28 abril, 2024

El origen de la locura de Calígula: el emperador romano de las mil perversiones

Busto atribuido como representación del Emperador Calígula MUSEO DEL PRADO
Busto atribuido como representación del Emperador Calígula MUSEO DEL PRADO

Una nueva biografía plantea un síndrome bipolar como explicación de las numerosas extravagancias, muchas ellas exageradas por la propaganda de sus enemigos, que mostró el sucesor de Tiberio

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Cada emperador ha tenido que lidiar con su propia leyenda negra y hoy es difícil separar la realidad de la mentira. Pero, incluso quitando toneladas de exageración por parte de Suetonio y Casio sobre Calígula, lo que se vislumbra debajo es un psicópata obsesionado con el sexo y un dirigente pésimo.

Stephen Dando-Collins , autor de decenas de biografías históricas, acaba de publicar en España un ensayo sobre el monarca que analiza de manera rigurosa su estado mental y se sirve de sus conocimientos sobre las legiones para ampliar la imagen que existe sobre este periodo. En «Calígula: el Emperador loco de Roma», editado por la Esfera de los libros , el experto australiano traza la vida y personalidad del «emperador más tristemente célebre» y busca abordar las distorsiones, medias verdades y malentendidos para trazar un retrato más fiel del joven.

Una primera impresión muy equivocada

Nacido con el nombre de Cayo Julio César Germánico , el heredero de Tiberio era el tercero de los seis hijos supervivientes del matrimonio entre Germánico y Agripina la Mayor, nieta de Augusto. El nombre de Calígula era, en verdad, un apodo que le pusieron los soldados cuando acompañó siendo un niño a su padre en las campañas de Germania. Le apodaron «Calígula» («Botita») , lo que años después le irritaría enormemente, porque iba vestido con una versión en miniatura del traje de legionario.

Educado en la villa de Capri, los principales compañeros de formación del romana habían sido hijos de reyes extranjeros enviados a la capital del imperio a modo de garantía. En definitiva, Calígula vivió su infancia y adolescencia en una burbuja, rodeado de príncipes orientales con una forma distinta de comprender el poder y con sus hermanas como mejores amigas. Ya entonces surgieron rumores de que había mantenido relaciones sexuales con ellas.

Cuando falleció Tiberio, Calígula no ejercía ningún puesto oficial y su experiencia política se limitaba a un cargo menor. El pueblo ignoró la completa falta de experiencia del nuevo Emperador porque recordaba a su padre con cariño y, sobre todo, porque su primera medida fue abolir los procesos de traición, un mecanismo legal que había permitido a Tiberio perseguir a sus enemigos con impunidad. El tiempo iba a demostrar que no podían estar más equivocados en su entusiasmo.

La primera señal de que Calígula vivía de los golpes de efecto tuvo lugar con la ejecución de Macrón, prefecto de la Guardia pretoriana y sospechoso de haber matado a Tiberio. Según el historiador Filón , el Emperador se hartó, de pronto, de su antiguo amigo: «Ahí llega el maestro de quien ya no necesita lección alguna… ¿Cómo se atreve alguien a enseñarme a mí, que antes aun de ser engendrado fui modelado emperador, cómo se atreve un ignorante a enseñar a quien sabe?».

Sin el hombre en las sombras que ejecutaba a sus enemigos, al tiempo que controlaba su inestabilidad, empezaron los meses más oscuros del Emperador. Calígula se presentó como un dios al que había que adorar en vida, a diferencia del Divino Julio César Augusto , y comenzó una vida de extravagancias. Los autores clásicos quisieron ver en el origen de estas prácticas una explicación médica y un kilómetro cero.

