La resistencia antifascista y comunista durante la posguerra española, los verdaderos luchadores por la libertad
A los vencidos les quedaban muy pocas opciones: la cárcel, la muerte sumarísima, el exilio o la lucha armada desde el monte.
La resistencia antifascista y comunista durante la posguerra española, los verdaderos luchadores por la libertad / Manuel del Valle
Se calcula que el número total de guerrilleros está en torno a las 6000 o 7000 personas, si bien el número de enlaces era de diez o veinte veces superior.
Tras la finalización de la Guerra Civil miles de republicanos siguieron combatiendo a los sublevados con las armas. Estos se echaron al monte con la esperanza de oponer una firme resistencia hasta que la Comunidad Internacional tomara medidas efectivas contra aquellos que provocaron la guerra y la masacre subsiguiente.
En 1939, los sublevados, liderados por Franco, consiguieron la victoria en la Guerra Civil frente a la República, pero hubo muchas personas que se negaron a entregar las armas y continuaron luchando en aquellos territorios que ofrecían una clara ventaja estratégica para la guerra de guerrillas. Así fue como las principales zonas de acción estuvieron entre Galicia, Asturias, Cantabria, el norte de León y Palencia; en el Sistema Ibérico (Teruel, Castellón, Valencia y Cuenca); en el territorio que se extendía entre Extremadura, el norte de Córdoba, Ciudad Real, Toledo, Ávila y las montañas del Sistema Central; desde los montes extremeños hasta las sierras de Albarracín y Cuenca; en el sur de Andalucía, concretamente en el eje Cádiz-Málaga-Granada; y las zonas del Valle de Arán, el Alto Aragón y comarcas de Cataluña como Bages y Berguedá.
Los conocidos como maquis son el equivalente español a la resistencia europea que luchó contra el nazismo. Muchos de estos guerrilleros combatieron hasta su propio final biológico, manteniendo su actividad durante décadas, aunque su mayor actividad tuvo lugar entre 1939 y 1952.
En un primer momento, los maquis fueron militares republicanos, miembros de sindicatos y de partidos políticos, destacando especialmente a los anarquistas y, sobre todo, a los miembros del PCE. La lucha que llevaron a cabo no fue de manera individual, si no organizada, contando con numerosos puntos de apoyos en las ciudades y pueblos, donde los enlaces se encargaban de suministrar información y todo tipo de material. Esta labor organizativa fue llevada a cabo por el propio Partido Comunista desde el exilio.
La resistencia antifranquista comenzó desde el inicio de la contienda civil, por lo tanto a partir de julio de 1936 empezó a surgir en las zonas controladas por los sublevados. Los primeros guerrilleros tuvieron que ser apoyados por amigos, familiares o simpatizantes, por tanto, el pueblo se convirtió en una pieza fundamental para los maquis, quienes vieron aumentar el apoyo que recibían a medida que la represión alcanzaba límites atroces, haciéndose más patente tras el final de la guerra. No obstante, a un nivel similar crecieron los delatores y las personas que lucharon contra los maquis, en numerosas ocasiones fomentados por las autoridades que pagaban 5000 pesetas por cualquier tipo de información útil. Así, la resistencia solo pudo consolidarse en los lugares en los que encontraron más apoyo popular y en los que la orografía les presentaba mayores ventajas, mientras que en el resto del territorio la Guardia civil fue acabando con ellos poco a poco. Consecuentemente, los enlaces tuvieron una importancia capital en la lucha contra las fuerzas franquistas, pero estaban mucho más expuestos que los propios guerrilleros. En este punto hay que resaltar la labor que hicieron los mineros de la zona del norte de León y Asturias, quienes formaron a los maquis política, militar y educativamente.
Es imposible entender esta resistencia sin la brutal represión que los franquistas estaban ejerciendo contra todos aquellos que tuvieran algún tipo de relación con las organizaciones del Frente Popular, ya fuera porque pertenecieran a alguna de sus organizaciones, porque hubieran colaborado con la República a la hora de defender la democracia frente al fascismo o incluso, por haber votado al Frente Popular. Esta represión continuó tras el final de la guerra, por consiguiente la sociedad española quedó dividida en vencedores y vencidos, a los cuales les quedaban muy pocas opciones: la cárcel, la muerte sumarísima, el exilio o la lucha armada desde el monte.
