21 noviembre, 2024

Una mole excavada en la roca: la gran fuga de miles de presos del penal más cruel de Franco

Franco consultando un mapa de operaciones junto a oficiales de su estado mayor durante la Guerra Civíl - ABC
Franco consultando un mapa de operaciones junto a oficiales de su estado mayor durante la Guerra Civíl – ABC

Alejandro Torrús publica ‘La gran evasión española’, un concienzudo ensayo histórico sobre la huida –y posterior matanza– de dos millares de republicanos del Fuerte de San Cristóbal

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El 8 de junio de 1938, en mitad de unos combates que desangraban nuestro país, los medios informaron de forma sucinta de unos fugitivos capturados mientras trataban de alcanzar los Pirineos. Aunque también de otros tantos que, convencidos de la victoria de la Segunda República en la Guerra Civil, marchaban hacia Zaragoza en masa para regresar a sus casas. Muchos incautos fueron detenidos; dos centenares, en cambio, acabaron sus días fusilados sobre las laderas cercanas a Pamplona. Las cifras estremecen: de los 2.400 que se escaparon del Fuerte de San Cristóbal, una de las cárceles de mayor seguridad del régimen franquista, 795 se echaron al monte. Y de ellos, 206 expiraron su último aliento en una cacería aterradora.

El periodista Alejandro Torrús afirma a ABC que aquella «caza de conejos» fue el último acto de la que es considerada una de las fugas más espectaculares de la Guerra Civil.

Una que Francisco Franco sacó de los medios de comunicación por la humillación que le suponía. Más, cuando el conflicto estaba cerca del punto final. Por eso empezó a estudiarla hace casi una década; y por eso también ha alumbrado en las últimas semanas ‘La gran evasión española. La desconocida historia de una de las mayores fugas carcelarias de Europa’ (Sine Qua Non). Lo ha hecho con testimonios de primera mano, con documentación de la época y tras semanas sobre el terreno. El resultado es un ensayo concienzudo que narra desde las pésimas condiciones que sufrieron los presos, hasta algún que otro enigma que todavía queda por resolver.

¿Cuándo conoció este hecho?

En 2013, a raíz de los trabajos de exhumación de cuerpos. Por entonces se estaba abriendo una fosa común en la que había víctimas de la fuga. Allí conocí el suceso del Fuerte de San Cristóbal y la propia historia del edificio, que es tremenda más allá de este episodio. A partir de entonces el goteo de información fue incesante. Con las instituciones navarras y diferentes asociaciones he trabajado en la búsqueda de familiares y víctimas. A partir de ahí leí mucho, entrevisté a varios familiares y me esforcé por conocer más de un suceso que me parece fascinante.

¿Cuándo fue levantado el fuerte?

Este fuerte se mandó construir a finales del XIX con la idea de que fuera un emplazamiento defensivo. Acababa de terminar la última guerra carlista y el objetivo era evitar que la ciudad de Pamplona pudiera ser sitiada. También permitía detener, o incluso servir de elemento disuasorio, ante una invasión francesa, como ya había pasado con Napoleón.

Sorprende que se tardara tanto en levantarlo…

El fuerte estaba en el interior del monte Ezcaba. Tardaron treinta o cuarenta años en quitar la copa y levantar cinco plantas en su interior. Nos pasó lo que ocurre a las naciones que no son punteras en tecnología. Cuando se terminó un dispositivo pensado para estar a vanguardia, ya había quedado obsoleto. Al inaugurarse ya se había inventado el primer bombardero de la Gran Guerra y dejó de tener sentido como enclave defensivo. Un solo avión podía acabar con él y con todos los soldados que alojaba.

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¿Cómo se transformó en penal?

Una vez el fuerte dejó de servir como emplazamiento defensivo, durante la República pasó a convertirse en presidio. Fue su único uso. En el Bienio Negro alojó a muchos ciudadanos que habían participado en la Revolución de Octubre del 34. Así hasta el 36, cuando el Frente Popular ganó. Entonces se sucedió una amnistía política con la que se permitió salir del presidio a todos los reos, salvo a los anarquistas con delitos vinculados a atracos y asesinatos. Delitos no políticos. Con el golpe de Estado Pamplona quedó en territorio golpista y el fuerte comenzó a guardar presos de republicanos de diferentes sensibilidades.

Ha averiguado mucho de la vida en el fuerte…

La vida en el fuerte era un lento discurrir hacia la muerte por el hambre, las enfermedades, los malos tratos… Hablamos de un lugar en el que los presos contaban los garbanzos que tomaban al mes. Decían que entre catorce y quince. Les servían agua sucia, una ampolla de pan de alrededor de cien gramos y una ampolla de chocolate de un sabor repugnante. Está demostrado que la mala administración del penal hizo que parte de los recursos que debían ir para sufragar gastos de los presos fueran desviados para otras cosas. Al final, los reos debían pagarse parte de su comida en el economato. Se producía así un expolio a las familias, que tenían que mandarle dinero a sus parientes para que pudieran sobrevivir en el interior.

¿Qué era lo peor?

La humedad era terrible. En invierno era más de lo que podían soportar. Hablamos de Pamplona y un edificio de piedra construido en el interior de una montaña. Los presos narraban que se formaron grandes charcos. Algunos testimonios nos dicen también que pasaban tanta sed que lo que bebían eran las gotas que caían de forma constante a través de la pared.

Alejandro Torrús
Alejandro Torrús

¿Cuántos reos había encarcelados?

Dentro del penal había unos 2.500 presos –2.487–. Las autoridades franquistas señalaron que hubo una treintena de presos que organizaron el motín. Ese es el número que se asocia normalmente al llamado comité de fuga. Los testimonios y las memorias de los reos permiten ampliar esta cifra a una cincuentena. Aunque no todos ellos no tuvieron la misma responsabilidad.

