28 marzo, 2024

Trabajo: Estas fueron las sabias y elegantes últimas palabras de Einstein . Noticias de Alma, Corazón, Vida

Trabajo: Estas fueron las sabias y elegantes últimas palabras de Einstein . Noticias de Alma, Corazón, Vida. Einstein pensaba que su labor como científico no podía desvincularse de su labor como ciudadano, algo que tuvo claro hasta el final de sus días. Su ética de trabajo fue siempre impecable

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Albert Einstein no sólo formuló la teoría científica más importante del siglo XX, además, al contrario que muchos compañeros de profesión, fue un hombre integro en cuestiones éticas y políticas.

Como narra Philip Ball en el fantástico libro Al servicio del Reich. La física en tiempos de Hitler (Turner), Einstein fue el único físico relevante que criticó abiertamente a los nazis desde que supo de su existencia. Cuando Hitler conquistó el poder en Alemania el físico se encontraba de viaje a Estados Unidos y anunció que nunca volvería al que había sido su país de acogida hasta que no se restituyesen “la libertad civil, la tolerancia y la igualdad ante la ley”, lo que le convirtió en uno de los enemigos declarados del Tercer Reich.

Y sí, Einstein era judío, pero a diferencia de muchos compañeros (de trabajo y de “raza”, como dirían los nazis) denunció lo que consideraba injusto sin titubear, algo que no hicieron desde el principio muchas judíos alemanes relevantes, que pensaban que el nacionalsocialismo sería sólo una locura transitoria. Enistein, además, no se casaba con nadie. Con anterioridad, antes de que el antisemitismo se generalizara en una Europa enferma, Einstein se había opuesto a la Primera Guerra Mundial y, más adelante, pese a ser un convencido sionista, criticó la conveniencia de crear el estado de Israel, apostando por la unión de árabes y judíos, “para llegar a una comprensión recíproca”.

Einstein pensaba que su trabajo como científico no podía desvincularse de su labor como ciudadano, algo que tuvo claro hasta el final de sus días. Aunque formuló su teoría de la relatividad en 1915 y en 1921 ganó el premio Nobel, siguió trabajando en su campo de estudio más de 40 años, a sabiendas de que era imposible llegar más alto.

Albert Einstein en su despacho. (Lucien Aigner/CORBIS)
Albert Einstein en su despacho. (Lucien Aigner/CORBIS)

El último día de Albert Einstein                                                           

Einstein trabajó hasta el momento de su muerte, pese a que sufría una dolorosa enfermedad, un aneurisma de aorta abdominal, que le provocaba graves ataques que duraban dos o tres días, cada tres o cuatro meses. En 1948, siete años antes de que falleciera, le operaron para impedir que el aneurisma que tenía, “del tamaño de un pomelo”, se rompiera.

Su salud desde entonces fue muy precaria, pero aun así publicó investigaciones durante los 50 y estuvo trabajando hasta el momento mismo de su muerte, en 1955. Así lo atestiguó Ralph Morse, el histórico fotógrafo de la revista LIFE que inmortalizó su despacho tal como lo había dejado el físico el mismo día en que Einstein dejó este mundo.

“Ya he hecho mi parte. Es hora de irse y lo haré con elegancia”.

Morse recibió una llamada de la redacción de LIFE avisándole de que Einstein acababa de morir en el Hospital de Princeton. Morse se desplazó allí lo más rápido posible pero, al llegar al hospital, vio una marabunta de periodistas y un caos tremendo y tuvo otra idea. Compro una caja de botella de whisky y fue a la oficina de Einstein en el Instituto de Estudios Avanzados.

“Sabía que la gente iba a ser reacia a hablar, pero la mayoría de personas agradecen una botella de alcohol, en vez de dinero, a cambio de su ayuda”, explicó Morse en LIFE, poco antes de fallecer. “Así que logré acceder al edificio, encontrar al superintendente y, tras ofrecerle una botella, me abrió la oficina”.

Morse tomó entonces la que es ya una de las imágenes icónicas de la carrera de Einstein. Aunque el fotógrafo no pudo dar su grandísima exclusiva –el editor de LIFE de aquellos años, Ed Thompson, decidió renunciar a ella por respeto a la familia–, la instantánea se publicó el pasado año y muestra el despacho del físico repleto de papeles.

El día de su deceso, Einstein estaba trabajando en un discurso que tenía que dar en la televisión israelí y se llevó el borrador al hospital para seguir escribiéndo allí. Sólo unas horas antes de su muerte los médicos le propusieron probar una nueva cirugía experimental como último recurso para extender su vida. Pero el físico se negó: “Ya he hecho mi parte. Es hora de irse y lo haré con elegancia”. Fue la última decisión que tomó en su vida.

Einstein se fue de este mundo orgulloso de sus contribuciones y hasta el final tuvo claro uno de sus principios fundamentales, que consta en una de sus más famosas citas: “No intentes convertirte en un hombre de éxito, mejor conviértete en un hombre valioso”.

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