Segunda Guerra Mundial: Descubren los secretos del nazi más letal de la IIGM: locura y exilio millonario en España
Para un profano, la instantánea no muestra más que a dos viejos amigos que disfrutan de una calurosa tarde en el espacioso jardín de un chalet. Algo desenfrenada, eso sí. No hay más que ver cómo van vestidos: faldas, pintalabios y sujetadores. Al lado, sus mujeres se ríen, cómplices. Demasiado alcohol, quizá. O puede que una broma que ha llegado muy lejos. En todo caso, nada fuera de lo normal. Pero vaya si cambia el cuento al saber sus nombres: Klaus Barbie y Otto Skorzeny. El primero, un criminal nazi huido de la justicia aliada tras la Segunda Guerra Mundial. El segundo, un verdadero soldado de élite adorado por Adolf Hitler y conocido con el sobrenombre del «hombre más peligroso de Europa» por haber salvado a Benito Mussolini de su encierro en Italia allá por 1943.
Thank you for reading this post, don't forget to subscribe!Según explica el guionista Pedro de Echave a ABC, esta es una de las decenas de fotografías exclusivas a las que él y su compañero, el productor Pablo Azorín, han tenido acceso para elaborar el documental «El hombre más peligroso de Europa, Otto Skorzeny en España» (Quindrop Producciones Audiovisuales, 2020). Los también codirectores están de acuerdo en que esta es la faceta más amable de un hombre que, tras ser considerado uno de los mejores soldados de Adolf Hitler, huyó con su mujer hasta España y, con la ayuda de una infinidad de contactos del Régimen, logró amasar una fortuna extraordinaria a golpe de traficar con armas o hacer de intermediario entre las empresas que habían colaborado con el nazismo y que ansiaban prestar sus servicios por todo el mundo tras la Segunda Guerra Mundial.
Saben bien de lo que hablan, pues han dedicado un año y medio de su trabajo (y su dinero) a elaborar un documental que aúna fuentes primarias (como la hija del propio Skorzeny) con una increíble pléyade de estudiosos y expertos en el tema. Todo ello, sazonado con la extensa información que ha puesto a su disposición el oficial retirado del Ejército de los Estados Unidos Ralph Ganis, quien adquirió, en 2011, el inédito archivo personal de este temible personaje. El resultado, de una hora de duración y una ingente cantidad de datos, será emitido este sábado a las ocho de la tarde en TVE. «Hemos conseguido tanta información sobre él que nos hemos visto obligados a dejar alguna fuera. Un ejemplo es que, cuando llegó a España, intentó crear un ejército con veteranos nazis y soldados franquistas, la Legión Carlos V, para luchar contra el comunismo», desvela Azorín a este diario tras incidir en que, solo con este tema, tendrían para elaborar otro reportaje.
Héroe nazi
Skorzeny, de origen vienés, se convirtió en un ferviente seguidor de Adolf Hitler desde el mismo momento en el que el NSDAP (el partido nacionalsocialista) empezó a hacerse un hueco en Alemania. Nacido en 1908, se unió al grupo en 1934. Nazi hasta la médula, los vientos de la Segunda Guerra Mundial le empujaron hasta la 1ª División SS Leibstandarte, una de las más ideologizadas del Tercer Reich. El mismo día en que su pequeña nació, el 21 de febrero de 1940, abandonó su casa para combatir junto a sus hombres. Para entonces ya portaba, orgulloso, dos impactantes cicatrices en la mejilla izquierda que, en contra de lo que pudiera pensarse de un hombre tan rudo (medía 1,90 y pesaba unos cien kilos), se había hecho durante un duelo a espada en la universidad. Él siempre las lució con orgullo.
Aunque destacó en el frente, la fama le llegó cuando Adolf Hitler le ordenó encontrar al depuesto Benito Mussolini, encerrado por su gobierno en un lugar desconocido. El «Führer», que veía al dictador italiano como a un maestro del fascismo, no podía permitir aquella afrenta. Y su elegido fue Skorzeny, entonces encuadrado en una de las unidades de élite del ejército germano. La historia oficial nos cuenta que consiguió su objetivo y que, junto a una decena de planeadores llenos de paracaidistas, asaltó en agosto de 1943 el refugio de montaña del Gran Sasso para devolver la libertad al Duce. Aquella fue su gran gesta, la misma que la propaganda de Joseph Goebbels elevó hasta los altares de un Reich necesitado de héroes. Pero una heroicidad que, en palabras de Evache, no se puede atribuir solo a él: «Es innegable que halló el lugar en el que lo escondían, pero la gloria del ataque debería haber correspondido a los paracaidistas. Estos no le perdonaron que les marginara». Azorín es de la misma opinión.
