Banqueros, judíos y el Papa, la ‘red privada’ que pagó la conquista de Granada por los Reyes Católicos
La conquista de Granada sirvió a los Reyes Católicos para mejorar la administración, crear unidades militares fijas y aumentar la capacidad de recaudación de la Corona, pero, por el camino, debieron sacar dinero de debajo de las piedras
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A medio camino entre la modernidad y la Edad Media, la Corona de los Reyes Católicos no contaba con un estado fuerte y estable para cumplir sus objetivos, sino, a modo de atajo, como otros monarcas del periodo, con una red privada de deudos y aliados que disponían los recursos militares y económicos para las grandes empresas. La guerra de Granada , último bastión musulmán en la Península, es buen ejemplo de cómo esta Corona debió buscar incluso debajo de las piedras para llevar a cabo una campaña más de desgaste que de espectaculares batallas con un coste aproximado de unos mil millones de maravedíes. Desde 1480, toda la economía del país estuvo volcada en mantener la contienda.
Los estados hacen la guerra, y las guerras hacen estados. La conquista de Granada sirvió a los Reyes Católicos para mejorar la administración, crear unidades militares directamente supeditadas a la Corona y aumentar la capacidad de recaudación. Sirvió para poner los cimientos del estado español moderno que ya en tiempos de los Austrias empezaría a dar sus primeros frutos. Sin embargo, la mayor parte de los esfuerzos del conflicto se llevaron a cabo con recursos propiamente feudales o, como la financiación de esta guerra, con ingresos extraordinarios y préstamos con altos intereses.
En la primera etapa de la guerra, entre 1482 y 1484, la improvisación y las actuaciones aisladas de grandes nobles andaluces, entre ellos el Duque de Medina-Sidonia o el Conde de Cabra , hermano mayor de Gonzalo Fernández de Córdoba, marcaron un ritmo lento en el conflicto. Hasta las campañas del año 1485, la guerra quedó prácticamente solo en manos de los aristócratas andaluces, si bien coordinados y apoyados por los Reyes.
Las fases de la guerra
Sin apenas fuerzas propias ni tren de artillería, Fernando se mostró incapaz de tomar grandes plazas en los primeros años. Una guerra fronteriza con más bajos que altos, y alguna sonada derrota. Así ocurrió en Loja en 1482, ciudad que resistió todos los asaltos, o en la campaña de 1483, donde un ejército castellano de 4.000 soldados fue derrotado por los granadinos y donde 1.500 soldados cayeron en manos musulmanas. La situación solo empezó a mejorar en otoño de 1483, con la toma de Zahara y el mantenimiento de los cristianos en Alhama.
La guerra era por entonces, dentro de la tradición medieval, una larga serie de enfrentamientos y algaradas aisladas en el tiempo, de modo que los combatientes regresaban a casa para descansar cada cierto tiempo. No había grandes batallas campales y, durante todo el conflicto, los periodos de guerra se alternaban con periodos de convivencia pacífica entre ambos mundos. La diplomacia, tanto como las armas, fue un elemento crucial para tomar plazas que se vendían al mejor postor. Como reconoció el viajero Jerónimo Münzer : «Granada cayó en su poder, parte por rendición, parte por convenio y parte debido al oro y la plata conque se untó a muchos alcaides moros de muchas forzalezas».
Cuando Boabdil, hijo del Rey de Granada , cayó prisionero de los cristianos intentando tomar Lucena, los Reyes cristianos pactaron con él para debilitar a su padre y sembrar, aún más, la discordia en el bando musulmán. Como en la Conquista de América, los españoles se valieron de la división para lograr sus objetivos.
La suerte cristiana mejoró en la segunda etapa, en 1488 y 1490, porque los ejércitos de Isabel y Fernando aumentaron la profesionalidad de sus fuerzas y conquistaron los valles de Ronda , Loja, Marbella, Málaga, un puerto imprescindible para la recepción de suministros y refuerzos desde el Norte de África, y Baza . Los Reyes Católicos trabajaron para establecer fuerzas permanentes y hacerse con artillería pesada procedente de Italia y Flandes, puesta a cargo de maestros milaneses y alemanes. A nivel naval, Fernando contrató una pequeña flota de barcos genoveses para reconocer la línea costera con África y obtuvo de sus súbditos catalanes, con apoyo de los napolitanos, una flota que jugó un importante papel en ese asedio de Málaga, que se prolongó durante cuatro sangrientos meses.
