23 noviembre, 2024

Segunda Guerra Mundial: Las niñas de la Resistencia que asesinaban nazis tras prometerles sexo: «Era un mal necesario»

Freddie en la primavera de 1945

Las jóvenes miembros del Raad van Verzet holandés seducían a los germanos, se los llevaban a dar un «paseo por el bosque» y acababan con ellos por sorpresa

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Los meses finales de 1944 no fueron los mejores para los soldados nazis destinados en Holanda. Tenían razones para estar preocupados. Mientras el Reich caminaba sin premura (aunque sin descanso) hacia la debacle, una parte de los Países Bajos ya había sido liberada por los aliados y el invierno azotaba con dureza la región. Por si no hubiera ya suficientes razones para preocuparse, la leyenda de la «chica del pelo rojo» se había extendido entre los combatientes. El mito hablaba de una joven de cabello cobrizo que acababa con la vida de los teutones sin piedad alguna y por sorpresa. Parecía que cualquier momento era bueno para caer en las redes de este desconocido diablo carmesí.

¿Había en realidad para tanto? Lo cierto es que sí. Pero no solo por la «chica del pelo rojo» (cuyo nombre verdadero era Hannie Schaft), sino también por las dos lugartenientes con las que contaba esta guerrillera: Freddie y Truus Oversteegen. Las tres formaban una suerte de comando especial que dependía del Raad van Verzet (RVV, la cúpula de la Resistencia holandesa) con un curioso cometido: seducir a soldados nazis en bares y cafés para acabar con su vida en cuanto se hallaran en un lugar apartado. El dato ya sería truculento de por sí, pero lo más llamativo es que las nombradas hermanas apenas sumaban 14 16 años durante aquellos tristes días de la Segunda Guerra Mundial. Mención aparte requieren sus misiones de sabotaje perpetradas durante la contienda.

Este grupo, ya famoso gracias a múltiples libros y largometrajes, volvió a ser alumbrado por los focos de la actualidad hace apenas unos meses (en septiembre de 2018, para ser más concretos) cuando los medios de comunicación informaron de que la última de sus integrantes, la en su momento pequeña Freddie, había fallecido a los 92 años. Poco antes, en una de sus últimas entrevistas, la veterana había dejado claro que no se arrepentía de sus actos. «Teníamos que hacerlo. Era un mal necesario. Nadie debería preguntarle a un soldado por sus actos en la guerra», explicó. En el mismo encuentro también reiteró su desprecio hacia aquellos que «traicionaban» a sus compatriotas; sujetos a los que también daban caza en las afueras de Amsterdam.

Niñas «deseadas»

La historia de este trío se ha convertido en una de las más famosas de la Resistencia holandesa durante la Segunda Guerra Mundial. Una suerte de película cuya protagonista principal suele ser Freddie debido a que su caso fue el más llamativo. Sus vivencias en los Países Bajos teutones han sido narradas de un millón de formas. Sin embargo, ella misma separó el mito de la realidad en una entrevista concedida en 2016 al medio en línea «VICE Netherlands». Sus respuestas no tienen desperdicio y, por descontado, muestran la rudeza de una dama que empezó a combatir cuando apenas superaba las 14 primaveras. «Un hombre que llevaba un sombrero se acercó a la puerta y le preguntó a mi madre si podía reclutarnos. Ella estuvo de acuerdo», afirmó la anciana.

Es imposible saber por qué su madre accedió a una petición de este calibre. Aunque lo cierto es que a Freddie no le pareció raro ya que, desde el principio de la contienda, había visto a su progenitora esconder a varias familias judías dentro de su casa: un viejo bajel en el que apenas cabía un alfiler. «Antes de que comenzara la guerra en los Países Bajos, cuando todavía vivíamos en el barco, escondimos algunas personas de Lituania en la bodega. Durante la guerra una pareja judía vivió con nosotros, por lo que mi hermana y yo sabíamos lo que pasaba», explicó. Y todo ello, a pesar de que, desde su más tierna infancia, habían sido educadas en la ideología comunista y aquellos sujetos «eran capitalistas».