A partir de ese momento se convirtió en el niño predilecto de Hitler. Si había una misión difícil, él era el encargado de acometerla. Basta poner como ejemplo la operación de falsa bandera que lideró en las Ardenas (donde dirigió a un grupo de soldados vestidos con uniforme estadounidense tras las líneas aliadas para sembrar el caos). Como cabía esperar, no tardó en ser catapultado a lo más profundo de la cúpula nazi y en tejerse una red de contactos digna de un verdadero héroe del Tercer Reich. En la misma se hallaba, solo por poner un ejemplo, Hjalmar Schacht, presidente del Reichsbank y artífice de la recuperación económica de la Alemania nazi tras la debacle que supuso para ellos el Tratado de Versalles.
Tras la caída del Tercer Reich, fue hecho prisionero e inició un periplo entre diferentes centros de reclusión aliados. «Fui enviado de una prisión a otra», afirmó en sus memorias. Así, hasta que dio con sus huesos en un campo de concentración reutilizado por los aliados: Dachau. Allí, el jefe de comandos alemanes decidió hacer «una huelga de hambre como protesta por mi detención en una celda solitaria y por el trato a los prisioneros alemanes en general». Al final, los servicios secretos aliados le ayudaron a fugarse para que, en un breve periodo de tiempo, trabajase para ellos hallando a otros de sus compañeros fugados. Pasó los meses siguientes en la granja de unos amigos, donde conoció a su mujer, Ilse. Así hasta que, poco después, ambos dirigieron sus pasos hacia la Península. «Dudaban entre España y Argentina, pero cuando Ilse fue agasajada por las mujeres de la corte franquista no lo dudó», añade Echave.
Exilio dorado
Aquí, de la mano del gobierno de Franco (que permitió que arribaran a España multitud de nazis renegados tras la Segunda Guerra Mundial), Skorzeny se asentó en la calle Montera bajo una identidad falsa. Además, hizo válido aquello que había dicho en los juicios de Núremberg («Soy ingeniero y no militar de carrera») y decidió recuperar su antiguo trabajo. Y lo cierto es que su estancia le sentó a pedir de boca. «Fue bien recibido. El franquismo le recibió como a un héroe y le alquiló a muy bajo precio una casa en el exclusivo barrio de el Viso», explica Azorín. En sus palabras, las autoridades locales conocían su leyenda de héroe lo que, unido a la amistad con Schacht, le granjeó la fama en nuestro país. Para entonces, los años 50, no era un fugitivo, pues había sido exonerado de sus cargos por unos aliados ávidos de contar con su apoyo.
«Que fuera liberado no implica que fuera inocente. Era un teniente coronel de las Waffen SS y sabía de la existencia de los campos, aunque lo negó. Además, había colaborado en la represión de los militares que habían atentado contra Hitler en la llamada Operación Valkiria. Pero también tenía información que podía ser útil a estadounidenses y británicos. Un ejemplo es que había participado en las pruebas que pretendían hacer que las bombas volantes V1 y V2 fueran dirigidas por un piloto contra su objetivo», desvela Azorín. Echave, por su parte, incide en que, a pesar de que siempre lo negó, conocía las matanzas sistemáticas de judíos. «Uno de sus grandes amigos era Ernst Kaltenbrunner, Jefe de la Gestapo, era imposible que lo obviara», completa.
En todo caso, la tranquilidad de saberse a salvo hizo que hiciera negocios muy prolíficos en nuestras fronteras. «Empezó a traficar con armas, que vendía desde Madrid a otros países. Además, hizo de intermediario de empresas que habían colaborado con el nazismo como Krupp, Siemens o Messerschmitt. Las ponía en contacto con clientes en España», completa Azorín. Este enfermizo entramado le hizo ganar más billetes de los que jamás podría haber podido imaginar. Junto a Ilse, su mano derecha en el mundo de la importación y exportación, como él lo denominaba, vendió cualquier cosa de valor que pasó por sus manos y entabló relaciones económicas con personajes como Juan Domingo Perón.
