23 noviembre, 2024

El misterio de los dos Miguel de Cervantes heridos en la batalla de Lepanto… y ninguno manco

Montaje con el Cervantes en Lepanto, según el pintor Augusto Ferrer-Dalmau en 2016
Montaje con el Cervantes en Lepanto, según el pintor Augusto Ferrer-Dalmau en 2016

La imagen del escritor sin la mano izquierda se construyó durante siglos hasta hacernos creer que era cierta, pero lo que nunca nadie ha conseguido averiguar es quién era el otro soldado con el mismo nombre y cuál de los dos escribió ‘El Quijote’

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La imagen de Miguel de Cervantes herido y sin la mano izquierda por su heroica participación en la batalla de Lepanto se fue construyendo durante siglos. El mismo escritor ayudó a exagerar el mito, con intenciones más económicas que literarias, aunque hoy ya sean muchos los expertos que ponen en duda esta versión. Algunos, incluso, no definen al autor de ‘El Quijote’ como un héroe, sino simplemente como un superviviente, al igual que otros miles de soldados de la coalición católica organizada por el Papa Pío V y encabezada por el Imperio español que se enfrentó al Imperio otomano.

Uno de los mayores expertos en la vida del famoso novelista es José Manuel Lucía Megías, que escribió un artículo titulado precisamente ‘Cervantes, el famoso Manco de Lepanto’, en el que quería dejar claro que ya no había mucho espacio para los mitos en torno a la célebre batalla: «A día de hoy conocemos cómo se desarrolló el combate hasta en sus más cotidianos detalles. También cómo se organizaba la defensa de una galera y el ataque a las tropas enemigas donde nada se dejaba al azar». Sin embargo, el hecho más insólito y misterioso es el que apuntaba a continuación: «Por saber, conocemos hasta que hubo dos soldados heridos con el nombre ‘Miguel de Cervantes’ gracias a una carta que, desde Palermo, envió don Juan de Austria a Felipe II el 18 de marzo de 1572».

¿Dónde fue el lugar en que ambos se encontraron? ¿Tenían la misma cultura o llegaron a hablar? ¿A cuál de ellos se le ocurrió la historia de ‘El Quijote’? ¿Una segunda persona adoptó la identidad del otro? ¿Cuál de ellos fue el verdadero genio literario? ¿Fueron la misma persona? Son muchas las preguntas que surgen alrededor de este misterio que los biógrafos de Cervantes no han conseguido revelar. Lo que sí parece claro es que uno de los dos conocía perfectamente la Mancha y la forma de ser de los manchegos e, incluso, había viajado por esas tierras para escribir la famosa obra.

La historia oficial dice que, dos años antes de la batalla, el impetuoso y joven Miguel había desafiado a un tal Antonio Sigura en un duelo a espada que recordaría muchos años después en ‘Los trabajos de Persiles y Segismunda’: «Le di dos cuchilladas en la cabeza muy bien dadas, con lo que le turbé de manera que no supo lo que le había acometido. La sangre le corría por la cabeza de una de las dos heridas». Como consecuencia de ello, Cervantes creyó que lo había matado y huyó apresuradamente, ya que estos lances estaban prohibidos y el homicidio castigados con la muerte.

Aunque su contrincante sobrevivió, los jueces le declararon culpable en un juicio al que no se presentó. La Justicia emitió una Real Provisión firmada por Felipe II en la que se pedía su destierro y que le cortaran la mano derecha. Cervantes se encontraba ya en Italia. En Roma trabajó como criado del cardenal Julio Acquaviva y se cree que comenzó su carrera como literato, pero su espíritu aventurero le empujó a las armas y se alistó en uno de los tercios italianos, el de Nápoles, a mediados de 1570.

Navegó y se curtió en el escalafón más bajo del Ejército, aunque no entró en combate por primera vez hasta la batalla de Lepanto. Fue el domingo 7 de octubre de 1571 cuando las dos escuadras se avistaron en el golfo del mismo nombre. Las fuerzas podrían considerarse equilibradas: los cristianos alineaban 207 galeras, seis galeazas, 1.215 cañones y unos 90.000 hombres entre marineros, soldados y remeros; y los turcos contaban con 221 galeras, 38 galeotes, 18 fustas y 750 cañones. Al escritor, o al menos a uno de los dos Miguel de Cervantes, no le correspondía formar parte de la tropa de asalto, los veteranos o los ‘aventajados’. Solo podía realizar tareas defensivas como bisoño que era.

Las biografías cuentan que, en el momento que comenzaron los ataques en Lepanto, tenía fiebre y yacía en un camastro bajo cubierta. Algunos historiadores creen que solicitó un puesto de combate. Quizá temió morir ahogado si se abría una vía de agua en su cámara, pero los admiradores siempre han preferido pensar que fue un acto de patriotismo. Sería entonces cuando el capitán le asignó un puesto en el esquife, la barca de a bordo que durante la batalla servía de plataforma desde la que arcabucear al enemigo en posición elevada.

