29 marzo, 2024

Tounens, el francés que quería ser rey de los mapuches

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Pueblos guerreros y amantes de su independencia, mapuches y pehuenches son los habitantes originarios de la Araucanía chilena. Resistieron en la llamada guerra de Arauco frente a los españoles en su conquista de Chile. La batalla de Curalaba, de 1598, donde el gobernador del reino de Chile, el vasco Martín García Óñez de Loyola, perdió la vida, sella la derrota de las tropas españolas.

Se llegó a decir que la lucha contra los pueblos mapuches les supuso a los españoles más gasto militar que toda la conquista de América. Resistieron igualmente durante el período colonial chileno y después de la guerra de Independencia (1810-18).

Hasta 1883, la Araucanía constituye un territorio libre, delimitado por la frontera del río Biobío. Transcurrido menos de medio siglo desde la independencia de Chile y Argentina de España, ambas repúblicas se preparan para apoderarse del territorio mapuche por la fuerza.

Batalla entre españoles y mapuches durante la guerra de Arauco, por Alonso de Ovalle.

Batalla entre españoles y mapuches durante la guerra de Arauco, por Alonso de Ovalle. (Dominio público)

En este contexto de extrema tensión aparece Orélie-Antoine de Tounens. En la primavera de 1857, tras seis años de ejercicio profesional como abogado, monsieur Tounens da un repentino cambio a su vida. Cierra su bufete en la rue Héras de la ciudad de Périgueux y, con veinticinco mil francos retirados de la cuenta conjunta de la familia, lo que la abocaba casi a la ruina, pone rumbo a Inglaterra.

Orélie-Antoine fue el octavo hijo de una familia de granjeros. Nació el 12 de mayo de 1825 en Tourtoirac, en la región de Aquitania. Ambicioso, soltero, iluminado, megalómano y masón, tenía barba y una llamativa cabellera negra. Vestía como un aristócrata y llamaba la atención su comportamiento decidido e impetuoso. Siempre había anhelado pertenecer a la nobleza, y puso todo su empeño hasta que obtuvo de la justicia francesa el derecho de anteponer a su apellido la partícula “de”.

De Périgueux a la Patagonia

Influenciado por la lectura del poema épico La Araucana, de Alonso de Ercilla y Zúñiga, poeta y soldado español del siglo XVI, conoció la existencia de las comunidades mapuches del sur de Chile.

Es tal el impacto que le supone el “encuentro” con este pueblo que Tounens parece intuir que lo único que les falta es un soberano capaz de unirlos en una nación fuerte. A partir de ese momento, decide vincular su destino al de estos indígenas hasta lograr ser elegido rey de la Patagonia y la Araucanía.

Se embarca en un mercante británico, cruza el Atlántico y llega a Coquimbo, al norte de Santiago de Chile, el 28 de agosto de 1858. Allí se instala en casa de un colega masón y, sin más demora, comienza a redactar la Constitución del reino futuro. Al mismo tiempo, entabla correspondencia con un cacique mapuche, Mañil. y e

En el preciso momento en que el ejército chileno está a punto de reducir la resistencia mapuche, Orélie-Antoine pisa tierra araucana por primera vez. A través de uno de los guías se entera de la muerte de Mañil y se presenta directamente ante su sucesor, Quilapán.

La eterna leyenda indígena de un hombre blanco que pondría fin a la guerra se puso del lado de Tounens

Parece que, en este punto, los dioses se ponen claramente del lado de Tounens, y el mito viene al rescate de la realidad. Antes de morir, Mañil le había transmitido a su heredero la eterna leyenda de los indígenas sobre la eventual llegada de un hombre blanco con barba que pondría fin a la guerra y a la esclavitud de su pueblo. Así las cosas, Quilapán le presenta a sus hermanos como el salvador que esperaban para repeler al invasor.

El 17 de noviembre de 1860 se celebra una asamblea nacional mapuche en la que participan más de tres mil delegados, que incluye a los principales tokis (autoridades militares), lonkos (autoridades civiles) y machis (autoridades espirituales).

Ante tan importante auditorio, y después de proclamar un encendido discurso sobre los beneficios de la monarquía, Tounens se declara rey de la Patagonia y la Araucanía. Firma el decreto de instauración de la nueva Constitución y envía copia de todo al presidente de Chile.

Orélie-Antoine de Tounens aclamado por los jefes mapuches.

Orélie-Antoine de Tounens aclamado por los jefes mapuches. (Dominio público)

Asimismo, los patagones, ubicados en su mayor parte en la Patagonia argentina, aceptan unirse al reciente reino, y Orélie-Antoine rubrica un nuevo documento en virtud del cual se anexiona todo el territorio americano comprendido entre el paralelo 42 sur y el cabo de Hornos.