Tampoco podemos dejar de lado el papel que tuvo la Iglesia en la lucha contra la resistencia, pues las autoridades eclesiásticas recomendaron colaborar con los grupos de falangistas, con los militares y los miembros de la Guardia Civil. Además, animaban a la población a delatar a quienes estuvieran auxiliando a la resistencia antifranquista. Esta posición era la que sostenía la cúpula de la iglesia española de la época, pero también hubo casos en los que los eclesiásticos se enfrentaron a las autoridades franquistas y apoyaron a los maquis. Por ejemplo, el párroco de Torrox (Málaga), Bartolomé Pallares Llinas fue trasladado de parroquia por quejarse ante el obispo de Málaga por la brutal represión que estaban llevando a cabo los sublevados; otro caso fue el del párroco llamado “El Coyote”, un cura de A Coruña que también colaboró hasta que fue delatado y trasladado a otra parroquia.
Otro de los puntos interesantes es que la guerrilla española tuvo un papel destacado en la resistencia contra la ocupación nazi en Europa, especialmente en Francia. Allí, formaron parte de la resistencia y colaboraron con la liberación del país. Tenemos que destacar en este sentido la participación que tuvieron en el sur de Francia, ya que allí se formó la UNE (Unión Nacional Española) integrada en su mayor parte por miembros del PCE y que pretendió conseguir el apoyo de la Comunidad Internacional para recaudar la ayuda necesaria a fin de restaurar la democracia en España.
En la Francia de Vichy permanecieron aproximadamente 200.000 exiliados y allí precisamente empezó a organizarse la restructuración y la actividad política del PCE. Desde abril de 1941, el Partido Comunista comienza a publicar una revista llamada “Reconquista”. Por otro lado, en noviembre de 1942, cuando Francia es totalmente ocupada por el ejército nazi, los comunistas crean una guerrilla rural que colabora con los maquis franceses, es el 14º Cuerpo de Guerrilleros. Para conseguir las primeras armas, los guerrilleros atacaban a las columnas alemanas, a la vez que realizaban operaciones de sabotaje. Muchos de ellos tenían la esperanza de ver cómo la caída de Hitler provocaría la caída de Franco.
Dos acciones importantísimas que realizaron los maquis españoles en el Sur de Francia sobresalen por encima del resto.
El primero de ellos fue el ataque a Foix el 19 de agosto de 1944, puesto que durante el mismo consiguieron liberar la ciudad. Además, tres días más tarde cercaron y tomaron como prisioneros una columna alemana que iba a reconquistar la ciudad. La brigada de resistencia estuvo formada por franceses y españoles en su mayoría, entre 350-500 hombres, de los que un centenar eran de nacionalidad española. Estos, en el transcurso de pocos días, lograron hacer entre 1300 y 1400 prisioneros, sufriendo solo dos muertos y un herido, aunque todo ello hubiera sido imposible sin el apoyo de la población local. En honor a estos hombres, en Foix existe una avenida llamada “Avenida de los guerrilleros españoles”.
El segundo fue intento de reconquista del Valle de Arán. Este es un hecho muy conocido que tuvo lugar el 19 de octubre de 1944, pero fue organizado desde Francia por la UNE. El PCE consideró que un gobierno democrático dentro del territorio español tendría más fuerza a la hora de encontrar el apoyo internacional necesario para derrocar a Franco, así que había que retomar la lucha armada y arrebatar a las autoridades franquistas una parte del territorio. El plan contaba con tener el sostén de la población de la zona y establecer la capital de la España libre en la población de Viella. Los participantes totales son difíciles de cuantificar, pero aproximadamente se estima que participaron entre los 3000 y 4000 guerrilleros en la llamada “Operación Reconquista”. Esta acabó a los pocos días en un rotundo fracaso y con más de 400 bajas.
