Segunda Guerra Mundial: Desvelan el misterio del jerarca nazi que traicionó a Hitler: ¿Evitó Hess la muerte con un doble?
Thank you for reading this post, don't forget to subscribe!Un nuevo estudio de ADN confirma que Rudolf Hess, alto cargo del Tercer Reich, falleció en la prisión de Spandau. Así se pone fin a uno de los grandes enigmas de la Segunda Guerra Mundial
Corría el 11 de mayo de 1941, en plenaSegunda Guerra Mundial. Aquella tarde, ataviado con un cómodo batín, el Primer MinistroWinston Churchill disfrutaba de la película «Los Hermanos Marx en el Oeste» cuando le comunicaron a voz en grito la noticia. «¡Hess se ha lanzado en paracaídas sobre Escocia!». El «premier», un perro viejo acostumbrado a los trucos, no creyó ni una palabra. ¿Qué diantres podía hacer uno de los lugartenientes más cercanos a Adolf Hitler en territorio británico? Escéptico, volvió a sentarse y siguió disfrutando del largometraje. La realidad, sin embargo, superaba a cualquier ficción: en efecto, el jercarca nazi Rudolf Hess se había arrojado sobre territorio aliado.
Su objetivo era delirante. Tanto, que el propio Hitler decidió enviar un comunicado en el que corroboraba que estaba loco. Hess pretendía, azuzado por los ánimos y desvaríos de sus astrólogos personales, concertar una entrevista con Churchill o el monarca Jorge VI para negociar la rendición de la Alemania nazi. Lo cierto es que nadie le tomó demasiado en serio. Ni siquiera el «premier» británico quien, tras cerciorarse de que no le estaban tomando el pelo, le declaró prisionero de guerra y se negó a recibirle. Tras un sin fin de juicios, el alto mando fue abandonado a su suerte en la 7prisión de Spandau(Berlín), donde se suicidó en 1987, cuando había pasado los noventa años de edad. Así fue como, en principio, terminó uno de los aliados más cercanos del « Führer».
O eso se creía. Poco después, la prensa internacional se hizo eco de una investigación más extraña si cabe que el propio vuelo. El trabajo de un reputado médico inglés que afirmó que el reo de Spandau no era realmenet Hess. La noticia caló en la sociedad. ¿Era aquel sujeto un doble? ¿Logró escapar el verdadero lugarteniente? Ha sido necesario esperar casi tres décadas para que, en pleno 2019, un análisis de ADN haya conseguido confirmar que el cuerpo de aquel reo de Spandau era, en efecto, el de uno de los líderes más destacados de Alemania durante los años 30. El enigma, así pues, parece tener punto y final.
La teoría de la conspiración ha tocado a su fin gracias a la investigación de un equipo de la Universidad de Salzburgo. Según han desvelado varios medios como el « The Guardian» o el «Daily News», la principal arma que han utilizado para desvelar este misterio ha sido una muestra de sangre tomada al presunto Hess en la prisión de Spandau poco antes de su fallecimiento. La suerte que han tenido los expertos es que el mencionado vial fue guardado y sellado con fines científicos. Tras corroborar que se correspondía con fluidos del reo, el grupo comparó el ADN que extrajeron de uno de los descendientes de Hess (quien ha preferido mantener el anonimato por razones obvias). Ambas coincidieron.
Así lo ha confirmado el profesor Jan Cemper-Kiesslich (coautor de la investigación) en declaraciones al «The Guardian». En sus palabras, ningún resultado hubiera apoyado la teoría del doble, pero han tenido la suerte de que han obtenido «esta coincidencia».
El experto ha señalado en la revista « Forensic Science International Genetics» que todas sus conclusiones se basan en la muestra de sangre tomada al reo durante el año 1982. Un vial que fue guardado y archivado hermáticamente por Rick Wahl (ex patólogo del Ejército de los Estados Unidos) con fines educativos. Lo cierto es que la diosa Fortuna les ha bendecido, pues el cuerpo del jerarca nazi fue sacado de su féretro en 2011 e incinerado para evitar que su tumba se convirtiera en un templo de peregrinación para los neonazis.
El experto también ha señalado a «The Guardian» que han logrado hallar una coincidencia en el ADN a pesar de que los marcadores que se utilizan para las pruebas de paternidad no funcionan con parientes lejanos. Con todo, tenían un cromosoma en la manga que les permitió hacer la esperada comparación. «Las personas con una línea paterna ininterrumpida muestran el mismo conjunto de marcadores de ADN en el cromosoma Y», ha afirmado Cemper-Kiesslich.
Así pues, los autores, que han incidido en que los investigadores que llevaron a cabo el análisis no conocieron la historia de las muestras hasta después de los resultados, han corroborado que los dos personajes tienen un 99,99% de posibilidades de ser parientes. «Estamos extremadamente seguros de que ambas muestras [vienen] de la misma línea paterna. La persona de la que se tomó la muestra fue Rudolf Hess», ha confirmado Cemper-Kiesslich.
Una extraña teoría
La teoría de la conspiración sobre Rudolf Hess comenzó en la misma prisión de Spandau, la cárcel controlada por la Unión Soviética en la que pasó los últimos 40 años de su vida tras ser condenado en losjuicios de Núremberg. Fue allí donde Hugh Thomas, uno de los médicos que había auscultado al nazi en varias ocasiones, publicó un libro en el que afirmaba que las características físicas del fallecido no se correspondían con las del jerarca capturado décadas antes.
Así informó el diario ABC de esta curiosa tesis en 1979 en un reportaje titulado «Un médico inglés pone en duda que el solitario habitante de Spandau sea Rudolf Hess»: «Hugh Thomas, antiguo médico militar británico que estuvo destinado en Berlín, afirma en el libro que el “verdadero” Hess fue herido en 1917 de un disparo en los pulmones y que el prisionero no tiene ninguna herida de este tipo, ni en sus radiografías se puede apreciar que hubiera sufrido esa lesión en el pulmón».