Abrumado por la magnitud de los acontecimientos, se retira a Valparaíso, desde donde anuncia a la prensa de Chile y Argentina su reciente proclamación. Escribe a un periódico de su región natal, Le Périgord, para anunciar “La Nouvelle France” como tierra rebosante de riquezas minerales.

Los servicios de seguridad chilenos logran infiltrar a un espía que se convierte en asistente del monarca

Insta al gobierno de Francia a financiar el desarrollo de la minería y la agricultura, así como a abrir una línea de vapor regular entre Burdeos y la Araucanía. Meses más tarde, Tounens regresa a sus tierras. Las finanzas reales son inexistentes, y las maniobras diplomáticas han quedado en nada.

A pesar de todo ello, la energía y el ánimo no le abandonan. Se planta frente a sus súbditos y, tras desplegar la bandera francesa, lanza arengas llenas de entusiasmo apelando a la unidad de las tribus. Sabe cómo encontrar las palabras para galvanizar a sus guerreros. Llega a hablar incluso de reunir un ejército de treinta mil hombres para, llegado el caso, defender la frontera.

El sueño se desvanece

Por su parte, el Estado chileno abraza el proyecto de integrar esta región en el territorio nacional. Preocupados por la apuesta del francés, los servicios de seguridad logran infiltrar a un espía que se las ingenia para convertirse en el asistente del monarca.

En enero de 1862, Orélie-Antoine I es secuestrado por un comando militar chileno que había penetrado en tierra mapuche bajo el disfraz de comerciantes. Se le conduce ante el gobernador de la región, Cornelio Saavedra, quien, a pesar de escuchar toda la retahíla de derechos que le otorga su cargo real, ordena que se le juzgue como a un delincuente común.

Es condenado a muerte. Al final, la sentencia será conmutada por cadena perpetua, al considerárselo enajenado mentalmente.

Encarcelado en una mazmorra insalubre, enferma gravemente de disentería y pierde su mítica cabellera. Nueve meses después, tras su renuncia obligada al trono y gracias a la intervención de monsieur Cazotte, cónsul general de Francia en Chile, Tounens es repatriado a su país natal desde Valparaíso en octubre de 1862. Los gobiernos de Chile y Argentina le declaran persona no grata y le prohíben la entrada a ambos estados.

En el exilio en París, con la salud y la cabellera recuperadas, intenta sin mucho éxito atraer financiación para restaurar la monarquía austral y devolver a Francia su presencia en esta parte del mundo. Será su familia, muy a su pesar, quien financie el regreso de Su Majestad al Reino de la Patagonia y la Araucanía.

En realidad, lo intentó en tres ocasiones, y todas ellas acabaron con Orélie-Antoine detenido y enviado de vuelta a Francia. La primera, en 1871, tras no recibir el apoyo indispensable de los mapuches. Estos se sintieron traicionados por su líder, al no llegar nunca las armas y munición que les había prometido. Abandonado a su suerte, fue detenido antes de alcanzar suelo chileno.

Debilitado y moralmente hundido, se retiró a Tourtoirac a casa de su sobrino Jean, donde murió

La segunda, en 1874, cuando, a pesar de su disfraz para pasar desapercibido, con gafas oscuras y el nombre falso de Jean Prat, fue reconocido por un coronel argentino con quien había tratado tres años antes.

La última se encuentra sujeta a distintas hipótesis, desde un grave bloqueo intestinal debido a la dieta extrema de carne, propia de los gauchos, hasta un envenenamiento por parte de sus hermanos masones por haber renegado de sus votos.

Sea como fuere, en 1877 aparece gravemente enfermo en un hospital de Buenos Aires. Tras unos días ingresado, es repatriado a Francia por última vez en un vapor de Messageries Maritimes. Debilitado y moralmente hundido, se retiró a Tourtoirac a casa de su sobrino Jean, donde falleció en la más absoluta pobreza.

El pequeño cementerio de la localidad de Tourtoirac recibe numerosas visitas que se detienen ante una lápida con la siguiente inscripción: “Aquí reposa De Tounens Antoine Orllie [sic] 1.º, Rey de la Araucanía y de la Patagonia. Muerto en Tourtoirac el 17 de septiembre de 1878”.

Achille Laviarde, sucesor de Tounens.

Achille Laviarde, sucesor de Tounens. (Dominio público)

La historia del Reino de la Patagonia y la Araucanía se limita a un listado de herederos al trono que llega hasta nuestros días. Tres años después de la muerte de Orélie-Antoine, se presenta como sucesor Achille Laviarde. Argumenta tener en su poder un documento en el que Tounens le nombra heredero, en virtud del cual se proclama como Achille I. Frédéric Luz (Frédéric I), escritor y heraldista francés, es el actual pretendiente.

Origen: Tounens, el francés que quería ser rey de los mapuches

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