21 noviembre, 2024

El enigma de la capital del Imperio inca perdida en la selva, «tan grande como Cuzco», que se busca desde 1572

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Vilcabamba la Grande fue fundada en 1539 en algún lugar remoto e inaccesible de las montañas de Perú, pero tras la derrota de los incas por los españoles fue olvidada y engullida por la vegetación hasta hoy

El 27 de febrero de 1965, la revista ‘Blanco y Negro’ publicaba un reportaje de nueve páginas y grandes fotografías, con un titular que le habría gustado escribir a Hiram Bingham medio siglo antes: ‘La última capital del Imperio inca será descubierta pronto’. Esta suposición se debe a que, cuanto el famoso expedicionario estadounidense hizo pública la existencia de la ciudad de Machu Picchu en 1911, en realidad estaba buscando la ciudadela de Vilcabamba la Grande, fundada en la primera mitad del siglo XVI y perdida en la selva durante cerca de cuatro siglos.

Para documentar el origen de esta misteriosa ciudad debemos remontarnos al verano de 1537. El emperador Atahualpa había sido capturado en Cajamarca y ejecutado por la expedición de Francisco Pizarro. Fue una de las derrotas más importantes sufridas por el Imperio inca contra los españoles, pero esta poderosa civilización americana supo mantener viva la esperanza durante algún tiempo. «Después de la muerte de Atahualpa –contaba ‘Blanco y Negro’–, Pizarro nombró a Manco II para dirigir a los incas, pero este se levantó después contra los conquistadores españoles e intentó reconquistar Cuzco».

A continuación, la revista reseñaba el nacimiento de este enclave que fue buscado, desde entonces, por multitud de expedicionarios y arqueólogos: «Tras ser derrotado, Atahualpa se retiró con muchos miles de sus fieles al Valle Real del río Urubamba, con el objetivo de establecer allí otro reino bajo la protección natural de la formidable cordillera de Vilcabamba. Manco y sus súbditos se llevaron allí todos sus tesoros y, desde su fortaleza, siguieron acosando durante años a las tropas españolas. Las incursiones de los incas continuaron a pesar de los esfuerzos de los españoles por encontrar y destruir su nueva capital».

Este nuevo centro de poder fue fundado por Manco en 1539 en un lugar remoto y prácticamente inaccesible. Uno que requería varios días de camino a pie por terrenos muy complicados, al que se conoció como Vilcabamba, en el que los incas resistieron a los conquistadores españoles durante décadas y desde el que emprendieron una campaña de guerrillas para alejarlos. Un lugar escondido en lo alto de las montañas, en medio de la selva, hasta que, en 1572, el general Hurtado de Arbieto entró en la ciudad, capturó al último emperador inca, Tupac Amaru, y se lo llevó a Cuzco para ejecutarlo.

Este sí fue el capítulo final de la historia de los incas. Pocos años después, arruinada e invadida por el verde, esta última capital quedó escondida bajo la vegetación de la selva y cayó en el olvido a más de 3.000 metros de altitud. «Es relativamente reciente la pregunta: ¿dónde está Vilcabamba? –explicaba la revista en 1965–. Hemos de suponer que, si los incas siguieron existiendo y luchando como nación durante casi cincuenta años, su capital-fortaleza debía de ser grande, tal vez tan grande como Cuzco. Y, a principios de este siglo XX, los exploradores comenzaron a penetrar en la difícil región de Vilcabamba, atraídos por la probabilidad de encontrar una gran ciudad inca jamás hollada por los hombres desde que fue abandonada».

Esta obsesión por dar con la ciudad de Manco Inca impulsó otras muchas aventuras, entre las que se encuentran algunas de las más importantes de los dos últimos siglos. Machu Picchu fue descubierta en 1911, como dijimos, mientras Bingham buscaba Vilcabamba. Tras estudiar las fuentes de la época, pocas semanas después de alumbrar esta última ciudad, este explorador llegó a unas ruinas desperdigadas en medio de la selva a las que los lugareños llamaban «Espíritu Pampa». El lugar coincidía al dedillo con la descripción de las crónicas españolas sobre esta última capital del Imperio inca, pero Bingham buscaba la fama y se empeñó en defender hasta su muerte, en 1956, que Machu Picchu era la última capital.

