La Cruz de Santiago
Hay que situarse en Clavijo para conocer el origen de la Cruz de Santiago, en la villa riojana de Clavijo, para ponerse delante de los acontecimientos que allí tuvieron lugar.
Se cuenta, por algunos historiadores, que en el año 844 Ramiro I, rey de Asturias, sostuvo en ella una batalla contra los moros, a los que, gracias a la intervención del Apóstol Santiago, que apareció montado en un caballo blanco y enarbolando una bandera blanca también, con una cruz roja, logró vencer en la contienda.
Sin embargo, dicen otros, que la tal batalla no se dió en Clavijo, sino en Albelda de Iregua, localidad también de La Rioja, en donde Ordoño I de Asturias obtuvo la victoria sobre su oponente Muzaben-Zeyad, en 852, y en ella, en contra de lo que se diga, no tomó parte el Apóstol Santiago.
Pero hay que seguir con la idea de Clavijo. A 15 km. de la capital de La Rioja, en dirección Sur, se encuentran las ruinas del castillo de Clavijo, en una de cuyas derruidas torres se puso una enorme Cruz de Santiago hecha de hierro, sin duda como símbolo de lo que allí aconteció y puesto en duda por algunos estudiosos de la historia, mientras otros lo dan por cierto. En tomo a sus murallas, según es tradición, dice la leyenda, se enfrentaron moros y cristianos, en cuya batalla se apareció el Apóstol Santiago, montado sobre un caballo blanco, ayudando a los cristianos.
Tal batalla, sigue diciendo la leyenda, la inició Ramiro I, para poner fin al Tributo de las Cien Doncellas, que debían ser entregadas todos los años al Califato de Córdoba, según un acuerdo establecido que evitaba toda agresión.
Con la intervención del Apóstol Santiago, los cristianos lograron la victoria, y en prueba de agradecimiento, Ramiro I, concedió el 25 de mayo de 844, en Calahorra, el Voto de Santiago, consistente en que los campesinosdel norte de España venían obligados a pagar la décima parte de sus cosechas a la Catedral de Santiago de Compostela, que estuvo vigente hasta su abolición por las Cortes deCádiz en 1812, siendo restaurado en 1936, pero bajo un aspecto religioso, continuando sin efectividad su carácter material.
Y pese a la insistencia de buen número de historiadores que niegan estos hechos, la tradición popular, a ese paraje, le dio los nombres de “Cuesta de los Templarios” o/y “Campo de la Matanza”. Y en Sorzano, el tercer domingo de mayo de todos los años.
Tiene lugar la “procesión de las Cien Doncellas”, en la que toman parte , como es obvio, muchachas vestidas de blanco con ramos de acebo en las manos.
Pero las cosas van más allá, y la tradición de esta batalla, en la que la espada de Santiago se tiñó de rojo con la sangre de los infieles, se aumenta con el recorrido que hizo Santiago para llegar al campo de la batalla de Clavijo.
Lo hizo saltando de montaña en montaña, quedando marcadas las herraduras de su caballo blanco en las rocas en las que posaba sus pezuñas, sin que ninguna se borrara. Venía, según continúa la tradición, el Apóstol desde la cercana provincia de Burgos, siendo Tobía la primera localidad riojana que pisó. Y allí en donde las herraduras quedaron estamplilladas, se le llamó “La Patada”. De un salto alcanzó el Pico de la Perdiz y ya Clavijo. Aunque se dice que también en otros lugares, como en Igea y Cervera del Río Alhama, pueden verse las señales de la galopada de Santiago.
Al parecer el día 25 de septiembre, es la fecha en que tuvo lugar la dura y mortal guerra, por lo que se aprovecha para sacar en procesión a la imagen del Apóstol Santiago montado en su caballo blanco, con el estandarte del mismo color y, lógicamente, la espada, haciendo el recorrido desde Clavijo hasta su ermita, en la que se guarda una reliquia de Santiago. Dicha capilla está situada al pie del monte Laturce, en donde se batieron cristianos y moros. Con dicha imagen ecuestre también se saca a la Virgen de Tendudía, así conocida al ser invocada por el rey cristiano:»
¡Detén tu día!», para que los agarenos no pudieran librarse del acoso y castigo de los cristianos en la oscuridad.El pueblo tiene coplas y dichos en tomo a este hecho como sobre el lugar de los acontecimientos. Sirvan de ejemplo.