A pesar de este último fracaso, los guerrilleros siguieron confiados, puesto que la inmensa mayoría creía que el fin de la Segunda Guerra Mundial y liberación española era una situación de causa-efecto. Sin embargo, a pesar de la insistencia de Stalin por tratar el asunto español como un hecho más del conflicto mundial, Truman y Churchill se negaron. En consecuencia, el tiempo fue pasando y la ayuda de las potencias internacionales en favor de la resistencia española no llegó, por lo que muchos se desanimaron y abandonaron la lucha.
Por si fuera poco, el PCE comenzó a replantearse la lucha armada desde finales de 1946. En este sentido, Enrique Líster en Así destruyó Carillo el PCE, decía sobre la decisión de abandonar la lucha:
En vez de darle un contenido político a la disolución, se prefirió disolverlas [las guerrillas] a escondidas, introduciendo en los destacamentos la intriga, las rivalidades y la provocación para encontrar la justificación de la liquidación. La descomposición de las agrupaciones guerrilleras se organizó desde París, desde donde Carrillo envió miembros de su aparato especializados en estos menesteres.
Por su parte, la dictadura franquista al año siguiente aprobó la Ley de la Represión del Bandidaje para luchar contra los guerrilleros, al mismo tiempo que aumentaba el número de guardias civiles destinados a luchar contra la guerrilla. Por si fuera poco, el 11 de abril de aquel año, prohibió que a estos luchadores por la libertad se les llamara guerrilleros, en su lugar se debía emplear el nombre de bandoleros. Esto implicaba reducirlos al nivel de delincuentes y enemigos de la sociedad.
Todas estas circunstancias causaron división entre los propios guerrilleros y miembros del Partido Comunista, cuyos dirigentes, empezando por Santiago Carillo, pensaban que el fin de la lucha armada era inevitable, a la vez que sus detractores sostenían que era el fin de la resistencia efectiva. Finalmente, en 1952 el movimiento ya era algo residual, apagándose poco a poco hasta desaparecer, si bien hubo quien continuó con la lucha sin contar con el apoyo organizativo de los años anteriores.
Las cifras relativas a la cantidad de guerrilleros existentes son muy difíciles de proporcionar. En relación a la resistencia contra los nazis, Alberto Fernández, un exiliado socialista, cifró en 60.000 las hojas de desmovilización de otros tanto guerrilleros y, por su parte, el comandante Gastón Laroche rebajó el número de españoles en Francia hasta los 10.000 guerrilleros. Tuñón de Lara sostuvo que hubo de 21.000 españoles en la lucha antinazi, distribuidos del siguiente modo: 12.000 en la AGE, 5.000 en otras organizaciones y 4.000 en la liberación de París. En la actualidad, los especialistas mantienen que el número de españoles que lucharon activamente en la Resistencia alcanzó las 10.000 personas.
Para la situación en el interior de España emplearemos un informe realizado por las autoridades franquistas en 1950. Así, en los siete años precedentes se habían registrado 8054 “hechos delictivos” protagonizados por los maquis, siendo los años de 1946 y 1947 los de mayor actividad con 1558 actos y 1463 respectivamente. Por otra parte, 2036 guerrilleros murieron y 3211 fueron hechos prisioneros, junto con 17861 personas detenidas por ser “encubridores y cómplices” de la guerrilla. También murieron 243 guardias civiles y otros 341 heridos. Se calcula que el número total de guerrilleros está en torno a las 6000 o 7000 personas, si bien el número de enlaces era de diez o veinte veces superior.
