28 marzo, 2024

Despiadados cazarrecompensas que vendían a judíos por dinero: la llave del misterio de Ana Frank

Soldados alemanes en Holanda
Soldados alemanes en Holanda

El historiador Mario Escobar aborda en su nueva obra, ‘La casa de los niños’, la vida de una judía sefardí que salvó a más de seiscientos niños en los Países Bajos

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Mario Escobar no podía imaginar que su nueva novela, ‘La casa de los niños‘ (Ediciones B) iba a estar tan de moda estos días. En plena efervescencia de la figura de Ana Frank después de que se haya desvelado quién fue el traidor que la entregó, el prolífico historiador –un estajanovista de las letras– presenta un libro que narra las peripecias de una judía sefardí que salvó a más de seiscientos niños en la Holanda dominada por los nazis. «Hechos verídicos a los que aplico algo de ficción», según desvela. La obra recorre las mismas calles que pisó la chiquilla más famosa de la Segunda Guerra Mundial. Y no solo eso; también analiza la importancia del Consejo Judío que, estos días, ha saltado a la fama por ser una pieza clave de la investigación de Vince Pankoke.

«Me gusta que se hable de estos temas porque el público que sienta interés por Ana Frank encontrará en mi novela una historia de superación con muchas similitudes», explica a ABC.

¿Es partidario de la teoría que resuelve el misterio de Ana Frank?

Creo que existen otras tantas que pueden ser válidas. Hay otra más antigua que habla de una amiga que la conocía de antes de que se encerrara. Y otra que explica que la familia fue vista a través de la única ventana del escondite. Es difícil de saber porque la mayoría de los informes de las SS sobre los archivos judíos de Ámsterdam fueron destruidos. Los alemanes pensaban que la ciudad iba a ser conquistada. En todo caso, debemos esperar.

¿Por qué el personaje de Ana Frank cobró tanta importancia?

Ana Frank se convirtió en una personalización del Holocausto. Uno de los problemas de la matanza sistemática de judíos es que solemos acercarnos a ella desde una perspectiva estadística. Esta niña, con su diario, puso cara a la persecución en Alemania y en Holanda. Lo triste es que, si hubiera aguantado un poco más, hubiera sobrevivido porque los Aliados estaban a punto de llegar al campo. Al menos los diarios salieron a la luz gracias a su padre. Él en principio no quería darlos a conocer porque había partes que hablaban de su despertar sexual, pero al final se decidió.

¿Qué era el Consejo Judío del que tanto se habla estos días?

Un organismo que fue elegido por los propios nazis. Lo formaron, obligados, las personas mas importantes de la ciudad. Tenía como misión concentrar el registro de los judíos de toda Holanda, hacer que fueran a Ámstedam y llevarles al campo de transito de Westerbork. Lo que hay que tener claro es que colaboraban porque no les quedaba más remedio, pero no estaban de acuerdo con los nazis. Era eso o morir. Sabían que Hitler mataría a gente, pero que no seria un exterminio. No podían imaginar lo que tenían preparado para los judíos.

¿Le parece raro que la nueva investigación sobre Ana Frank use como piedra angular unas listas de lugares en los que se escondían los judíos que, presuntamente, tenía el Consejo?

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Es raro. En el caso que yo conozco, el de la guardería de Pimentel, jamás informaron al Consejo Judío. Podían haber dicho que estaban salvando niños, pero no lo hacían porque sabían que colaboraban con los nazis. Su máxima era que nadie se enterara porque eso les protegía y les ayudaba a que los chiquillos se encontraran con sus padres. Había muchos cazadores de judíos, y era peligroso dar a conocer lo que se hacía.

¿Por qué esa caza tan grande de judíos holandeses?

El partido nazi holandés puso precio a la cabeza de los judíos. Se daba recompensas económicas a los civiles a cambio. Eso hizo que muchas personas delataran a sus vecinos para conseguir algo de dinero en un momento en el que había una crisis brutal. Por otro lado, los judíos holandeses tenían dinero y muchos habitantes les engañaban para esconderles en sus casas, entregarles y quedarse con sus posesiones. La caza fue tristemente algo muy lucrativo. Hubo hasta un mafioso que había vivido en Norteamérica y que usó técnicas criminales para atrapar refugiados.