Freddie , durante una de sus entrevistas hace apenas unos años
Freddie , durante una de sus entrevistas hace apenas unos años

Quizá por ello, y sin mediar palabra, tanto Freddie como su hermana Truus partieron con aquel misterioso sujeto. Un miembro de la Resistencia que no les prometió oro, pero sí dotarlas de las capacidades necesarias para acabar con el invasor. La pequeña creyó, como ella misma recordó, que comenzarían «una especie de entrenamiento secreto». Y en cierto modo así fue. «El hombre que llamó a nuestra puerta dijo que recibiríamos entrenamiento militar, y nos enseñaron una o dos cosas». Entre ellas destacaron los ejercicios de tiro y la orientación, dos pilares clave para sus futuras misiones. «Alguien nos enseñó a disparar y aprendimos a marchar en el bosque», se limitó a responder la más joven de las Oversteegen.

Con todo, la realidad es que la Resistencia holandesa no pensaba en ellas como asesinas de nazis. «En principio, no nos permitían estar en el bosque cuando había asesinatos. Sentían que no era algo que las chicas deberían ver», añadió Freddie.

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Hace tres años, la anciana recordaba todavía la que fue una de sus primeras misiones: vigilar mientras su hermana lograba convencer a un destacado oficial nazi de que se fuera con ella. «Truus le encontró en un bar caro, le sedujo y luego le llevó a pasear por el bosque. Le dijo algo así como: “¿Quieres ir a pasear?”. Y, por supuesto, él quiso», añadió. Después de conseguir que saliera del lugar, otro miembro del grupo les interceptó en el bosque y disparó por la espalda al germano. «El hombre nunca supo qué le golpeó», señaló a «Vice» la mujer. Ella siempre se sintió orgullosa de haber colaborado en esta operación.

El terror nazi de Holanda

Truus y Freddie pronto fueron encuadradas con cinco chicas más, Y entre ellas destacaba Schaft. Todas ellas recibían órdenes del Raad van Verzet (el Comité de la Resistencia). Más conocido como RVV, este grupo se caracterizaba por mantener lazos ideológicos con el Partido Comunista holandés. «Era un grupo de la Resistencia que utilizaba explosivos y armas para combatir a los invasores alemanes», explica la historiadora Kathryn J. Atwood en su obra « Heroínas de la Segunda Guerra Mundial, 26 historias de espionaje, sabotaje, resistencia y rescate».

Hannie Schaft
Hannie Schaft

Esta misma autora es partidaria también de que las mujeres eran muy requeridas entre los partisanos debido a que los soldados alemanes no solían detenerlas ni registrarlas cuando viajaban en bicicleta. Una pequeña ventaja que les permitía trasladar armas explosivos de un lado a otro sin que nadie se percatase de ello.

Nuestras protagonistas, sin embargo, consiguieron romper los arquetipos de la época y lograron que los hombres les permitieran tomar las armas en favor de su país. «No era frecuente que las mujeres de la Resistencia holandesa se implicaran directamente en el uso de explosivos y armas, pero Hannie, junto a las hermanas Truus Freddie Oversteegen, comenzó a llevar a cabo sabotajes y asesinatos para el RVV», añade la experta.

Los objetivos principales de los miembros del RVV (y por tanto, de nuestro comando femenino) eran dos. En primer lugar, los altos cargos nazis destinados en Holanda. Y es que ya se sabe: la serpiente deja de ser peligrosa si es decapitada. No obstante, también dedicaban grandes esfuerzos para desenmascarar a los miembros del Movimiento Nacionalsocialista de los Países Bajos (NSB, por sus siglas en el idioma local). Razones tenían de sobra para querer acabar con ellos, pues eran holandeses que se encargaban de localizar a los posibles disidentes y entregarles después a las autoridades nazis. De hecho, también era tristemente habitual que participaran en las torturas a los reos.

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Saboteadoras y seductoras

Dentro ya del RVV, nuestras tres protagonistas comenzaron su particular cruzada contra los germanos. Según explica el instituto «Smithsonian» en su obituario sobre Freddie, las chicas se hicieron especialistas en seducir a los nazis de las afueras de Amsterdam para, posteriormente, asesinarles en el bosque. «Las niñas atrapaban a sus objetivos coqueteando con ellos en los bares y pidiéndoles que las acompañaran a dar un paseo. Una vez que estaban fuera y llegaban al lugar, eran fusilados», desvela la reputada institución.

En este punto existen dos versiones. Las que afirman que las pequeñas eran las encargadas de quitarles la vida, y las que creen que de esta cruel tarea se encargaban los hombres.

