Egipto: El misterio de la muerte del espía más notable del siglo XX. Noticias de Alma, Corazón, Vida
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En 2007, el multimillonario Ashraf Marwa, yerno de Nasser y socio de Al-Fayed, murió al precipitarse por el balcón de su casa. No era un empresario cualquiera: trabajó durante años como espía
El 27 de junio de 2007, a la una y media del mediodía, el multimillonario egipcio Ashraf Marwan cayó desde el quinto piso de su casa y murió poco después de golpear el suelo, al partirse su aorta. Apenas existen testigos, a pesar de que su casa se encontraba en Carlton House Terrace, que se encuentra entre la Plaza de Trafalgar y el Palacio de Buckingham, en pleno centro de Londres. Algunos de ellos son los propios socios de Marwan, que le esperaban para una reunión enfrente de su domicilio. Uno vio su cuerpo caer. Otro aseguró haber visto a dos hombres de Oriente Medio mirar desde el balcón de uno de los apartamentos del socio de Mohamed al-Fayed y esposo de Mona Nasser, hija del antiguo presidente egipcio.
Sea como fuere, la posterior investigación concluyó que no había ninguna razón para defender que Marwan se había suicidado –no había dejado ninguna nota, su agenda estaba repleta y, de hecho, tenía varias citas concertadas esta misma mañana–, pero tampoco que hubiese sido asesinado. Si tantas dudas levanta su muerte, se debe a que en 2002 fue desenmascarado como un espía del Mossad, el servicio de inteligencia israelí, aunque otras fuentes han manifestado que en realidad se trataba de un agente doble que intoxicaba al país judío bajo las órdenes de los egipcios; en concreto, del presidente El-Sadat, para quien trabajó de forma pública.
Tras la muerte de Marwan, Mona fue informada por agentes de la inteligencia egipcia de que el papel de su marido había sido intoxicar a los israelíes
Su esposa, como gran parte de su familia, lo tiene claro: tal y como explicó en el año 2010 a The Observer, su marido había sido asesinado por agentes del Mossad. Apenas nueve días antes de su muerte, Marwan la había advertido de que su vida corría un grave peligro, y tenía buenas razones para tener miedo. Dos semanas antes se había hecho público el veredicto de un juez israelí que, por primera vez, identificaba oficialmente al empresario con Angel, el nombre en clave de un espía que jugó un importante papel durante la guerra del Yom Kippur. Después de la muerte de su marido, Mona fue informada por agentes de inteligencia que el papel de su marido había sido intoxicar a la inteligencia israelí.
Además, Mona denunció que la investigación sobre la muerte de su esposo llevada a cabo por la policía londinense había sido muy negligente. Los zapatos que portaba desaparecieron durante las pesquisas, una pérdida clave sobre todo teniendo en cuenta que sus problemas en las piernas le habrían dificultado enormemente saltar por el balcón. Sin embargo, no queda nada claro que los autores del asesinato fuesen los agentes del servicio de inteligencia israelí. Al fin y al cabo, como el propio Marwan reconoció a su mujer antes de morir, “mi vida está en peligro; tengo muchos enemigos diferentes”.
Reconstruyendo la historia
Uno de los que se manifiestan parcialmente en contra de la tesis del Mossad es el periodista de The Guardian Simon Parkin, como explica en un fantástico reportaje, no sólo por haber conseguido los testimonios de los hijos de Marwan y del historiador que descubrió que era un espía, sino también por su reflexión sobre el papel del periodista y su minuciosa reconstrucción de los datos disponibles. Al fin y al cabo, sugiere el autor, no hay nada más inculpatorio para la inteligencia israelí que ver a uno de sus principales agentes muerto en cuestión de díasdespués de que su identidad saliese a la luz.
La clave puede encontrarse en la respuesta a la siguiente pregunta: ¿quién podría haber salido más perjudicado de la publicación de sus memorias, que estaba redactando en el momento de su muerte, y cuya copia de trabajo desapareció de las estanterías de su casa londinense el mismo día de su deceso? ¿Los israelíes o los egipcios, o los italianos, americanos y británicos para los que supuestamente también trabajó? Sin embargo, los egipcios ofrecieron a Marwan un funeral de Estado con todos los honores en el que el hijo de Mubarak, Gamal, aseguró que nunca se puso en duda su lealtad. Algo que también mantiene el antiguo director del Mossad, Zvi Zamir. ¿Era Marwan un espía para Israel o un agente doble?