En el mismo libro, el médico apoyaba su teoría en otras tantas diferencias físicas y en el extraño comportamiento que el reo había mantenido hasta el final de sus días. No en vano se había negado a ver a sus familiares hasta 1969 y afirmaba que padecía una severa amnesia que le impedía recordar su pasado en el equipo de gobierno de Hitler. El diario se hacía eco también de que el abogado del antiguo jerarca había solicitado que se hiciera un reconocimiento a su defendido «en el que participaran médicos alemanes» para solventar estas y otras tantas dudas. Algo que, al menos según la prensa española, le fue negado.
Desde el mismo momento en el que la teoría salió a la luz, la familia de Hess negó que el jercaraca hubiera sido suplantado por un doble y criticó duramente al doctor Thomas. Algo que también quedó recogido en las páginas de ABC: «La esposa y ei hijo de Rudolf Hess, lugarteniente de Hitler, se encuentran “preocupados” por las declaraciones hechas por el autor inglés en el sentido de que el prisionero encerrado en la cárcel berlinesa de Spandau no es el verdadero Rudolf Hess». Con todo, al final su propio hijo terminó solicitando una pruena que esclareciera las dudas. «Wolf Ruddger Hess, hijo del ex lugarteniente de Hitler, a pesar de afirmar que “no tenía ninguna duda de que el prisionero de Spandau fuera su padre”, ha dicho que deseaba que una comisión internacional de médicos observara a Rudolf Hess».
Aunque que la teoría fue recibida con escepticismo, al final terminó calando en la sociedad. De hecho, el mismo presidente de los Estados Unidos, Franklin Roosevelt, llegó a afirmar que estaba seguro de que el «Prisionero 7» (como se conocía a Hess dentro de Spandau) no era en realidad Rudolf Hess.
El vuelo del traidor
El cómo llegó Hess a pisar territorio inglés constituye la tercera pata de este misterio. El que fuera la mano derecha del «Führer» había nacido en Alejandría (Egipto) y se unió al partido nazi allá por 1920. Poco después conoció a Adolf Hitler mientras ambos compartían prisión tras el fallido Putsch de la Cervecería acaecido en noviembre de 1923. Durante aquella estancia entre rejas el líder germano vio en este curioso personaje a un leal compañero dispuesto, según creía, a dar la vida por la causa. Por ello, y por su buena capacidad de redacción, le encomendó a su nuevo acólito la tarea de aunar sus memorias y mecanografiarlas para elaborar una obra magna. El resultado fue el tristemente popular «Mein Kampf».
Hess se convirtió después en la mano derecha de Hitler. Tanto que, cuando los nazis subieron al poder en 1933, fue nombrado «Adjunto al “Führer”» y ministro sin cartera. Fue, a todos los efectos, el segundo al mando del Reich durante la década de los treinta. Un hombre de confianza al que Adolf otorgaba las tareas más delicadas. Sin embargo, poco a poco su poder fue decayendo en favor de otros personajes como Hermann Göring. Y no por falta de ideología nazi, pues se destacó como uno de los altos cargos más visceralmente anti judío.
En triste decadencia, Hess tomó una extraña decisión en mayo de 1941, poco antes de comenzara la Operación Barbarroja. Azuzado por sus astrólogos (dato que confirma Antony Beevor en su obra « La Segunda Guerra Mundial») Hess se hizo con un Me-110 el día 10 de ese mismo mes y puso rumbo a Gran Bretaña. Su destino era un pequeño aeródromo privado de Escocia y, aunque parezca increíble, su objetivo era rendir Alemania ante Jorge VI o Winston Churchill. Todo ello, tras haber contactado con el duque de Hamilton, personaje al que había conocido durante los Juegos Olímpicos de Berlón de 1936.
Este rocambolesco plan fue un desastre. Para empezar, no pudo aterrizar en su destino por culpa del mal tiempo y se vio obligado a lanzarse en paracaídas. Una vez en Escocia, tras ser descubierto por un campesino local y ser llevado ante las autoridades, solicitó entrevistarse con el duque de Hamilton. A él le propuso una paz pactada: Alemania no atacaría a Gran Bretaña siempre que los ingleses abandonaran sus pretensiones en Europa y dejasen las manos libres al nazismo. A sabiendas de que Churchill estaría en contra, insistió en que era obligado terminar con el gobierno del «premier» para llegar a un acuerdo.
Los ingleses se limitaron a interrogarle y, después, le enviaron a la Torre de Londres. Allí, Hess tuvo que leer un comunicado en el que Hitler le declaraba loco y afirmaba que había atravesado el Canal de la Mancha sin su permiso: «El Partido Nacionalsocialista ha anunciado oficialmente que el miembro del Partido Rudolf Hess, a quien el “Führer” había prohibido estrictamente que realizase actividades de vuelo debido a que padecía una enfermedad degenerativa desde hace años […] emprendió un vuelo […] del que todavía no ha regresado. Dejó una carta en la que desgraciadamente se aprecian claros indicios de un trastorno mental».
Olvidado por unos y otros, afirmó padecer una amnesia que le impedía recordar nada. Aunque recuperó la memoria durante los juicios de Núremberg en 1946… Fue condenado a cadena perpetua y encarcelado en Spandau, a cargo de los soviéticos. Allí pasó cuarenta años en los que los aliados solicitaron su liberación. No lo lograron. Fue el último reo de aquella prisión y de la Segunda Guerra Mundial. Un final curioso para un personaje no menos llamativo.