«Santiago con su caballo, a los moros perseguía. y yo te persigo a tí, porque te llamas María».
«Si quieres tener un hijo debes mirar a Clavijo».
Todos los que se apegan a la leyenda dan cuenta, con profusión de detalles, de como Santiago Apóstol, montado sobre un caballo blanco, y con la espada en una de sus manos, como emblema de lucha; la cruz o el estandarte en la otra, como símbolo de religiosidad, se desenvolvía en el campo de batalla en medio de los gritos y el fragor de la contienda.
Tiempo después, el Arzobispo Gelmírez, que se hizo cargo de la sede compostelana, de igual forma empuñaría tanto la espada, como el báculo o la cruz, llegando así a ser el prelado guerrero que emuló al titular de la sede santiaguesa. La historia, de otra manera y bajo distintas circunstancias se repetía.
Leyenda o realidad, es el caso que en el año 1970, y en el llamado «Campo de la Matanza», ya mencionado, se hincó un monolito con la siguiente inscripción:
«Recuerda, caminante, que este Campo de la Matanza, que desde aquí divisas, fue el mudo testigo que vio, en el fragor del combate entre Ramiro I y las huestes de Abderramán II –año 844-, la aparición Del Apóstol Santiago, capitán en blanco corcel, vendaval de la morisma, iSantiago y cierra España!”
Recuerdos imperecederos de la tal batalla, real o no, pero de muy arraigada tradición jacobea, suponen el escudo de la región, en el que figura la cruz de color rojo de Santiago. También hay memoria de la lucha en el Solar de Valdeosera, fundado por el rey don Sancho de Navarra, así como interesantes datos en el archivo de la iglesia de dicha localidad, figurando en las listas de la Batalla de Clavijo, los Tejada de Valdeosera, etc., etc.
Don Miguel de Cervantes Saavedra, en su universal obra «Don Quijote de la Mancha», hace mención a estos hechos, poniéndolos en una conversación que mantiene don Quijote con su escudero Sancho:
«-Yo así lo creo -respondió Sancho-, y quería que vuesa merced me dijese que es la causa porque dicen los españoles cuando quieren dar alguna batalla, invocando aquel Santiago Matamoros: iSantiago y cierra España! ¿Está pore ventura España abierta, y de modo que es menester cerrarla, o que ceremonia es esta?
-Simplicísimo eres, Sancho -respondió don Quijote-; y mira que este gran caballero de la cruz bermeja háselo dado Dios a España por patrón y amparo suyo…».
Y pese a todas estas leyendas, dimes y diretes sobre el polémico asunto, la tan traída y llevada espada, convertida en Cruz de Santiago, tuvo que ceder su protagonismo a la concha de venera, siendo ésta el emblema de los peregrinos, y no la otra, como también de todo lo jacobeo.
En el «Tumbo de la ciudad» de Compostela, al folio 13, o lo que es lo mismo, en la página 13 del libro grande de pergamino, donde las iglesias, monasterios, concejos y comunidades, tenían copiados a la letra los privilegios y demás escrituras de sus pertenencias, se aprecia en el ángulo izquierdo un dibujo a la manera de escudo, apareciendo en el centro el Apóstol Santiago a caballo, sobre un campo de conchas de venera y ocho leones acostados en la orladura. Éstas eran las insignias de la ciudad, sin que aparezca por ninguna parte la cruz roja en forma de espada.
Dichas insignias, que se usaban en banderas, guiones y pendones, las confirmó el Rey Don Pedro I por un Diploma, según se desprende de un documento de 1559.
Al dejar de utilizarse este escudo se adoptó, siguiéndose sin tener en cuenta la cruz bermeja, otro en el que aparecía la tumba del Apóstol de plata y sobre la urna la estrella del Libredón, de oro y rayos de plata sobre campo azul.
El que generalmente se emplea, sin contar para nada con la cruz en forma de espada, es uno dividido en dos cuarteles. En el de la derecha la Tumba del Apóstol con la estrella. En el de la izquierda el Cáliz con la Hostia de manifiesto sobre él y rodeando el conjunto las siete cruces que representan las siete provincias en las que hace tiempo se dividía Galicia, siendo Santiago de Compostela su capital. Ambos cuarteles sobre campo azul y corona mural.
