Hablan los expertos: ¿era Ricardo Corazón de León gay y se acostó con un rey cruzado?
El mito afirma que el monarca inglés navegaba entre la homosexualidad y la bisexualidad. ¿Realidad o ficción? Carlos Nuñez (editor de la revista «Historia hoy») e Iris Rodríguez Alcaide (historiadora e investigadora) intentan desentrañar la realidad en ABC
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Las leyendas que corren sobre Ricardo I de Inglaterra son solo equiparables al fervor religioso que demostró en la Tercera Cruzada (aquella que le enfrentó, a partir de 1191, a su mayor enemigo: Saladino). Más conocido como Ricardo Corazón de León, de él se ha llegado a afirmar -por ejemplo- que no tenía aprecio algunos por los franceses. Falacias. Así lo demuestra el que sus padres fueran galos y que supiera hablar esta lengua y la provenzal. Otros mitos, como el de su extrema rudeza y crueldad, sí parecen más reales. No obstante, existe dos enigmas que los historiadores no han podido desentrañar desde que este controvertido personaje falleciera en 1199 por culpa de las heridas sufridas durante un asedio: ¿era homosexual y mantuvo relaciones íntimas con el rey Felipe II Augusto?
De vez en cuando, cosas de la historia, este enigma regresa al presente. Y eso es lo que sucedió la semana pasada cuando el popular Thomas Asbridge (autor de «Las cruzadas» -Ático de los libros, 2019-) afirmó que, por mucho que nos duela que el enigma siga sin resolverse, resulta casi imposible conocer las respuestas a estas cuestiones. El experto sí llegó a señalar que la posible homosexualidad de Ricardo se había sugerido en los últimos años y que, probablemente, las presuntas relaciones con el rey de Francia sean una invención provocada por una mala traducción de los documentos originales. El debate sigue abierto. Así lo confirma al diario ABC la historiadora e investigadora especializada en historia de la monarquía, historia cultural e historia de género Iris Rodríguez Alcaide.
Pero Rodríguez va más allá. En sus palabras, la realidad es que las fuentes (pasadas y presentes) no solo dan a entender que Ricardo podría ser homosexual. «Si tenemos en cuenta el resto de fuentes disponibles, en conjunto, la idea de que en realidad fuera bisexual parece una hipótesis bastante sólida, dentro de lo complicado de demostrar que son siempre esta clase de temas», explica. Carlos Núñez del Pino, también historiador y editor de la revista recién alumbrada «Historia hoy», coincide con su colega en que es una tarea hercúlea demostrar las tendencias sexuales de alguien casi un milenio después. Aunque no niega que este tipo de enigmas pasados sirven para acercar la época de las Cruzadas hasta el gran público.
«Ricardo Corazón de León es una figura muy controvertida. Su enfrentamiento con Saladino caracterizó la Tercera Cruzada y, hoy en día, aún muchas personas conocen las Cruzadas por estas dos figuras», explica Núñez en declaraciones a ABC. El editor sabe de lo que habla. No en vano, escribió un profundo reportaje para el primer número de «Historia Hoy» sobre la marcha de los cristianos a Tierra Santa. En sus palabras, el tema sigue atrayendo a los lectores, por lo que no será extraño hallarlo en las siguientes entregas. «Hemos recibido opiniones muy positivas. Ahora tenemos el segundo número en la calle con temas muy interesantes: tenemos textos sobre la Guerra del Peloponeso, el enfrentamiento entre Atenas y Esparta por la hegemonía griega, sobre el ascenso de Felipe II al trono portugués o las consecuencias de la prohibición del alcohol en Estados Unidos», señala.
Hacia la cruzada de Ricardo
La homosexualidad de Ricardo Corazón de León (mito para unos, realidad para otros) hunde sus raíces en las Cruzadas. Una serie de enfrentamientos que, aunque se extendieron hasta el siglo XIII, comenzaron en el 1095. «Ese año, el emperador bizantino Alejo I pidió ayuda al papa Urbano II ante el avance imparable de los turcos», explica Núñez. En sus palabras, el religioso, que había llegado al papado en un momento de graves crisis institucional, tuvo una brillante idea para beneficiarse de la situación. «A la petición de ayuda le unió la peregrinación religiosa a los santos lugares para devolverlos al control cristiano. En Clermont fue donde hizo pública su idea en un emotivo discurso, aunque llevaba semanas recorriendo Francia y reuniéndose con grandes señores laicos y religiosos para conseguir apoyo», completa.
Así fue como comenzó la Primera Cruzada: un movimiento cuyo objetivo último era recuperar la urbe más importante de toda Tierra Santa: Jerusalén. La misma que, en palabras de Núñez, tiene la «suerte y la desgracia de ser una ciudad sagrada para las tres grandes religiones del Libro». Los musulmanes y judíos creían que «el monte Moriá era el lugar en el que Yahvé había ordenado a Abraham que sacrificara a su primogénito y, por ello, erigieron sobre él su templo más importante (destruido por los babilonios primero y romanos definitivamente)». Los cristianos, por su parte, entendían que «la ciudad vieja de Jerusalén y el Santo Sepulcro eran los escenarios de la Pasión de Cristo». Con esos mimbres, no parece extraño pensar que solo era cuestión de tiempo que comenzaran las hostilidades.
