noviembre | 2016 | RecueRda RepúBlica, documento memoria
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El 14 de abril de 1931 se proclamó la 2ª República, la primera experiencia democrática de la historia de España. El nuevo proyecto puso en marcha la descentralización del Estado, la reforma agraria, reconoció la igualdad de la mujer y sus derechos políticos, implantó la laicidad del Estado, y la educación pública y gratuita pasó de ser un privilegio a un derecho de todos los españoles. Las plazas de numerosas ciudades y pueblos se encontraran abarrotadas de ciudadanos que celebraban el advenimiento de un Estado moderno e inclusivo. La Constitución de la Segunda República plasmaba el proyecto de terminar con el caciquismo y de apartar de la iglesia católica del Estado. Pero estos proyectos y sus defensores fueron pasados por las armas.
Para entender lo que supuso el 14 de abril de 1931 tendríamos que reducir drásticamente nuestra renta per cápita, extender a amplísimos sectores el analfabetismo, o quitar a la mujer incontables derechos, entre ellos el voto. Además, deberíamos barrer los cuarenta años de franquismo que contaminaron la memoria colectiva de la Segunda República. Los millones de hombres y mujeres que entonces ocupaban la base de nuestra pirámide social eran miembros de una larga estirpe de analfabetos, ajenos a la posibilidad de un buen futuro. Eran mineros que tenían junto a ellos trabajando a niños, capaces de colarse en las grietas más estrechas. Eran mujeres a las que se les negaban capacidades y derechos. Vivían sometidos al arbitrario capricho de los terratenientes y de una iglesia católica, casada con el Estado, ultrapoderosa y convertida en una máquina de producir y reproducir resignación para que se sostuviera una estructura social cuasi feudal, donde las clases dominantes se comportaban como colonizadores en su propia tierra.
Para desmontar los mitos del franquismo y de la derecha nació la obra “Los mitos del 18 de julio” (Crítica), uno de los mayores y más completos esfuerzos de demolición de ciertas interpretaciones sobre el golpe, y la Guerra Civil que sobrevino a continuación, según describía el coordinador del obra Francisco Sánchez Pérez, en la que también participaban los historiadores Ángel Viñas, Fernando Puell de la Villa, Julio Aróstegui, Eduardo González Calleja, Hilari Raguer, Xosé M. Núñez Seixas, Fernando Hernández Sánchez y José Luis Ledesma. En esa obra se explica que la II República no fue un fracaso que conducía “inexorablemente a una guerra” sino que fue “destruida por un golpe militar” que, al contar con la connivencia de un país extranjero y no triunfar en buena parte del país y en la capital, se encaminó automáticamente a la Guerra Civil.
Cuando murió el dictador Francisco Franco, quienes pilotaban el proceso político lo bautizaron como ‘transición’ a la democracia y no como ‘recuperación’ de la democracia. De ese modo borraron la existencia de un periodo democrático anterior. La operación se completó con la celebración de las elecciones de junio de 1977, a las que no se pudo presentar ningún partido republicano. El objetivo era diseñar un parlamento en el que nadie cuestionara el restablecimiento de una monarquía. La colaboración parlamentaria del PSOE y del PCE en ese borrado republicano fue fundamental para organizar a sus militancias en torno a la defensa de la Constitución de 1978 que nos convertió en una monarquía parlamentaria.
Imagen tomada en Madrid el 14 de abril de 1931. Documentos originales en Público, eldiario.es. Alejandro Torrús y Emilio Silva.
Origen: noviembre | 2016 | RecueRda RepúBlica, documento memoria