Macabro relato de un soldado franquista: ‘Me obligaron a fusilar a republicanos’ – Eco Republicano | Diario República Española
«
Teníamos que tirar tres tiros a la espalda y dos a la cabeza. Empezaba la corneta: ti ti ti para que preparáramos. Cuando volvía a hacer ti, tirábamos del gatillo. Todos caían hacia atrás. Se quedaban allí un poco, sangrando. Luego los cargaban en un camión basculante, no sé dónde los enterraban».
Macabro relato de Román Mourin, soldado del bando franquista, quien con 22 años fue obligado a participar en medio centenar de fusilamientos.
«Teníamos que tirar tres tiros a la espalda y dos a la cabeza. Empezaba la corneta: ti ti ti para que preparáramos. Cuando volvía a hacer ti, tirábamos del gatillo. Todos caían hacia atrás. Se quedaban allí un poco, sangrando. Luego los cargaban en un camión basculante, no sé dónde los enterraban».
Román nació en una aldea cercana a Sarria (Lugo) y tras el golpe de Estado de julio de 1936 contra el gobierno de la II República, fue movilizado a primera linea del frente por las tropas golpistas, donde participó en las batallas más duras. «En la guerra trataba de no matar a nadie pero muchas veces tenía que hacerlo porque si no te mataban a ti», relata en una entrevista a VICE News
«Los republicanos eran muy buenos combatientes. Creo que si no hubiese sido por los alemanes y los italianos no hubiésemos ganado la guerra. Un día salimos 110 soldados por la mañana y a la hora de la cena quedábamos 23». Román salvó su vida refugiándose entre dos muertos que lo protegieron de las balas.
«Nuestro capitán era un demonio. En Teruel nos mandó enterrar a cuatro soldados, dos de los cuales estaban graves, pero no muertos», prosigue. «Le dio igual. Decía que le estorbaban y los camilleros no llegaban para llevárselos. Así que les echamos algo de tierra por encima. Uno de ellos quedó gritando y pidiendo por favor que no lo dejáramos allí».
Durante todo su relato, Mourín acusa a la Iglesia católica de ser una de las aliadas de Franco que, junto a la gran burguesía, compró a los militares a golpe de talonario. «Cuando nos encontrábamos alejados del frente, el cura celebraba misa. Predicaba que debíamos matar a todos los republicanos porque eran personas que querían acabar con la religión y con la Iglesia. Y entre nosotros había de todo, muchos no estábamos de acuerdo pero nos resignábamos y muchos estaban de acuerdo con lo que el cura predicaba», detalla a VICE News
Durante la toma de Ciudad Real, los golpistas entraron a la ciudad sin apenas resistencia. «Nos pusieron a detener a todo el mundo, a la gente que huía por las carreteras», sostiene Román. «Las cárceles se desbordaron de prisioneros, así que nos mandaron rodear el campo de fútbol con una alambrada, que también llenamos de republicanos».
«Esa gente no tenía nada. Por un trozo de pan nos daban el anillo, la pulsera, todo cuanto tuviesen. Las mujeres empezaron a prostituirse con los soldados. Se levantaban la falda y te decían: ‘Mira que buena la tengo… A ver si puede darme algo, tengo marido e hijos y se mueren de hambre…’Aquello era horrible. Yo muchas veces lloré.»
El macabro relato de Román prosigue: «Una vez disparamos a catorce, pero uno quedó vivo, de pie. Empezó a gritarnos: ‘¡Matadme! ¡Todavía no me matasteis! ¡Si Dios existiera, mataría a quien manda matar!’ Tras disparar de nuevo, fueron advertidos: ‘El que se haya negado a disparar será fusilado con el que quedó'».
Asegura que antes del fusilamiento, un cura acudía a confesar a los condenados. «Existe un cielo y hay que arrepentirse», les decía el sacerdote. «Una vez uno le dijo que sí, que se quería confesar. Pero cuando el cura se acercó, se tiró encima de él y empezó a pegarle una paliza… Le decíamos que lo dejara, hacíamos como que le apartábamos, pero en el fondo le permitimos pegarle un rato. Le metió los dedos en los ojos y al final se lo llevaron en camilla. A partir de entonces no se confesó a nadie más».
Esta es la primera vez que Román cuenta su historia a un medio de comunicación, y no porque no haya querido hacerlo antes. «A veces he contado mi historia, pero a la gente no le interesa», recuerda. «Yo creo que hay quien no se cree que estas cosas sucedieron. Con la República empezábamos a despertar, pero tras la guerra aquella gente que nos abría los ojos desapareció. Lo peor de todo sería que esto volviera a pasar».
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