La tercera y última etapa, con Boabdil posponiendo mes tras mes cumplir con su promesa de rendir la ciudad de Granada, se caracterizó por la planificación minuciosa de cada campaña anual en un sentido muy moderno. En 1491, los Reyes pudieron levantar un ejército de 10.000 jinetes y alrededor de 50.000 peones, lo que revela que en el curso de siete años –entre 1484 y 1491– la Corona había duplicado su contingente de caballería y, cuando menos, triplicado el tamaño de sus fuerzas de infantería.
Fernando contrató una pequeña flota para reconocer la línea costera con África y obtuvo de sus súbditos catalanes, con apoyo de los napolitanos, una flota que jugó un importante papel en el asedio de Málaga
En la primavera de ese año un poderoso ejército castellano penetró en la Vega buscando el encuentro definitivo con los musulmanes y aislar aún más Granada , convertida en un islote para los refugiados más radicalizados del conflicto. Para intensificar la presión sobre el emir, los Reyes Católicos comenzaron en verano la construcción del campamento de Santa Fe, diseñado de forma cuadricular frente a Granada, con la firme decisión de que solo lo levantarían tras la caída de la ciudad. No trajeron artillería en esta ocasión, pues en ningún caso pretendían destruir la ciudad.
El 25 de noviembre de 1491, los Reyes firmaron con Boabdil el acuerdo definitivo para rendir la ciudad. Los Monarcas se comprometían a respetar los bienes y las personas que vivían en Granada, a garantizar la libertad de culto y a que se siguiera empleando la ley coránica para dirimir conflictos entre musulmanes. Las capitulaciones, asimismo, incluían la promesa de que no habría castigo para los tornadizos, elches y marranos refugiados en Granada, a quienes se facilitaría el traslado al Norte de África . A principios del nuevo año, los oficiales de los Reyes Católicos tomaron la ciudad.
¿Cómo lograron el dinero los Reyes?
El Papa Sixto VI apoyó desde el principio la empresa militar instituyendo una Cruzada, a modo de asistencia financiera. La bula de Cruzada fue prorrogándose cada dos años hasta alcanzar en su último año, 1492, una recaudación de 500 millones de maravedíes. Se estima que tres cuartas partes de los fondos que financiaron esta guerra, rica en episodios de gran violencia en ambos bandos, procedieron de impuestos eclesiásticos. No solo del Papa. Según la llamada «décima», todos los estamentos de la Iglesia tenían que contribuir con la décima parte de todas sus rentas. Además estaban las importantes aportaciones de las tres grandes Órdenes Militares , Santiago, Alcántara y Calatrava.
El alto clero, los banqueros italianos, las comunidades judías, que iban a ser perseguidas justo cuando se concluyó la conquista, y los nobles aportaron el resto de los fondos. Concretamente los aristócratas concedían una serie de préstamos llamados empréstitos que debía luego devolver la Corona con un interés del 10% o a cambio de tierras conquistadas. Montefrío, por ejemplo, le fue directamente entregada a Don Alonso Fernández de Córdoba, señor de la Casa de Aguilar, a cambio de 7.000.000 de maravedíes de préstamo. No en vano, los nobles que más contribuyeron a la guerra fueron el Duque de Medina Sidonia y el Conde de Benavente.
Los banqueros italianos de Sevilla pagaron campañas enteras como el asedio de Baza (1489), que fue financiado por cuarenta genoveses de la ciudad hispalense y más de veinte de Cádiz. También con el respaldo de los genoveses, el Rey contrató a mercenarios suizos, considerados los soldados de infantería más reputados de Europa. El cronista Hernando de Pulgar , los describió en grandes términos:
«Estos son hombres belicosos, e pelean a pie, e tienen propósito de no volver las espaldas a los enemigos: e por esta causa las armas defensivas ponen en la delantera e no en otra parte del cuerpo, e con esto son más ligeros en las batallas. Son gentes que andan a ganar sueldo por las tierras e ayudan en las guerras que entienden que son más justas. Son devotos e buenos cristianos».
Además, desde distintos países europeos llegaron importantes remesas económicas y, sobre todo, acudieron caballeros y aventureros alemanes, ingleses, borgoñones, alemanes… dispuestos a participar en la última Cruzada del Occidente cristiano .