23 noviembre, 2024

Un experto resuelve en ABC el gran debate: «¿El mejor tanque de la IIGM? No tengo dudas»

Panzers en combate durante la IIGM - ABC
Panzers en combate durante la IIGM – ABC

Aunque se suele considerar el Tiger I como el acorazado más letal, James Holland considera que otro le superaba

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El tanque Tiger era una mole que encogía los corazones y estrechaba los pulmones. Colosal, con un cañón de 88 mm que hacía estremecerse al enemigo y no excesivamente lento, parecía el arma ideal. A cambio, el pequeño Sherman M4 nunca ha gozado de buena fama. De escueta coraza y modesta artillería, no suponía un quebradero de cabeza para las unidades blindadas del Tercer Reich. Sin embargo, James Holland –presentador de ‘Megaestructuras nazis’– tiene claro cuál fue el mejor. No solo de ambos, sino de toda la Segunda Guerra Mundial. «El norteamericano era un blindado rápido, sencillo de conducir, no demasiado pesado y se podía producir en masa», narra a ABC durante la presentación de su nuevo libro, ‘Sicilia, 1943’.

Y lejos de quedase en el titular, nos explica la causa…

[Puede leer la entrevista al final del reportaje]

Producción en cadena

El Sherman M4, en sus cuasi infinitas variantes, fue el carro de combate más utilizado por los aliados occidentales durante la Segunda Guerra Mundial. Fue alumbrado a principios de la década de los cuarenta, cuando la caída de Francia a manos de la ‘Wehrmacht’ germana convenció a los norteamericanos de que debían adaptarse a las doctrinas acorazadas que bullían en Europa. El encargado de idear el nuevo sistema de combate fue el general de división Lesley McNair. En contra de las ideas expuestas por algunos genios de los blindados como Otto Carius, él era partidario de que los tanques no debían enfrentarse a sus iguales. Esa era tarea para los cazacarros, menos móviles, pero más efectivos al disponer de cañones más poderosos.

Para McNair, los carros de combate contaban con dos funciones principales. En primer lugar, acabar con la infantería contraria y apoyar a la propia durante los avances. En segundo término, aprovechar su velocidad para explotar las rupturas que provocaran los soldados a pie en el frente. Lo que había hecho, hasta entonces, la caballería. Así lo explica el popular historiador especializado en la Segunda Guerra Mundial Steven J. Zaloga en ‘The Sherman tank’: «Una vez asegurada la brecha tras la ruptura, las divisiones acorazadas se derramarían por ella para causar estragos en la retaguardia enemiga, destruyendo los refuerzos, desorganizando la estructura de mando y obligando a la infantería enemiga a huir o ser diezmada». Su idea era opuesta a la de los alemanes, que siempre vieron los Panzer como unos arietes capaces romper las líneas con su potencia de fuego.

El Sherman nació de esa necesidad. Se ideó como un carro de combate rápido que pudiese fabricarse en masa; un blindado fácil de producir por la industria norteamericana y lo bastante ligero como para ser transportado a través del Atlántico sin causar problemas. Al fin y al cabo, su idea no era acabar con los pesados tanques germanos –tarea que correspondería a las dotaciones de artillería o a los cazacarros–, sino presionar a la infantería. Así lo explicó un informe del estado mayor de McNair cuando se le propuso idear un vehículo pesado que se pudiese enfrentar a las moles nazis, los Tiger I y II: «El M4 constituye una combinación ideal de movilidad, fiabilidad, velocidad, protección y potencia de fuego. Nuestras fuerzas no temen al Tiger. Los cañones contracarros, en número suficiente, pueden acabar con ellos. La concepción de un duelo carro contra carro es errónea».

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Tanques germanos en el frente ruso
Tanques germanos en el frente ruso – ABC

Desde el punto de vista de la doctrina era idóneo, aunque, en la práctica, los cazacarros no daban abasto a la hora de dar cuenta de las moles de Adolf Hitler. Eso dejaba a los Sherman vendidos. Su potencia básica de fuego –un cañón M3 de 75 mm, sustituido después por uno de 76 mm– le permitía enfrentarse a los Panzer IV a las distancias habituales de combate. Pero el cuento cambiaba cuando se topaba con los pesados Tiger I. Su versión más extendida no podía penetrar su arco frontal a ningún alcance. Tan solo las mejoradas podían atravesar sus defensas, y lo hacían a menos de 1.200 metros y con algo de suerte. Contra el Panther (Panzer V) sucedía otro tanto, aunque este tipo de blindado era todavía más raro de ver en la Segunda Guerra Mundial. «Su única opción era arrollarles por la pura fuerza del número, maniobrar hacia su flanco, más débil, e intentar acabar con ellos», añade Zaloga.

