23 noviembre, 2024

El informe Carrero, Hendaya y la Armada – Eco Republicano | Diario República Española

Ríos de tinta se han vertido sobre el controvertido tema de la denominada «Reunión de Hendaya» entre Hitler y Franco.

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Ríos de tinta se han vertido sobre el controvertido tema de la denominada «Reunión de Hendaya» entre Hitler y Franco. La práctica totalidad de lo publicado ensalza la figura del general sublevado, recién convertido en dictador. Habilidad, mano izquierda, valentía y un largo etcétera de virtudes se le atribuyen a Franco en su «negociación» con Hitler sobre la entrada de España en la II Guerra Mundial como aliado de los nazis. Dicen que salvó a España…una vez más, pero sus verdaderas intenciones eran entrar en la guerra.
Es cierto que Hitler, por medio de su embajador en Madrid y a través de Serrano Suñer, solicitó una reunión con Franco para tratar sobre la posición española, estábamos a principios de octubre de 1940, una reunión que Hitler propuso fuese en el Nido del Águila, en los Alpes Bávaros (Berchtesgaden), finalmente se celebró en la frontera de España con Francia, en Hendaya, el 23 de octubre de 1940, Francia estaba ocupada por los nazis desde finales de junio de ese año. También es cierto, si los documentos consultados son precisos, que en esa reunión no se decidió nada definitivo sobre la intervención de España como aliada de los nazis, tal decisión se pospuso, prueba de ello es el documento que con fecha del 11 de noviembre de 1940 redactó Luis Carrero Blanco, 18 días después de celebrada la reunión entre Hitler y Franco en Hendaya.
La intención de Franco cuando fue a Hendaya, movido por su irrenunciable afán imperialista, era entrar en la guerra al lado de Hitler. Según nos relata Gerardo Elorriaga en El Correo, los investigadores sostienen que Franco quiso entrar con Alemania e Italia en la Segunda Guerra Mundial, pero que pidió un precio muy alto a Hitler. «No fue una estratagema», advierte el historiador y periodista Jesús Palacios. Al Führer le interesaba cerrar el Estrecho de Gibraltar y el dictador planteó unas demandas ambiciosas para participar en esa operación. «Solicitó las colonias francesas en el Magreb, incluida Argelia, y dominios en el centro de África», revela. «Se creía predestinado, dotado por la gracia de Dios para aprovechar la oportunidad histórica de resarcirse de ingleses y franceses y crear un nuevo imperio».
El ministro de Marina español era entonces Salvador Moreno Fernandez (tristemente conocido por ser el comandante del crucero «Canarias» cuando bombardeo a la población civil que huía de Málaga hacia Almería) y su Jefe de Operaciones Luis Carrero Blanco, capitán de fragata. El ministro sabía de las intenciones de Franco , pero no quería entrar en la guerra bajo ningún concepto y encargó a Carrero Blanco un informe sobre la situación de la capacidad militar y los inconvenientes de la participación española en la guerra, especialmente sobre la Armada, la cual según Carrero serviría de apoyo a los nazis en su dominio del Mediterráneo y las aguas del estrecho de Gibraltar. El destinatario de dicho informe sería Franco, y la intención del mismo era evitar que Franco se plegase a los deseos de Hitler. En este punto resulta ilusorio solo pensar que Hitler no conocían a la perfección el potencial bélico español, el cual era prácticamente nulo, es de suponer que la intención de Hitler era utilizar el territorio y las aguas españolas, junto con las defensas costeras con total libertad, no obstante dicho informe se redactó exponiendo veintiuna razones que «desaconsejaban» a Franco entrar directa y efectivamente en la guerra. Se asegura desde diferentes opiniones que este informe de Carrero fue lo que hizo desistir a Franco de su intención de entrar en la guerra después de la reunión de Hendaya, por otro lado Hitler se opuso a las pretensiones iniciales de Franco, transmitidas en el encuentro.
En un trabajo de Eduardo Palomar Baró, franquista de pro y Caballero de Honor de la Fundación Nacional Francisco Franco, publicado en la web Generalísimo Francisco Franco, además de recoger, supongo que textualmente, el informe de Carrero Blanco, da cuenta del estado de los ejércitos (Tierra y Aire) y de la Armada.
Reproduzco a continuación lo relativo a la Armada, compuesta en esas fechas (noviembre de 1940) casi en su totalidad por las unidades de la Flota Republicana recogidas por los franquistas en Bizerta (Túnez) en la primavera de 1939. El dos de abril, el entonces contralmirante Salvador Moreno, a las 18.30 horas, radiaba al Jefe del Estado Mayor franquista lo siguiente: «En este momento salgo del lago Bizerta con toda la escuadra sin novedad».Durante la travesía hasta la península los marineros republicanos que, confiando en las promesas franquistas decidieron volver a España, ya prisioneros fueron obligados a rendir homenaje a los muertos del «Baleares» en el mismo lugar donde lo habían hundido los buques republicanos. La venganza empezaba. (1) Moreno insistía en que «los marinos republicanos repatriados voluntariamente incluían a significados criminales e individuos de cuidado, para los que deberían prepararse campos de concentración». 
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La Armada española en 1940
El núcleo de alarmada estaba compuesto por seis cruceros, una veintena de destructores y cinco submarinos. Aunque suponía una fuerza naval significativa no era ni de cerca la que necesitaba España para proteger los intereses marítimos de una nación que salía de una guerra civil, que había destruido sus recursos y recibía por mar la casi totalidad de sus importaciones.
 
