Mayflower: el mito fundacional estadounidense se deshincha
Estados Unidos buscó una fecha de nacimiento y encontró en el Mayflower y sus ocupantes el acontecimiento perfecto. Los dos meses de travesía por el océano
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Estados Unidos buscó una fecha de nacimiento y encontró en el Mayflower y sus ocupantes el acontecimiento perfecto. Los dos meses de travesía por el océano Atlántico, la búsqueda de un hogar y los inicios de la nueva colonia contenían todos los ingredientes para escribir una historia épica. Y eso hizo.
Los conocidos como Padres Peregrinos eran un grupo de 102 hombres, mujeres y niños que habían partido de la ciudad inglesa de Plymouth en septiembre de 1620 rumbo a Jamestown, en Virginia. Pero al acercarse a las costas de la actual Massachusetts, las fuertes corrientes y los vientos dificultaban la navegación, así que decidieron instalarse en las tierras que tenían enfrente.
Fondeados frente a la actual Provincetown y protegidos por este brazo de arena de los embates del océano, un pequeño grupo exploró la costa a bordo de una barcaza en busca del lugar idóneo donde establecerse. Al cabo de cinco semanas halló el sitio perfecto, junto a una bahía natural, con vegetación y agua potable en abundancia. El 21 de diciembre, los 102 pasajeros del Mayflower y los 30 tripulantes desembarcaron en un lugar al que llamaron Plymouth.
Los padres peregrinos
La aventura del Mayflower empieza mucho antes de que la Compañía de Virginia, creada por el Parlamento británico en 1606 para promover la colonización de nuevas tierras, otorgara a sus ocupantes permiso para asentarse. Cuarenta de los pasajeros eran religiosos que provenían del congregacionalismo, una escisión de la Iglesia anglicana cuyas creencias la habían condenado a la persecución.
Después de la ruptura de Enrique VIII con el catolicismo, la Iglesia anglicana se consolidó. Pero algunos críticos, aferrados a una lectura pura de las Escrituras, pensaron que las reformas emprendidas eran insuficientes. Decididos a seguir su propio camino, los que serían conocidos como puritanos se agruparon en congregaciones. Pronto se vieron sometidos a amenazas y maltratos.
En Scrooby, una aldea campesina al norte de Londres, se encontraban a principios del siglo XVII John Robinson, William Brewster y William Bradford, protagonistas de la futura colonia de Plymouth. Entre 1607 y 1608, más de un centenar de puritanos de Scrooby huyeron a Holanda para ejercer con libertad su fe. Allí encontraron la libertad religiosa, aunque también comenzaron a extrañar su cultura.
Fue entonces cuando vieron en Virginia, las tierras que la Corona empezaba a conquistar al otro lado del océano, el lugar ideal: allí podrían reproducir sus vidas y costumbres, alejados del control del Estado y de la Iglesia. Antes, sin embargo, necesitaban financiación.
El comerciante Thomas Weston convenció a medio centenar de socios para enviar a este grupo a América a cambio de su mano de obra y la remesa de productos como pieles, madera o pescado. Los inversores fletarían el Mayflower, un barco de carga con treinta metros de eslora. Estos pasajeros eran insuficientes para rentabilizar la empresa, así que la compañía de Weston reclutó a gentes humildes para completar el pasaje. Tras algún retraso, el Mayflower partió definitivamente del puerto de Plymouth rumbo a Virginia el 16 de septiembre de 1620.
Una colonia en apuros
Después de la exploración del cabo Cod, los peregrinos desembarcaron y empezaron a construir sus casas. El nuevo asentamiento se levantaba sobre los viejos cultivos de los indios wampanoag, cuyo rastro apenas se dejaba notar. Una enfermedad había diezmado su población. Los puritanos, al saberlo, lo interpretaron como una acción de Dios para abrirles paso a ellos. Lo que aún no sospechaban era que su primer invierno en Patuxet, como los nativos llamaban a Plymouth, iba a resultarles devastador.
“La mitad de las personas murieron, especialmente en enero y febrero [de 1621], en el duro invierno, a falta de casas y otras comodidades; infectados por escorbuto y otras enfermedades”, escribió William Bradford. La tuberculosis y las neumonías se cebaron especialmente con las mujeres, que pasaban los días en las húmedas bodegas del barco mientras los hombres construían las casas. Al llegar la primavera, solo quedaban con vida cinco de las dieciocho que habían llegado. Los niños tuvieron más suerte; de la treintena de menores sobrevivieron más de veinte.
Los indios les enseñaron a desenvolverse en tareas de pesca y agricultura
A finales de marzo, el gobernador John Carver pudo firmar un acuerdo de paz con los indios. El primero que los visitó fue Samoset, que manejaba el idioma debido a su trato con comerciantes ingleses. Unos días después, regresó con otros dos indios: Massasoit, jefe de los wampanoag, y Squanto, el único superviviente de Patuxet.
