Operación Frankton: el increíble golpe en canoas a la Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial – Archivo ABC
Un comando británico en piraguas logró hundir seis barcos enemigos en Burdeos
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La historia de la Operación «Frankton» tal vez sea la más extraordinaria de las que llevaron a cabo los comandos en la Segunda Guerra Mundial. Así lo señaló ABC en 1975 cuando detalló cómo se llevó a cabo este increíble golpe de mano en diciembre de 1942.
Todo comenzó con una carta que el ministro británico de Economía de Guerra escribió al primer ministro Winston Churchill en mayo de aquel año. Se lamentaba lord Sorbone en su misiva de que a pesar del bloqueo naval británico, los barcos del Eje mantenían un activo tráfico de suministros entre Japón y Europa. Como la ruta a Bremen o Hamburgo era más peligrosa, valiosas materias primas para la economía de guerra alemana como caucho, estaño o tungsteno eran llevadas en barcos mercantes a puertos del sudeste europeo ocupado por los alemanes, como el de Burdeos. En éste se habían descargado en el último año unas 25.000 toneladas de caucho para Alemania e Italia.
Churchill estimó que para atacar el puerto de Burdeos serían necesarias unas tres divisiones de infantería, más artillería, buques de guerra, aviones… un despliegue imposible en aquellos momentos. «La única posibilidad consistía en efectuar un golpe de mano», relataba ABC.
En julio de 1942 se reunió a un grupo de jóvenes en Southsea para formar una unidad, la Royal Marine Boom Patrol Detachment, cuyo jefe sería el mayor Herbert G. Hasler, apodado «Blondie» por su cuidado bigote rubio. Había sido éste un gran aficionado a los botes de remo y el año anterior había propuesto al Almirantazgo el uso de canoas en acciones especiales secretas. Con el tiempo la idea había ido tomando cuerpo y Hasler había confeccionado un nuevo tipo de embarcación flexible llamada «Cockle-Mark II», con la que se dotó a la nueva unidad. De ahí el nombre que recibieron después sus hombres, los «Cockleshell Heroes».
Sus miembros, todos menores de 25 años que se habían alistado voluntarios en la Marina, fueron sometidos a un entrenamiento especial. Debían conocer a fondo estas piraguas, navegar sin ruido, procurando no ser vistos, y distinguir perfectamente la silueta de un barco en la oscuridad.
Las canoas podían deslizarse sobre lechos cenagosos a plena carga. Para la operación utilizarían minas magnéticas con poderosa carga explosiva que se adherían como lapas al casco de la nave enemiga.
Tras cuatro meses de duros entrenamientos, Hasler consideró que su comando estaba preparado y envió un informe al mando naval. Apenas unos días después se le informó de su misión. Atacarían el puerto de Burdeos. La operación fue bautizada con el nombre en clave de «Frankton» («cáscara de nuez»).
El 30 de noviembre de 1942 se puso en marcha la expedición. Los doce hombres y sus canoas fueron embarcados en el submarino «Tuna», que los trasladó hasta las inmediaciones del litoral francés. El 7 de diciembre, el submarino emergió cerca de la desembocadura del río Gironda, se abrieron los tubos lanzatorpedos y salieron por ellos las seis canoas. Una de ellas resultó dañada en la maniobra y no pudo participar en la misión. Otra volcó y sus ocupantes murieron ahogados.
Hasler y el resto de sus hombres remaron durante largas horas hasta desembarcar a las seis de la madrugada cerca de Point aux Oiseaux. Hacia la medianoche, reemprendieron la marcha hasta que volvió a amanecer y así los siguientes días hasta su objetivo. En esos días cayeron en manos de los alemanes otros dos de los equipos y sus miembros fueron ejecutados según la «Orden de comando» de Hitler que mandaba ejecutar a cualquier soldado capturado detrás de las líneas.
Hasler había fijado el ataque para la noche del 10 al 11 de diciembre, pero las dos tripulaciones supervivientes llegaron a su destino la noche siguiente.
Según explicó ABC, «haciendo acopio de valor y preparación, llegaron hasta los barcos y colocaron las minas magnéticas en los cascos» antes de escapar.
En la mañana del 12 de diciembre, los alemanes se sorprendieron al ver cómo se hundían uno tras otro sus barcos en el puerto de Burdeos. Cuatro embarcaciones, perforadas por varias minas, se sumergieron por completo y una barcaza y un petrolero resultaron seriamente afectados.
De los cuatro supervivientes del comando, dos de ellos fueron finalmente apresados por los nazis y al igual que sus compañeros anteriormente capturados, fueron ejecutados de forma inmediata. Solo el comandante Hasler y su segundo, Bill Sparks, lograron huir tras hundir su canoa y vestirse con unas ropas de paisano que tomaron prestadas.
«Al sexto día de marcha, Hasler y Sparks conocieron en una taberna a elementos de la resistencia francesa, que les ayudaron a pasar al otro lado de la línea de demarcación y llegar a Lyon», continuó relatando el periódico. En una vivienda del barrio obrero donde se ocultaban otros fugitivos esperaron la ocasión para trasladarse a Marsella y desde allí, guiados por españoles de la red del republicano Francisco Ponzán, cruzaron los Pirineos, atravesaron España y lograron llegar a Gibraltar en abril de 1943.
Hasler recibió la Orden de Servicio Distinguido por su excepcional valor y liderazgo. El almirante Lord Lewis Mountbatten diría después sobre esta misión que «de las muchas incursiones valientes y atrevidas llevadas a cabo por los hombres del Comando de Operaciones Combinadas, ninguna fue más valiente o imaginativa que la Operación Frankton».
Su hazaña fue llevada a las pantallas en 1955 por José Ferrer bajo el título en español «Infierno de los héroes», con el propio director, Trevor Howard y Dora Bryan de protagonistas. Fue uno de los éxitos del cine británico en 1956.