No quedó manco

Según indican los documentos de la época, como soldado bisoño tuvo que encargarse de proteger a los arcabuceros más aventajados que había en el esquife. Al igual que todos los de su rango, es probable que Cervantes tuviera que lanzar piñas incendiarias con su brazo y exponer su cuerpo al enemigo. Según Lucía Megías, la mortalidad en estas posiciones era altísima y salir con vida, un milagro. «Como sabemos, el escritor recibió tres arcabuzazos. Durante unos meses, como otros tantos supervivientes, estuvo entre la vida y la muerte en el hospital de Messina», añade el experto.

En una entrevista en ‘La Vanguardia’, este historiador desmentía el mito de la pérdida de su mano con la siguiente explicación: «Es un problema lingüístico y no de interpretación. En el siglo XVII, ‘manco’ no solo era aquel al le falta un miembro sino también aquel que tiene inutilizado parcial o totalmente un brazo. Llamarle el ‘Manco de Lepanto’ no significaba que le faltara la mano izquierda, sino que no la tenía en su total uso debido a los tres disparos que recibió en la batalla. Lo sabemos porque lo dicen él y otros escritores como Lope de Vega».

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Cervantes hizo referencia también a su partición en varias ocasiones, como en el prólogo de sus ‘Novelas ejemplares’ (1613) y en el ‘Viaje del Parnaso’ (1614), pero en ninguna hizo mención alguna a la presencia de otro soldado con el mismo nombre que él. Tampoco en la primera biografía que se publicó de él 167 años después, la de Gregorio Mayans i Siscar a petición de Lord Carteret, el noble inglés que impulsó la primera edición de lujo de ‘El Quijote’ en 1738. En ella se decía «Cervantes fue uno de los que se hallaron en la célebre batalla, donde perdió la mano izquierda de un arcabuzazo o, por lo menos, quedó herida e inhábil. Peleó como tenía que hacerlo un cristiano tan bueno y un soldado tan valiente».

Miguel de Cervantes, pintado por Antonio Muñoz Degrain en 1916 BNE

El misterio

La leyenda fue exagerada igualmente en la petición que Cevantes envió al Consejo de Indias para conseguir uno de los puestos vacantes para viajar a América. Se trataba de un escrito en el que enumeraba sus méritos a modo de currículo. Este documento fue hallado en 1808 por Juan Agustín Ceá Bermúdez en el Archivo de Indias y estaba fechado en 1578. En él dejó constancia de su participación en Lepanto y los años transcurridos como prisionero en Argel, una información basada en el testimonio de sus amigos, pero tampoco se decía nada de dos Miguel de Cervantes.

Aquel glorioso domingo 7 de octubre de 1571, sin embargo, a bordo de las galeras cristianas comandadas por Don Juan de Austria iban embarcados dos hombres de nombre Miguel y el apellido Cervantes. Y ambos, además, resultaron heridos. Hace tres años, el vicepresidente de la Sociedad Cervantina de Alcázar, Luis Miguel Román, comentaba en una de sus conferencias que este hecho estuvo oculto durante muchos años. El experto se refería a continuación a una carta de Juan de Austria a su hermanastro, Felipe II, fechada el 19 de marzo de 1572, cinco meses después de la batalla, que fue expuesta en la Dirección General de Bellas Artes con motivo del cuarto centenario de la muerte del novelista.

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En ella le indicaba al Rey que le enviaba «la relación de las personas a quien se han repartido ayudas de costa, a la mayor parte para curarse de las heridas que tuvieron en la batalla y a otras para ayudarlas a la extrema necesidad en que estaban». Junto a ella, incluía la relación de heridos, donde, efectivamente, se indicaba que aparecían dos soldados con el mismo nombre: «Miguel de Cervantes» y «Miguel Cervantes». El primero, con otras 396 personas, habían servido el día de la batalla de Lepanto en que «salieron muchos heridos y mucha parte dellos mancos; el otro, forma parte de las trece personas que se alzaron con una galera turquesa y se vinieron desde La Caramanía, con ella, hasta Mesina».

Los escudos recibidos

Román solicitó el documento original al Archivo General de Simancas y buscó a los dos Cervantes. El primero, contaba en la conferencia, se encontraba en el folio «5V» de la relación de heridos, marcado al margen con una cruz, y el segundo en el folio «8V», con una nota a su margen que advierte «Ojo», siendo este segundo Cervantes la última persona nombrada en la relación antes del resumen económico del contador. Al primer Cervantes el contador de la Armada le entrega 20 ducados y al segundo 22 escudos, cuantías muy similares si las trasladamos a maravedís, unos 8.000 maravedís al primero y 8.250 al segundo.

«Este documento, carta y relación de heridos se conocía oficialmente al menos desde 1849. En 2016, fecha de la exposición, hacía 167 años que estaba metido en un cajón, fuera del alcance de investigadores, biógrafos y cervantistas. ¿Quién lo ordenó? ¿Por qué motivo lo hizo? Quizá este documento aporte alguna respuesta sobre todo esto», añadía el vicepresidente de la Sociedad Cervantina. Hasta hoy, nadie ha conseguido dar una respuesta.

Origen: El misterio de los dos Miguel de Cervantes heridos en la batalla de Lepanto… y ninguno manco

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