¿Cómo barruntaron la fuga?

El plan comenzó a través de los contactos que Leopoldo Pico, el organizador, tuvo con los presos con mayor movilidad dentro del fuerte. Reos que, por su profesión dentro del presidio o por su tipo de perfil, tenían capacidad de desplazarse. Obreros que hacían labores de mantenimiento, por ejemplo, o algunos como Ángel, que tenía apenas 14 años y disfrutaba, por ello, de condiciones más flexibles. A ellos les pidió que dibujaran el fuerte para saber cuan grande era, los guardias que había o el itinerario que debían seguir para salir.

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¿No le parece raro que lograran escapar más de dos millares de presos?

Una de las teorías que ha corrido en la zona es que las autoridades franquistas les dejaron salir para dar caza a los presos y reducir la población carcelaria. Esa idea está descartada hoy por hoy. Tanto por las acciones que las autoridades franquistas tomaron contra los responsables del penal en un primer momento –se les abrió un expediente judicial–, como por los testimonios de los reos. No parece que hubiera premeditación de dejarles salir para después tomar represalias.

¿Cómo lograron tomar el fuerte?

Tomaron el fuerte cuando los guardias cenaban. Gracias a los presos que estaban en las cocinas conocían que los militares comían a la misma hora que ellos: a las ocho de la tarde. Aprovecharon que había guardias repartiendo la comida, que las cancelas estaban abiertas y que llevaban las llaves consigo para retener a algunos de ellos. Después avanzaron, liberaron a sus compañeros y marcharon hacia las salas de los militares. Se encontraron a un centenar con las armas a un lado. Les pillaron por sorpresa.

¿Pero, cómo se generalizó la huida?

Una vez que se abrieron las puertas, se consiguió tomar el fuerte y se informó a los reos, los testimonios nos dicen que prácticamente todos salieron al exterior sin saber qué estaba pasando. Desconocían si la guerra había terminado, si las tropas republicanas habían ganado la batalla del Ebro y llegado a Pamplona para liberarlos, si las autoridades franquistas habían decidido sacarles de allí… Algunos creían que iban a ser recibidos por autobuses republicanos que les llevarían a sus pueblos. Al final, la única consigna fue que había que caminar hacia Francia.

Fuerte de San Cristóbal
Fuerte de San Cristóbal – ABC

¿Qué hicieron?

De esos 2.500 reos que salieron al exterior, 795 decidieron echarse al monte y caminar hacia Francia. El resto volvieron al fuerte.

¿Queda algún misterio por resolver?

La gran duda es saber qué pasó con el cuerpo del que todos señalan como el gran organizador de la fuga, Leopoldo Pico, cántabro de nacimiento y bilbaíno de residencia. Hasta ahora, lo que yo había leído es que emprendió la fuga y que, en algún punto del camino, fue detenido y fusilado. Sabemos que murió porque las autoridades franquistas dejaron constancia de que había sido fusilado. Fue una excepción, en la mayoría de casos no se dijo. La nieta y la familia sostienen, sin embargo, que no llegó a salir del fuerte por algún motivo y que le mataron allí. Por eso en el capítulo digo que, frente a este choque de hipótesis, lo único que nos puede aclarar todo es el hallazgo del cuerpo.

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¿Cómo se tomó el régimen franquista este episodio?

Se publicaron varias notas en la prensa. En ellas se hacía referencia a que algunos grupos de vándalos habían protagonizado una fuga en Pamplona, que las autoridades les estaban buscando y que serían juzgados. En ningún momento se hizo público que era una huida de presos políticos o republicanos. Hablaron de delincuentes comunes. De cara al interior se abrió una investigación a los responsables de la investigación del penal para aclarar cuál era la responsabilidad de cada uno de ellos. En mitad de una guerra era algo bochornoso si tenemos en cuenta que era uno de los penales más seguros del país. Al final, eran reos desaparrados y hambrientos. Cuando terminó el conflicto se cerró el proceso y los mandos volvieron a trabajar en la administración.

Interior del fuerte
Interior del fuerte – MD

¿Cómo fue la persecución?

La inmensa mayoría de los testimonios coinciden en una expresión muy cruel: fue una ‘caza de conejos’. Es una frase que uno se cansa de leer y que habla del grado de deshumanización que se alcanzó el la Guerra Civil. Las autoridades franquistas, formadas por requetés, guardias civiles y hasta ciudadanos, reaccionaron ante la llamada de que había que detener a estos delincuentes. Se lanzaron al monte. Los testimonios de los presos confirman que había que mantenerse escondido porque, si les veían, recibían un disparo. Otros nos dicen lo contrario, que menos mal que se toparon con un militar porque ellos les llevaban ante las autoridades; cosa que no pasaba con falangistas y requetés. Sabemos que, de 795206 fueron abatidos en las siguientes horas de la fuga. Y eso, sin llevar armas, estando mal alimentados y sin suponer un peligro físico. Fue un baño de sangre.

¿Está de actualidad esta fuga?

Esta fuga, que puede parecer muy alejada en el tiempo, es relevante en el presente en la medida en la que hay hijos y nietos que siguen buscando a sus parientes y que desconocen dónde están sus cuerpos. Sigue marcando el día a día de muchas familias. No se me olvida el caso de Paula, de 90 años. No hace ni un verano que logró descubrir a su padre, Leoncio de la Fuente Ramos. Hallar el cuerpo le permitió sanar un trauma que le había quedado desde que tenía cuatro años: la idea de que su progenitor les había abandonado y no había querido estar con ellos. Jamás supieron lo que había sucedido.

Origen: Una mole excavada en la roca: la gran fuga de miles de presos del penal más cruel de Franco

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