Hiram Bingham dejó pasar por alto todas las evidencias que apuntaban en otra dirección. Un año después, sin embargo, un aventurero ególatra y con un dudoso interés mesiánico llamado Eugene Savoy viajó hasta Perú, en el verano de 1957, para fundar la secta del Grupo Andino del Misterio. Una vez allí, movido por su interés en las antiguas culturas precolombinas, se estableció en el país y comenzó a estudiar con Eulogio Garrido, por entonces director del Museo Arqueológico Nacional en la Universidad de Trujillo.

Otras hipótesis

En la década siguiente realizó importantes expediciones por la selva peruana y llegó hasta Espíritu Pampa, donde permaneció tres semanas saqueando las ruinas. Fue en esos momentos cuando expuso su teoría de que el origen de las culturas andinas se encontraba en las zonas selváticas y de que los restos de esta ciudad eran, en realidad, Vilcabamba la Grande, como se la conoció a partir de entonces. La pista final se la dieron las tejas que encontró, ya que, según las fuentes españolas, la última capital del imperio inca se diferenciaba de otras ciudades incas porque sus edificios usaban tejas, técnica que había copiado de los invasores españoles.

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Hubo otras importantes expediciones francesas, italianas, norteamericanas y peruanas importantes en esos años que recorrieron el distrito de Vilcabamba. Entre ellas cabe citar las dirigidas por Luis Ángel Aragón, en 1943, y Santander Caselli, en 1965. Pero no todo el mundo estaba de acuerdo con esta teoría. El periodista gallego Santiago Valle, por ejemplo, ha protagonizado numerosas expediciones a la región desde 1990 y asegura que otras ruinas descubiertas por él correspondían a la mítica «Hatun Vilcabamba», («Vilcabamba la Grande»), en detrimento de la tesis oficial que la sitúa en Espíritu Pampa.

Tal y como apunta la Sociedad Geográfica España, que ha apoyado algunas de las últimas expediciones de Valle, expone así sus argumentos: «Durante años muchos investigadores aceptaron esta tesis que tuvo gran repercusión mundial, aunque un estudio más detallado del lugar permitió llegar a la evidencia de que Espíritu Pampa no es Vilcabamba la Grande. La estructura del lugar, situado en un valle bajo, fácilmente accesible, no coincide con las descripciones del siglo XVI sobre la gran capital Inca perdida, que era inaccesible para los caballos, de acuerdo con las crónicas de la época».

El «error» de Savoy

Y añade: «El principal error de Savoy fue confundir el río Pampaconas, algo de gran importancia en esta investigación, porque el ejército español avanzó siguiendo el Pampaconas en su ataque final a Vilcabamba la Grande. Sorprendentemente, su ubicación estaba indicada correctamente ya en 1908 en un mapa publicado por el Instituto Geográfico del Perú archivado en la Biblioteca Nacional de España y que posteriormente ha sido fundamental para la investigación».

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En julio de 2022, el mismo Santiago del Valle anunciaba que, dentro de otra expedición ‘Hatun Vilcabamba-Tovar 2022’, iba a realizar la primera gran prospección arqueológica en aquel territorio con el sistema LiDAR (de sus siglas en inglés «Light Detection And Ranging»), una tecnología que permite medir distancias desde un emisor láser a un objeto o superficie. Así, comentaba, «vamos a hacer visibles las estructuras prehispánicas que se encuentran ocultas bajo una gruesa capa de vegetación acumulada durante más de cuatrocientos años de abandono, resolviendo un misterio de siglos, tras 25 años de investigación y exploraciones en la sierra de Vilcabamba».

Según Valle, la verdadera última capital de los incas se encuentra realmente cubierta de vegetación en una zona despoblada de muy difícil acceso, «protegida por barrancos y cataratas en las estribaciones del Nevado Choquesafra, que tiene 5.184 metros de altitud». Los resultados, sin embargo, todavía no son concluyentes y el enigma de Vilcabamba la Grande que ya anunciaba ABC en 1965 sigue sin resolverse del todo, aunque pareciera que sí: «Es posible que cuando llegue de nuevo la temporada de sequía, una búsqueda de pocos meses o, incluso, semanas, revele la posición que tuvieron los incas como nación. Será uno de los hallazgos más interesantes que jamás se hayan hecho en este campo, sobre todo porque solucionará la cuestión de cómo los incas consiguieron construir una ciudad que desafiara todos los intentos de encontrarla durante casi cuatro siglos».

Origen: El enigma de la capital del Imperio inca perdida en la selva, «tan grande como Cuzco», que se busca desde 1572

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