Historia: Los grandes exploradores desconocidos que visitaron América antes que Colón. Noticias de Alma, Corazón, Vida
Historia: Los grandes exploradores desconocidos que visitaron América antes que Colón. Noticias de Alma, Corazón, Vida. Nadie discute a Castilla-España la grandeza de una exploración transoceánica y el contacto con lo que en su momento dio en llamarse el Nuevo Mundo, pero puede que no fuéramos los primeros
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George Washington decía que ninguna generación tiene derecho a contraer deudas mayores de las que pueda pagar en el curso de su propia existencia. Desmontar mitos, cuestionarlos o, quizás, discutirlos o criticarlos parcialmente o en su conjunto, revisarlos o sencillamente mentarlos, puede herir susceptibilidades.
Nadie discute a Castilla-España la grandeza de una exploración transoceánica y el contacto con lo que en su momento dio en llamarse el Nuevo Mundo como lo que posiblemente sea el hito histórico más grande ocurrido desde la noche de los tiempos. La trascendencia de este hecho ha quedado grabada en el imaginario colectivo (en el occidental en particular) como una hazaña colosal, quizás solo comparable al alunizaje deArmstrong y Aldrin, considerada asimismo como uno de los momentos cumbre de la historia de la Humanidad y la Tecnología.
La Historia con mayúsculas concede a España un sitial preferente, allá donde la grandeza de las hazañas humanas debe quedar registrada para la posteridad, en la memoria del tiempo.
Hay teorías razonablemente fundamentadas sobre expediciones anteriores a Colón y otras en las que los elementos indiciarios suman más que restan
Aunque, obviamente, ya existía para sus moradores tradicionales –mayas, aztecas, incas, etc–, los nuevos visitantes venían con las credenciales de la megapotencia que fue durante siglos nuestro país y, por ello, todas las razones se decantaban por la aplastante e irrefutable gravedad inherente a la superioridad tecnológica foránea.
Dentro del campo nebuloso de la especulación y de las hipótesis varias que han venido alimentando posibles exploraciones o asentamientos previos al encuentro de América por Occidente –desde una perspectiva etnocéntrica–, hay en algunos casos teorías razonablemente fundamentadas y otras en las que los elementos indiciarios suman más que restan. También hay mucha paja, todo hay que decirlo, y derivados que solo conducen a la descalificación de aquellas teorías, e incluso a hechos más fundamentados.
Las expediciones de Zhen He
El sol implacable de Atacama en su fusión con el Océano Pacífico castigaba los restos desperdigados de un centenar de inquietantes esqueletos portantes de grafías muy parecidas a las que se usaban en la China Ming, allá por los siglos XIV y XV de nuestra era. La tiranía de la brutal canícula veraniega había blanqueado aquellos restos mortales recordando, simbólicamente, la banalidad de este tránsito fugaz. En la noche limpia y estrellada de aquel rincón silencioso y mágico impregnado de silencio, la fosforescencia instalada en los restos de aquellos que en su momento fueron creaba una macabra atmósfera, más allá de lo irreal.
Pero un detalle aparentemente sin importancia no cuadraba en medio de aquel entorno de calaveras de mirada vacía hacia la nada o el todo, quién sabe. Caracteres e ideogramas relativamente similares a los mayas y egipcios, por algunos de sus elementos comunes –más que todo en lo tocante a ciertos elementos simbólicos–, denotaban el interés que tenía para la administración china de aquel tiempo, la exploración en cuestión; ya fuera esta accidental –un naufragio, por ejemplo–, o ya fuera como consecuencia de algo más organizado o planificado. Había restos de escritura Lishu, variante patrimonial y exclusiva de los funcionarios del gobierno que, aunque dentro del más general y milenario Hanzi, lenguaje del “vulgo”, revelaban la importancia de aquella expedición o malhadada experiencia marítima comercial o de conquista. Unos botones, o quizás monedas, o ambas cosas por su valor suntuario, ponían un acento más serio si cabe a aquel dantesco espectáculo que se revelaba antes los ojos de los atónitos pescadores locales.
Para ubicarse en alta mar, los marinos de la época no solo observaban el sol durante el día, además valoraban la Estrella Polar durante la noche
Se sabe por las aplicaciones en la ejecución de las primeras manufacturas de porcelana mejicana, allá por el siglo XIV, que el “gen” predecesor tenía, por su confección, impronta o marchamo, una influencia artística en los procesos de elaboración con una rúbrica china incuestionable. Hay amplia documentación al respecto, otra cosa bien distinta sería la de descalificar por “herejes” ante la ortodoxia a aquellos historiadores que se han “mojado “ a fondo en estas investigaciones.
Hay que agregar que probablemente la expedición más destacable hacia América habría llegado hacia 1422 desde China, 70 años antes que Colón. Un almirante eunuco de la corte del tercer Ming, llamado Zheng He, podría haber navegado con 28.000 hombres y varios cientos de juncos de gran porte y sampanes de apoyo logístico, llegando, al parecer, a la Patagonia por el oeste sudamericano.