De la mano de las altas esferas franquistas y de personajes como el mismo Ramón Serrano Suñer, consiguió algo paradójico. «Su influencia hizo que, cuando los estadounidenses llegaron a un acuerdo para construir varias bases militares en España, él se encargara de que las levantaran empresas alemanas que habían colaborado con el régimen nazi», explica Echave. Ese fue el caso más sonado y, en palabras del guionista y codirector, le granjeó una inyección de dinero envidiable. Poco después entabló relaciones también con la compañía de ferrocarriles de nuestro país y, a la larga, también con la de Argentina. «Viajaba por todo el mundo, hemos podido ver películas grabadas por él en las que se le ve en China, Sudamérica…», completa, en este caso, Azorín.
Pero, como bien se explica en el documental, no solo era un hombre de negocios. También era una verdadera celebridad que disfrutaba de la noche en los bares y restaurante de Madrid. «Le gustaba la buena vida. Solía ir al restaurante Horcher (hoy todavía abierto), al Chicote de la Gran Vía (donde tomaba cócteles), a la sala de fiestas Pasapoga o al Casablanca», señala Azorín. Disfrutaba de la vida nocturna en Madrid, y a los clubs les apasionaba contar en su barra con un héroe germano de la Segunda Guerra Mundial. «Era un hombre muy caballeroso, real y sincero. Adoraba contar sus vivencias en la lucha y tenía mucho don de gentes», completa Echave. Un «dandy», en definitiva, que vivió a todo lujo y adquirió propiedades como una casa frente a la playa en Mallorca para pasar el verano junto a su familia.
Ejército secreto
Otro de las curiosidades sobre la vida de este personaje es la que, a la postre, sería una de sus ideas más rocambolescas: crear un ejército en España que combatiera al comunismo. Iniciada como estaba ya la Guerra Fría, el viejo comando nazi era uno de los muchos partidarios de que la URSS, vencedora indiscutible de la Segunda Guerra Mundial, no tardaría en extender sus tentáculos hacia el corazón de Europa primero, y a nuestro país después. «Le llamó el Plan Skorzeny; en el archivo inédito del mayor Ralph Ganis hemos podido ver varios documentos que hacen referencia a esta idea. Al parecer, pretendía fundarlo en Madrid mediante una base que aunara a antiguos soldados nazis dispersos por todo el mundo y voluntarios franquistas», explica Echave.
El «Plan Skorzeny», en palabras del guionista, respondía al ferviente anticomunismo de su creador. «Estaba convencido de que debía hacer algo para detener la posible invasión soviética», señala. Para armar este curioso ejército, el viejo comando germano contó con el apoyo de uno de sus grandes amigos en el país: Konrad Simonsen. Conocido como «Padre Conrado», este religioso era un monje capuchino residente en España que, después de que su monasterio fuese atacado por milicianos, se enroló en la División Azul y la Legión Cóndor. «Este fraile le sirvió de puente con las autoridades, le ayudó a ponerse en contacto con ellas, aunque Skorzeny ya mantenía buenas relaciones con grandes jerarcas del franquismo», completa Echave.
En un ejercicio de amor hacia su nueva patria, Skorzeny propuso llamar a este ejército Legión Carlos V, y pretendía que estuviese formado por, nada más y nada menos, que 600.000 hombres. Las cifras eran una locura si consideramos que, desde 1941 a 1943, combatieron en Rusia un total de 50.000 españoles. «Era imposible. Aunque los franquistas le consideraban un héroe, no le hicieron mucho caso. Dejaron pasar esta idea», explica Azorín. El biógrafo del jefe de los comandos germanos, Stuart Smith (entrevistado también en el documental) corroboró esta idea en su última obra ( «Otto Skorzeny: The Devil’s Disciple») y señaló, además, que Simonsen pretendía ser el encargado del consuelo espiritual de los hombres de la unidad en el campo de batalla.
El reportaje abarca, además, otras tantas etapas en la vida de Skorzeny como su relación con el Mossad o su legado; unos tres millones de dólares que dejó íntegramente a su esposa tras fallecer y que esta dilapidó en la última parte de su vida por culpa de engaños e interesados. Pero, para eso, les invitamos a disfrutar de «El hombre más peligroso de Europa, Otto Skorzeny en España».