Hernán Cortés: cuál fue el paradisíaco primer lugar del territorio mexicano que pisó el conquistador español – Infobae
Antes de llegar a Veracruz, Hernán Cortés se detuvo en una isla del territorio mexicano, en donde se enteró de la presencia de dos españoles retenidos por los mayas
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Sin duda alguna, la Conquista de México, en 1521, ha sido uno de los hechos más trágicos para el país. Este hecho fue encabezado por el conquistador español Hernán Cortés, quien llegó al país con un grupo de hombres, barcos y caballos, además de armas letales.
La gran hazaña fue llevada a cabo gracias a la gran estrategia militar del español, las alianzas que hizo con los pueblos sometidos por los mexicas, y las armas de mayor efectividad que las de los indígenas locales.
Cortés partió de España hacia Las Indias cuando tan solo contaba con 19 años. En 1519, ya con 34 años, Cortés iniciaría y lideraría la expedición con la que se logró conquistar México. Inició el viaje de conquista en Santiago de Cuba, desde donde salió el 18 de noviembre de 1518. Hizo una escala de dos meses en Macaca (puerto Pilón) junto al cabo Cruz. Se detuvo en Trinidad, para después ir a la isla de Pinos (isla de la Juventud), donde su navío encalló y después en la Habana (Sur, antigua ubicación). La última escala que hizo en la isla de Cuba la hizo en Guanijuanico (cabo de San Antón), de donde partieron el 18 de febrero de 1519.
La expedición estaba formada por 560 hombres, los cuales 52 eran marineros y pilotos, y 16 caballos. Tres días más tarde, llegarían a territorio mexicano. El primer lugar en el que desembarcaron fue en la hermosa isla de Cozumel, frente a las costas de Quintana Roo. Ahí permanecerían 15 días.
Fue en la isla de Cozumel, donde mantuvieron el primer contacto con los nativos de la zona, y vieron la forma en la que se ofrecían sacrificios a sus dioses. Los mayas tendían a sacrificar menos seres humanos y más perdices, codornices y perros que los mexicas.
También se enteraron ahí, de que habían dos hombres “barbudos” en poder de ciertas tribus, que sin duda eran españoles capturados, en Yucatán, por lo que envió a dos emisarios para rescatarlos. Se trataba de Jerónimo de Aguilar y Gonzalo Guerrero. Sin embargo, solo se presentó ante ellos uno: Jerónimo, que había sido capturado unos años antes y había aprendido el lenguaje maya que se hablaba en la región. Gonzalo Guerrero no acudió, pues se había adaptado ya a las costumbres de los mayas, e incluso tenía una esposa y tres hijos, los primeros mestizos en tierras mesoamericanas. Cortés decide escribirles para que se unan a su carta conquistadora, y la carta decía así:
“Señores y hermanos: aquí, en Cozumel, he sabido que estáis en poder de un cacique detenidos, y os pido por merced que luego os vengáis aquí, a Cozumel, que para ello envío un navío con soldados, si los hobiésedes menester, y rescate para dar a esos indios con quien estáis; y lleva el navío de plazo ocho días para os aguardar. Veníos con toda brevedad, de mí seréis bien mirados y aprovechados. Yo quedo en esta isla con quinientos soldados y once navíos”.
Tras leer esto, Jerónimo va en busca de Gonzalo, para darle la nueva noticias de que estaban salvados, pues habían más españoles. La respuesta de este último fue definitiva: “Hermano Aguilar, yo soy casado y tengo tres hijos, y tiénenme por cacique y capitán cuando hay guerras; íos vos con Dios, que yo tengo labrada la cara y horadadas las orejas. ¿Qué dirán de mí desque me vean esos españoles ir desta manera? E ya véis estos mis hijitos cuán bonicos son…”
Antes de continuar con el viaje, Cortés y sus hombres rompieron las figuras de los dioses a los que los lugareños adoraban, y en su lugar pusieron cruces y una imagen de la virgen María. De los 15 días que permanecieron en Cozumel, Cortés envió una carta a los reyes españoles en donde describió lo que vivieron ahí.