La incógnita sigue, aunque la propia Freddie desveló en el diario holandés «IJmuider Courant» que había acabado con varios nazis a lo largo de su vida como partisana. «Yo misma he disparado un arma y los he visto caer. ¿Qué había dentro de nosotras en un momento así? Simplemente te gustaría ayudarles a levantarse», afirmó. En todo caso, la joven de las hermanas reconoció en vida que ambas «lloraron mucho» por tener que hacer aquello, aunque también reiteró en multitud de ocasiones que era casi una necesidad. Debían acabar con el enemigo. «Teníamos que hacerlo. Era un mal necesario. Nadie debería preguntarle a un soldado por sus actos en la guerra», incidió.

Soldados alemanes en Holanda
Soldados alemanes en Holanda

Tras la guerra, Freddie matizó para «Vice» que, a pesar de lo que se cuenta, lo más habitual era que ella fuera la encargada de engatusar a los hombres. «Cuando éramos pequeñas ella siempre decía: “Esta es mi bella hermana”. Eso era verdad. Ella era una niña fea, pero era la valiente de las dos», explicó. En sus palabras, formaban un buen equipo. «Era muy buena para hablar en público, algo que le fue muy útil también después de la guerra. Siempre se sabía los discursos de memoria. Nunca necesitó ningún apunte», completó.

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Sin embargo, su larga lista de acciones contra el nazismo no se quedaba en ese punto. En las páginas que el « Washington Post» dedicó a Freddie tras su muerte se especifica también que dinamitaron puentes, «dispararon a los alemanes mientras conducían bicicletas» y se disfrazaron para ayudar a huir a muchos niños judíos de Holanda. Por descontado, también hicieron las veces de correo y transportaron armas de un lado a otro de la región sin levantar sospechas.

Aunque, como ellas mismas reconocieron, no eran asesinas sin corazón. En una ocasión, por ejemplo, recibieron la orden de raptar a los hijos del Comisionado del Reich en la región, Seyss-Inquart. La idea era intercambiarlos por algunos presos de la Resistencia que habían sido enviados a diferentes campos de concentración. Ellas se negaron, pues sabían que, si los germanos se negaban a cumplir sus deseos, tendrían que matar a los pequeños. «No somos Hitleritas. Los combatientes de la Resistencia no asesinan a niños», respondieron decididas.

«Cuando éramos pequeñas ella siempre decía: “Esta es mi bella hermana”. Eso era verdad. Ella era una niña fea, pero era la valiente de las dos»

Por desgracia, la tragedia sacudió a estas tres chicas en marzo de 1945, durante una misión que parecía como cualquier otra. En la tarde del día 21, Hannie (que se había teñido el pelo de negro para no llamar la atención de sus enemigos), transportaba un paquete con periódicos clandestinos cuando un grupo de soldados teutones le dio el alto en un control de Haarlem. La pintura de la cabellera no la salvó. Fue capturadainterrogada torturada con el objetivo de que desvelara dónde diantres se hallaban sus colaboradoras. No lo hizo. Su lealtad fue absoluta. Aunque eso le costaría la vida.

«El 17 de abril de 1945, tres semanas antes de la liberación de los Países Bajos, Hannie Schaft fue llevada hasta las dunas de arena cercanas a Bloemendaal. Un oficial alemán de la SS le disparó, pero solo le rozó la sien. “¡Yo soy mucho mejor tiradora!”, le espetó Hannie. Entonces, un agente del NSB sacó una ametralladora y abrió fuego. Hannie estaba muerta. Su cuerpo fue enterrado a poca profundidad. Tras la guerra, los cuerpos de más de 400 resistentes fueron encontrados en esas dunas, todos hombres salvo una mujer: Hannie Schaft», añade la autora.

La «Chica del pelo rojo» se convirtió desde ese momento en una leyenda para la Resistencia holandesa. Truus, por su parte, dedicó su vida adulta a trabajar como artista y a elaborar esculturas inspiradas en su etapa como guerrillera. Murió en 2016. Freddie pasó sus traumas «casándose y teniendo bebés». Falleció en 2018, y con ella se marchó uno de los últimos testigos del RVV.

Origen: Segunda Guerra Mundial: Las niñas de la Resistencia que asesinaban nazis tras prometerles sexo: «Era un mal necesario»

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