27 abril, 2024

El enigma de Gevaudan: el ejército que Luis XV envió para cazar a una extraña bestia asesina de niños

Grabado publicado en 1840 en el 'Journal des chasseurs', sobre la caza de la bestia de Gevaudan
Grabado publicado en 1840 en el ‘Journal des chasseurs’, sobre la caza de la bestia de Gevaudan

Un animal desconocido, al que calificaron de hombre lobo, causó más de 215 víctimas entre muertos, desmembrados y heridos entre 1764 y 1767, para cuya caza el Rey desplegó un ejército de 20.000 hombres

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«El primero de julio de 1764 fue enterrada Jeanne Boulet, sin sacramentos, tras ser asesinada por una bestia feroz en presencia de Joseph Vigier y Jean Reboul». Así rezaba el breve registro anotado en el libro de su parroquia por el cura de Les Hubacs, una pequeña aldea del condado de Gévaudan. El cadáver de aquella primera víctima documentada, una niña de 14 años, apareció degollado y parcialmente devorado. El primer ataque se había producido unos días antes, contra una vaquera cuyo nombre no ha trascendido y que salvó la vida de milagro tras protegerse con sus bueyes.

Es cierto que los vecinos de esta región boscosa ubicada al sur de Francia estaban acostumbrados a los ataques de lobos a mediados del siglo XVIII, pero nunca antes había visto, ni vieron después, semejante virulencia. La inquietud se extendió rápidamente por la comarca a causa del daño provocado en el cuerpo de la niña, por una «bestia» que parecía más salvaje y peligrosa que un simple lobo, por muy grande que este fuera. Pronto se empezó a hablar de un hombre lobo.

Un mes después, el 8 de agosto, apareció otra niña degollada, con el cuerpo desnudo y desmembrada. La noticia se extendió rápidamente desde Gévaudan al resto del país. La alarma y las primeras especulaciones dieron paso al terror, sobre todo cuando, a principios de septiembre, se contabilizaron otras seis víctimas más en las inmediaciones de la selva de Mercoire. Todas eran menores de edad y tenían importantes marcas de mordeduras en el tórax y las extremidades. El patrón se repetía, y en la búsqueda del responsable se apuntó a una bestia infernal, una criatura desconocida que se comía a los niños como si de gallinas se tratara.

La misteriosa carnicería no se detuvo ahí. Entre 1764 y 1767, más de un centenar de personas, en su mayoría niños, murieron en el sur de Francia por los ataques de un animal de excepcional ferocidad al que era imposible dar caza. La zona donde actuaba estaba cubierta de bosques espesos, tenía un clima frío y húmedo y sufría de frecuentes neblinas e inviernos de seis meses, lo que añadía al relato cierto aire de misterio que atrajo los comentarios de luminarias tan dispares como VoltaireImmanuel Kant, el Rey Federico II el Grande y el novelista inglés Horace Walpole. Aquella región pobre y olvidada se convirtió, de repente, en el centro de atención de toda Europa por culpa de un animal al que se bautizó como la ‘Bestia del Gevaudan’.

La prensa española contó su historia durante siglos. ABC la recordaba, en 1974, en un artículo titulado ‘El hombre lobo: leyenda literaria y expediente judicial’. Un siglo antes, en 1881, ‘La Ilustración Venatoria’ publicaba otro reportaje sobre su caza que empezaba así: «La región fue muy castigada por un lobo que sembró el pánico en toda la provincia y al que se conocía por el nombre de ‘La bete de Gévaudan‘. Ningún pastor se atrevía a salir al campo y las comunicaciones estaban materialmente interrumpidas. El Obispo de Mende ordenó que se celebrasen ceremonias públicas en las iglesias para proteger a sus feligreses. Se realizaron más de cincuenta batidas sin resultado satisfactorio. La fiera parecía invulnerable. Llevaba ya 83 personas muertas y 50 heridas de gravedad. El Gobierno francés había gastado ya 29.314 libras para matar a la bestia y, a pesar de ello, esta seguía haciendo nuevas víctimas a diario».

El obispo de Mende aseguró que era un castigo divino por los pecados de los hombres, mientras que en el seno de la Iglesia francesa se bautizó al animal como «la plaga de Dios». La presión social llevó al Rey Luis XV a conceder un premio de 6.000 libras al valiente que consiguiera acabar con él e, incluso, envió al más célebre cazador de lobos de Normandía con un ejército de 20.000 hombres que realizaron batidas de una extensión nunca vista. «En una de ellas salió la bestia de un matorral y fue ligeramente herida por un cura, pero esta supo librarse cruzando a nado un río caudaloso. Todos los que sabían manejar armas en la provincia limítrofe se dispusieron para salir en su persecución, pero la fiera aumentó su osadía y comenzó a atacar a mujeres y niños a plena luz del día», añadía el mismo diario.