Para intentar responder a la pregunta, merece la pena intentar entender las motivaciones que le condujeron a vender sus servicios por primera vez en 1969, cuando se puso en contacto con Shmuel Goren, director europeo del Mossad. Todos los testimonios coinciden en que Marwan era un hombre muy ambicioso, especialmente en lo que se refiere al dinero. Algunos historiadores creen que Marwan pudo embolsarse hasta 3 millones de dólares de los israelíes, pero también que podría haber actuado para vengarse de su suegro el presidente, ya que pensaba que el dinero que recibía por su matrimonio era muy bajo. En teoría, decidió comunicarse con el Mossad a causa de la decepción que le había causado la derrota de Egipto en la Guerra de los Seis Días.
Marwan manejaba información privilegiada sobre el ataque que dio lugar a la guerra del Yom Kipur, pero su utilización pudo perjudicar a Israel
Otra pista puede encontrarse en la información que Marwan manejó durante los días previos a la guerra del Yom Kipur, que enfrentó a Egipto y Siria con Israel en octubre de 1973. Meses antes, en abril, alertó a los israelíes de un ataque inminente por parte de los egipcios que nunca se produjo y que costó una gran cantidad de dinero a sus supuestos benefactores. Sin embargo, su información resultó más acertada cuando el 4 de octubre avisó a Israel de una inminente invasión que permitió movilizar rápidamente a los tanques. Sin embargo, la hora de la que disponía Marwan era incorrecta, y el ataque empezó cuatro horas antes.
El historiador arrepentido
La pista definitiva puede proporcionarla Ahron Bregman, el periodista e historiador israelí que expuso en 2002 la verdadera identidad de Angel. En una entrevista publicada en 2012 en Times of Israel, Bregman se mostraba totalmente arrepentido de haber expuesto la verdad 10 años antes en las páginas del diario egipcio Al-Ahram, en la que explicaba que en 1973 había desinformado a las tropas egipcias en servicio a su país de origen. En la misma, reconocía que había sido “un error trágico y colosal exponerlo” y que “me sentí como un gran héroe cuando lo hice, pero uno muy pequeño después de que muriese”.
A pesar de conocer la verdadera identidad de Marwan, el historiador y periodista tardó mucho tiempo en desvelarla de manera explícita, y sólo lo hizo después de que este replicase que su libro no era más que “una historia de detectives estúpida”. Sin embargo, Marwan nunca amenazó con denunciarle. Es más, se puso en contacto con él e intentó presentarse como una persona frágil y enferma ante Bregman quizá, como explica este mismo en el reportaje de The Guardian, porque quería que defendiese su versión de la historia frente a la de otros historiadores más despiadados como Howard Blum, autor de The Eve of Destruction: the Untold Story of the Yom Kippur War (Harper Perennial).
Bregman esperaba una llamada de Marwan la mañana en que murió, pero nunca llegó a despedirse de esa persona a la que sólo había visto una vez en persona y cuya muerte probablemente ocasionó de manera indirecta. “No sé si murió por mi culpa, pero sé que no es una buena idea desenmascarar a un espía vivo”, ha explicado el autor. Durante los últimos días de su vida, Marwan le dejó tres alarmantes mensajes en el contestador automático; la conversación entre espía e historiador debería haber versado sobre esa sentencia que oficializaba su identidad y que tanto asustaba al egipcio.
Si no quieres ver el sol al mediodía, es porque no lo quieres ver, puesto que está ahí
¿La verdad? Delante de nuestros ojos, como explica en el reportaje de The Guardian Ahmed, el hijo de Marwan, que se muestra muy cauto, seguramente porque, como sugiere Bregman, piensa que su padre fue asesinado. “Ahmed, todo lo que quieras saber sobre el mundo es público”, recuerda que le dijo su padre una vez. “Sólo tienes que buscarlo, investigarlo y juntar los puntos. Todo lo que queremos saber lo podemos ver”. O, como él mismo dice, “si no quieres ver el sol al mediodía, es porque no lo quieres ver, puesto que está ahí”. La verdad, señalan los que conocieron a Marwan, es evidente.
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