24 noviembre, 2024

Hispania: el retiro dorado de la legión romana más salvaje y leal de Julio César

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Francisco Uría y José Luis Hernández Garvi novelan en ‘A orillas del Rubicón’ (Berenice) las cartas que el futuro dictador y su maestro se intercambiaron en los años más convulsos de la ‘Ciudad Eterna’

Realidad, leyenda o una mezcla de ambas. En el 49 a. C., Julio César tomó una de las decisiones más difíciles de su vida: cruzar el río Rubicón, la frontera natural entre la Galia Cisalpina e Italia. Según la creencia popular, poco después dijo aquello de que la suerte estaba echada. O acabar con la República, o nada. El episodio lo recogió el autor clásico Plutarco en su ensayo más extenso, aunque con algunos matices: «Por fin, con algo de cólera, como si dejándose de discursos se abandonara a lo futuro, y pronunciando aquella expresión común, propia de los que corren suertes dudosas –’Tirado está ya el dado’–, se arrojó a pasar con sus hombres».

En palabras de Plutarco, «las tropas que tenía consigo no eran más que unos trescientos caballos y cinco mil infantes». Aquellos legionarios formaban parte de la XIII Gemina, su legión más leal; la que había fundado en el 57 a.C. para enfrentarse a los belgas y que acabaría sus días licenciada en nuestra Hispania. Y es que César no contaba por entonces con un gran ejército. Ese es uno de los muchos mitos que se han extendido sobre este pasaje y que destruyen, a golpe de pluma y documentación, los escritores Francisco Uría y José Luis Hernández Garvi en su última novela con aroma histórico: ‘A orillas del Rubicón’ (Berenice, 2022)

A orillas del Rubicón

Imagen - A orillas del Rubicón
  • Editorial Berenice
  • Páginas 176
  • Precio 17,95 euros

Pero la obra es mucho más que una instantánea del episodio clave que, cual pieza de dominó, propició la caída de la República. Los autores dan un paso más y se adentran en la personalidad del futuro dictador –un general fiel y cercano con sus legionarios– de una forma novedosa: a través de una serie de cartas ficcionadas que el militar podría haberse intercambiado con su maestro. Porque, están convencidos, hasta los líderes más rudos e independientes necesitan de consejo en los momentos clave de su vida. No son históricas, reiteran, pero sí el hilo conductor que permite averiguar, según explica Garvi a ABC, «cómo manejó los resortes para alcanzar el poder y presentarse como el salvador de Roma».

Francisco Uría

¿Cómo era la relación de Julio César con sus hombres?

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Julio César tenía una relación dual con sus hombres. Siempre fue generoso con ellos y, sin duda, ellos estuvieron contentos con el botín que pudieron obtener a su lado pero, al mismo tiempo, les castigó con dureza (incluso con la medida extrema de ‘diezmar’ alguna de las legiones bajo su mando) cuando no estuvieron a la altura de sus expectativas. No obstante, siempre fue consciente de que, en última instancia, su éxito político e, incluso, su superveniencia personal dependían de la lealtad de sus hombres.

¿Cuál era el secreto del carisma de César?

César era un general victorioso y esto, frente a una cultura de ‘superstición’ como era la cultura romana, implicaba que sus soldados le consideraban un general ‘afortunado’ o ‘favorecido por los Dioses’ con el que querían servir. Obviamente, contribuía a esto también la generosidad con la que César les atendió en el reparto del botín obtenido en sus campañas y, por último, el hecho de que, hasta un cierto punto, compartió la dureza y las privaciones que también padecían sus hombres.

¿Qué ha sido lo más difícil a la hora de dar vida a Julio César?

César fue, hasta cierto punto, un político de cierta ‘modernidad’, preocupado por su aspecto estético, por su imagen y por la forma en que eran percibidas sus ‘hazañas’. Por el ‘relato’, como diríamos ahora. Era, también, un político perteneciente a la facción ‘populista’, heredada de su tío Mario. No obstante, esas similitudes con la política moderna no pueden ser exageradas, pues existe un aspecto diferencial en la política en los tiempos gloriosos de Roma y los actuales: el error político no se pagaba con el ostracismo, sino con la vida y ser consciente de hasta qué punto el riesgo iba mucho más allá de lo puramente político no siempre es fácil desde la perspectiva actual. Eran, sin duda, tiempos ‘crueles’.

¿Fue la XIII legión leal siempre a César?, ¿por qué se decidieron a cruzar el Rubicón con él?

