28 abril, 2024

¿Existió de verdad Jesucristo? Los estudios que confirman que fue un «personaje histórico como Napoleón»

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confirman que fue un «personaje histórico como Napoleón»

El periodista José María Zavala lo tiene claro: Jesucristo es el «personaje más importante de todos los tiempos». No obstante, también sostiene que las investigaciones sobre él –las históricas, aquellas alejadas de la mistificación de los textos sagrados– comenzaron demasiado tarde. Ese error provocó que su figura se difuminara entre los real y lo fabuloso, cuando, tal y como explica a este diario, «existió, al igual que Napoleón» y otros tantos tipos de carne y hueso. Lo de que fuera hijo de Dios es otro cantar…. Por ello, para ofrecer esa visión más realista, ha recopilado y analizado todos los hallazgos arqueológicos relacionados con el mesías en su nuevo ensayo: ‘Últimas noticias de Jesús’ (Espasa). Y hoy, le interrogamos sobre él.

–¿Qué tiene Jesucristo de personaje de fábula, y qué de realidad?

Nadie, salvo que no haya leído al historiador Flavio Josefo del siglo primero ni a tantos otros después de él, y con independencia de los Evangelios y de otras fuentes sagradas, puede negar la existencia de Jesús de Nazaret como personaje histórico. No hace falta ser creyente o seguidor de Jesús para confirmar así su existencia, como tampoco es necesario serlo de los emperadores Julio César o Napoleón para saber que vivieron en sus respectivas épocas. Los cristianos aceptan, eso sí, que Jesús es el Mesías de Dios y una persona con dos naturalezas, humana y divina, definidas en el Concilio ecuménico de Calcedonia en el año 451.

–¿Debemos separar fe y ciencia a la hora de estudiar la figura de Jesús?

Todo lo contrario: ciencia y fe deben ir juntas de la mano. La arqueología, por ejemplo, nos permite acercarnos a la colosal figura histórica de Jesús desde el estudio de las piedras, del trabajo de campo, de los restos materiales y, en definitiva, del análisis concienzudo y perseverante de los arqueólogos. De ahí que el académico estadounidense James Hamilton Charlesworth proclame con toda razón que los indicios arqueológicos de los que hoy se dispone para reconstruir la época de Jesús ‘no son sólo abundantes; son impresionantes’.

–Según recoge en su obra, muchos son los indicios arqueológicos que demuestran la existencia de Jesús. ¿Cuál fue el más determinante y por qué?

Con frecuencia se habla de la Sábana Santa o del Sudario de Oviedo, cuya importancia resulta decisiva para el estudio de la historicidad de Jesús. Pero a menudo se pasa de puntillas por el descubrimiento de la piscina de Betesda, Bethesda, Bethzatha, Betzata o incluso Bézatha, denominada así en arameo por el historiador Flavio Josefo y descrita por Juan en su Evangelio. Charlesworth, en concreto, clasifica en el cuarto lugar de importancia este hallazgo arqueológico de entre todos los llevados a cabo hasta ahora. Aludimos a la piscina donde Jesús curó al paralítico, prodigio narrado con todo detalle por Juan, la cual se confunde a veces con otra, la de Siloé, donde Jesús envió al ciego cuyos ojos había untado previamente con el barro formado con su propia saliva para que se lavase en ella y quedase curado al instante.

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–¿Qué posibilidades hay de que el Santo Grial estuviese en Valencia?

El presidente del Centro Español de Sindonología y uno de los mayores expertos mundiales en el Santo Grial, Jorge Manuel Rodríguez Almenar, asegura que si existe el Santo Cáliz en algún lugar del planeta, es el que se custodia hoy en la Catedral de Valencia y, si no, sencillamente es que no existe. La razón es que los gemólogos que lo han analizado con exhaustividad indican que la copa está mucho más pulida por dentro que por fuera, dado que la tradición judía no aceptaba que el cáliz fuese poroso. Y en relación con la tradicional disputa por la autenticidad de la reliquia con el cáliz de León, también llamado de doña Urraca, ésta última es una copa con mucha menos capacidad que la de Valencia y además se halla engarzada para que pueda celebrarse la Misa con ella. En este sentido, no debe pasarse por alto que en cuanto la primitiva Iglesia se organizó, una reliquia dejaba ya de utilizarse y, de hecho, el Santo Cáliz de Valencia sólo lo han usado los papas en sus contadas visitas a la ciudad.

