Francisco Menéndez, el esclavo negro que se ganó su libertad luchando por España
La ley y las costumbres españolas garantizaban a los esclavos ciertos derechos y protecciones que no se hallan en otros sistemas de esclavitud
Thank you for reading this post, don't forget to subscribe!
La Reina Isabel la Católica fue inquebrantable en su decisión de reconocer a los indígenas americanos como súbditos de pleno derecho de su Corona y en exigir que no fueran esclavizados. No obstante, la necesidad de mano de obra urgente hizo que conquistadores y gobernadores de estas nuevas tierras hicieran la vista gorda con otro tipo de esclavitud, la procedente de África, de la que los portugueses eran los grandes impulsores.
Desde mediados del siglo XV, Portugal empezó a capturar a grupos de esclavos en la costa africana y a venderlos, entre otros países europeos, a los reinos españoles. La Corona lusa se hizo en 1455 con los derechos de este comercio por bula papal y, con ello, se garantizó un negocio millonario en América. Los primeros africanos llegarían en 1502 y, ocho años después, la Corona autorizó el envío de 250 esclavos a La Española. Solo un siglo después se calcula que 100.000 se habrían enviado al continente americano, aunque, según el historiador británico Eric Hobsbawm, la cifra podría alcanzar el millón en el siglo XVI, tres millones en el XVII y durante el siglo XVIII los 7 millones si se computan tanto los del norte como los del sur. Sus labores iban desde las tareas domésticas a ser auxiliares de los conquistadores en combate.
Frente a la imagen uniforme de las conquistadores blancos y barbudos abriéndose paso por el continente, la realidad fue mucho más diversa. Aparte de los indios que estaban aliados con los españoles, los conquistadores incluían en sus filas tanto esclavos como hombres libres de raza negra. En esas fechas se distinguía en las crónicas entre esclavos «ladinos», o «de Castilla», es decir, los que llevaban viviendo antes de ir América al menos un año en la península, y los esclavos «bozales», o «de Guinea» o «de Cabo Verde», aquellos recién sacados de sus propios países y que eran «infieles».
En un artículo titulado «Black Conquistadors: Armed Africans in Early Spanish America», publicado en la publicación universitaria The Americas, Matthew Restall repasa la presencia de estos africanos en las grandes aventuras españolas en América, entre ellas la conquista de Cuba o la de México, donde solo participaron unas pocas docenas debido al elevado precio que tenían en ese momento. Otras expediciones en el futuro contarían con cientos de africanos y en algunos casos hasta sobrepasarían al número de españoles.
Un refugio para los esclavos
La ley y las costumbres españolas garantizaban a los esclavos ciertos derechos y protecciones que no se hallan en otros sistemas de esclavitud. Tenían el derecho a la seguridad personal y mecanismos legales por los cuales podían escapar de los abusos de sus amos. Se les permitía poseer y transferir propiedades y emprender procesos legales, lo que derivaría en el «derecho a la autocompra».
Esta legislación más laxa que otras potencias hizo que algunas ciudades fronterizas con las colonias británicas se terminaran convirtiendo en refugios de esclavos. Así fue el caso de La Florida, cuya primer asentamiento estable lo fundó en 1565 Menéndez de Avilés. En el desarrollo de la que hoy en día es la ciudad más antigua de EE.UU., San Agustín, medio centenar de esclavos africanos se ocuparon de tareas que iban desde la obtención de la madera, el cultivo de la tierra, la ganadería y el servicio doméstico. También participaban en las tareas defensivas frente a los franceses, los piratas británicos y las tribus más hostiles.
A raíz de que Carlos II permitiera en 1693 que todos los esclavos si se convertían al catolicismo podían alcanzar el estatus de hombres libres, la Florida española se elevó como una esperanza de libertad para los esclavos de las colonias británicas del sur. En pocas décadas se disparó el número de negros que escapaban de la esclavitud en las plantaciones británicas camino de La Florida.
