Segunda Guerra Mundial: El secreto que avergonzó a EEUU en la Segunda Guerra Mundial: 78 años de sus campos de concentración
Thank you for reading this post, don't forget to subscribe!El 19 de febrero de 1942, Roosevelt aceptó realojar a más de 120.000 japoneses y ciudadanos de ascendencia nipona para evitar el espionaje. Acabaron sus días en centro de internamiento
El 19 de febrero de 1942, en plena Segunda Guerra Mundial, el presidente Franklin D. Roosevelt aprobó la Orden Ejecutiva 9066. El decreto obligaba a evacuar a más de 120.000 japoneses residentes en Estados Unidos y «realojarlos» en campos de concentración ubicados en la zona occidental del país y en Arkansas.
Aquella directiva abrió un torrente de odio racial que envenenó a una ciudadanía todavía escocida por el ataque a la base de Pearl Harbour. Valgan como ejemplo las declaraciones que hizo el gobernador de Idaho, Chase Clark, poco después: «Los japos viven como ratas, se crían como ratas y actúan como ratas. Aquí no los queremos».
De todos los reos, casi 30.000 acabaron sus días en los campos de concentración de Manzanar (10.046) y Tule Lake (18.789), ubicados en California. Y es por ello por lo que este estado ha informado de que, en los próximos días (poco después del 78 aniversario de la llegada de esta triste directiva) emitirá una disculpa oficial por colaborar en la reclusión de ciudadanos de ascendencia japonesa durante la Segunda Guerra Mundial.
Según ha informado el diario «The Times», el gobierno local reconoce de esta forma los errores cometidos por Estados Unidos en 1942 y demuestra que, a pesar de las décadas, quiere aprender del pasado.
La orden de la venganza
La Orden Ejecutiva 9066 fue desencadenada por el ataque que, en diciembre de 1941, perpetró Japón contra Pearl Harbour y que provocó la entrada de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial. Roosevelt, azuzado por la tensión que existía en un país golpeado y conmocionado, justificó la decisión de encarcelar a los nipones (en California, menos de un 2% del total) en la necesidad de defender su país de espías y enemigos extranjeros. Aquello derivó en una psicosis todavía mayor.
Para ser más concretos, la orden afectó tanto a los japoneses como a los ciudadanos de ascendencia nipona. Así lo confirman Oliver Stone y Peter Kuznick en su obra «La historia silenciada de Estados Unidos»: «El 19 de febrero, Roosevelt firmó la Orden y, a partir de ese momento, se pusieron en marcha los preparativos para evacuar y recluir a los afectados de los estados de California, Oregón y Washington, dos tercios de los cuales eran ciudadanos estadounidenses de nacimiento».
A nivel oficial, se les permitía viajar hasta estados cercanos, pero la mayor parte de los posibles receptores de emigrantes se mostraron contrarios a ello. «Si vienen aquí, verán a un japo colgado de cada pino», afirmó el gobernador de Wyoming.
Ante la necesidad de buscarles una residencia, el gobierno decidió crear, entre marzo y abril, centros de realojamiento permanentes. Los temibles «campos de concentración». En palabras de estos autores, las condiciones de vida en ellos eran deplorables. «Con frecuencia faltaba agua corriente, baños, escuelas decentes, bungalós bien aislados y con tejados apropiado…», desvelan.
Lo que sí tenían eran «buenas alambradas, puestos de ametralladoras y torres de vigilancia». Al parecer, tal fue el trato ofrecido a los reclusos que, a la postre, el director del organismo dedicado a realojarles (la WRA) abandonó su puesto.
Por si fuera poco, la partida hacia estos campos de concentración hizo que los ciudadanos japoneses que residían en Estados Unidos perdieran la friolera de 400 millones de dólares en bienes muebles (los cuales hoy tendrían un valor de 5.400 millones de dólares). «Como a los refugiados solo se les permitía llevarse sus efectos personales, sus antiguos vecinos adquirían apresuradamente sus casas por una pequeña parte del valor real», completan los expertos.
En 1944 se solicitó a Roosevelt su disolución, pero, al ser año de elecciones, el presidente prefirió esperar. La decisión no se hizo patente hasta el año siguiente.
78 años después
Desde entonces, han sido muchos los gobiernos que han cargado contra la decisión al considerar que alimentó la histeria racista y la paranoia. En palabras de la Japanese American Citizens League (organización que busca salvaguardar los derechos de los nipones en Estados Unidos) los recluídos nunca fueron «acusados, y muchos menos condenados, por espionaje contra el país». Sin embargo, «sí fueron atacados, detenidos y encarcelados durante años solo por tener la cara del enemigo». Con todo, se muestran felices por la decisión tomada en California.
La disculpa se ha orquestado durante varios meses. La solicitud fue presentada por el político Al Muratsuchi y seis coautores el 28 de enero. El proyecto fue aprobado por unanimidad al mes siguiente. «Queremos que California sea el ejemplo para otros tantos», ha señalado.