Si bien tampoco contaba con un amplio blindaje, lo que no se le puede negar son su movilidad y su velocidad. Esta se hallaba a la altura de los más modernos Panzer V. Al menos sobre carretera, ya que estos últimos les superaban de forma amplia al surcar el barro. Quizá su mayor activo fue la cantidad ingente de Shermans que los norteamericanos pusieron sobre el campo de batalla. De los 88.610 carros de combate que produjo Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial, dos tercios de ellos fueron de esta ‘familia’. En ‘Tank men: la historia humana de los tanques en la guerra’, Ian Kershaw recuerda que los alemanes solían decir que un Panther podía dejar fuera de combate a diez Sherman. A cambio, siempre había alguien que respondía de forma irónica: «¡Ja, pero siempre tienen once!».

La potencia alemana

A cambio, el carro de combate Panzer VI era un auténtico fortín con orugas. En palabras de Tom Jentz y Hilary Doyle, autores de ‘El temible Tiger I’, tenía unas dimensiones de 3,70 metros de anchura por 8,45 metros de longitud total; unas cifras incomparables con las del Sherman, de 2,62 metros por 5,84 metros. Y otro tanto pasaba con su peso, 57 toneladas por las 30 del vehículo que formaba la columna vertebral norteamericana. A pesar de su tamaño, no era demasiado lento. O al menos, así lo afirma el ‘as’ de los tanques germano Otto Carius en sus memorias: «Podíamos conducir a 45 kilómetros por hora en carretera, o a 20 campo a través.». Nada que envidiar a los 50 kilómetros por hora del que, posteriormente, sería uno de sus principales enemigos.

La estructura del Panzer VI estaba defendida por planchas de 100 milímetros en el frontal, y de 60 milímetros en los laterales. Grosor que hacía casi imposible que pudiese ser dañado por la mayoría de los tanques medios de los aliados o sus cañones de infantería. «El blindaje de protección de los costados y de la parte trasera era suficiente para eliminar toda amenaza seria de los cañones contra carro de 75 mm norteamericanos o de 76 mm soviéticos, a las distancias normales de combate», completan los expertos.

Carro de combate soviético
Carro de combate soviético – ABC

Las estadísticas son letales para los estadounidenses. El historiador Bryan Perrett confirma en su libro ‘Tank Warfare’ que los Tiger I podían destruir a los Sherman a una distancia de hasta 3.000 metros, aunque con algo de suerte. A su vez, explica que la mayoría de los carros de combate aliados no podían atravesar el grueso blindaje frontal de los Panzer VI, por lo que solían acercarse mucho a ellos para tratar de rodearles y dispararles por su retaguardia. Sin embargo, los combates no eran como los vemos hoy en las películas, sino que los vehículos se avistaban a unas distancias de, como mínimo, un kilómetro y medio antes siquiera de poder reaccionar. Y eso daba una ventaja clara a los nazis.

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Otto Carius, por su parte, fue mucho más comedido en las cifras que aportó en sus memorias: «Nuestros oponentes más peligrosos en Rusia eran los “T-34” Y “T-43”, que estaban equipados con cañones largos de 7,62 cm. Estos carros eran peligrosos para nosotros a 600 metros por la parte delantera, a 1.500 por los lados y a 1.800 por la parte trasera. Si los alcanzábamos en un lugar adecuado, podíamos destruirlos a 900 metros». A pesar de todo, Jentz y Doyle establecen también en su obra que los Sherman norteamericanos equipados con un cañón de 76 mm y los T-34/85 soviéticos (estos últimos, una evolución mejor armada de los T-34) tenían la capacidad de dañar a los Tiger I, aunque a una distancia corta.

Sin embargo, estas posibilidades se daban solo sobre el papel. Y es que, en el caso americano, todos los blindados que desembarcaron en Normandía contaban con un arma inferior a los 76 mm en su torreta. ¿Cómo es posible, entonces, que Holland considere a los Sherman mejores? En sus palabras, por los pocos Tiger I que se fabricaron durante la Segunda Guerra Mundial –menos de un millar y medio–, su dificultad para ser reparados en mitad de la batalla y la imposibilidad de que fueran transportados por trenes debido a sus gigantescas orugas.

«El Sherman era mejor en su conjunto»

¿Qué opina de aquellos que piensan que el Sherman fue uno de los peores carros de combate de la IIGM?

¿Cómo pueden decir eso? Fue uno de los más producidos, con 49.000 unidades. Como el STUG, que guarda muchas similitudes con él. A cambio, tan solo hubo 1.347 Tigers. Y de ellos, más del 50% quedaron inhabilitados por fallos mecánicos. Eso no dice mucho de la brillantez de los tanques alemanes.