Entremos en la novela. Sefardíes españoles en los Países Bajos…

Los sefardíes, tras la expulsión por parte de los Reyes Católicos, se fueron en su mayor parte a Portugal, Francia y el norte de África. Es lógico porque pensaban que iba a ser algo provisional, como ya había pasado otras veces. Pero no duró. Por un lado, los monarcas luso y galo les echaron también de sus territorios; por otro, los musulmanes les persiguieron porque les veían como cristianos. La mayor parte de los que tuvieron que marcharse de la Península se dirigieron entonces a los Países Bajos por su relación con los reyes portugueses.

¿Cómo fue la evolución de esta comunidad en los Países Bajos?

La mayoría se instaló en Amberes y Ámsterdam. La segunda ciudad, de hecho, fue una de las que más respeto tuvo hacia los extranjeros. Ya en el siglo XVII empezaron a permitirles ejercer cualquier tipo de profesión, organizar sus comunidades de forma semidependiente –por eso se creó el Comité Judío~ y construir sus propios templos. Por eso tiene una de las sinagogas más grandes de Europa. Curiosamente, la comunidad sefardí fue muy importante aquí. Destacaron por su experiencia en la joyería y en el comercio gracias a sus conexiones con las Américas. Eso facilitó que, siendo un grupo minoritario –que llegó en su mayor apogeo a 4.000–, pudiera tener gran influencia económica en el reino. Fueron grandes mecenas, prestamistas de los reyes… Y jamás perdieron su identidad española. Siempre vieron al rey como suyo y, hasta la llegada de los nazis, publicaban un periódico en castellano con noticias de la Península.

¿Mantuvieron sus tradiciones?

Por las calles de Ámsterdam se escuchaba el castellano judío, se olían las recetas que conservaban de la época en la Península y se cantaban canciones romances. Ir por su barrio y sentir que había una parte de España allí debía ser emocionante. Es lo que quise transmitir en la novela.

Ana Frank
Ana Frank – ABC

Entiendo que, por el apellido, uno de los protagonistas es español…

Si. Pimentel provenía de una familia malagueña que intentó aguantar la presión hasta el siglo XVII. Luego decidieron trasladarse hasta Ámsterdam. Su padre era pulidor de diamantes. Fue una mujer avanzada a su tiempo a la que permitieron estudiar en la universidad la carrera de pedagogía. Pronto se convirtió en la encargada de dirigir una de las escuelas judías más importantes de la ciudad a nivel de guardería y primaria. Hace poco fue reconocida por su labor escolar en los Países Bajos. Sabía hablar español y tenía esa cultura castellana en su ADN.

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Vamos con la Segunda Guerra Mundial. ¿Cómo fue la invasión de los Países Bajos?

Países Bajos se había declarado neutral en la Primera Guerra Mundial. Por tanto, no había esa idea de revanchismo que sí tenía Hitler con Polonia o Francia. El gobierno hizo lo mismo en 1939 y esperaba que el Reich les obviara. Siempre albergaron la esperanza de no ser invadidos; hasta tal punto, que no organizaron ningún plan de defensa. Su tradición pacifista les avalaba. Cuando los nazis invadieron Holanda a golpe de Guerra Relámpago les pilló por sorpresa. Intentaron resistir, pero les amedrentaron con bombardeos como los de Róterdam. Eso hizo al monarca claudicar.

¿Y la política nazi con el país?

Fue suave. A partir de 1941 Hitler evitó reprimir a la sociedad e intentó convertirla en nazi porque estaban convencidos de su origen ario. Con los judíos pasó algo diferente y, ese mismo año, hubo los primeros arrestos. Lo que sorprende es que el pueblo holandés hizo una huelga general cuando supo que habían llevado a campos a 2.000 semitas; fue uno de los pocos países en los que sucedió. Aquello sorprendió a un Reich que no quería mantener tropas en el país porque las necesitaban para marchar sobre la URSS. Aunque al final terminaron por claudicar debido al trato de guante blanco del Reich. Asumieron la conquista hasta tal punto que los Países Bajos fueron de los estados que más voluntarios entregaron a los germanos en la Segunda Guerra Mundial.

¿Cuántos judíos había en el país?