Un psicópata al frente de Roma

A los pocos meses de haber accedido al trono, en el otoño del año 37 d.C., Calígula sufrió lo que probablemente fue una crisis nerviosa o una encefalitis (una inflamación del cerebro causada por algún tipo de infección). Suetonio menciona que durante su infancia ya había registrado graves problemas médicos, con un ataque de epilepsia periódicos que en la edad adulta se convirtieron en desvanecimientos. Sin embargo, Dando-Collins recuerda que en los primeros meses de su reinado actuó de modo correcta y era adorado por el populus, que alababa sus actos. «Aparentemente de un día para otro, se volvió voluble, caprichoso y cruel», señala. La propaganda senatorial puso el altavoz sobre sus extravagantes actos.

«Era de elevada estatura, pálido y grueso; tenía las piernas y el cuello muy delgados, los ojos hundidos, deprimidas las sienes; la frente ancha y abultada; escasos cabellos, con la parte superior enteramente calva y el cuerpo muy velludo», describió Suetonio sobre su aspecto físico, añadiendo que dado su abundante pelo por el cuerpo estaba penado con la muerte usar la palabra «cabra» en su presencia.

En contraste con sus «humildes» antecesores, Calígula se reveló como un monarca asiático en su forma de vida desmedida. Según Dión Casio , «empezó a gastar en caballos, gladiadores y en otras cosas semejantes sin ningún freno, y vació en poquísimo tiempo el dinero atesorado, que era mucho», esto es, cerca de tres mil millones de sestercios.

Con parte de este dinero se hizo construir en Roma una mansión en el Palatino, cuyo vestíbulo era el mismísimo templo de Cástor y Pólux , así como una serie de construcciones junto al lago de Nemi. Allí atracó dos navíos gigantes, de 70 metros de longitud, auténticos palacios flotantes donde organizaba algunas de sus fiestas más desmesuradas. En las bacanales eran frecuentes las agresiones y perversiones contra las invitadas.

Y es que la vida sexual del Emperador es el elemento más conocido, y a la vez fabulado, de la biografía de Calígula . Se le acusaba de acostarse con las esposas de sus súbditos, de relacionar el sexo con el dolor físico y de tratar de convertir su palacio en un gran burdel. Durante su breve reinado tuvo cuatro esposas y un sinfín de amantes. Se dice que a Livia Orestila la violó en su propia ceremonia de esponsales y se casó con ella para repudiarla al cabo de unos días.

«Cuando llegó al poder, ciertamente Calígula fue abiertamente promiscuo con las esposas de importantes senadores, en parte para humillar a sus maridos. Incluso le robó una esposa al marido en la noche de bodas»

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De sus relaciones homosexuales se suele mencionar, entre los más conocidos, al histrión griego Mnéster y a su primo Emilio Lépido. Este último ejerció un papel protagonista a nivel político hasta que, a finales del 39, el Emperador le acusó de encabezar un complot contra él y ordenó su ejecución. Lépido reconoció antes de morir que había tenido relaciones sexuales con el Emperador y que tenía el vientre dolorido de la pasión que en ellas había puesto, lo que insinuaba que había ejercido él el papel activo en el acto sexual. En este sentido, los romanos, más tolerantes que los griegos con los homosexuales, daban mucha importancia a quién ejercía el papel de activo y quién el de pasivo en la pareja, tanto a nivel sexual como social. La pasividad era signo de debilidad.

Sobre este mito del emperador perverso, el libro de Dando-Collins trata de separar la paja del trigo: «Cuando llegó al poder, ciertamente Calígula fue abiertamente promiscuo con las esposas de importantes senadores, en parte para humillar a sus maridos. Incluso le robó una esposa al marido en la noche de bodas. Pero no hay pruebas de que participase en sesiones de sexo en grupo siendo emperador. Y cuando se casó con Cesonia [su cuarta esposa] parece que le fue rigurosamente fiel el resto de su corta vida».

El caballo que quería ser senador

Cuando saltó esta primera conjura contra el Emperador, Calígula reveló otra de sus monstruosidades al deleitarse con la tortura de cada uno de los conspiradores. Observar cómo torturaban a otros era algo que le gustaba hacer desde tiempos de Tiberio . Advertido por esta primera conspiración, Calígula quiso demostrar que era un hombre cabal dirigiendo una campaña militar en Britania . Sin embargo, la invasión fue pronto abortada y el Emperador ordenó a los soldados que recogieran conchas de la playa para justificar que había sido Neptuno quien malogró el ataque. O, al menos, eso cuenta la leyenda.

