La verdad tras la cita más controvertida de la República: «Estoy hasta los cojones de todos nosotros»
Estanislao Figueras entró en la historia por maldecir contra la política española en 1873 y exiliarse a Francia
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La frase no tiene precio. La han usado diputados, periodistas, escritores y, en general, todo aquel hastiado con la política y la sociedad de nuestro país. «Señores, voy a serles franco, estoy hasta los cojones de todos nosotros». Pocas palabras más hacen falta para demostrar la disconformidad y el hartazgo que las que pronunció el que fuera primer presidente de la Primera República española, Estanislao Figueras y Moragas, en junio de 1873. Al menos, eso se ha extendido a lo largo de las décadas, ya que la realidad es que no existe ninguna referencia documental de la época que acredite que la majestuosa afirmación fue del catalán. ¿Bulo o realidad? Según los expertos consultados por ABC, es difícil saberlo.
Lo que no se puede negar es que ese mítico «estoy hasta los cojones» que se ha invocado en los últimos años define a la perfección el caos que se vivió durante aquel primer experimento republicano. Y es que eran momentos turbios para la política y para el presidente. Valga como ejemplo que, en tan solo cuatro meses desde la llegada de la Primera República en febrero de 1873, el bueno de Figueras tuvo que hacer frente a la división interna de su propio partido, las recurrentes puñaladas que se lanzaban federales y unionistas, la declaración unilateral del Estat Catalá y hasta una serie de intentos de volver al antiguo régimen. Lo que parece extraño, de hecho, es que no se exiliara antes…
Unos y otros
La pesadilla de don Estanislao, la última al menos –ya llevaba el hombre sus disgustos previos–, comenzó en el verano de 1873. Mayo dejó unas elecciones anémicas en las que primaron la apatía y la alta abstención. En Madrid acudieron a las urnas un 28% de los convocados; en Cataluña, apenas el 25%. Ganaron los federales, pero la nube de tensión se masticaba. El 1 de junio, el que fuera presidente del Poder Ejecutivo lo dejó claro en el discurso de apertura de las Cortes Constituyentes, aunque también insistió una y otra vez en sus esperanzas en la República: «Ayer éramos aún esclavos […] procuremos con verdadero espíritu político arraigar esta libertad de conciencia».
Alejandro Nieto, catedrático de derecho, ex presidente del CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas) y autor de ‘La Primera República Española‘ –una de las pocas obras sobre este período escrita en el último siglo–, entiende este rechazo a las elecciones por parte de los españoles. En declaraciones a ABC afirma que «las diferencias entre republicanos unitarios y federales no calaron en la gente porque, a la sociedad, aquello le sonaba a música celestial». Y no le falta razón. «El 90% de los ciudadanos desconocía lo que era una y otra cosa. ¿Para qué ir a votar eso si no sabían lo que les preguntaban? Al final se quedaron en casa», sentencia.
Para colmo, como su sustituto fue elegido Francisco Pi y Margall, con el que don Estanislao albergaba fuertes diferencias. Así lo afirma la historiadora María de los Ángeles Pérez Samper en un dossier sobre este personaje elaborado para la Real Academia de la Historia. La autora es partidaria de que los cambios en la cúpula política terminaron por provocar «una crisis que de la Asamblea trascendió a la calle y obligó a Figueras a permanecer hasta la tarde del 10 de junio al frente del Gobierno». Fue entonces cuando el catalán informó de que abandonaría el país para evitar ser un obstáculo para él y para el país. De regreso a las Cortes presentó su dimisión, pero no fue aceptada.
La leyenda
Hete aquí que se habría sucedido la famosa frase. La leyenda afirma que fue ese mismo día 10 cuando el primer presidente de la República, harto ya de puñaladas amigas y enemigas, estalló en cólera durante una reunión del Consejo de Ministros y soltó el improperio: «Señores, voy a serles franco, estoy hasta los cojones de todos nosotros». Aunque parece que lo hizo en catalán, su lengua materna: «Senyors, seré sincer: estic fins als collons de tots nosaltres». El mito varía, pero la versión más extendida es que después afirmó que iba a dar un paseo por el Retiro para despejarse. En realidad fue a la estación, donde se subió a un tren que le llevó hasta Francia.
Tal y como afirma nuestro compañero César Cervera en ‘ Los Borbones y sus locuras‘, don Estanislao se marchó también de España con un objetivo en la mente: dejar el camino libre al siguiente presidente. Evitar, en definitiva, ser un escollo para su sucesor. «Sacrifiqué a sabiendas mi reputación al partido, arrojando a la calle mi vida pública de más de treinta años», se justificó poco después.