La mitad de Francia aseguraba que se trataba de hombre lobo y la otra, de un lobo de dimensiones gigantescas, pero con orejas pequeñas y pelo enrojecido, cuyas fauces eran increíblemente desproporcionadas. En lo que todos coincidían era en el terror que habían desarrollado hacia ese animal que seguía matando y al que no podían cazar. Las familias de las víctimas estaban enfurecidas y sus miembros, completamente enajenados, salían a enfrentarse con aquel depredador, aunque supieran a ciencia cierta que solo les esperaba la muerte. Ese fue el caso de un padre y sus hijos de ocho y 16 años, que fueron descuartizados por las fauces del animal.

Ilustración de la época ofreciendo 2700 francos por la muerte de la bestia

Siete niños

El estado de histeria era tal que se obligó a los niños a quedarse en sus casas y al resto de familiares a solo salir de ella si iban en grupo y armados. Mientras, otros cazadores de renombre nacional como el capitán Duhamel, responsable de la caballería del ejército francés, y Martin Denneval entraron en escena, pero fracasaron igualmente. Se cuenta que, incluso, un grupo de siete niños de entre ocho y 12 años se encontraron con la bestia de casualidad el 23 de enero de 1765 y se enfrentaron con ella. Sin embargo, esta cogió a uno por el brazo y se apresuró a llevárselo, pero los demás le rodearon con palos y le obligaron a soltarlo. El propio Luis XV elogió este acto de valentía… aunque el animal seguía suelto y cobrándose víctimas.

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En abril de ese año, la historia de la bestia se extendió por toda Europa. ‘Le Courrier d’Avignon’ relataba que los periodistas británicos se burlaban de que los franceses no fueran capaces de matar a un solo animal y el Rey no tuvo más remedio que despedirlos y enviar a su arcabucero real, François Antoine de Beauterne, que se hizo cargo de la cacería. Lo acompañaron su hijo menor, ocho capitanes de la Guardia Real, seis guardas de caza, un sirviente y dos detectives. Así lo contaba en España ‘La Ilustración Venatoria’ en 1881:

«El caballero de Beauterne llegó al campo de operaciones el 7 de agosto de 1765. Por espacio de seis semanas de minuciosa búsqueda no se logró confirmar la pista del terrible lobo. Por fin, el 20 de septiembre se consiguió sitiarle en el bosque de la Abadía de Chazes. Toda la orilla del bosque se rodeó de perros, en medio de los cuales se apostaron tiradores muy acreditados. El mejor de ellos se situó en el punto que creyó paso forzado de la fiera. Se dio comienzo al ojeo y, efectivamente, el monstruo se dirigió al puesto que había elegido el caballero de Beauterne al pie de un barranco. Al verlo, disparó su arma y el lobo rodó por el suelo. Sin embargo, se incorporó y atacó al cazador, que lo recibió con el cuchillo de monte para defenderse hasta que el montero Reinhart acudió y lo remató de un disparo de su carabina».

La celebración

La celebración fue inmensa, pero poco después descubrieron que la bestia, de 60 kilos, no era la que buscaban. Un mes después aparecieron nuevas víctimas, en concreto una niña de 12 años. Luis XV ya no prestaba atención, pues quería que Francia creyera que se había acabado con el problema e, incluso, hizo que le llevaran a la falsa bestia disecada a Versalles. En junio de 1767, otro célebre cazador de la comarca, Jean Chastel, aseguró que había abatido al lobo asesino, que era igual de grande que el anterior. Este también se envió al palacio real, pero la región no se fiaba.

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En la infausta cacería, entre 1764 y 1767 se acabó con la vida de más de 120 lobos. Nunca se supo exactamente cuál de ellos era la verdadera ‘Bestia de Gevaudan’. Unos eran más grandes y otros más pequeños. Según los últimos estudios de periódicos y documentos de la zona, las víctimas del ‘hombre lobo’ o lo que fuera ascendieron a 215, de las cuales 113 aparecieron muertas, 13 sufrieron algún tipo de amputación y 98 fueron heridas de distinta consideración. Las teorías se ampliaron a un hombre disfrazado de animal, un asesino en serie con un traje de rinoceronte o una bestia mitológica… pero el enigma jamás se resolvió.

Origen: El enigma de Gevaudan: el ejército que Luis XV envió para cazar a una extraña bestia asesina de niños

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