Para recibir a tantos huidos, el gobernador de la región creó el poblado de Gracia Real de Santa Teresa de Mosé en 1738, la primera comunidad autogestionada por negros libres y nativos americanos con respaldo de las autoridades en el territorio de lo que ahora son los Estados Unidos. En esta comunidad, situada a tres kilómetros de San Agustín y más conocida como fuerte Mosé, vivieron hombres, mujeres y niños de diversas etnias y todos los varones participan en la milicia, que capitaneaba un africano mandinga llamado Francisco Menéndez. El fuerte alcanzó el tamaño de unos veinte barracones y una iglesia, protegidos por un muro alrededor del cual se situaban campos para el cultivo.
Mosé tenía una importancia estratégica como primer puesto defensivo de San Agustín ante posibles ataques ingleses, y así lo entendieron los libertos. El gobernador Montiano escribió al Rey por carta que los milicianos habían jurado ser «los más crueles enemigos de los ingleses» y «derramar su sangre por la Gran Corona Española y la Santa Fe».
El fuerte Mosé, a su vez, era un desafío abierto para las colonias británicas y su modelo económico, de manera que Inglaterra lanzó durante la Guerra de Asiento un ataque desde Georgia en 1740 que acabó temporalmente con el fuerte y obligó a sus habitantes a refugiarse en San Agustín.
«La milicia de negros libres de Fuerte Mosé fue fundamental para los españoles durante la guerra. Colaboraron inicialmente en la fortificación de asentamientos clave para los españoles y desarrollaron incursiones en zonas británicas para realizar labores de inteligencia y dar información al gobernador Montiano. En un ataque, el fuerte Mosé fue asaltado y conquistado por los ingleses, y el capitán inglés Palmer, se instaló en él. Montiano tuvo que evacuar Mosé y todos los habitantes se trasladaron a San Agustín donde continuaron con las labores de apoyo militar», narra narra Juan Ignacio Güenechea en el informe de The Hispanic Council «Fuerte Mosé: el asentamiento español en EE.UU. que defendió la libertad de la población afroamericana».
[Leer aquí el informe completo de The Hispanic Council]
Finalmente, los españoles lograron recuperar Mosé tras un ataque sorpresa, bastante sangriento, en el que se destacó el mencionado Francisco Menéndez. Los británicos apodaron Bloody Mosé a este liberto, al que los españoles ensalzaron en sus informes enviados al Rey. Consciente de su creciente prestigio, el propio Menéndez escribió al monarca en al menos dos ocasiones pidiendo mayor retribución en sus servicios para así poder vivir mejor, tanto él, como otros combatientes de la milicia de Mosé.
Los ingleses abandonaron la tierra, pero no la costa. Buena parte de estos negros libres nutrieron las filas de los corsarios, financiados por la Corona española, que torpedearon los intereses británicos en esas fechas y que se enfrentaron a otros buitres navales. Francisco Menéndez probó su valía en la captura de varios barcos ingleses. Sin embargo, en 1741 tuvo la mala pata de caer en manos del buque corsario inglés Revenge. Los ingleses ataron al capitán español a un cañón y amenazaron con castrarle tras haber reconocido que él fue el líder de la milicia que recuperó Mosé. Finalmente, no sería castrado pero a modo de escarmiento le propinaron 200 latigazos y lo dejaron al cuidado del doctor.
En las Bahamas, los corsarios británicos le volvieron a vender junto a otros libertos que «osaban presentarse como hombres libres». Menéndez, en cualquier caso, se las arregló para estar ya de vuelta en 1752 en territorio español como comandante del Fuerte Mosé.
En 1752 se reconstruyó el fuerte Mosé y decenas de afrocamericanos pudieron vivir allí en libertad hasta que Florida pasó a manos británicas en merced del Tratado de París que siguió a la Guerra de los Siete Años. El cambio de soberanía supuso la introducción en Florida del modelo de plantaciones esclavistas de Carolina del Sur y Georgia
Entre 1784 y 1821, España recuperó La Florida y restableció este modelo favorable al mestizaje y donde, aunque seguía habiendo esclavos, algunos negros lograron ascender y hacer prosperar sus negocios comerciales. Cuando en virtud del Tratado Adams-Onís Florida se convirtió definitivamente en territorio estadounidense, muchos negros se exiliaron a la cercana isla de Cuba, entonces española.
Origen: Francisco Menéndez, el esclavo negro que se ganó su libertad luchando por España