6 diciembre, 2024

Cerbero: Legendario Cazador Infernal del Inframundo | Ancient Origins España y Latinoamérica

Hay en la antigua mitología Griega un perro con tres cabezas llamado Cerbero que guarda la entrada al Hades, tenebroso y lúgubre inframundo al cual se permite entrar a los espíritus de los muertos

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Hay en la antigua mitología Griega un perro con tres cabezas llamado Cerbero que guarda la entrada al Hades, tenebroso y lúgubre inframundo al cual se permite entrar a los espíritus de los muertos pero del que nadie puede salir. En el mundo antiguo, los perros se consideraban por lo general animales salvajes que desafiaban a su supuesta domesticación, vagabundeaban en manadas por las calles y rebuscaban comida en las afueras de las ciudades. El mítico Cerbero incorporaba no solo todas las temidas cualidades de los antiguos canes, sino que era además una extraña mezcla de diversas criaturas en una visión de pesadilla terrible de contemplar.

El nombre Cerbero proviene del Griego “Kerberos”, que significa “moteado” o “con manchas”. Para los Griegos, Cerbero era un monstruoso perro de tres cabezas, o “cazador infernal” con una serpiente como cola, una melena formada también por serpientes y garras de león. Sus tres cabezas se piensa que representaban al pasado el presente y el futuro, mientras que otras fuentes sugieren que simbolizaban el nacimiento, la juventud y la ancianidad. El arma más poderosa de Cerbero era su mirada, tan terrible que cualquiera que le mirase a los ojos era inmediatamente convertido en piedra. Se dice también que Cerbero tenía dientes afilados como cuchillas y que su mordisco era venenoso. Si alguna gota de veneno caía al suelo, de ella brotaba la planta que se conoce como matalobos.

El padre de Cerbero era Tifón, el más poderoso y mortífero monstruo de la mitología Griega (además de un dios). Un gigantesco dragón que escupía fuego y del que se decía que tenía brillantes ojos rojos, un centenar de cabezas y un centenar de alas, de tal manera que hasta los dioses del Olimpo sentían terror ante él. Dondequiera que fuera Tifón, llevaba el terror y el desastre consigo, siendo su misión destruir el mundo y poner obstáculos a Zeus en su camino hacia el Reino Celestial.

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La madre de Cerbero era Equidna, una criatura mitad mujer y mitad serpiente conocida como “madre de todos los monstruos”. Sus ojos eran negros y su cabeza y torso los de una bella mujer, mientras que la mitad inferior de su cuerpo era la de una serpiente. Vivía en una cueva a la que atraía a los hombres gracias a su hermosura, para poco después devorarlos.

La misión principal de Cerbero era ser el perro guardián del inframundo Griego y fiel sirviente del dios Hades. Su lugar preferido eran las riberas del río Estigia, que delimitaba la frontera entre la Tierra y el Inframundo. Guardaba las puertas del Hades e impedía escapar de él a los muertos, así como la entrada de los vivos sin el permiso de su amo. Encadenado a las puertas del Aquerón, otro río del Inframundo, Cerbero se mostraba dócil con los muertos o espíritus recién llegados que entraban, pero devoraba salvajemente a cualquiera que intentara regresar al mundo de los vivos traspasando las puertas del infierno.

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Caronte, conocido como el barquero que ayudaba a las almas de los muertos a cruzar el río Estigia para alcanzar el Hades. Óleo de Alexander Litovchenko. 1860. (en.wikipedia.org)

Cerbero es citado en diversas historias de la mitología como el “perro guardián del infierno”, e incluso hay un par de mitos griegos en los que el héroe derrota a la bestia. El primero es el de Orfeo, afamado músico de la mitología Griega, que se desliza furtivamente en el inframundo arrullando con su lira (un tipo de arpa) al normalmente agresivo y vigilante Cerbero hasta dormirlo. El cantor Tracio era reverenciado en Grecia y estaba felizmente casado con la ninfa Eurídice. Un día la mordió una serpiente y murió. Orfeo quedó tan desconsolado tras perderla que cesó al punto de cantar y tocar la lira. Decidió arriesgar su propia vida en una travesía desesperada al Inframundo para así intentar rescatar a Eurídice. Su música hechizó a Caronte, el barquero que ayudaba a las almas de los muertos a cruzar el río Estigia, que de este modo aceptó llevar a Orfeo a pesar de estar aún vivo. Cuando se encontró con Cerbero, Orfeo consiguió que el monstruo de tres cabezas se echara dócilmente en el suelo arrullado por la música de su lira, tras lo cual pudo atravesar fácilmente las puertas del Hades.