De los 6 cruceros, sólo tres eran operativos: “Canarias”, 10.000 toneladas; “Navarra» (2), 4.837 toneladas, y “Almirante Cervera”, 7.475 toneladas. Los otros tres, “Méndez Núñez”, “Galicia”(3) y “Miguel de Cervantes”, se encontraban en astilleros, sin dotación, en una inaplazable operación de reacondicionamiento.
 
En cuanto a los destructores, una cuarta parte tenían una edad que se aproximaba a los veinte años, carecían de valor militar y cumplían funciones de escuela. La mitad de los submarinos estaban en circunstancias parecidas.
 
La carencia de oficiales, fruto de la situación producida en España entre 1936 y 1939, la escasez de repuestos y de combustible y, como consecuencia, el bajo adiestramiento de las dotaciones, reducían aún más el valor práctico de nuestra Armada.
 
La Aeronáutica Naval, que en 1936 tenía más de cien aviones, había desaparecido en aquel mismo año por la eliminación física de sus oficiales. Unos meses antes del Alzamiento había quedado fuera de servicio el portaaviones “Dédalo”.
 
El 8 de septiembre de 1939, estando aún el Gobierno en Burgos, se promulgó una ley que establecía la construcción de cuatro acorazados, dos cruceros protegidos, doce cruceros ligeros, cincuenta y cuatro destructores, treinta y seis torpederos, cincuenta submarinos, cien lanchas rápidas, buques auxiliares, pertrechos y repuestos.
 
A la vista de la situación política mundial, este programa naval se diseñó como directiva la creación de una fuerza naval que pudiera jugar un papel decisivo como sumando de un bando en un juego político concreto que pudiera plantearse Europa. El programa se basaba en la ayuda técnica que habría de recibir España, ya que nuestra industria no estaba en condiciones de construir por sí sola buques de guerra modernos de alguna importancia.
 
No habían hecho más que iniciarse las conversaciones con los italianos para la construcción en España de acorazados de la clase “Littorio”, cuando se inició la II Guerra Mundial. Quedó detenido el programa naval antes de nacer y el esfuerzo industrial, sin la cooperación extranjera, se centró en la modernización de las unidades existentes.
 
Como puede apreciarse, poco o ningún esfuerzo realizó Eduardo Palomar a la hora de detallar el estado de nuestra Armada en 1940, lo despacha con extrema brevedad y una acentuada falta de detalle y rigor. Si bien es cierto que la mayoría de las unidades navales hacía tiempo que estaban operativas, también es cierto que casi todas ellas estaban en condiciones de servicio y lo siguieron estando durante muchos años más. En cuanto a la carencia de oficiales hay que decir que si algo le sobró a Franco en su Armada durante la guerra fueron oficiales del Cuerpo General, no así de dotaciones, ya que éstas fueron diezmadas por la represión llevada a cabo nada más terminar la guerra.
 
En definitivas cuentas nada de mano izquierda, ni habilidad negociadora, ni de estrategia, fueron el informe de Carrero por un lado y sobre todo la actitud de Hitler por otro, los motivos por los cuales España no participó en la II GM al lado de Hitler y Mussolini, al lado de aquellos que le hicieron ganar la guerra en España. Claro que pienso que si Hitler hubiese querido con firmeza que España entrara en guerra a su lado, Franco habría tenido una excelente coartada para satisfacer sus sueños de poder y lo habría hecho encantado. Algo así le pasó a Aznar con Bush y Blair en 2003.
Benito Sacaluga

Origen: El informe Carrero, Hendaya y la Armada – Eco Republicano | Diario República Española

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