La XIII legión compartió con él su victoria y se benefició de sus éxitos y del botín obtenido. César tuvo el buen sentido de no dejar desguarnecida la Galia cuando partió hacia Roma cruzando el Rubicón de modo que sólo una legión iba a acompañarle. Sin duda eligió aquella sobre cuya lealtad tenía menos dudas y que, además, se había distinguido en los combates en años anteriores, con lo que no había duda sobre su eficacia en el campo de batalla. En especial, la legión había demostrado su capacidad para enfrentarse con éxito a ejércitos enemigos que la superaban en número, lo que, probablemente, iba a ocurrir también cuando se enfrentaran a las tropas de Pompeyo.

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¿Cuál es el origen de esta legión?

La XIII legión fue creada por César para combatir en la Galia. Es probable que, como solía ocurrir en aquella época, estuviera integrada por legionarios de distinta procedencia. Algunos de ellos serían romanos, entre los cuales habría soldados experimentados que habrían servido en otras legiones, pero también formarían parte de ella galos procedentes de los pueblos aliados de Roma. La legión contaba con más de tres mil quinientos hombres en el momento de su creación, aunque probablemente llegó a superar los cinco mil en sus años de existencia.

¿Recibieron sus hombres tierras en Hispania tras su retirada?

Una vez que César resultó vencedor en su guerra contra Pompeyo, desmovilizó a su ejército y, entre ellos, se licenció a la Legión XIII. Sus miembros recibieron, en retribución por sus servicios, tierras que estaban situadas mayoritariamente en Italia, pero también en Hispania.

José Luis Hernández Garvi

¿Buscaba César una dictadura o fue un accidente?

César era un personaje ambicioso obsesionado con el poder absoluto y la gloria. Hay que recordar que siempre comparaba sus logros con los alcanzados por su admirado Alejandro Magno. Aunque pudiera aparentar que sus actos obedecían a un deseo de salvaguardar las instituciones de la República, lo cierto es que aspiraba a ejercer de dictador. En cierta medida se puede afirmar que fue un visionario que supo ver la proyección futura de Roma como potencia dominante en el Mediterráneo, y él quería pasar a la historia como impulsor y garante de un gran imperio.

¿Debemos verle como un héroe, o como un villano de la historia?

Como ocurre con muchos personajes históricos hay que situar a Julio César dentro del contexto de su tiempo para impedir dejarnos llevar por prejuicios maniqueos. Se puede afirmar que era un hombre poderoso con un concepto elevado de sí mismo. También hay que decir que se consideraba lo suficientemente preparado para sumir los retos que asumió en su vida. En todo caso, para muchos fue un héroe que salvó a Roma acrecentando su gloria, mientras para sus enemigos y rivales, en la guerra y en la política, posiblemente fue un villano del que había que cuidarse.

¿En qué personajes históricos se ha basado para dar vida al maestro de Julio César?

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Debo reconocer que como autor de ficción me he tomado ciertas libertades históricas y literarias a la hora de construir la figura del maestro. No sabemos los nombres de aquellos que educaron al joven César ni los valores que le inculcaron, pero del estudio de las costumbres romanas nos podemos hacer una idea de cómo debía ser el proceso de formación de un prometedor alumno de la talla del personaje. El resto ha sido imaginación y oficio literario, procurando ser fiel a los hechos reales y a la ambientación de la época.

¿Cree que el carácter de Julio César le hubiera llevado a fiarse de un maestro, o era demasiado independiente?

La amplia experiencia militar y política que había forjado su carácter le hacía desconfiar de todo el mundo. En aquellos tiempos convulsos las conspiraciones, traiciones y los asesinatos políticos estaban a la orden del día. En este sentido, poco ha cambiado hoy en día, aunque se hayan cambiado los puñales por métodos más discreto y maquiavélicos, pero igual de efectivos. César no debió tener muchos amigos, apenas un puñado de hombres de confianza que le habían demostrado su lealtad sin fisuras.

¿Cómo logró César conquistar a la opinión pública y crear su propio relato histórico?

El pueblo de Roma era la opinión pública de la época, una masa manipulable que podía ser controlada por los poderosos. La que hoy llamaríamos inteligencia política de Julio César sabía manejar todos los resortes necesarios para alcanzar el poder y estuvo acertado a la hora de presentarse como el salvador de Roma frente a sus enemigos, a los que atacó como corruptos cegados por su ambición. Su mensaje, debidamente encauzado y transmitido, caló no solo entre el pueblo, también en una clase política que se inclinaba del lado del vencedor. La obra literaria de César también resultó muy útil para construir un relato favorable a sus intereses.

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