28 abril, 2024

Fin al misterio de la miliciana sin nombre de la Guerra Civil

Una de las fotografías más icónicas de la Guerra Civil ABC
Una de las fotografías más icónicas de la Guerra Civil ABC

Era la fotografía más famosa del anarquismo español, pero hasta ahora se desconocía que el nombre de su protagonista era Ana Garbín Alonso, una católica ligada a la CNT

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Era un día luminoso en la Barcelona de 1936, propio de un 25 de julio. El sol impactaba de lleno sobre las iglesias quemadas por los exaltados mientras Antoni Campañà (1909-1989) escudriñaba las calles en busca de una estampa digna de fotografiar con su pequeña cámara robot. Y tuvo suerte. En una bocacalle, junto a una sombrerería, una miliciana de pelo ensortijado vigilaba una barricada levantada a base de ladrillos. Tras algunas palabras de cortesía, la jovencita alzó el brazo y, cual Instagram de los años treinta, posó al calor de una bandera de la CNT. Clic, clic, clic. Así, hasta una docena de veces. Sin pretenderlo, acababa de ser alumbrada la imagen más famosa del anarquismo español.

La estampa de aquella madona laica pasó a la historia; no así su nombre, desconocido hasta que se obró la magia en la misma Barcelona por la que había caminado el reportero gráfico. Fue hace tres años cuando François Gómez Garbín y Liliane Hoffman, su esposa, se detuvieron frente al MNAC: el Museu Nacional d’Art de Catalunya acogía una exposición sobre las instantáneas del fotógrafo.

Y, en una de sus salas, invitando a entrar a los transeúntes, lucía colosal la miliciana anónima con su sonrisa perenne y su puño al viento. «Entraron y me dijeron que era la tía de François, Ana Garbín Alonso». El que habla a ABC es el nieto de Campañà, Toni Monné. Y suena alegre: «¡Se había resuelto el misterio!».

Ya solo quedaba engarzar la historia de la buena de Anita, y se logró gracias a François, Liliane y varios descendientes más. Entre ellos, uno de sus muchos hijos, Joseph Lumbreras, ‘Pepito’. Garbín nació en Almería en 1915, aunque su familia no tardó en viajar a Barcelona. Allí le pilló el inicio de la guerra. «Sus hermanas, dos y tres años menores, sabían que combatía. Durante el conflicto escondieron armas y otros objetos en el doble fondo de las sillas», explica Pepito a ABC.

También descubrieron que, el día en que Campañà hizo la foto, su clásico mono azul de miliciana estaba un poco abultado a la altura del vientre. «No es porque fuera golosa, sino porque estaba embarazada», desvela Monné.

Anita, tras la Guerra Civil ABC

Sin saberlo, Campañá y Garbín eran dos almas gemelas. Republicano uno y anarquista la otra, ambos coincidían en el catolicismo. La miliciana no renunció nunca a su religiosidad. Desde que cruzó la frontera en 1939, hasta que dio con sus huesos en Béziers y contrajo matrimonio con José Lumbreras, un comunista español que había luchado en la Resistencia. «Cuando hablaba de religión en casa, mi padre le respondía con la Inquisición… Cada uno defendía sus posiciones», desvela su hijo. Aunque siempre desde el cariño.

El recuerdo que dejó en su familia es el de una «persona muy cariñosa»; alguien que trató siempre de «inculcar actitudes correctas» a sus hijos. Y eso, sin olvidar sus paellas. «Era muy buena cocinera», añade su descendiente.

Enigmas resueltos

Pero, como la masa de hielo bajo la cúspide del iceberg, esta historia esconde mil pormenores y otras tantas ramificaciones. El germen se halla en 2018, el año en el que Monné se topó con un tesoro oculto en su casa familiar de Sant Cugat: dos cajas rojas que contenían miles de instantáneas realizadas por su abuelo durante la Guerra Civil. Campañà las había escondido por un cóctel de miedo y desazón hacia aquellos años amargos.

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Lo más sorprendente es que entre ellas se hallaban las que había sacado aquel 25 de julio a la miliciana. «Esa foto era famosa, un icono para los anarquistas, hoy se hacen hasta camisetas para perros con ella», sentencia.

Antoni Campañà, en una de sus instantáneas más populares ABC

A la par, Monné estudió unas cintas de casete en las que su abuelo había grabado una suerte de diario. «Él las llamaba ‘la meva vida’, mi vida, y en ellas estaba la anécdota de Ana. Contaba que había hecho las fotos y que a punto estuvieron de costarle la vida. Los milicianos le detuvieron y, a pesar de que presentó una autorización de la CNT, le obligaron a ir a su estudio y revelar las fotografías para asegurarse de que eran para prensa», añade. Todo cuadraba, y no podía dejarlo pasar. Por ello, se puso manos a la obra para elaborar un libro, un documental y una exposición –la del MNAC– con la ayuda del periodista Plàcid García-Planas y el historiador Arnau Gonzàlez y Vilalta.

Y la rueda sigue girando. Estos días, después de desentrañar el enigma de la miliciana, el triunvirato presenta en Francia la exposición ‘Iconos escondidos. Las imágenes desconocidas de la guerra de España‘ en la sala Pavillon Populaire de Montpellier. «Aprovechamos la muestra para explicar quiénes eran Campañà y Garbín. La mayor parte de las fotografías son de la guerra, las que menos le gustaban. Él quería buscar la belleza en las imágenes, no la miseria, pero el conflicto se le vino encima», explica García-Planas.

Origen: Fin al misterio de la miliciana sin nombre de la Guerra Civil

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