¿Quién había detrás de la bomba de Hiroshima? | XLSemanal
El 6 de agosto de 1945, la primera bomba atómica cayó sobre Hiroshima. 68 años después, la película Oppenheimer ha disparado el interés sobre uno de los eventos más trágicos de la historia. Entre las numerosas tramas en torno a la construcción de aquel artefacto de destrucción masiva, hay una que resulta especialmente inquietante. Testimonios y documentos sostienen que Hans Kammler, general de las SS encargado de las armas secretas de los nazis, ayudó a los americanos a fabricar la bomba.
El agente de Estados Unidos Donald Richardson viajó a Austria en los últimos días de la Segunda Guerra Mundial en misión secreta. Su objetivo era recoger a Hans Kammler, general de las SS y una maleta con 60 kilos de uranio. Richardson se los llevó a Estados Unidos, donde aprovecharonel uranio y los conocimientos del militar alemán para fabricar Little Boy, la bomba atómica que se lanzó sobre Hiroshima. Esta hipótesis que suena disparatada –¿los nazis y los estadounidenses trabajaron juntos para atacar Japón?– ha ganado partidarios entre los historiadores alemanes.
Sería, además, una respuesta convincente a la misteriosa desaparición de Hans Kammler, todopoderoso general de las SS, el hombre que diseñó los campos de exterminio –incluidas las cámaras de gas y los crematorios–, el general a quien Hitler encargó los proyectos de armas secretas.
Kammler desapareció en 1945. Su cuerpo no se ha encontrado nunca y hay hasta seis versiones sobre su final. Una de ellas es la que sostiene que, viendo que la guerra estaba perdida, se puso en contacto con los americanos y les pasó información y material sobre las investigaciones nucleares nazis.
Kammler fue responsable de graves crímenes, pero apenas lo mencionaron en los juicios de Núremberg
Eso proclama con rotunda convicción el hijo de Donald Richardson, el agente que desempeñó un papel importante en las controvertidas misiones de los servicios secretos estadounidenses durante los meses finales de la Segunda Guerra Mundial. En las operaciones Paperclip y Alsos, los norteamericanos reclutaron a científicos nazis. Se los llevaron en secreto a Estados Unidos para que sus conocimientos no cayeran en manos de los soviéticos.
Trasladaron a Estados Unidos a más de 700 científicos alemanes y a sus familias. Todavía hoy las operaciones Paperclip y Alsos siguen siendo absoluto top secret y aún encienden polémicas, ya que muchos de aquellos científicos ‘rescatados’ habían colaborado con su trabajo en las atrocidades nazis.
El objetivo de una de estas operaciones, la Alsos, era hacerse con los secretos nucleares de los nazis. Si alguien los conocía era Hans Kammler, el general ingeniero que también se encargó de diseñar en Austria el complejo de galerías subterráneas B8 Bergkristall, excavadas a costa de la vida de decenas de miles de deportados y donde se construían los temibles aviones Messerschmitt. Capturar a Hans Kammler era una baza importante.
Los americanos llevaron a Estados Unidos a más de 700 científicos alemanes y sus familias en misiones secretas
El hijo de Don Richardson asegura que su padre fue el agente encargado de recoger al general nazi y los 60 kilos de uranio. Kammler pensó que si se entregaba y colaboraba con los americanos no caería en manos soviéticas y podría salvar la vida. La misión recayó en Don Richardson, un agente de alto nivel. A Kammler no le salió bien la jugada. El hijo de Richardson cuenta que en Estados Unidos fue interrogado sin miramientos y que murió allí, estando prisionero, en 1947. Richardson reveló los detalles de esta misión a sus hijos, John y Doug, en su lecho de muerte.
Esta impactante información la refrenda un documento del Cuerpo de Contrainteligencia (CIC) desclasificado en Estados Unidos en 1978 donde se dice que «poco después de la ocupación (de Alemania) Hans Kammler se presentó ante los hombres del CIC en Gmunden (municipio austriaco) e hizo una declaración pormenorizada». Lo secunda el periodista Frank Döbert, que ha reconstruido las últimas semanas del general en Austria y sostiene que «viajó en un B-29 con algo más de 60 kilos de uranio, rumbo a Estados Unidos y que aterrizó en la base de la Fuerza Aérea de Wendover. Allí estaban en marcha los preparativos para el lanzamiento de la bomba atómica sobre Japón».
Estados Unidos tenía poco uranio. Por eso, el ensayo atómico previo a Hiroshima lo hicieron con una bomba de plutonio
Y lo cree también el historiador alemán Rainer Karlsch porque explicaría otro misterio: ¿por qué en los juicios de Núremberg apenas se mencionó a Kammler? Se juzgó a la plana mayor nazi y se pasó de puntillas sobre un gerifalte cuya responsabilidad criminal era mayúscula. El general de las SS era también responsable de la muerte de miles de prisioneros del campo de Gusen en cuyas galerías subterráneas se habrían desarrollado experimentos nucleares. También Kammler estaba implicado en el desarrollo de la Wunderwaffe, el arma milagrosa que daría la victoria a Alemania y que nunca llegó, aunque la buscaron con ímpetu.
Los alemanes, muy adelantados en ciencia, crearon el Uranverein, club del uranio. Con este mineral abundante en su territorio (tenían el mayor yacimiento del mundo) pretendían fabricar un poderoso explosivo y elaborar un combustible que propulsara sus carros de combate y submarinos.
No lo consiguieron, aunque un programa de la televisión pública alemana Zdf ha informado de dos pruebas atómicas efectuadas en Turingia que se han conocido gracias a unos informes realizados en 1945 por el servicio militar secreto soviético (GRU). Estos experimentos habrían acabado con miles de prisioneros de guerra.
Alemania y Estados Unidos avanzaban en sus pesquisas nucleares, pero los americanos tenían dificultades para reunir el uranio suficiente para alimentar su bomba atómica, como cuenta la película dirigida por Christopher Nolan. Para la prueba Trinity, la primera explosión nuclear de la historia, que se realizó el 16 de julio de 1945 en el desierto de Nuevo México, se utilizó una bomba de plutonio. La que semanas después lanzó el bombardeo Enola Gay sobre Hiroshima iba cargada con uranio: ¿alemán? Es una tesis sorprendente, pero no descartable. Y quizá argumento suficiente para otra película, tras el probado éxito de Oppenheimer.
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