Decía Zheng He: “Hemos navegado 100.000 li –distancia equivalente a 50.000 kilómetros–, de inmensas aguas, con olas heladas y enormes que subían al cielo como montañas (quizás la zona del hemisferio sur llamada los cuarenta rompientes) y hemos posado nuestros ojos en tierras bárbaras mientras nuestras velas nos llevaban hacia el poniente…”
Tras la inauguración de la Ciudad Prohibida, en Beijing, en el Año Nuevo Chino –en su equivalencia occidental, 2 de febrero de 1421– a las celebraciones, que serían largas y fastuosas, asistieron numerosos jerarcas extranjeros.
En el momento de la partida, el emperador y el jefe de la Armada Imperial –el eunuco almirante Zheng He– pondría a disposición de los visitantes las cinco flotas de juncos que los depositarían en sus respectivos reinos, ya fuera en el sudeste asiático, Arabia, India o la costa oriental de África. Estas cinco flotas formaban probablemente una descomunal armada.
Los 107 juncos estaban hechos de teca, madera extraordinariamente dura e incorruptible y su porte y bordo, sumando obra viva y muerta, era como mínimo cinco veces superior al de las carabelas colombinas o naos portuguesas.
Para ubicarse en alta mar, los marinos de la época no solo observaban el sol durante el día; además valoraban la Estrella Polar durante la noche. Calcular la altura del sol (es decir, el ángulo que éste forma con el horizonte) permitía saber la lejanía del ecuador. Los métodos más avanzados y la mayor sabiduría náutica de los portugueses permiten, hacia 1474, revolucionar los sistemas de orientación en cualquier condición de mar, sirviendo tanto en el hemisferio norte como en el sur.
Otras teorías
Pero antes se sospecha que los fenicios habían tocado tierra brasileña por datos que se infieren no tanto de hechos probados, sino por deducciones que operan por defecto. Muchas de las naves que se adentraban en el Atlántico –flotas enteras con naves de bajo bordo–, desaparecían “devoradas” por los monstruos marinos en sus procelosas aguas, Ptolomeo ‘dixit’. Allá por el siglo a.C., en los años 750 y 1050, los vikingos, oriundos de Noruega y Escandinavia, guiados por Leif Erickson y Erik el Rojo, llegaron a Canadá (Vinland) pero, aun habiendo constancia de ello, se supone que les dieron una paliza de campeonato los encolerizados locales, poniendo tierra de por medio o lo que es lo mismo, pies en polvorosa.
Entre los siglos XIV y XV pescadores y marineros polinesios habrían hecho pie en Chile. Grandes navegantes como el portugués Vasco da Gama y el florentino Américo Vespucio constataron en sus recorridos que la expedición de Colón había sido un paso gigantesco para la humanidad. Aunque se asume que los primeros humanos en colonizar el continente cruzaron desde Asia por el estrecho de Bering probablemente hará unos 15.000 años.
El mundo cambió rotundamente después de Colón. Los indios dejaron el canibalismo, los sacrificios y costumbres que se suponían desterradas
Es de una inocencia absurda pensar que los chinos, de haberse asentado, no hubiesen impuesto sus costumbres y creencias, e igualmente hubiesen cometido los mismos atropellos que los europeos. Idealizar una cultura en pos de un condicional, eso es un error infantil. Ninguna cultura ni sociedad humana tiene las manos limpias, ni es absolutamente sangrienta.
El día en que se complete el mapa del genoma humano nos vamos a encontrar con muchas sorpresas. Colón, un explorador sin discusión, engrandeció la historia y dio a España siglos de gloria, pero quizás hubo otros antes que pasaron desapercibidos.
Por último, la tan cacareada sangrienta conquista no exterminó a los indígenas, aunque sí es cierto que hubo conductas de oprobio, al revés que en el norte de América, donde el exterminio sí fue generalizado. A modo de reflexión final, nos iría mejor si trabajásemos en construir un futuro digno, y en recordar para no repetir hechos de siglos atrás. A día de hoy todavía no he visto a un español quejarse de la conquista romana de la Península Ibérica.
El mundo cambió rotundamente después de Colón. Los indios dejaron el canibalismo, los sacrificios y costumbres que se suponían desterradas en el mundo llamado “civilizado”; comenzó la era de los descubrimientos. Europa salió del Medievo, el Renacimiento pisó el acelerador, Asia se comunicó con América, América con Oceanía, Europa con todo quisque, el hombre llegó más tarde a la Luna, hoy todos tomamos esa pócima llamada Coca-Cola, navegamos abducidos o por propia voluntad a través de esa fuente de conocimiento y control que es Internet… Así es el progreso.
Colon, Zheng He, Magallanes, Elcano… Todos sumaron .