–¿Cómo escapó de la catedral? La historia es más que curiosa…

La mañana del 21 de julio de 1936, la joven María Sabina Suey Vanaclocha puso a salvo en su domicilio de Valencia el Santo Cáliz que se custodiaba en el templo catedralicio. Gracias al admirable arrojo de esta mujer, que puso en peligro su propia vida, el Santo Grial se conserva hoy en la Catedral de Valencia. Su gesta merecería, sin duda, una película.

–¿Por qué cree que existieron Caifás y Poncio Pilato?

No sólo porque se da fe de ambos en los Evangelios sinópticos, sino sobre todo por los hallazgos arqueológicos que confirman su existencia. Respecto a Caifás, el descubrimiento del osario que contiene los huesos de su esposa y de sus cuatro hijos resultó decisivo. Llamó poderosamente la atención de los científicos el nombre en arameo Caiapha. Era la primera vez que aparecía en un osario o en cualquiera otra inscripción del siglo primero. Y por si fuera poco, había sido grabado tres veces en la tumba, en dos de las cuales se especificaba la identidad de Yehosef bar Caiapha (José hijo de Caifás), el sumo sacerdote citado por el historiador Flavio Josefo como ‘José Caifás’ y a quienes los evangelistas denominan ‘Caifás’ a secas.

–¿Y Poncio Pilato?, ¿cómo fue su caso?

En relación con Poncio Pilato, se ha encontrado un bloque de piedra caliza parcialmente dañado, de 82 por 65 centímetros de diámetro y realizado entre los años 26 y 37, en cuya inscripción aparece por primera vez el nombre completo y su cargo: ‘Prefecto Poncio Pilato’. El hallazgo tuvo lugar en un teatro romano erigido en el extremo meridional de Cesarea Marítima. Sabemos así, gracias a esta inscripción, que Poncio Pilato no era procurador, como se alude a él con frecuencia, sino prefecto, que no es lo mismo. Mientras el prefecto era más bien un puesto militar, una especie de gobernador militar, el procurador ostentaba una autoridad civil más amplia y se encargaba de velar por los intereses financieros del emperador.

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–¿Por qué es importante el ‘esqueleto 4926’, hallado en un lugar que tan poco tiene que ver con la vida de Jesús, en esta investigación?

El llamado ‘Esqueleto 4926‘ se encontró en Britania en noviembre de 2017, una antigua provincia de Roma extendida por el centro y el sur de la actual isla de Gran Bretaña, que abarcaba los dos tercios de la superficie entre los siglos I y IV de nuestra era. ¿Qué tenía de especial aquel cuerpo tendido boca arriba en su tumba, como los demás, aparte de los indicios palmarios de mala salud, desnutrición, enfermedades dentales, fracturas de huesos y hasta malaria? Lo primero que llamó poderosamente la atención de los arqueólogos rodeados de microscopios, pipetas y destiladores, una vez que lavaron todos y cada uno de los vestigios humanos mezclados con las diversas capas de tierra, fue que aquel individuo desconocido hubiese permanecido enterrado durante diecisiete siglos con el fragmento de un clavo de hierro de cinco centímetros de largo, remachado de forma horizontal en el calcáneo de su talón derecho. A imagen y semejanza de Jesús de Nazaret.

Réplica de la Sábana Santa en la Iglesia de San Rafael ABC

-¿Cómo acabó el Santo Sudario en Oviedo?

