TODOS LOS ROSTROS: Se las rapaba, se las purgaba, se las violaba, les robaban… Después se las fusilaba: La Memoria al servicio de la Justicia. Día 197.
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Memoria visual de los presos antifranquistas y de los represaliados por el fascismo y el franquismo en la España de la guerra civil y postguerra
La mujer resistente, la arrojada izquierdista víctima primera de los desmanes, la fiel compañera comprometida con su ideal y el del disidente, la miliciana valiente, la médico y enfermera, la estoica esposa a la puerta de la cárcel, la viuda doliente, la madre que también hace de padre reinventando un presente de ausencias y soledades, la republicana… De ella he hablado y ella mi guía ha sido para dar forma a la narración de sus vicisitudes y para observar casi furtivamente el sufrimiento en su rostro a lo largo de cientos de fotografías publicadas en esta página. Algunas de ellas, pueden verse pulsando sobre sus enlaces:
– Las represalias se ceban en las mujeres
– 116 mujeres y 56 niños, muertos en la Prisión de Saturrarán
– Las mujeres no se arredran
– Los niños perdidos del franquismo
– Las represaliadas por el franquismo sufrieron por rojas y por mujeres
– Tomasa Cuevas, Juana Doña y otras Presas políticas del franquismo
– Prisión de Mujeres de Las Ventas, Madrid
– La terrible prisión de Les Corts, Barcelona
Pero quizás fue la terrible visión de sus cráneos, de sus cabezas rapadas, lo que más impresionó al lector ¡y a las lectoras! de los breves entradas de TODOS LOS ROSTROS (ver Rapadas por ser rojas y republicanas), porque siendo poco más que una colección de imágenes comentadas de forma subjetiva, no había nada de ficción en la espeluznante descripción de aquel horror ahito de muerte y represión. El impacto causado por aquellas fotografías persistará constante por siempre en mi recuerdo, pero se acentúa aún mas cuando tropiezo con alguna detallada reseña sobre las torturas a las que fueron sometidas aquellas dignas mujeres, muchas en víspera de su inminente asesinato.
La que contiene el libro autobiográfico «El secretario. Revelaciones sobre la guerra civil en Badajoz», de Enrique Santos (reproducidas por Francisco Espinosa, en su «La columna de la muerte») me parece aterradora. Versa sobre un sucedido en San Vicente de Alcántara. Véase: «La mayoría de los huidos capturados eran fusilados en el mismo lugar en que eran encontrados. Mujeres y niños padecieron también aquella furia. A estas mujeres y niños se les aplicaba castigos más suaves: se le rapan la cabeza dejándoles sólo en lo alto un mechoncito para adornarlo con lazos rojos. Así se les paseaba por la calle haciéndoles levantar el puño como señal de la ideología extremistas de izquierda. Otro de los leves castigos fue el de las purgas con aceite de ricino… Los desfiles procesionales de mujeres y niños pudo contemplarlos este narrador en Valencia de Alcántara, San Vicente de Alcántara y Alburquerque. En la primera de dichas localidades, uno de los muchos desfiles que se celebraron fue el siguiente: anudadas fuertemente a una larga soga caminaba una hilera de mujeres con alguna de sus hijas –no mayores de cinco o seis años– luciendo sus cabezas afeitadas sus lazos rojos sus vestiduras rasgadas. A uno y otro lado los verdugos con látigos, fustas y palos propinándoles constantes golpes y obligándolas a decir en voz alta «¡somos comunistas!». Si aquellos gritos no se pronunciaban con la suficiente energía, los látigos se encargaban de que lo fueran… Se inician las detenciones, las purgas, los malos tratos, los paseos. Ningún detenido es sometido a procedimiento. No se estila. Se persigue indiscriminadamente sin interrogatorio, sin declaraciones, sin derechos humanos. A algunas jóvenes se las violaba, se les robaban sus alhajas, después se las fusilaba… Una especie de «comisión de limpieza» determina quienes deben desaparecer, dentro de los que no han huido. Algunos detenidos pasan por la sacristía convertida en sala de torturas. Don Facundo [el cura], que ha vuelto, ayuda o al menos tolera. Y de allí, a la fosa común. Hay constantes paseos…».
Se cuidaron mucho los fascistas españoles de no fotografiar o reproducir el instante mismo en el que la mujer republicana es torturada. Pero la visión de las rapadas de Montilla o de Oropesa y la impactante experiencia de contemplar con empatía sus despavoridas miradas y ver en ellas el espanto que anida en sus ojos, marca e impide olvidos y desmemorias. Pero para aquellos corazones duros, inconmovibles ante el dolor ajeno, dejo aquí una selección del mismo espanto y la misma liturgia atormentada, sólo que en la Francia de 1944, tras la derrota en suelo galo de los nazis y las gráficas represalias sobre cualquier mujer que hubiera tenido relación real o imaginada con algún soldado alemán. Os aviso, el horror que aquí ves es aprendiz en ciernes del sufrido en suelo hispano. A ambos y a todos los que vengan después les cantó Georges Brassens en «La Tondue» (La rapada). La versión que traigo es en castellano, traducida e interpretada por Horacio Cerván.
Fuente: elbauldejosete.wordpress com
Fuente: http://victoriarolanda.com.ar
Fuente: http://victoriarolanda.com.ar
Fuente: peru.com
Foto de Robert Capa. 1944. Fuente: seminariofascismo.wordpress.
Foto de Robert Capa. 1944. Chartreuse. Represalias contra una mujer francesa que tuvo un hijo con un aleman. Fuente: visionesdelacrueldad.blogspot.com
Fuente: www.blogodisea.com
Fuente: www.lasegundaguerra.com
Fuente: www.lasegundaguerra.com
Fuente: www.taringa.net
Fuente: www.taringa.net
Fuente: www.uypress net
«La Tondue» (La rapada), de George Brassens. Versión en castellano traducida e interpretada por Horacio Cerván