Unos 160.000, 25.000 de ellos de origen alemán. Fue el país en el que más judíos fueron asesinados en números relativos: más de un 70%. Hasta tal punto que solo sobrevivieron unos 30.000, y gracias a la ayuda de personas que les escondían. En Francia, a cambio, fallecieron un 50%; y en Dinamarca, un 10%. Lo mismo pasó con los sefardíes: fueron exterminados y tan solo quedaron 800. La realidad es que el pueblo holandés terminó por abandonar esa resistencia que habían tenido.

¿Existió de verdad el teatro que actuó como punto de registro para los judíos del gueto?

Es cierto. Cuando se empezó a concentrar a los judíos se hicieron en la ciudad varios puntos de registro. Eran prisiones provisionales para llevarles a Westerbock, el principal campo de concentración del país. Uno de ellos fue un teatro que estaba en el barrio judío. Al estar en el gueto les facilitaba las cosas a los nazis. Pusieron al mando a Walter Süskind, un judío de origen alemán de padre holandés que había sido el director de una empresa de mantequilla. Esto pasó mucho: no ponían a un nazi, sino a un empresario local para intentar tranquilizar a la población. Él aceptó porque sabía que podía intentar hacer algo por los reos.

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Walter Süskind
Walter Süskind

¿Cómo comenzó Süskind a salvar niños?

Cuando llegó el enviado especial para el registro de todos los judíos en Holanda, un nazi convencido, descubrieron que habían sido compañeros de aula en una pequeña ciudad fronteriza. Esa empatía la usó Süskind para engañarle. Walter y uno de sus secretarios se percató de que los alemanes les dejaban el registro a los judíos. En la práctica, eso significaba que podían borrar niños del listado sin que se enteraran.

¿A dónde los enviaban?

Walter vio las largas colas delante del teatro y que las familias pasaban semanas sentadas en las butacas sin medidas higiénicas, y supo utilizarlo en su favor. Convenció al director de las SS en la Haya de que los niños más pequeños fueran enviados de forma provisional a una guardería que había en frente. Era la que regentaba Pimentel. Meterlos hacía que estuviesen fuera de la vista de los nazis y les daba la oportunidad de sacarlos.

¿Cómo los sacaban del sistema?

Gracias a una tercera coincidencia. Pared con pared con la guardería había una escuela protestante que regentaba Johan van Hulst, un pedagogo muy joven que acababa de entrar en el cargo. Cuando vio la situación habló con Pimentel. Trazaron un plan sencillo: pasar a los niños a través de una tapia y eran sacados por el profesor de mil maneras. En mochilas, en carros de la compra… Si eran más mayores haciéndose pasar por hijos de alguien… Así salvaron a unas 600 personas.

¿Qué hacían con ellos?

La mayoría de niños que podían salvar eran rubios y de aspecto ario. Los integraban, por medio de grupos de la resistencia, en familias ubicadas en las afueras y dispuestas a colaborar. Decían que eran chicos que llegaban de las grandes ciudades huyendo de la guerra.

¿Se llegó a sospechar de algunos?

Sí. Hubo presión para que los niños fueran aniquilados en los campos de exterminio. Eso hizo que se quisiera acelerar el proceso. Las SS investigaron la guardería pero, al no hallar pruebas, llevaron a Pimentel y a los niños que quedaban a un campo de exterminio. Lo que pasó con ellos y con el resto de protagonistas lo narró en la novela.

¿Cómo fue la resistencia holandesa?

Fue todavía más pequeña que la francesa. Es cierto que el país es más urbano, lo que dificultaba a los partisanos esconderse. También hubo elementos que lo impidieron como agentes locales que se infiltraron en ella para hacerla estallar. Con envíos de armas se pudo hacer algo, pero lo que demuestra su escasa efectividad es que fue el último país de Europa en ser liberado. Lo que sí hubo fue mucha resistencia pasiva como la de Pimentel, personas que luchaban a diario por salvar a presos.

¿Cómo definiría a Holanda?

Hubo una minoría muy colaboracionista, una gran mayoría pasiva y una exigua minoría que se resistió. Casi todos se adaptaron a la circunstancias. Al final, los alemanes tan solo necesitaban una ínfima cantidad de personas para que hicieran funcionar al país. El resto se limitaron a no meterse en líos y esperar a que los nazis fueran derribados.

Origen: Despiadados cazarrecompensas que vendían a judíos por dinero: la llave del misterio de Ana Frank

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