No obstante la Cruz de Santiago está presente, no ya sólo en los hábitos y ropas de ceremonia de los canónigos y Cabildo de la iglesia compostelana, sino también en el Puerto de Ibañeta, en donde se alza el Monumento a Roldán. Consiste en un mehir enuna de cuyas caras está la espada en forma de Cruz de Santiago, cruzada por dos mazas con cadenas, todo ello en hierro. En su parte superior se lee «Roldán», y en la parte inferior «778-1967». También, como quedó dicho, en una de las destruidas torres del castillo de Clavijo, para testimoniar lo ocurrido en el lugar. En la localidad de Vlllalcázar de Sirga, Carrión de los Condes, Palencia, una piedra reproduce la Cruz de Santiago en forma de espada, en recuerdo de la Orden de Santiago. En la reja de la iglesia de Uclés, etc.
En la catedral compostelana aparece en varios puntos: en la fachada del Obradoiro en piedra, en el parteluz de la puerta principal, como asimismo en el cuerpo central, arriba, en metal, a ambos lados de la hornacina que protege la estatua del ApóstolPeregrino. También en la bóveda de la Biblioteca y Sala Capitular, en el techo de la capilla del Pilar y, naturalmente, en el centro de la esclavina que luce la figura sedente de Santiago en el Altar Mayor de la catedral.
Y aunque hay que repetir que la Cruz de Santiago, en cuanto a símbolo del peregrino y escudo o insignia jacobea, no tiene nada que hacer, puede encontrarse profusamente representada en los más variados y espantosos objetos que se ofrecen a los visitantes a la ciudad, sean o no penitentes: como abrecartas, insignias de solapa, que ahora dicen «ping»; gemelos, pisacorbatas, rosarios, llaveros, pulseras, pendientes, gargantillas, indumentaria de los tunos de las distintas facultades de la Universidad compostelana, banderas de casas regionales gallegas e instituciones, guiones, equipos de fútbol, en confiterías con la «Tarta Compostela», botonaduras, carpetas, botes para lápices, bolígrafos, pastilleros, bordones, calabazas, conchas, dedales, etc., etc. Lo que se dice en los objetos y chismes más inverosímiles. Naturalmente que también en iconografIas de Santiago, como puede ser la escultura en madera policromada, hecha hacia 1667, que se conserva en la Capilla del Sagrario de la Colegiata de Santa María de Briviesca, Burgos. O el «Matamoros» de la parroquia de Santiago de Cantabrana, también en Burgos.
La Cruz de Santiago, con forma de espada, es latina, de color rojo, con los extremos del travesaño floronados y el pomo en punta de lanza, que conocida por «el lagarto», será durante mucho tiempo, siglos, el distintivo más codiciado por la nobleza, la aristocracia y también por los que no tienen «sangre azul».
Se cuenta, que cuando los cristianos entraron en Sevilla, pororden de Fernando III El Santo, siendo mandadas las tropas por el Almirante Bonifaz, de Burgos, y el almirante gallego Payo Gomes Charino, conquistándola a los árabes, el primer estandarte que ondeó en sus murallas fue el llamado «Estandarte de Santiago», bendecido por el Papa, y que, según una descripción hecha de él en el siglo XVII, era de dos puntas y de dos varas de ancho por cinco y media de caída. Estaba hecho de damasco rojo, con el Apóstol Santiago Caballero, en un caballo blanco, figurando un guerrero a la jineta; una cruz grande con cuatro brazos iguales, que remataban en forma de flor de lis, estas dos de color blanco y con cuatro veneras de oro sobrepuestas en los ángulos. Al otro lado había el mismo dibujo. Esta reseña coincide plenamente y en todo con la que se hace de la bandera de la Orden de los Caballeros de Santiago.
La constitución de la Orden Militar de Santiago, no está exenta de discusiones. Para unos se creó en los tiempos del Rey Ramiro I, por los años 842-850, formándose bajo la advocación y título de Santiago, en recuerdo del milagro obrado por el Apóstol en Clavijo, «siendo Fratres de Cáceres» su nombre más antiguo, dándose el nombre del fundador «el general Maestre de Campo don Sancho Martínez de Tejada», siendo armado caballero de la Orden y nombrado su General Maestre, por el mismo Ramiro l.