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Hades y su esposa Perséfone, accedieron a que Orfeo se llevara a Eurídice consigo con una condición: Eurídice debía marchar por detrás de él a medida que ambos ascendían de vuelta al mundo de los vivos, y Orfeo tenía terminantemente prohibido volver la vista hacia ella. Justo cuando alcanzaron la superficie, Orfeo se sintió tan arrebatado por la pasión de reencontrarse con su amada que se dio la vuelta para mirarla. Ella se convirtió inmediatamente en un fantasma y fue enviada de vuelta al submundo, esta vez para siempre. El propio destino de Orfeo sería finalmente morir desmembrado a manos de las Ménades Tracias, devotas adoradoras de Dionisio.

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Orfeo llevándose a Eurídice del inframundo tras haber tocado su lira para Cerbero. Óleo de Edward Poytner, 1862. (Wikimedia Commons)

La historia más famosa de Cerbero tiene como protagonista al mitad hombre, mitad dios, Hércules. Como último de sus doce trabajos, Euristeo, rey de Tirinto, exigió a Hércules que capturase y le trajera a Cerbero vivo. Euristeo estaba seguro de que Hércules fallaría en esta misión imposible. Sin embargo, Hércules marchó al Inframundo, conversó con Hades y este le dijo que si era capaz de apresar a Cerbero sin utilizar arma alguna, se le permitiría llevarse a la bestia. Cuando Hércules se encontró con Cerbero a orillas del Aquerón, se puso a pelear con el enorme monstruo utilizando únicamente sus manos desnudas. Aun siendo el hombre más fuerte del mundo, necesitó de todo su poder para someter a Cerbero. El monstruo pronto se fue agotando, tras haberse quedado sin respiración estrangulado por el poderoso semidiós, y, finalmente, cedió y se rindió a Hércules. Cerbero es uno de los pocos monstruos que se topó con Hércules y vivió para contarlo. Contrariamente a otros monstruos que se cruzaron en su camino, Cerbero fue devuelto sano y salvo al Hades, donde continuó guardando las puertas del Inframundo.

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Hércules lucha con Cerbero hasta agotar a la bestia, pero no la mata. Óleo de Francisco de Zurbarán. 1634. (mlahanas.de)

Cerbero aparece en muchos libros de la literatura antigua, aunque la descripción que se hace de la criatura mitológica a menudo difiere entre los diversos autores y culturas. Lo vemos en el Infierno de Dante, guardando el tercer círculo infernal en lugar de todo el inframundo. Es este el círculo de la gula, y Cerbero sirve para personificar un apetito incontrolable. Cerbero aparece también en muchos libros destacados de la literatura antigua, siendo los más famosos la Eneida de Virgilio, el Banquete de Platón y la Ilíada de Homero, en la que encontramos la primera referencia conocida a uno de los trabajos de Hércules en una fuente literaria. La mitología Nórdica tiene también un equivalente de Cerbero, pues en ella el Infierno está custodiado por un perro de cuatro ojos llamado Garm. En Egipto, su encarnación era Anubis, dios con cabeza de perro, guardián de las tumbas que guiaba a las almas en su camino al inframundo. Algunos autores, como los poetas Griegos Hesíodo y Horacio, afirman que Cerbero tenía cincuenta o cien cabezas, y en otras descripciones aparece bajo la forma de un león, un perro y un lobo, respectivamente. En la cultura popular, podemos ver un personaje basado en la bestia en la película “Harry Potter y la Piedra Filosofal”. De nombre Fluffy, Harry consigue dormirlo tocando la flauta, de forma parecida a como ocurre en la historia de Orfeo y Eurídice.

Imagen de portada: Cerbero haciendo guardia en el Hades. Obra de Luca Giordano, 1684-1686. (Wikimedia Commons)

Autor: Bryan Hilliard

Traducción: Rafa García

Este artículo fue publicado originalmente en www.ancient-origins.net y ha sido traducido con permiso

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