Realizado este pequeño análisis, quisiéramos destacar la lucha antifascista ejemplificada en algunos casos concretos, pero hay que advertir que se trata de una selección muy subjetiva, ya que no podemos abarcar tantos casos como nos hubiera gustado puesto que excedería con mucho la visión general que pretende este artículo:
Matilde Landa. Afiliada del PCE durante la II República. Natural de Badajoz, no fue guerrillera, pero tras el Golpe de Estado de 1936 prestó servicio en un Hospital de Guerra en Madrid y después en el Socorro Rojo Internacional, colaborando en la evacuación de Málaga en febrero de 1937. Tras ello pasó a la Sección de Información Popular, bajo las órdenes del Subsecretario de propaganda del gobierno republicano. El 26 de septiembre de 1939 fue detenida e ingresó en la Cárcel de las Ventas. Condenada a la pena de muerte, su pena le fue conmutada por 30 años de prisión. En junio de 1940 fue trasladada a la cárcel de mujeres de Palma de Mallorca, pero su figura no pasó desapercibida, ya que organizaba las acciones de resistencia dentro del penal. Por ello, las autoridades religiosas y civiles presionaron a Matilde para que renegaran del comunismo y se bautizara, pues sería un gran acto de propagada para el régimen. A pesar de su negativa, las autoridades establecieron que el 26 de septiembre de 1942 sería bautizada en contra su voluntad. Matilde, fiel a sus principios, decidió precipitarse al vacío. Agonizó durante una hora antes de morir, aunque a los religiosos de la cárcel no les importó, puesto que la bautizaron en sus últimos momentos de vida, aunque las autoridades franquistas se quedaron sin su acto propagandístico.
Hermanos Rodríguez López. Estos fueron maquis represaliados, naturales de Soulecín, provincia de Ourense. Los hermanos Domingo, Rogelio, Sebastián y Alfonso fueron de los primeros maquis gallegos. La familia entera fue señalada como roja y enemiga de la patria, por tanto los padres de estos fueron asesinados, aunque las dos hermanas de los guerrilleros lograron escapar y exiliarse a México.
Juan Fernández, “Juanín”, asesinado por la Guardia Civil el 24 de abril de 1957. Guerrillero en la zona de Cantabria (nació en Potes), fue militante de las Juventudes Socialistas Unificadas. Al estallar la Guerra Civil se alistó como voluntario en el ejército republicano. Al caer Santander en agosto de 1937 fue hecho prisionero y condenado a muerte, pero su hermano logró que le conmutaran la pena, ya que era un Camisa Vieja de Falange. Estuvo cuatro años en la cárcel y fue puesto en libertad a condición de presentarse todas las semanas en el cuartel de la Guardia Civil. No obstante, escapó y se echó al monte. Cuando bajaba de incógnito a su localidad natal, dejaba pagado en el bar del pueblo un café para la Guardia Civil con la siguiente nota: “Yo, Juanín, tengo el honor de invitar a café al capitán de la Guardia Civil de Potes, y que le aproveche, como a los pajaritos los perdigones”.
José Castro Veiga, conocido como “O Piloto”. Merece mención especial por ser el último maqui asesinado por la Guardia Civil. Natural de Corgo, Lugo, era militante gallego del Partido Comunista de España. Piloto militar, desertó del bando franquista para luchar por el gobierno de la República. Fue capturado en Madrid en 1939, condenado a cumplir 30 años de cárcel, pero indultado en 1943. Dos años después, regresó a Galicia, se afilió al PCE y en el verano de aquel año tomó las armas como guerrillero. El 27 de mayo de 1954, en un duro enfrentamiento, perdió a la mayor parte de sus hombres en la zona de Paradela. Desde entonces permaneció oculto gracias a la colaboración de amigos y de numerosos vecinos, realizando de vez en cuando atracos, los cuales justificaba en nombre de la autoridad republicana. El 10 de marzo de 1965, O Piloto entró a robar en la casa de un empresario ganadero de la parroquia de Rebordaos (O Saviñao). El hijo del propietario siguió a José Luis hasta el monte y llamó a la Guardia Civil, informando de su situación. Mientras comía fue asesinado por un disparo, muriendo con él la resistencia guerrillera española.
Esta es la breve historia de unos hombres y mujeres que nunca perdieron la esperanza por ver restaurada la libertad en su país. A ellos quiero dedicar estas líneas, pues son un ejemplo de lucha y resistencia. ¡Honor y Gloria a todos los combatientes antifascistas españoles, que su ejemplo ilumine nuestro camino!