de Juristas Alemanes en Munich la eliminación de las reglas en contra de los homosexuales. Sin embargo, el pensador no vivió para ver los avances logrados.

Con esto como trasfondo, Los Camisas Pardas se reunían para rendirle culto a la masculinidad desde un concepto homosexual. De este modo, todos los pertenecientes a dicha organización que nació en 1920 casi de la mano del surgimiento de Hitler. Para ocultarse del Führer recibieron el nombre de Ordnungsdienst (servicio de orden) que consistía en brindar seguridad al partido nazi durante las marchas y mítines. Sin embargo, luego de controlar una revuelta en Munich, la organización decidió no seguir ocultándose debido a que sentían que si eran lo suficientemente rudos y valientes para defender y proteger al Führer, lo eran también para no ocultar sus preferencias sexuales. Entonces el líder, el Capitán Ernst Röhm (quien jamás ocultó su homosexualidad) reclutó a otros hombres gay para la organización. El requisito era que tuvieran entre 14 y 18 años. Posteriormente se convirtieron en la Juventud Hitleriana. Röhm se aprovechaba de las edades de los chicos y seguido mantenía encuentros sexuales con ellos. Extrañamente, Hitler lo sabía y jamás recriminó nada.

Entre el líder y otros dos militares existía un triángulo amoroso mucho más profundo y pasional. Este tipo de amor fue puesto en tela de juicio cuando Walter Stennes, líder de la Alemania nazi, se postuló en contra de ellos buscando destituir a Rhöm. Se dice que el trío fue arrestado en un local mientras comían y bebían. Stennes, al verlos les gritó «¡Miren a los parásitos del partido, esos mariquitas que se dan por el culo. Ahí están sentados, cerdos maricones!»

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Hitler contra los gays: La noche de los cuchillos largos

Cuando a Hitler se le acabaron los inocentes como judíos, demócratas o comunistas, inauguró un periodo de cruel persecución a los homosexuales. Al principio ni siquiera los tomaba en cuenta, le eran indiferentes. Incluso los aceptaba, pero las cosas comenzaron a tornarse distintas debido a que otros países empezaban a protestar en contra de él y su régimen. Ante la presión, el Führer decidió poner las cartas sobre la mesa y priorizar algunas cosas. Entre ellas, no estaban los Camisas Pardas.

El 29 de junio de 1934, Hitler y un grupo de la Gestapo entraron a Munich para poner fin al movimiento. Se trató de la Operación Colibrí: con cerca de 100 personas entre muertas y encarceladas, esta organización se fue quedando sin adeptos, en especial cuando el partido nazi obligó a los pobladores a no expresar su cariño en público, ya que sería considerado una falta hormonal. Sufrían acoso por parte de los guardias y aquellos que cayeron en un campo de concentración, debían usar un triángulo rosa como los judíos.

La homosexualidad aparece como una constante en la comunidad nazi y era mucho más común de lo que parece. Entre los que Hitler mandó a asesinar están Rudolph Hess, uno de sus hombres de confianza y Hans Frank, ministro de justicia. Luego de la “Noche de los cuchillos largos”, Hitler se ganó el repudió de un buen sector de su comunidad, sin embargo, nunca le valió lo necesario como para “sufrir” por dicha pérdida. Hitler nunca aceptó del todo la condición de los demás, quizá porque en realidad si ocultaba algún tipo de preferencia podía ver su vida militar arrojada al suelo. Con muertes, prisioneros y el odio colectivo, Hitler sumó un fracaso social más. No obstante, su régimen se mantuvo vigente hasta su suicidio.

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Origen: Los nazis rosas: la historia del tercer sexo creado por Hitler – Cultura Colectiva

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