En las páginas de «Calígula: El emperador loco» se plantea la hipótesis de que el episodio de las conchas tuvo su origen en la negativa de los legionarios, como también harían años después con Claudio, a embarcar hacia Britania. Un enfurecido Calígula ordenó a los soldados recoger conchas como irónico castigo tras su desobediencia.

De vuelta a la ciudad, el Emperador escandalizó a la clase política al anunciar que quería nombrar senador a su caballo Incitatus, si bien Dando-Collins aclara en su libro que solo fue un anuncio tirando a chiste. «Esto parece haber sido tanto un síntoma de su impaciencia con el Senado romano como un ejemplo de su extravagante sentido del humor», aclara.

El asesinato del emperador Calígula por Lazzaro Baldi.

Un gran número de senadores y miembros del ejército romano prendieron una nueva conjura ante las extravagancias y violencia crecientes de Calígula. El 24 de enero del año 41 d.C, un tribuno de la guardia de corp imperial apuñaló a Calígula cuando estaba absorto en la contemplación de un espectáculo teatral. El cerebro de la trama fue un oficial pretoriano llamado Casio Querea, que planeó el asesinato usando el cryptoporticus, esto era, el túnel subterráneo que unía los palacios del Monte Palatino .

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Haciendo caso a Suetonio, el pretoriano organizó el asesinato para vengarse de Calígula por burlarse a diario de su voz afeminada, llamándolo Príapo o Venus o dándole la mano para que la besara con actitud exagerada. La participación de los pretorianos en la conspiración sentó un precedente que condenó a Roma a un largo tiempo de inestabilidad.

Un diagnóstico

Pero, ¿son ciertas todas las perversiones que se relatan de Calígula? Para Suetonio y Dión Casio, no cabe duda de que fue un monstruo cruel. Pero siempre es importante desconfiar de las intenciones de los que escriben la historia. Lo único comprobable del caso de Calígula es que, en efecto, se comportó de forma despótica, despreció al Senado y descuidó sus responsabilidades como gestor. Eso convirtió sus extravagancias, fueran exageradas o completamente ciertas, en el lugar de trabajo predilecto para los propagandistas, casi siempre miembros de la casa ecuestre, que querían advertir a futuros dirigentes de lo inadecuado de apartar a los senadores del poder. Escribir sobre los vicios sexuales en una sociedad que felicitaba la moderación era la mejor forma de despreciar a los gobernantes a ojos del pueblo.

«Los pacientes bipolares sufren espectaculares cambios de humor, pasando de momentos de gran excitación en los que despliegan gran energía, hiperactividad, excesiva confianza en sí mismo y pérdida de contacto con la realidad a episodios de tristeza, depresión, letargo»

En este sentido, Dando-Collins defiende en su libro que la locura y las extravagancias de Calígula tuvieron su causa en una enfermedad mental hoy fácilmente diagnosticada, como es el trastorno bipolar. «Quienes lo padecen experimentan mejorías y empeoramientos, lo que explicaría por qué Calígula intercalaba episodios de aparente locura con otros en los que mostraba un comportamiento racional y tomaba decisiones sensatas. Los pacientes bipolares sufren espectaculares cambios de humor, pasando de momentos de gran excitación en los que despliegan gran energía, hiperactividad, excesiva confianza en sí mismo y pérdida de contacto con la realidad a episodios de tristeza, depresión, letargo, introversión y cansancio físico»

Suetonio, sin saberlo, hizo un diagnóstico muy preciso de la enfermedad en un tiempo donde no existía tratamiento para este tipo de pacientes: «Estoy convencido de que una enfermedad cerebral era responsable de sus dos vicios contradictorios; el exceso de confianza y su extremo retraimiento».

Origen: El origen de la locura de Calígula: el emperador romano de las mil perversiones

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