«Esta triple devoción hizo que las élites políticas de cada una de las religiones quisieran dominar la ciudad, generando un conflicto de largo alcance que se mantiene en la actualidad», completa el editor de «Historia Hoy». Con todo, también es partidario de que el religioso no fue el único motivo que provocó el comienzo de las Cruzadas. «En Historia es imposible hablar de una sola causa. La religión fue fundamental a la hora de atraer a los cruzados, pero no podemos decir que fuera el único. Para el papa también fueron la manera de aumentar su influencia y su papel como única cabeza visible del Cristianismo latino después de décadas de enfrentamiento con el Emperador por la primacía del poder», añade Núñez. Fuera como fuese, los cristianos consiguieron su objetivo y, allá por el 1099, entraron en Jerusalén y lograron que Anatolia, Siria y Palestina quedasen bajo dominio latino.
Había comenzado una guerra a muerte por Tierra Santa. Poco después, las potencias musulmanas reaccionaron y, bajo el mando de Saladino (nacido en el año 1138) se unieron para plantar cara a los cristianos y reconquistar Jerusalén. La batalla de los Cuernos de Hattin de 1187 (una debacle para los europeos) fue el preludio de la toma de la ciudad santa ese mismo año. La llamada a la defensa mediante la Segunda Cruzada no sirvió de nada. Eso hizo que, apenas un año después, Federico I Barbarroja se decidiera a vestir la cruz y avanzar sobre la capital. El papa Clemente III solicitó entonces la ayuda de monarcas y nobles. Acababa de comenzar la Tercera Cruzada.
Para gloria de Clemente II, Ricardo Corazón de León (poco después, al frente de los contingentes cruzados) respondió a la petición. Y, como él, otros tantos monarcas como Felipe II Augusto de Francia. El resultado fue el alumbramiento de la también llamada Cruzada de los Reyes. Algo más que llamativo para Núñez. «En la primera no hubo reyes, pero sí participaron algunas figuras importantes de la nobleza como Raimundo de Tolosa, el señor laico más importante del sur de Francia, o Roberto Curthose, duque de Normandía y primogénito de Guillermo el Conquistador, rey de Inglaterra», señala.
Ya en Palestina, nuestro protagonista se topó con Felipe II Augusto de Francia, hasta entonces uno de sus más firmes aliados y amigos. La relación entre ellos es la que, tiempo después, dio como resultado el mito de la homosexualidad. Una práctica que, según explica a ABC Iris Rodríguez, era vista como un pecado. «Entre los cristianos de la época se habla más bien de “sodomía”, como acto, tenido como un pecado contranatura, un “vicio” que no servía a la reproducción humana y era, por tanto, contrario a la ley de Dios», desvela a este diario.
Irene Rodríguez: «Las fuentes sugieren que podría haber tenido relaciones con mujeres y hombres»
1-¿Cuándo y por qué comenzó la discusión sobre la homosexualidad de Ricardo?
La homosexualidad de Ricardo comenzó a ser académicamente discutida a partir de mediados del siglo xx, tras la publicación del libro «The Plantagenets» (1947) del arquitecto e historiador John H. Harvey. Posteriormente, algunas insinuaciones al respecto en las escenas finales de la película «El león en invierno» (1968) contribuyeron a su masiva difusión y aceptación; así lo recoge hasta la Enciclopedia Británica.
2-¿Qué argumentos hay a favor de su homosexualidad?
El primero tiene que ver con una lectura superficial de la Crónica del contemporáneo Roger de Hoveden, donde se dice que, en 1187, Ricardo y Felipe Augusto de Francia «comían del mismo plato y ni el lecho los separaba», pues «se tenían un gran amor».
La segunda tiene que ver con el gran desapego que, al parecer, sentía Ricardo por su esposa Berenguela de Navarra. Se casaron a toda prisa en Limasol (Chipre), de camino a la Tercera Cruzada, y una vez allí Berenguela permaneció en Acre junto a Juana, la hermana del rey, mientras este se centraba en sus campañas contra Saladino. En 1192 la pareja volvió a Europa por separado y, tras la liberación de Ricardo de su imperial cautiverio en 1194, apenas tuvieron tiempo para convivir juntos entre batalla y batalla por sus dominios en Francia. No tuvieron descendencia.
3-¿Y en contra?
Se sabe que Ricardo contó con numerosas amantes a lo largo de su vida (de hecho, tuvo un hijo ilegítimo, Felipe de Cognac, con una de ellas), así que parece claro que sus gustos no se reducían únicamente a los hombres.
4-Ha afirmado en otras ocasiones que a Ricardo se le atribuyen varias violaciones y relaciones con monjas…
Las supuestas violaciones cometidas por él y sus soldados siempre se mencionan en un contexto de guerra, tanto en sus contiendas en Francia como en Tierra Santa. Por otro lado, los escarceos con todo tipo de mujeres salpican su vida hasta el punto que, aun en su lecho de muerte, seguía pidiendo que le llevaran féminas para así demostrar que se encontraba en «plena forma» y no pensaba irse tan pronto.
