Tvs Pueblo: El carpintero venezolano que se convirtió en comunicador popular – RT
Una casualidad le puso en las manos una cámara de video casera. Comenzó registrando las reuniones de su Consejo Comunal. Hoy, son un aguerrido medio comunitario que forma a jóvenes del barrio La Pastora de Caracas, en la tarea de contar a la Revolución Bolivariana.
Thank you for reading this post, don't forget to subscribe!A los 13 años, la mayoría de los niños venezolanos no tiene más obligaciones que estudiar y jugar.
Con esa edad, casi todos cursan el tercer año de la secundaria. Muchos navegan el desarrollo. Con esa edad, algunos chicos que juegan al béisbol son captados por reclutadores de los equipos estadounidenses y se convierten en eso que llaman «protegidos».
Pero con esa edad, Franklin Prieto ya se había convertido en carpintero.
Tenía en sus manos las herramientas necesarias para crear y para vivir. Él hizo aquello que predicó Simón Rodríguez, maestro de otro Simón, Bolívar: «Los varones deben aprender los tres oficios principales: albañilería, carpintería y herrería».
Del oficio de carpintero supo, en 30 años corridos, todo lo que debía. Aprendió a reconocer, como escribió Eduardo Galeano: «las maderas por el olor, de qué árboles vienen, qué edad tienen, y oliéndolas sabe si fueron cortadas a tiempo o a destiempo y les adivina los posibles contratiempos».
Pero a Franklin, ser carpintero le enseñó mucho más: «A tener disciplina, plantearse retos y superarlos; a armar y desarmar mil veces una pieza hasta que quedara chévere».Le enseñó, el valor incalculable de la paciencia y sobre todo, le dio el pan.
Labrando la madera, se independizó de su familia y formó una propia.
Venezuela 1999
Cuando en Venezuela colapsó la democracia representativa, finalizando la década de 1990, una vorágine arrastró hacia un barranco a todo aquel que no tuviese de donde asirse: los pobres.
Las escuelas de artes y oficios fueron cerradas, vendidas las empresas públicas y, un aguacero de productos importados, de esos prefabricados, liquidó la manufactura artesanal.
Aquella situación quedó mejor retratada, el día que Hugo Chávez asumió la Presidencia de Venezuela en 1999. En su discurso ante el entonces Congreso dijo:
«Nuestra Patria hoy está herida en el corazón, nosotros estamos en una especie de fosa humana. Por todas partes hay niños hambrientos, índices macroeconómicos sí -aquí tengo algunos, no los voy a leer, los sabemos, los conocemos en libros, en estudios- y ya me suenan fríos a mí (…) uno llora cuando consigue los niños limpiando las tumbas de los cementerios, porque de eso viven, como vi en Barinas el 2 de enero cuando fui al cementerio a ponerle una corona a mi abuela Rosa Inés y salieron unos niños a decirme: Chávez, no hay tumbas para limpiar, tenemos hambre (…) El doctor Arturo Uslar Pietri decía hace unos años atrás, que aquí en Venezuela se evaporaron quince planes Marshall con los cuales se hubiesen reconstruido quince Europas».
Buhonero
Franklin recuerda que estaba en su casa viendo a Chávez por televisión y se preguntó lo mismo, «¿Ah dónde carajo se fue ese dinero?». Él fue uno de los millones que le dieron la victoria electoral al Comandante y ahora que era presidente respiraba esperanzado, «pero la situación era muy jodida».
Un par de años atrás se había visto obligado a abandonar el taller de carpintería y transmutarse buhonero, nombre que le asignan en Venezuela a los vendedores callejeros.Para cuando la Revolución Bolivariana se instalaba en la Presidencia, él también lo hacía, pero una acera de la avenida Sucre de Caracas, muy cerca del centro de la ciudad.
Se trata de un sitio codiciado para las ventas callejeras, por la cantidad de gente que transita por allí. Es que esa avenida Sucre de Caracas, es el eje vial fundamental de la Parroquia con el mismo nombre. La avenida nace donde termina el palacio presidencial, atraviesa una enorme favela llamada ‘Catia’ y termina en la autopista que baja a las costas del mar Caribe.
Franklin era apenas uno, de los miles de venezolanos, arrastrados a vender baratijas en las calles gracias a las bondades del libre mercado. Sin otro trabajo al que poderse dedicar, los buhoneros se multiplicaron en las calles y ocuparon las aceras.
La calle es ruda
Aunque «eso de ser buhonero no es mantequilla», relata Franklin a RT. «Se trabaja a la intemperie, sin baños a los que acudir. Comiendo sin privacidad, toreando a policías enviados a desalojarlos, a rateros (ladrones) que buscan pescar en ríos revueltos y teniendo que cumplir con la máxima de que el cliente siempre tiene la razón».
Muchas esferas más arriba, esos mismos días, Hugo Chávez pedía ayudas para poder pagar sueldos y salarios, ya que recibió todas las cuentas del gobierno en rojo y mientras, sacaba a los militares de los cuarteles para trabajar con el pueblo en tareas urgentes, en un plan llamado: Bolívar 2000.