Nativos y colonos entablaron relaciones comerciales, y los indios les enseñaron a desenvolverse en tareas de pesca y agricultura. Cuando en otoño cosecharon maíz, cebada y calabazas, los colonos invitaron a un centenar de nativos para celebrarlo. A esa celebración se la considera el primer Día de Acción de Gracias del país.
Pero, al margen de todo esto, los inicios de la colonia estuvieron plagados de dificultades. Los comerciantes ingleses les habían financiado el viaje con unas condiciones que debían cumplir. Weston les remitió una queja por el retraso en la explotación de materias primas. Incapaces de cumplir el contrato, vieron cómo la compañía relajaba sus ayudas. La empresa se disolvió siete años más tarde y vendió sus posesiones a los colonos, que las fueron pagando trabajosamente junto con las deudas contraídas.
Tampoco era sencillo mantener la cohesión inicial. En 1623, por ejemplo, llegaron dos barcos con casi un centenar de colonos, pero muchos de ellos ya no compartían el espíritu de los pioneros. Tampoco la llegada al año siguiente de dos autoridades anglicanas ayudó a la conciliación religiosa.
Desde el siglo XVI, españoles e ingleses habían instalado puertos comerciales en el futuro Estados Unidos
La pequeña colonia logró una patente del Consejo de Nueva Inglaterra en 1630, cuando apenas tenía cien habitantes. El permiso estaba por primera vez a nombre de los colonos, y no de los patrocinadores, y eso suponía un triunfo. Ellos mismos podrían redactar sus propias leyes, si no contradecían a las dictadas en Inglaterra, y gozaban de libertad comercial en toda la zona. El asentamiento, por fin, se consolidaba.
El legado del Mayflower
A menudo se atribuye a los Padres Peregrinos el título de primeros habitantes del país, a pesar de que Plymouth no fue el primer asentamiento. Desde el siglo XVI, españoles e ingleses habían instalado puestos comerciales en el futuro Estados Unidos, pero los peregrinos habían cargado biblias, herramientas, armas y animales domésticos para empezar una vida en su nuevo hogar. Esa era la diferencia.
Aun así, el historiador Philip Jenkins cree que “el hincapié en los peregrinos y en aquel punto septentrional solo se puede explicar en términos de luchas retóricas de comienzos del siglo XIX sobre el carácter de la sociedad estadounidense, y por la necesidad de Nueva Inglaterra de presentarse a sí misma como el verdadero Estados Unidos, frente al esclavista, aristocrático y secesionista Sur”.
En 1947 se construyó a las fueras de la ciudad una réplica del asentamiento original. Se llama Plimoth Plantation, y recrea la vida del asentamiento en el siglo XVII según las descripciones de Bradford. En este museo al aire libre no faltan hombres y mujeres vestidos de época que cuidan animales, cortan leña o recuerdan las penurias que vivieron a bordo del Mayflower.
Pero la herencia más preciada de esta historia son sus descendientes. Solo en Estados Unidos hay diez millones de personas cuyos antepasados llegaron a bordo del Mayflower. Muchos rastrean su árbol genealógico para completar su conexión con los Padres Peregrinos. Es el requisito imprescindible para ser aceptado por la Mayflower Society. Lo que más une a los 30.000 miembros de esta organización, fundada en 1897, es el sentimiento de pertenecer a la misma aventura.
La reclamación nativa
En 1970, en el 350 aniversario de la llegada del Mayflower, la organización invitó a Wamsutta Frank B. James a dar un discurso. El líder nativo escribió que la llegada de los peregrinos era una celebración de los blancos, ya que los wampanoag les habían recibido con los brazos abiertos sin saber que sería su final.
Cuando los organizadores leyeron aquellas críticas por anticipado, le pidieron que elaborara una alocución alternativa. James decidió no participar en la cena de Estado, aunque sí leyó el discurso junto a la estatua del indio Massasoit el Día de Acción de Gracias.
La historia de los nativos americanos a menudo ha sido silenciada, aunque su lucha ha dado sus frutos. Tres años después del discurso de James, la Plimoth Plantation incorporó una sección dedicada a los wampanoag en su museo viviente, reivindicando así la presencia nativa diez mil años antes de que llegaran los peregrinos.
En las conmemoraciones del cuarto centenario también son fundamentales. Además de participar en el comité organizador, se han proyectado conferencias sobre la colonización europea y la cultura nativa, y se ha programado un paseo (ahora aplazado a mayo de 2021) para honrar a las 69 aldeas wampanoag y a los indios Massasoit y Phillip.
Origen: Mayflower: el mito fundacional estadounidense se deshincha