Para otros la Orden aparece en 1170, para ser confirmada en 1175 por el Papa Alejandro III. Pero es que incluso se habla de una leyenda a ella imputada. «Según ésta, su fundación se debe a un noble caballero, autor del parricidio de su hijo, el cual, arrepentido consagró su vida a pelear por Santiago, y exigió el mismo voto de sus deudos, imprimiendo una cruz en las blancas capas con el puñal mojado en la sangre de la víctima, como recuerdo de sus pecados. De ahí que la Cruz de Santiago sea roja y afecte la forma de puñal».
La vida, obra y milagros de dicha Orden, no es tema de estas páginas, y si se la nombra es para dejar constancia de sus insignias, entre las que figuran, naturalmente, «…una cruz encarnada, en figura de espada, puesta en el centro de un manto capitular blanco y largo de lana. En un principio parece no fue la Cruz del Apóstol en forma de espada, como actualmente se usa, sino sencillamente de brazos cuadrados iguales; posteriormente hubo de modificarse, flordelisando la punta de sus brazos; adoptando,finalmente, la forma de espada usada actualmente, si bien en diferentes modelos, basados todos ellos en este patrón. A más de la cruz-espada figura, en varios documentos de la Orden, sobre la misma Cruz y bajo el pomo, la venera o concha. En los sellos antiguos de los Maestres aparecían a más de la venera, una estrella y una media luna a cada lado de la cruz; y en los de los conventos solía ponerse una cruz a cada lado. El uniforme de calle consiste en una guerrera blanca con la cruz en el pecho…». Repitiéndose esto mismo en el traje de ceremonia.
El tema de estos Caballeros era: «Rubet ansis sanguine arabum» (La espada se enrojece con la sangre de los árabes), junto a la divisa: «Leones en el campo de batalla y corderos en el convento».
Fue otra la Orden del Ala de San Miguel, instituida en 1171 por Alfonso VIII:
«Su emblema era una cruz roja en forma de espada, campeando sobre la blanca túnica de los caballeros; los brazos de la cruz remataban en flores de lis y, por encima una banda con la inscripción: -iQluis ut Deus!- (iQuién como Dios!); a los dos lados de la cruz y cerca de su extremo inferior había otras dos flores de lis. Algún cronista sostiene que esta Orden tenía también por emblema un ala de color encarnado, circundada de rayos de oro».
En Portugal, y a partir de las bulas de separación del Papa San Celestino V, y otros papas posteriores, se aprobaron la elección de un Gran Maestre para los portugueses de la Orden de Santiago. Sus caballeros siguieron llevando la misma cruz roja en forma de espada como distintivo, pero orlada de una trencilla de oro.
Llevan, asimismo, la cruz roja de lagarto, la Cruz de Santiago, las Comendadoras de Santiago, cuyas religiosas también son llamadas «Caballeras de la Orden de Santiago», con las mismas pruebas y profesión que los varones para su ingreso.
Fue otra la Orden del Apóstol Santiago de la Espada, nacida hacia 1170, casi igual a la Real Orden Militar de Santiago, legalizada como asociación en 1989, y disuelta posteriormente por sus promotores. Tenían por insignia la Cruz de Santiago cargada en el centro con una venera de oro. Esta Orden nada tiene que ver con la que dicen fundó el Rey Ramiro.
Llevaron sobre su pecho la roja cruz-espada de Santiago, personalidades de la talla de San Francisco de Borja. El Duque de Gandía, don Álvaro de Luna, don Álvaro de Bazán, Marqués de Santa Cruz, don Diego Velázques de Silva, don Pedro Calderón de la Barca, don Francisco Quevedo de Villegas, Francisco Pizarro, Alonso de Ercilla, Jorge Manrique, Príncipes de Asturias, Reyes, Infantes, Atletas y otros muchos.
La Cruz de Santiago, la Cruz-Espada de color rojo, se representa, sin perder su general patrón, con la hoja en forma de machete o de puñal; con la hoja ancha en su entronque con el travesaño que se va afinando hasta terminar puntiaguda; lanceolada, recta y como espada medieval, siendo común que el travesaño y el pomo terminen en flor de lis, muy perfilada o dejándola en esbozo.
Esta misma cruz fue adoptada también por el campo militar desde siglos atrás, usándose en el presente como distintivo del Ejército de Tierra, figurando también en los escudos heráldicos de varias divisiones y cuerpos de las fuerzas armadas españolas, ante el patronazgo del Apóstol Santiago.
(Por Rafael Izquierdo Perrín. Recogido del libro Leyendas e Historias Jacobeas. Castilla Ediciones. Valladolid, 1999)