El Santo Sudario que cubrió el rostro de Jesús durante su traslado del Gólgota al sepulcro se encuentra en España desde el año 617 aproximadamente. Huyendo de los persas, la comunidad cristiana de Jerusalén llevó consigo las sagradas reliquias, entre ellas el Santo Sudario, hasta Alejandría, en Egipto, donde se hizo cargo de ellas el presbítero Filipo. La huida de Jerusalén consta en los relatos del obispo Pelayo, tanto en el Libro de los Testamentos como en el Corpus Pelagianum del mismo autor.

Pero ante el irrefrenable avance de las tropas persas hacia África, no hubo más remedio que poner a salvo de nuevo el arcón de madera en España con el Santo Sudario en su interior. El Diccionario Eclesiástico de España es rotundo al afirmar, en alusión al Sudario, que ‘la reliquia ya estaba en nuestro país durante los primeros años del siglo VII’. Fue así como el obispo de Écija y Cartagena, san Fulgencio, recogió las reliquias en las costas de Cartagena y de allí se trasladaría más tarde el Santo Sudario a Oviedo, donde hoy se conserva.

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–Se han hecho esculturas de Jesús sobre la base del hombre de la síndone, pero no hay pinturas sobre él… ¿necesitamos imágenes verídicas de Jesucristo?

La imagen verídica de Jesús se halla estampada precisamente en la Sábana Santa, en la cual puede distinguirse perfectamente su rostro, e incluso las cincuenta heridas repartidas por su cabeza como consecuencia de la corona de espinas y los golpes y bofetadas recibidas antes de su crucifixión.

–¿Hasta qué punto el hombre de la Sábana Santa coincide con el Jesús de los evangelios y demás fuentes cercanas a su época?

Constituye un calco. Jesús tenía treinta y tres años cuando le crucificaron. El doctor Palacio de Carvajal advierte que el tipo morfológico de Jesús en la Sábana Santa es característico de Oriente Medio, tal y como refiere el evangelista Mateo al citar su genealogía.

Jesús era un hombre sano y fuerte, que medía alrededor del metro ochenta de estatura, un poco más alto que la media de los varones de su estirpe semita. El doctor Judica Cordiglia tomó medidas exactas del hombre tendido en la Síndome (1,84 metros de estatura) y calculó que estando de pie su estatura habría sido de 1,81 metros. Pesaba casi setenta y nueve kilos y su complexión era atlética, bien musculada, propia de un hombre acostumbrado al trabajo manual que fortalecía sus miembros superiores, y a las caminatas por toda Galilea, sobre todo en sus tres años de predicación pública. Por último, los hematólogos han logrado descifrar el grupo sanguíneo de Jesús, a la luz de la Sábana Santa que lo envolvió: es el AB, con su cromosoma masculino Y.

–¿Fue la Sábana Santa estudiada con tecnología de la NASA?

El físico John P. Jackson y el experto en termodinámica Eric Jumper, ambos estadounidenses y técnicos de fotografía de la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio, más conocida como NASA, sometieron unas fotografías tridimensionales de la Síndone al estudio de un analizador de imágenes VP8. Gracias a este analizador empleado en el examen de las fotografías de los planetas recogidas por los satélites, pudo reconstruirse finalmente la Sábana Santa.

¿Qué imagen pudieron contemplar entonces, estupefactos, los científicos estadounidenses? Ni más ni menos que la foto tridimensional de un cuerpo humano en levitación, situado entre las dos partes de la Sábana: la que le cubría por el pecho y la que lo hacía por la espalda. Pero con la llamativa particularidad de que esta imagen de la espalda no se hallaba aplastada por el peso del cuerpo en estado de suspensión. Los científicos de la NASA se convencieron así de que esta imagen del cuerpo de Cristo se obtuvo hace dos mil años por una potente radiación instantánea emanada en todas direcciones por el propio individuo de la Sábana, la cual dejó la impresión en el lienzo como en un celuloide fotográfico.

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