¿Qué ventajas tenían los Sherman?

Que podían desplazarse de manera muy efectiva. Cuando avanzas, el enemigo va a hacer estallar puentes y va a poner obstáculos en tu camino mientras retrocede. Eso te va a obligar a levantar pasarelas para superar los ríos. La manera más sencilla en la Segunda Guerra Mundial era construyendo un ‘Class 40 Bailey bridge’. Y solo aguantaba 40 toneladas. ¿De qué te sirve tener un carro de combate de 130 toneladas si no puede atravesar una corriente de agua? Un Sherman apenas pesaba 30. Fue un tanque concebido por y para el ejército de los EEUU.

¿Qué características deberíamos tener en cuenta en un tanque?

Desde luego no solo en términos de tamaño. No debe importar cuál tiene el arma más grande o la armadura más gruesa. Debes mirarlos como un todo en el que primer la practicidad. Son vehículos muy sofisticados y, en tiempos de guerra, lo que más te beneficia es lo más sencillo. Porque no se rompe y, si lo hace, lo puedes reparar de forma rápoda. Los Panzer alemanes y sus Tiger ignoraban este mantra. De hecho, lo hicieron peor todavía produciendo los Tiger II, que eran todavía más colosales y complejos.

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¿Eran los Sherman fiables?

De una forma increíble. Era muy manejables y podían moverse muy rápido. Además, contaba con un estabilizador que le permitía apuntar mucho más deprisa que cualquiera de sus equivalentes y disparar en movimiento. Aunque lo cierto es que no hubo muchos combates de tanque contra tanque, y, cuando los hubo, el primer en golpear solía ser el que ganaba. Daba igual que estuvieras en un Sherman o en un Tiger.

Entonces… ¿fue el Sherman el mejor?

Mi conclusión: en conjunto, el Sherman fue el mejor tanque de la Segunda Guerra Mundial. El Tiger era demasiado complejo, demasiado sofisticado a nivel mecánico, poco fiable y no estaba en condiciones de hacer el trabajo para el que estaba destinado.

Tanque Sherman
Tanque Sherman – ABC

¿Conoce algún combate en el que un Sherman acabara con un Tiger?

Sí. Un ejemplo. El 26 de junio de 1944, John Semkem comandaba un tanque Sherman cuando, al final de la calle, se topó con un Tiger. La distancia entre ellos era de unos 200 metros. ¿Quién crees que ganó? Semkem ya tenía preparado un proyectil perforador, por lo que solo tuvo que disparar. Le dio de lleno y acertó en el artillero. El conductor quedó también incapacitado por las esquirlas durante 30 segundos. En ese medio minuto de desconcierto, el Sherman disparó diez veces más a su enemigo. ¿Cuántas disparó el Panzer? Cero. Al final, los alemanes salieron del acorazado y se rindieron.

¿Dónde queda en esta ecuación en Panzer IV?

Es cierto. Era un muy buen tanque en conjunto, y el único que seguía en producción en 1945. El problema que tenían los alemanes es que, aunque todo el mundo hablaba de las máquinas de guerra nazis, en realidad no estaban tan mecanizados como el mito sugiere. En 1939 había 106 italianos por cada vehículo motorizado en Italia. A cambio, solo 47 en Alemania,14 en Gran Bretaña, 8 en Francia y 3 en Estados Unidos. Es decir, que el Reich adolecía de talleres, piezas, garajes y hasta buenos conductores. Al menos al empezar la guerra.

¿Cambió eso con el paso de los años?

Bueno, incluso en 1940, cuando atacaron en el oeste, de 135 divisiones, solo 16 estaban mecanizadas. Las otras 119 dependían de caballos y de sus propios pies. A medida que la guerra progresó se fueron encontrando con contrincantes cada vez más mecanizados. Simplemente no podían competir. Por fortuna para nosotros, su solución fue hacer tanques incluso más grandes y complejos. Pero ya no tenían soldados que supieran manejarlos porque estaban todos muertos. Poco a poco dependieron más de soldados que no sabían conducir o eran adolescentes. Y poner un soldado de 18 años a manejar un Tiger es como poner a alguien que se acaba de sacar el carnet al volante de un Ferrari. No va a acabar bien.

¿El Sherman era más fácil de conducir?

Los tanques Sherman estaban basados en el mismo sistema de conducción que cualquier coche americano. Era prácticamente igual. Y te puedo decir por experiencia personal que es muy fácil de conducir. La única diferencia es que no tienes un volante, sino palancas, pero no es muy difícil de entender.

Origen: Un experto resuelve en ABC el gran debate: «¿El mejor tanque de la IIGM? No tengo dudas»

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