5-¿Cree que podría ser bisexual? ¿Por qué?
El conjunto de las fuentes disponibles nos sugieren la posibilidad de que pudiera haber tenido relaciones tanto con mujeres como con hombres.
6-¿Cuál era su relación con Felipe Augusto de Francia?
Fue una relación tormentosa donde pasaron de ser grandes amigos a los rivales más odiados. Ricardo y Felipe Augusto se conocieron muy jóvenes, en la corte francesa, y juntos se enfrentaron en armas al padre del primero, Enrique II, por la sucesión del trono inglés y las ricas posesiones continentales de su familia, los Plantagenet.
Años más tarde, ambos monarcas se embarcaron, casi a la vez, rumbo a la Tercera Cruzada con sus respectivos ejércitos. Durante su estancia en Mesina (Sicilia) ya mostraron desavenencias importantes y, una vez en Acre (1191), tras saber que Ricardo había contraído matrimonio con Berenguela y no con su inicial prometida, Alix, hermana de Felipe Augusto, las relaciones se agriaron, especialmente cuando Ricardo acogió en su tienda a un tal Raifé de Clermont, joven caballero francés al que habría salvado de un ataque de los sarracenos.
Después de aquello, Felipe Augusto no se quedó en Ultramar más tiempo del necesario; en cuanto se rindió Acre, enfiló de regreso a Francia y, a partir de ese momento, la relación entre ambos quedó rota para siempre. Felipe Augusto incluso llegó a pagar una gran suma al emperador Enrique VI para que mantuviera prisionero a Ricardo el máximo tiempo posible en sus dominios. Entre 1195 y 1199 continuaron luchando uno contra otro en Francia, hasta la muerte de Ricardo durante el asedio a la fortaleza de Châlus. Hubiera lo que hubiese entre ellos, es inevitable que terminara afectando a la política internacional del momento.
7-¿Qué posibilidades reales hay de que mantuvieran relaciones sexuales?
En la monumental obra de Runciman («Historia de las cruzadas», 1951-1954) se recoge que, durante el sitio de Acre, ambos contrajeron una enfermedad al poco tiempo de la llegada de Ricardo al campamento cristiano. Mantuvo a ambos (y al parecer, solo a ambos) postrados en cama durante varios días, razón de que ninguno pudiera entrevistarse finalmente con al-Adil, el hermano de Saladino, en la llanura entre ejércitos, como estaba previsto. Los cruzados de la época se referían a esta enigmática enfermedad (que provocaba la caída de las uñas y el pelo) como «arnaldia» y, al parecer, no era vírica sino que solo se contagiaba por contacto directo, quizá de forma semejante a la llamada «fiebre de las trincheras».
8-¿Cree, como Asbridge, que su posible homosexualidad pudiera tener que ver con una mala traducción de las fuentes?
En el caso de la de Hoveden, todo parece indicar que sí ha habido una mala interpretación de la misma, por demasiado literal. «Compartir el lecho» debe tomarse como una expresión, una fórmula de la época que indicaba cuándo dos reyes se aliaban o firmaban una paz.
Pero si tenemos en cuenta el resto de fuentes disponibles, en conjunto, la de que en realidad fuera bisexual parece una hipótesis bastante sólida, dentro de lo complicado de demostrar que son siempre esta clase de temas. Así parecen estar de acuerdo los dos máximos especialistas en la figura de Ricardo, John Gillingham y Jean Flori, que no dudan en calificar al personaje de «homosexual no exclusivo», «lascivo polivalente», «gozador» y «probablemente bisexual».
9-¿Era Ricardo religioso?, ¿cómo influyeron sus creencias en sus posibles tendencias homosexuales?
Ricardo, que era un hombre de confesarse poco o nada -en Châlus (1199), tras ser gravemente herido por un proyectil de ballesta, tardó más de dos horas en ponerse al día con su capellán antes de recibir la extremaunción-, se sometió a lo largo de sus 42 años de vida hasta a dos actos de penitencia bastante severos al darse cuenta de la «fealdad repulsiva» de su existencia y de que «los matorrales espinosos de la libido» habían invadido su espíritu.
Que el pecado por el que Ricardo se sometió a una penitencia que incluía la flagelación era de índole sexual parece evidente tanto para Gillingham como para Flori. El primero toma la alusión a las ciudades bíblicas de Sodoma y Gomorra durante uno de estos severos actos de penitencia como un pecado más «general», como el adulterio. Por el contrario, Flori sí piensa que la mención hace referencia expresamente a la sodomía, puesto que los constantes adulterios (e incluso pedofilia) del padre de Ricardo, Enrique II, no habían merecido excesivos reproches públicos. Sin embargo, esta clase de «pecados» era algo que a Ricardo, muy en el fondo, parecían atormentarle mucho.
Origen: Hablan los expertos: ¿era Ricardo Corazón de León gay y se acostó con un rey cruzado?