8 octubre, 2024

Esclavo por tu propio bien: los argumentos esclavistas a través de la historia

Esclavos esperando su venta en el Estados Unidos del siglo XIX. Dominio público
Esclavos esperando su venta en el Estados Unidos del siglo XIX. Dominio público

Aristóteles decía que entre el esclavo y el amo que lo esclaviza hay “un interés común y una amistad recíproca”

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Aristóteles decía que entre el esclavo y el amo que lo esclaviza hay “un interés común y una amistad recíproca”, lo que tiene mucho sentido, porque Aristóteles poseía 14 esclavos que lo servían, suponemos que amistosamente. Como él, muchos de los grandes sabios de la historia vivían en sociedades donde poseer a otros seres humanos era habitual y enteramente aceptable, pero aun así a muchos ya les rechinaba lo suficiente como para buscar elaboradas excusas intelectuales que justificaran lo injustificable.

El sabio macedonio adelantó varios de los argumentos que los esclavistas han estado usando hasta hace no tanto. El más repetido es que hay personas que son “esclavos por naturaleza”, a los que sus propietarios poco menos que les hacen un favor dejándoles cumplir con un papel “conveniente y justo”, ya que incluso su cuerpo es diferente del de los hombres libres: “Unos, fuertes para los trabajos necesarios; otros, erguidos e inútiles para tales menesteres, pero útiles para la vida política”.

Incluso con este alegato a favor de la esclavitud, Aristóteles era un pensador revolucionario por plantearse siquiera la cuestión y también por hacer la distinción entre esos “esclavos por naturaleza” y aquellos esclavizados “por convención o forzados”. Aristóteles, un macedonio en Atenas, estaba en contra de esclavizar a prisioneros de guerra que fueran griegos o tuvieran “alma libre”. Como él, otros pensadores, como Platón o Séneca, también criticaron algunos aspectos morales de la esclavitud, aunque ellos mismos poseían a otras personas.

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Esclavos en la antigua Grecia.

Esclavos en la antigua Grecia.

Dominio público

Tampoco el ascenso del cristianismo cambió demasiado esos debates. En los Evangelios Jesús no condena la esclavitud, y san Pablo dijo específicamente a los esclavos “obedeced a vuestros amos de este mundo con respeto y temor, con sencillez de corazón, como a Cristo”.

Puede entenderse sabiendo que el nacimiento del cristianismo se produce en el Imperio romano, donde la esclavitud era una institución principal, pero cinco siglos después san Agustín seguía justificándola para “conservar el orden natural”, y todavía en el siglo XII santo Tomás decía que “Dios no ha creado a todos los hombres igualmente libres”.

Esclavitud y supremacismo

Durante muchos siglos la esclavitud no necesitó demasiada defensa, porque tampoco estaba bajo ningún ataque. En la Edad Media era habitual que una persona con ciertos recursos tuviera esclavos extranjeros, a veces cautivos derrotados en alguna guerra, aunque es verdad que existían ciertos límites: un cristiano podía tener un esclavo africano o eslavo, pero no a otro cristiano, salvo que se le considerara pagano o hereje. Fue la conquista de América la que generó los primeros grandes debates intelectuales al respecto.

Las denuncias de fray Bartolomé de las Casas contribuyeron a que la Corona española prohibiera la esclavitud de los indios americanos en 1542 (no así de los esclavos africanos), y el enfado de algunos colonos en Perú fue tal que se levantaron en armas contra Carlos I.

El hermano pequeño del conquistador Francisco Pizarro fue el líder militar de la revuelta, pero el filósofo Juan Ginés de Sepúlveda puso voz a los argumentos de los descontentos volviendo al concepto de “esclavos por naturaleza” de Aristóteles: “Con perfecto derecho los españoles imperan sobre estos bárbaros del Nuevo Mundo e islas adyacentes, los cuales en prudencia, ingenio, virtud y humanidad son inferiores a los españoles como los niños a los adultos, y las mujeres a los varones, habiendo entre ellos tanta diferencia como la que va de gentes fieras a gentes clementísimas […] estoy por decir que de monos a hombres. Hombrecillos en los cuales apenas encontrarás vestigios de humanidad; […] Tales gentes son siervos por naturaleza”.

Como suele suceder, los argumentos intelectuales eran francamente convenientes para determinados intereses económicos. El impacto económico de la esclavitud siempre ha sido un argumento clave.

Esclavo por tu bien

En Europa, la demanda de esclavos fue desapareciendo durante el siglo XVIII, y se abolió en casi todos los países occidentales a lo largo del siglo XIX. El país que vivió un debate más encendido al respecto fue EE. UU., donde los estados abolicionistas del norte y los estados esclavistas del sur discutieron larga y en públicamente sobre los aspectos morales y económicos de la esclavitud, hasta acabar enfrentándose en una guerra civil al respecto.

La mayoría de los habitantes del Norte creía que la esclavitud era moralmente inadmisible para un protestante, mientras que los sureños respondían que los patriarcas bíblicos tenían esclavos y que la institución tenía un “origen divino”. El reverendo Benjamin Morgan Palmer predicaba en Luisiana que la misión providencial de sus parroquianos era “perpetuar la institución de la esclavitud” y proteger así “una relación reconocida y aprobada en las escrituras de Dios”.

esclavos

Esclavos trabajando el campo.

REDACCIÓN / Otras Fuentes

Algunos intentaban un argumento menos espiritual, pero más pragmático y económico: sin los esclavos, decían, la economía se hundiría. El sur de EE. UU. producía el 75% del algodón del mundo, y era un negocio redondo basado enteramente en la explotación. La esclavitud, afirmaban, desaparecería por sí sola con el tiempo…, pero no se podía liberar a los esclavos de un día para otro sin crear el caos.

Con todo, el más cruel de los argumentos esclavistas era el de que lo hacían por el bien de los propios esclavos. El vicepresidente de EE. UU. John C. Calhoun defendía que los negros “nunca habían adquirido una condición tan civilizada y tan mejorada, no solo físicamente, sino moralmente e intelectualmente” como bajo la esclavitud. Se solía argumentar incluso que era mejor ser esclavo en el sur que trabajador en el norte, porque, al ser “propiedad” de tu empleador, a este le preocuparía más tu bienestar que si solo te “alquilaba” durante tus horas de trabajo.

“Los esclavos negros del Sur son la gente más feliz y, en un sentido, la más libre del mundo. […] Los blancos, con tanto descanso y relajación, se morirían, pero los negros disfrutan de ese reposo de cuerpo y mente. […] Es la felicidad en sí misma, y resulta de la alegría del presente y la confianza segura en el futuro. No sabemos si un trabajador libre dormirá; sería tonto por su parte, porque si duerme el capitalista estará atento buscando un modo de explotarle. Es más esclavo que el negro, porque trabaja más duro por menos”.

Ese último texto es la formulación más colorista de un argumento que fue habitual durante siglos: eres esclavo por tu propio bien. Se trata de un extracto del panfleto “Las bendiciones de la esclavitud”, incluido en el libro ¡Todos caníbales! o los esclavos sin amos. Con esos dos títulos, que no son irónicos, queda todo dicho.

Origen: Esclavo por tu propio bien: los argumentos esclavistas a través de la historia

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