El episodio de su exilio fue recogido incluso por Benito Pérez Galdós en sus famosos ‘Episodios Nacionales‘. En el tomo dedicado a la Primera República, el literato explica que «Estanislao Figueras, enojado por la frialdad de Pi i Margall en una entrevista que ambos tuvieron, cogió el tren sin decir nada a nadie, y de un tirón se plantó en Francia». Nadie se explicó aquellos días lo sucedido. Para el autor fue un verdadero «chasco» que se marchara «aquel hombre tan entendido, ingenioso, simpático y buen orador». Siempre según su escrito, hasta pasadas veinticuatro horas no se tuvo noticia cierta de la fuga. «Del estupor que sentí ante suceso tan grave, que era el mayor descrédito de la Causa, me puse malo», explica.
Y la dichosa frase
¿Qué hay de verdad en la leyenda? Nieto, en declaraciones a ABC, es partidario de que esta es una de las muchas frases que se atribuyen a personajes famosos sin saber a ciencia cierta si salieron por su boca o no. «Es posible que la dijera, pero no se puede probar porque carecemos de testigos directos», añade. En sus palabras, ningún periódico de la época contó la noticia. Los archivos digitales de la Biblioteca Nacional le dan la razón: ni un solo resultado. Ni en castellano, ni en catalán. «No aparece en los diarios, ni hay ninguna referencia a ella. Se pudo generalizar en las cenas políticas de la época, pero que no sabemos de dónde viene», completa.
A cambio, lo que se sabe a ciencia cierta es que don Estanislao se marchó a Francia hastiado, entre otras cosas, por la reciente muerte de su esposa. «Quedó constancia de que compró los billetes porque se lo encargó a su secretario particular, al que le pidió secreto absoluto. Él fue el que acudió a la estación a adquirirlos. Se supo después porque el secretario dejó constancia de ello», sentencia Nieto. El experto español también está seguro de que don Estanislao estaba agotado de la política. Y con razón, pues había combatido durante años por el advenimiento de una Primera República desunida y en la que volaban los cuchillos.
«Claro que estaba harto. Él había sido el republicano que más había luchado porque llegara el nuevo sistema político. Hizo muchos esfuerzos para ello. Por eso le hicieron presidente de forma inmediata. Pero después se dividieron y le impidieron gobernar. Los suyos fueron los que más le entorpecieron, y por eso estaba cansado. Lo curioso es que los enemigos de la Primera República le dejaron en paz y no le atacaron durante los primeros meses; los monárquicos, por ejemplo», completa a ABC el autor. Y aún dice más el ex presidente del CSIC: «Fue la República la que se destruyó a sí misma».
Triste olvido
¿Cómo es posible que una frase marginal de esta guisa se extendiera hasta límites insospechados a pesar de que se desconocía su origen? Nieto lo tiene claro: «Es muy gráfica y explícita. Si hubiera dicho ‘estoy de los míos hasta la coronilla’ no se habría popularizado». El autor tampoco cree que el improperio haya elevado a los altares a don Estanislao, aunque sí está de acuerdo en que le ha permitido ganarse un pequeño hueco en las páginas de la historia. «Otra de las claves es que se retiró de forma voluntaria cuando se cansó de todo, y eso suele hacer que un personaje caiga bien», finaliza. De hecho, no se suele explicar qué sucedió con él tras su partida a Francia. Más allá de aquellas palabras, poco importa a los españoles.
Pero su historia no acabó en el país vecino. Es cierto que, en principio, el político no pensaba volver a España. Sin embargo, no tardó en regresar de su exilio para tratar de paliar los problemas que atravesaba el nuevo sistema. Su aventura fue tan corta como el exilio anterior. En 1874, tras la restauración monárquica, don Estanislao se vio obligado a salir del país. Abandonó la política durante meses, aunque en 1875 quiso participar en las conspiraciones para proclamar una «república sin calificativos» en España.
«En 1880 pretendió la creación del Partido Republicano Federal Orgánico, en contra del federalismo pactista de Pi y Margall, aunque también con el fin de trabajar a favor de lograr la unión republicana», añade, en este caso, Samper.
En esas le atropelló la Parca. Estanislao i Figueras, el hombre que había traído la Primera República a España, enfermó y tuvo que relajar sus deseos de convertirse en el líder de la nueva oposición a la Monarquía. La muerte le llegó el 11 de noviembre de 1882. Según Nieto, aquella frase le hizo famoso, aunque no consiguió que, más de un siglo después, la época en la que vivió sea conocida. «Son unos años muy olvidados. Me sorprende que nadie se acuerde de la Primera República y que de la Segunda se escriba tanto. No sé si bien o mal, pero que se escriba tanto», completa.