64 días sin aterrizar: la insólita historia del vuelo más largo del mundo en avión
Los vuelos largos suelen ser agotadores, a menudo acompañados con el “jet lag”. Sin embargo, si una ruta de 10 o más horas te parece excesiva, imagina lo que tuvo que ser la hazaña de dos pilotos en 1959. Ambos lograron el vuelo más largo de la historia en un avión, nada menos que 64 días sin pisar tierra.
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Los vuelos largos suelen ser agotadores, a menudo acompañados con el “jet lag”. Sin embargo, si una ruta de 10 o más horas te parece excesiva, imagina lo que tuvo que ser la hazaña de dos pilotos en 1959. Ambos lograron el vuelo más largo de la historia en un avión, nada menos que 64 días sin pisar tierra.
Antes de llegar a la histórica misión de Bob Timm y John Cook, vale la pena retroceder en el tiempo para tener una idea de la enormidad que estaban a punto de tratar de conseguir. Hacia 1920, los registros de resistencia se hacían basados en horas. De ahí obtenemos el primer tiempo récord de 35 horas, 18 minutos y 30 segundos establecido por el teniente John Macready y el teniente Oakley Kelly el 5 y 6 de octubre de 1922, a los mandos de un Fokker T -2.
En junio y julio de 1935, Fred y Al Key permanecieron en el aire por encima de Meridian, Mississippi, durante 653 horas, 34 minutos (más de 27 días) a bordo de un Curtiss J-1. Tanto el Fokker T-2 como el Curtiss J-1 eran aviones de cabina grandes. De hecho, eran mucho más grandes que el Cessna 172 que todavía mantiene el récord.
Los registros se fueron sucediendo en los siguientes años hasta que dos tipos, Timm y Cook, decidieron formar parte de la historia de la aviación. Todo comenzaría en un hotel de Las Vegas, la Hacienda.
El vuelo más largo de la historia
A principios de 1958, Warren “Doc” Bailey, el dueño del primer hotel-casino orientado a la familia en Las Vegas en 1956, la Hacienda, se encuentra charlando con varios de sus empleados. Bailey era un hombre de negocios convencido de la importancia de la publicidad, y en un momento dado de la conversación, Bob Timm, un empleado que trabajaba como mecánico de las máquinas tragaperras del Casino, le hace una sugerencia.
Timm le dice que le patrocine un vuelo de resistencia. Por cierto, el mecánico era un experto piloto que había volado bombarderos durante la Segunda Guerra Mundial. Unas semanas después había 100 mil dólares sobre la mesa para llevar a cabo el reto. El copiloto iba a ser John Wayne Cook, un mecánico de aviones de 33 años y piloto de Alamo Aviation en Las Vegas.
El plan inicial consistía en volar un Cessna 172 debidamente coloreado y etiquetado con la publicidad del Casino, uno que, según Bailey, llegaría a ser noticia en todos los medios del país. No sólo eso, el empresario se las arregló para contratar a Preston Foster, destacado comentarista y toda una personalidad de la radio, para que actuara como gerente de operaciones en tierra para el vuelo. Con ello ganaba credibilidad de cara al gran público.
El Cessna 172 es el avión más fabricado de la historia y probablemente el avión de entrenamiento más popular del mundo. Se trata de un monomotor de ala alta con capacidad para cuatro personas, y en sus comienzos en 1956 eran prácticamente iguales a los Cessna 170 (misma forma de popa y las mismas barras altas del tren de aterrizaje).
Para llevar a cabo la gesta, Timm, Cook y Baley se hicieron con una versión modificada con 1.500 horas de tiempo total en el fuselaje. Aunque el motor Continental prácticamente no se tocó, se instalaron dos sistemas de aceite, filtros y un tanque de combustible de 360 litros. El aceite podía cambiarse y el avión podía repostar sin necesidad de apagar el motor.
Excepto por el asiento del piloto, el interior se destruyó por completo para luego rehacerlo e incluir un colchón y un pequeño lavabo. La puerta lateral derecha era plegable, y daba acceso al exterior permitiendo que el copiloto operara para llevar suministros a bordo desde abajo.
En realidad, el reabastecimiento de combustible y el reabastecimiento del avión fueron las partes más complicadas. Dos veces al día, el avión debía volar justo por encima de un camión a alta velocidad desde el que se izaba una manguera para bombear y abastecer el tanque. La comida, el agua y otros suministros se debían levantar también desde el camión de reportaje.
Finalmente, el 4 de diciembre de 1958, los dos pilotos despegaron del McCarran Field en Las Vegas. La FAA había otorgado una exención que permitía operar el avión con pesos que excedían el máximo de despegue. El avión, con Timm y Cook a bordo, debía permanecer en el aire durante 64 días, 22 horas, 19 minutos y cinco segundos.
Como decíamos anteriormente, un vehículo, en este caso un Ford Thunderbird convertible, fue equipado con una bomba de combustible, un tanque y todo tipo de parafernalia necesaria para sostener el avión en vuelo. Cuando se requería combustible, se organizaba una cita en un tramo de carretera recta en el desierto, cerca de Blythe, California.
Además, los cocineros de la Hacienda hicieron todo lo posible por alimentar a la tripulación con comidas saludables elaboradas con los ingredientes más frescos. Nadie quería que se pusieran enfermos. El método para servirla era de todo menos refinado: toda la comida caliente estaba picada para que entrara en las jarras de los termos antes de pasarla a la tripulación.
Timm y Cook recibían un suministro de un litro de agua para bañarse, una toalla grande y jabón cada dos días. Volaron la mayor parte de las horas sobre los desiertos del sudoeste en las áreas de Blythe, California y Yuma, Arizona, aunque ocasionalmente también lo hicieron por el oeste hasta Van Nuys y Los Angeles con el fin de obtener publicidad en radio y televisión.
Con el paso de los días, y como se reflejó posteriormente en las entradas en el diario de Cook, ambos comenzaron a mostrar los efectos que la pérdida de sueño, la falta de actividad física, el ruido constante del motor y en general todo lo que significa estar a los mandos de un avión sin aterrizar.
Los dos pilotos rotaban las tareas de vuelo cada cuatro horas, sin embargo, era difícil dormir lo suficiente durante las horas diurnas. Por suerte para los intrépidos, el piloto automático Mitchell todavía funcionaba el día que se quedaron dormidos dos horas.
Cuando se acercaba el final del vuelo, Bob y John comenzaron a revisar el trabajo del otro, temían que un error humano los hiciera fracasar en su búsqueda por marcar un récord mundial de resistencia. Cada procedimiento, cada elemento, cada decisión fue cuidadosamente planeada y discutida por los dos, nada podía fallar estando tan cerca de la gloria.
El récord anterior era de 50 días, y conforme transcurría esa fecha, decidieron extender el vuelo el mayor tiempo posible, aterrizando finalmente dos semanas después. Para entonces, el motor había comenzado a subir de nivel y había perdido tanta potencia que era peligroso subir con combustible lleno. La lista de “inconvenientes” del histórico Cessna 172 incluía el generador, el calentador, el tacómetro, el indicador de combustible ola bomba de combustible eléctrica.
El 7 de febrero de 1959 regresaron a la tierra en McCarran Field. Un vuelo épico, el más largo de la historia en avión, que se sigue manteniendo en la actualidad. Nada menos que 64 días y 22 horas en el aire. [Wikipedia, Aopa, CountyAirports]
Origen: 64 días sin aterrizar: la insólita historia del vuelo más largo del mundo en avión