A todas estas, el carpintero que habita en Franklin volvía a filas. Decidió diseñar una especie de quiosco desarmable, que le permitiera ahorrar espacio en la acera, «colaborar» con el ornato y elevar la mercancía del suelo para mostrarla mejor».
Los quioscos desarmables de Franklin Prieto llamaron la atención de transeúntes y algún que otro periodista de la ciudad.
Entrevistado
-¡Epa panita! ¿Te puedo hacer una entrevista?
-¿Y dónde va a salir eso? –Preguntó Franklin.
-En Infocoas. Somos un periódico comunitario.
-Y ¿Qué vaina es esa? –Dijo extrañado
Lo abordaba un tipo como él. No estaba encorbatado como los que salen en la televisión, no tenía toda la parafernalia que usan los periodistas y quería saber cosas que no le interesan a los llamados ‘grandes medios’.
Franklin quiso aclarar el asunto:
-Pero, ¿tú eres periodista?
-¡No! –Contestó Elvis. –Soy comunicador popular…
La oportunidad
Aquella conversación no dejó de darle vueltas en la cabeza durante muchos meses. Luego una serie de eventos se conjugaron en los días del carpintero.
Involucrase en la organización de sus compañeros buhoneros, le hizo de pasadizo a la organización política y social propuesta por Chávez.
«He sido militante en todas las experiencias de organización comunitaria que ha ensayado la revolución. Y siempre me preocupó que nadie tomaba una foto de todo lo que hacíamos», relata Franklin.
Una tarde cualquiera, un amigo le mostró una cámara de video Handycam que usaba para grabar bautizos y fiestas de 15 años. «Así que se la pedí prestada. Me dio unas instrucciones breves y dos días después hice mi primer video en una asamblea de la comunidad».
¡Grabando!
La primera entrevista la hizo imitando aquella realizada por el compañero que lo abordó en la calle. «También, como veía que las hacen en televisión», dice sonriendo.
No sabía nada de técnica audiovisual. Lo ayudaron a editar el video con un programa de uso casero llamado ‘Movie Maker’.»Después de horas tratando de armar algo, subimos nuestro primer video a la plataforma YouTube».
Ese video le valió la simpatía de sus compañeros de militancia y mientras los compromisos sociales del dueño de la cámara lo permitían, él seguía usando la camarita de video en asambleas y actividades de calle.
«Andábamos como unos loquitos. No éramos una organización, no teníamos pensado ser un medio formal de comunicación, pero nos atrapó el trabajo con la camarita de video. De nosotros se reían. Pero ignoré las críticas, yo me la pasaba viendo televisión para fijarme en cómo hacían las cosas. Lo que pasa es que me di cuenta que esas formas que yo veía, no nos servían a nosotros para contar lo que hace el pueblo todos los días».
Una ayuda
Las grabaciones del ‘camarada Franklin’ se volvieron populares entre los compañeros del partido en la parroquia La Pastora de Caracas. Él mismo se imponía tareas, pautas las llaman los periodistas, y así, sin buscarlo, una tarde recibió una llamada del Gobierno del Distrito Capital.
«Querían saber si nosotros, (ya se habían unido dos de sus hijos y otros chicos del barrio), teníamos un proyecto. Yo les dije que sí, pero no era cierto. Entonces empezamos a escribir algo. Y ¿sabes qué? Nos apoyaron, creyeron que nosotros, unas personas de barrio, podíamos. Con el financiamiento recibido logramos comprar dos cámaras, dos computadoras para editar y dos motos para movilizarnos».
De esa manera nació Tvs Pueblo, con un carpintero: camarógrafo autodidacta y un grupo de jóvenes del barrio, (hoy suman 10), que se constituyeron a pura voluntad, en un canal de televisión por Internet y todo su material audiovisual se consigue en YouTube.
Para Franklin una de las cosas más difíciles no ha sido aprender la parte técnica de hacer televisión, «ha sido más duro el trato de los periodistas de los medios privados. Como no somos periodistas de universidad, lo miran a uno por encima del hombro», dice.
Pero no es solo un desprecio hacia Tvs Pueblo, los medios comunitarios fueron estigmatizados por la prensa formal, incluso antes de ser formalizados por la Revolución Bolivariana.
Tv del pueblo de Caracas
Hoy, Tvs Pueblo hace vida en un sector del centro de Caracas que se llama ‘Manicomio’, porque allí queda el hospital psiquiátrico. Fue uno de los directores de este centro de salud, un médico revolucionario, quien les cedió una estructura, tipo galpón, que no se usaba. Entonces ellos mismos se encargaron de limpiar, pintar y alumbrar el sitio.
«Estas luces que ves acá», señala Franklin al techo, «eran las de mi taller».
Tvs Pueblo nació formalmente en el año 2011, de la inquietud de un carpintero para registrar el tránsito de un grupo de vecinos a la constitución de un Consejo Comunal.
Ahora son más que la televisora de su barrio, son comunicadores militantes de los medios de comunicación populares que soñó Hugo Chávez.
Ernesto J. Navarro
Origen: Tvs Pueblo: El carpintero venezolano que se convirtió en comunicador popular – RT